marzo 11, 2011

Maldita delicia. Capitulo XX, Final de Temporada.

¡Tsss! Hemos llegado al final... Pero no se asusten, que solo es el final de temporada de Maldita delicia. Y como dice mi Ale, de la Maldita delicia deliciosa ;D Terminamos con las palabras de Renata. Que ahora saca a la luz un par de secretos y vidas unidas.
Espero que este capitulo final les guste. Yo ame escribirlo, en realidad cada capitulo me tenia picandole a las teclas como una demente. Con ojos de loca XD Disfruten mucho de este capitulo :D Pueden dejar sus dudas, comentarios y todo lo que quieran en la columna derecha. En el espacio que dice "Dudas y aclaraciones" o dejar sus comentarios en nuestro espacio del Facebook, (o como yo le llamo: Caralibro). Gracias por seguirme a través de 20 capítulos deliciosamente malditos ♥ Y créanme, esta historia no esta cerca de terminar. No podría dejar a las chicas así como asi... Aun hay cosas que resolver. Muchas cosas créanme :) Por lo pronto, reanudar letras y capítulos con Búscame :3 Aunque yo creo que ya hice sufrir mucho a Eric... Pero Amelie tiene un par de sucios secretillos :D
También trabajo en mi nueva historia: Cuando los planetas se alinean. Tengo varias cosillas en mente y un par de borradores, pero la idea original ahí esta X)
En vía de mientras -dicen jaja- disfruten de este final de temporada... Y griten con locura por estos secretos develados. Cuidence mucho y comenten ;) Abrazos miles y gracias ♥


PD: Mi Cricri, si te contaba los secretos de este capi, la sorpresa se arruinaba DX ¡¡Te am♥!!


20. La vida es para vivirla


Nota: Continuación capitulo XV


Renata Cotty

-¡¡¡Renata!!!
Abrí los ojos lentamente. Vincent me miraba. Lucia alterado. Asustado. Sonreí para calmarlo. Suspiro y me tomo entre sus brazos.
-Dios, no me hagas esto… - me apretó con más fuerza.
-Ya… - su abrazo era muy fuerte. –Me robaras el aire si sigues apretándome así.
-Oh… - Soltó un poco su agarre, pero no me separo de su pecho.
-¿Dónde estoy? – pregunte mirando a los lados.
-En mi despacho – respondió una voz detrás de Vince. Era su jefe, George Hopus. Tenía una sonrisa en su rostro.
-¿Qué paso? – pregunte avergonzada.
-Te desmayaste, ¿no lo recuerdas?
-Bueno… - lo único que recordaba era ese perfecto rostro de ojos azules. Sabía que si me hubiera mirado hubiera muerto en ese mismo segundo. Era como el animalejo ese de la Saga fantástica favorita de Luna, el Basilisco o algo así, que al mirarte caías muerto. Él era algo así… O quizá mucho más letal. Letal y hermoso.
-Julien te trajo aquí…
-¿Julien? – pregunte mirando a mi hermano.
-Si, el tipo que llego en cuanto te desmayaste.
¡Oh! Así que su nombre era Julien. Vaya… mi corazón se agito.
-No te desmayes de nuevo, Nat, por favor…
-Estoy bien – mentí.
Para nada que estaba bien. Estaba totalmente loca por saber de ese chico. De Julien. Su nombre, como todo él, eran sexys. Se escuchaba demasiado sensual como para decirlo en voz alta.
-¿Por qué tienes esa sonrisa de loca? – Vince me miraba con curiosidad. Negué con la cabeza.
Intente bajarme del sofá de tres plazas en el que estaba, pero mi hermano lo impidió. –No te dejare ir hasta no saber que estas bien. Aun te veo pálida.
-Vince, es mi color natural, ¿recuerdas?
-No, a mí no me engañas… Color natural – mascullo. –Sr. Hopus, ¿podría regalarme un poco de agua?
-Seguro… - el hombre asintió y nos dejó solos.
-Ahora dime la razón de tu desmayo. ¿Seré tío o algo?
-¡¡¡NO!!! – jadee, esta vez sí estaba asustada. -¿Estás loco? Soy muy joven…
-Pero siempre has deseado una familia.
-Vince, lo sé. Siempre. Pero aun no estoy lista… Mi último gato escapo y Cartón aun no regresa…
Vincent no lucia complacido. Sin embargo no dijo más, me ayudo a sentarme, me trataba como si me hubiera roto una pierna.
-El tal Julien actuó rápido. Te sostuvo antes de que cayeras al piso.
¿Así que estuve entre sus brazos? Dios…
El Sr. Hopus regreso con una botella de agua, se la tendió a mi hermano.
-¿Cómo estas linda? – pregunto con media sonrisa.
-Mejor, gracias. Qué pena… - hundí la cabeza entre mis manos.
-No debes avergonzarte. La vida es estresante. Más en Nueva York… Admiro a tu hermano. Vivir solo, en lugares que no conoce, y más siendo un artista. Eso es ser valiente. Yo jamás me hubiera podido fugar de mi casa. Por más que mi madre me sobreprotegiera, yo era muy de mi casa, de mi familia. Aun ahora… - bromeo.
Vince rio un poco.
-Dime, Vince – miro a mi hermano. -¿Ya tienes lugar donde vivir?
-Por ahora espero que mi hermana me de asilo… Sera temporal Nats – agrego. Asentí.
-Bien, si tu hermana cambia de parecer, tengo un loft que te puedo rentar. Es pequeño, pero para un hombre soltero como tú, le vendría bien.
-Oh, sí, muchas gracias.
-Perfecto… Los dejo, tengo que atender un par de asuntos… - de nuevo salió.
Aproveche la oportunidad y me puse de pie. Vince tomo mi brazo.
-Ya quiero irme, ahora sé porque Luna refunfuñaba cuando su hermano la trataba como a una invalida.
-Así que tu amiga también se desmayó – murmuro Vince. –Sera un virus…
O un hombre, complete en mi cabeza.


Salimos del despacho del Sr. Hopus, la puerta daba a la parte trasera de la cafetería. Había un poco de clientela. El jefe de mi hermano charlaba en la barra con un tipo. No lograba ver su cara. Nos acercamos un poco más. Vince me dejo en una de las mesas y me amenazo con la mirada. Asentí, me quede ahí sentada. Lograba escuchar parte de la plática del Sr. Hopus con el tipo.
-Julien… Niño, te dije que no vinieras. ¿Acaso quieres provocar una guerra entre tu madre y yo?
-Venga George – tenía la voz más sexy que jamás hubiera escuchado. Me acerque un poco más. –No es eso, solo que es aburrido estar en casa. Mi madre se la vive en su oficina. Y mi hermano igual, no sé qué le pasa, antes era divertido. Seguro que un par de piernas se le atravesaron en el camino… - soltó una carcajada.
-Tu hermano no es de esos. Lo sabes – sonó a regaño. –Es un chico responsable, un hombre, deberías de aprenderle un par de cosas. Dejarte de niñerías y aprender del negocio…
-¿Negocio? La moda no es negocio… Ya te lo dije… Conocí un bar la otra noche. Y el gerente era amigo de mi madre. Es o no lo sé. Pero dijo que buscan inversionistas, quieren un bar en Las Vegas. Invertiré. Jimmy…
-¿Sabes?, –interrumpió el Sr. Hopus - Juls, esto ya no es la secundaria, es la vida real. Podrías perder una fortuna en ese bar…
-Venga, George, pensé que creías en mi sano juicio…
-Juls… lo intento, hijo, pero no… No puedo.
-El pasado en el pasado. ¡Pensé que habías olvidado mi desliz!
-¿Tu desliz? Eso no lucia como un desliz. ¿Sabes lo que tuvo que hacer tu madre para que no salieras en los periódicos?
-¿Y…? A ella solo le importa una cosa… ¡Tristan! ¡¡Y estoy harto de eso!! – dio un puñetazo a la barra y salió del lugar.
El Sr. Hopus se revolvió el cabello. Me acerque a él. Lo tome del brazo para que supiera que había espiado toda la conversación.
-Es un chiquillo testarudo – suspiro.
-Así somos los hijos… necios – sonreí.
-Supongo que si – regreso la sonrisa.
-No se preocupe…
-Dorothea pegara el grito en el cielo cuando se entere que vino a verme.
-¿Dorothea…?
-Sí, es hijo de Dorothea Van Gulick… Quita esa cara, niña. Ella no es un monstruo. No cuando se trata de su familia, solo a veces – agrego más para sí mismo.
Aun no podía reaccionar. Julien Van Gulick. ¡Tristan! Eran hermanos. ¡¡Dios!! No cabe duda que el Mundo es una servilleta.
-¡Nats! – mi hermano volvió de quien sabe dónde. -¿Lista para irnos?
-¿Eh?
-Tu hermana sigue aturdida – comento el Sr. Hopus.
-Se le quitara en el camino… Espero – Vince me tomo el brazo. –Nos vemos mañana George.
-Seguro, cuídala, un poco de té la repondrá.
-Adiós, Sr. Hopus – alce la mano.
No era aturdimiento. Era sorpresa. Una tremenda. Más grande que el mundo mismo. Quizá exageraba. No lo sé. Luna y yo, perdidamente estupidizadas por un Van Gulick. Sin duda visitaría a Luna más tarde, o mejor aún… ya mismo.

Subimos a un taxi. Vince me miraba de reojo, lo sentía.
-Venga, escupe, Vince. Deja de mirarme…
-Solo que… estas diferente. Con esos ojos de loca…
-Agh, solo quiero llegar y contarle a mi Luna que tengo a mi hermano aquí – en parte era verdad. –Solo eso – reafirme. -¿Podría ir más rápido? – pregunte al taxista.
-Voy lo más rápido que es legal, señorita – respondió el tipo.
-Debería de ir más rápido – rezongue y cruce los brazos sobre mi pecho. A este paso llegaría mañana a mi departamento.
Eran más de las 10 de la noche, había un tráfico de los infiernos.
-¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?
-Mmmh, no lo sé, un par de horas, quizás más, quizás menos, ¿por?
-Nada, solo que ya es tarde. Espero que Luna no este dormida.
-¿Esa amiga tuya… trabaja?
-Claro, es fotógrafa. La fotógrafa de la mejor revista de moda: Spotlight.
-Mmmh, muy conocida en su casa – Vince alzo las cejas.
-No es mi culpa que no sepas del mundo, Vince. Esa revista es una de las mejores. Y mi Luna es una artista, así que cuidado con criticarla, porque la defiendo con uñas y dientes.
-Ya va, tú tranquila – alzo las manos. –Solo decía.
-Bien – alborote su cabello. –Me da gusto que estés aquí, Vince.
-A mí me da gusto que te de gusto. Al menos sé que me albergaras en tu departamento un tiempo, ¿cierto?
-No temas, quédate el tiempo que necesites. Solo me ayudas con la renta, y la comida…
-Oh mierda… Ok, ok, te apoyo…
-Llegamos – anuncio el taxista.
-¡Qué bien! – baje con rapidez y corrí a la acera. –Rápido Vincent – grite desde la entrada al edificio.
-Aquí tiene, disculpe a mi hermana, está loca…
-Te escuche, bobo.
Vince bajo del taxi. Tomo mi mano y subimos al primer piso donde vivíamos. Escuche a la Sra. Spencer pegar la oreja a su puerta. En la planta baja solo había 3 departamentos y la caseta de vigilancia. En el primer piso eran 4. Luna que era el 202, al lado el 203, que según tenía entendido estaba vacío, nunca había visto a los inquilinos de ese lugar. El 204 al lado mío. Y yo, el 205 frente a Luna.
-¿Eso es sangre? – mi hermano se inclinó para mirar más de cerca una mancha en el piso de mármol color hueso.
-¿Cómo dices? – me hinque a su lado. -¡Luna! – me puse de pie de un brinco. Casi derrumbaba la puerta de mi amiga.
-¿Dónde es el incendio? – Luna abrió la puerta. Sus ojos entrecerrados y su cabello aplastado de un lado. Estaba dormida sin duda sobre su diván.
-¿Estas bien? – la tome de la cara. Revisando cada pulgada.
-Rens, estoy bien – sonrió. -¿Qué pasa? – se asomó al pasillo.
-Así que ella es Luna – Vince se incorporó.
-¿Y tú eres…?
-Lu, él es Vicent, mi hermano, llego el sábado…
-¿Tu hermano? –Luna abrió los ojos y me abrazo. –Wow… estarás orgasmeada de felicidad.
-Algo así – sonreí.
No podía esperar más tiempo para contarle a Luna lo que sabía. Vince se quedó en silencio, mirándonos.
-Mejor me voy, se ve que ustedes tienen mucho de qué hablar. Mucho gusto, Luna… - sonrió y nos dejó.
-¿Cómo piensas entrar al departamento si yo tengo esto? – le mostré las llaves.
-Cierto… - estiro su mano. Le tendí las llaves sobre la palma de su mano. –Gracias… Y Luna, lindo peinado – sonrió.
-Gracias… - Luna sonrió y me jalo dentro de su departamento. -¡¡Tengo tanto que contarte!!
-Yo también – casi me atragantaba con las palabras.
-Tu primero – dijimos al mismo tiempo. Nos carcajeamos. –Tu primero – repetí…
-No, mejor tu…
-Venga, mi noticia te caerá como bomba – advertí. Luna brinco sobre el sofá. Se retorció los dedos y echo a un lado su cabello.
-Suéltala – jadeo y tomo mis manos.
-Ok… Mi hermano, Vince, conoció al Sr. Hopus, el exjefe de Jennifer en no sé dónde, quizá Londres, Francia o uno de esos lugares… el punto es que lo conoció y le ofreció empleo en su Galería – dije con rapidez, tome aire, mi amiga asentía siguiéndome en mi relato. –Me llevo a su Galería, hoy, hace un par de horas. Casi me desmayo al ver al Sr. Hopus, que es un hombre de esos maduritos por los que seguro te encueras – sonreí con lujuria. Luna no aguanto la risa y sofoco un grito. –Eso no es todo, Lu…
-¿Aún hay más? – chillo.
-Si… Oh Dios, Luna me desmaye, me desmaye al verlo – gemí.
-¿A quién, a quién? – pregunto desesperada. -¡¡Dime!!
-Es guapísimo, Luna. Un Dios sin duda, mi Dios personal. Me cayó del cielo. Oh Dios… caí al piso en cuanto lo vi… Fue como tú y Tristan…
-¡¡Oh!! – Luna grito como loca, y yo le seguí. Gritamos hasta que Luna por fin dijo que necesitaba un poco de descanso después de casi 10 minutos de locura. –Por Dios… Un Dios, otro más en la ciudad. Es que esto es imposible – regresaba de la cocina con dos botellas de agua. Me dio una que abrí al instante y le di un largo trajo. Necesitaba algo más fuerte.
-Conozco esa mirada – advirtió Luna. Fue a su cocina y regreso con dos copas para vino y una botella. Destapo la botella y sirvió generosa en las copas. –Por nuestros Dioses personales – alzo su copa. La imite y las chocamos un poco. –Salud.
Ambas bebimos, Luna casi dejaba a la mitad su copa.
-Sígueme contando, ¿Qué más paso?
-Pues me desmaye, desperté en el despacho del Sr. Hopus. Fuimos a la cafetería… y ahí seguía mi Dios. Y… Oh Luna… Respira…
-Me estas asustando, Rens.
-Su nombre es Julien…
-Ajá… - Luna me miro con intensidad. -¡Continua maldición! Me tienes con el alma en un hilo… dime, sé que hay más… No solo su nombre conoces…
-Es un… Van Gulick – chille.
-¿Qué? ¿Es hermano de… Tristan? – grito y se puso a dar brincos como loca. Esa era la reacción que esperaba. - ¡¡¡Oh por todos los Santos del Cielo!!! Es el Mundo una servilleta, ¿O qué?
-Lo mismo pienso, mi Luna… Esto es una locura. Una completa locura. Además de que el tipo es un… Mmmh…
-Su hermano esta para comérselo también… Hoy vino aquí… Oh mierda, casi lo olvido.
-¿Qué? Es tu turno…
-¡¡Evan regreso!! Vivirá… Ah, es primo del tipo del 5to piso, ¿recuerdas que la Sra. Spencer no deja de mencionarlo? Pues él es primo de Evan, que por cierto, hoy se peleó con Jensen…
-¿Cómo? Dilo más despacio y con espacios… Evan volvió, es primo del tipo del 5to piso, y Evan se peleó con Jensen – resumí con agitación. Luna asintió.
-¿Pero cómo? ¿Por qué se pelearon?
-Jensen estaba frente… bueno, Evan y yo, nos encontramos en Central Park, yo fui ahí después de que Chuck se fuera de aquí, no quería estar sola, por eso. Me lo encontré y fuimos a buscar departamento, después a comer, de regreso a aquí, me dijo que su primo vivía en el mismo edificio. Subimos aquí, y en el pasillo estaba Jensen, yo pensé que ya se había ido de aquí, pero no… Bueno, se hicieron de palabras y… se golpearon. Pensé que se matarían, pero llego el primo de Evan, Eric, que por cierto no está nada mal, me dijo que era policía. En fin, él los separo, y se llevó a Evan a su departamento, y…
Luna bajo la mirada.
-¿Qué paso? Jensen y tú… - musite.
-¡No! Yo lo quiero fuera de mi vida, pero no puedo… el sentimiento que aun siento por él es más fuerte que mi razón. Aunque le dije que se largara de aquí.
-Me parece lo más lógico… - comente.
-Después de que Jensen se fue… Toco a mi puerta Tristan…
-¿Cómo dices? ¿Tristan estuvo aquí? ¿Cuánto tiempo?
-Solo unos minutos. No platicamos mucho…
-¿Pero por qué estuvo aquí?
-Bueno, cuando fui a Central Park y me encontré con Evan, mi cartera quedo en la banca donde estaba sentada, no me di cuenta ya que Evan pago todo…
-¡Dios! Sí que fue un largo día para ti…
-También para ti… Bueno, pues eso paso el sábado, el domingo me atragante con palomitas y hoy por la mañana me sentía muy mal…
-Fuiste al trabajo – regañe. Luna no dejaría sus responsabilidades así se estuviera muriendo.
-Si – se sonrojo avergonzada. –Por eso Tristan estuvo aquí, me trajo a mi casa. Neal tuvo la culpa. Él me obligo…
-Si claro – bromee. Luna rió.
-Ok, no puedes resistirte a un Van Gulick – comento.
-Eso es cierto. Su hermano esta… Mmmh – ronroneé.
-Si… dime como es… - pidió sirviéndose más vino.
-De ojos azules, cabello un poco largo. Su voz… música para mis oídos. El Sr. Hopus me dijo que me llevo en sus brazos hasta su despacho. Quiere decir que es muy fuerte.
Luna estallo en risas.
-Supongo que es de familia cargar a las chicas. Tristan me tomo entre sus brazos también…
-¡¡Perversa!!
-No podemos evitarlo… - me pico con su dedo un hombro.
-Ok, tienes razón, no podemos… Pero es que esos hombres… Estoy enamorada… - gemí.
-Si… ahora al ataque – rugió a broma.

Pase la noche en el departamento de Luna. Reímos y platicamos de todo y de nada. Como en los tiempos de la Universidad. Cuando nos reíamos de tonterías y contábamos cosas perversas acerca de los tipos que nos volvían locas. En este caso, estos tipos estaban más cerca que antes. Era curioso cómo es que esos chicos resultaron ser hermanos, y nosotras a pesar de no compartir ADN, nos sentíamos como hermanas también. Luna era para mí algo más que mi hermana, era parte fundamental de mi vida. Era mi media naranja, mi alma gemela y como muchas veces le dije cuando íbamos a la Universidad, mi Sensei.


Y tanto Luna, como Emily y Jennifer eran muy importantes en mi vida. Y mis entrañas sabían que pronto las cosas se acomodarían, aunque quizá costara un poco de trabajo. Todas merecíamos ser felices. Jennifer era muy feliz, se le veía muy feliz con Rosty, siempre andaba con esa sonrisa coqueta en los labios. Emily… Sabía que pronto ella dejaría de sufrir por el pasado. Todas encontraríamos el camino para ser felices. Podía sentirlo, el destino te quita cosas, pero te reserva cosas aún mejores.


Luna siempre ha dicho: No hay luz sin oscuridad. Y aunque siempre vemos el camino oscuro y tenebroso, no hay que despegar los ojos del objetivo, sonreír. Ser felices. Buscar y ser encontrado.



Alguna vez escuche esto en una película: No tengas miedo de vivir…, no recuerdo que película era. Mi nueva mantra es:


La vida es para vivirla… Y es justo lo que haremos. Vivir…

Maldita delicia... Una pequeña delicia.

Una pequeña probadita de lo que viene en el final de temporada :D

[...]

Salimos del despacho del Sr. Hopus, la puerta daba a la parte trasera de la cafetería. Había un poco de clientela. El jefe de mi hermano charlaba en la barra con un tipo. No lograba ver su cara. Nos acercamos un poco más. Vince me dejo en una de las mesas y me amenazo con la mirada. Asentí, me quede ahí sentada. Lograba escuchar parte de la plática del Sr. Hopus con el tipo.

-Julien… Niño, te dije que no vinieras. ¿Acaso quieres provocar una guerra entre tu madre y yo?

-Venga George – tenía la voz más sexy que jamás hubiera escuchado. Me acerque un poco más. –No es eso, solo que es aburrido estar en casa. Mi madre se la vive en su oficina. Y mi hermano igual, no sé qué le pasa, antes era divertido. Seguro que un par de piernas se le atravesaron en el camino… - soltó una carcajada.

-Tu hermano no es de esos. Lo sabes – sonó a regaño. –Es un chico responsable, un hombre, deberías de aprenderle un par de cosas. Dejarte de niñerías y aprender del negocio…

[...]

marzo 10, 2011

Fe de erratas. Maldita delicia, capitulo XIX

El viernes subí, como todas saben, el capitulo 19 de Maldita delicia, que si, como ya dije en la introducción del capitulo, es el PENÚLTIMO capitulo de la PRIMERA temporada de esta novela XD (si es que le podemos llamar así :D) Pero... La torpe de YO, al momento de copiar y pegar el capitulo de word, como que no se copio completo ¬¬ (che cosa embrujada... Mi Warri se pone celoso, o no se...), así que quizá al principio como que la pregunta de Luna hacia Evan quedo así como confusa. Quizá no se dieron cuenta, y pensaron "Esta vieja peda que no sabe escribir", lo cual es muy cierto. No soy una genio, pero me esfuerzo por hacerlo perfecto o lo más perfecto que pueda llegar a realizar las cosas una simple mortal como lo es su servilleta, osea YO :)

No me había dado cuenta de mi error, hasta hoy. Ya que no lleve mi Warri a la escul, y me puse a revisar mis cosillas en las compus de la escul. Y me metí al blog, y releí el capitulo, y me quede: "Mierda! D: Así no empezaba el capitulo", quise componerlo, pero en mi USB no cargo mis archivos, la yo paranoica sale a relucir, así que esta noche, siendo las 22.20 hrs. Me dispongo a reparar mi daño :D

Disculpen las molestias que esta cosa embrujada pudo ocasionarles ;3 Y disfruten el comienzo real del capitulo 19 de Luna Phellan.

Ah, y contestando las pregunta de mi Cricri; Si, el ULTIMO capitulo es el de Renata Cotty :D


Capitulo XIX

Luna Phellan

-¿Qué demonios haces aquí?
-Podría preguntar lo mismo – Evan sonrió de lado. Sus ojos claros me regresaron la mirada. Me puse de pie lentamente. No quería que me viera desesperada y en shock por verlo de nuevo.
-¿Cuándo volviste de…? – inquirí.
-De España… - completo.
-¡Ah, cierto! Pensé que te quedarías para siempre allá.
Cuando supe de su partida, una parte de mi lo quería detener. Pero otra parte me decía que él y yo no teníamos más nada que ver.
Evan, como se imaginaran, fue mi primer novio. Mi primera vez. Aparte claro, de que fuimos amigos. O éramos.

marzo 06, 2011

Maldita delicia, un plus

Hola chicas y chicos... ¬¬ si es que tienen el valor de visitarnos XD


El viernes que subí capitulo nuevo de Maldita delicia, la emoción de actualizar la historia me hizo olvidar que iba a poner un par de personajes, o la imagen de los personajes de esta historia. Por tal razón, este post va por ellos. Ja, toda comercial de tecate :P

*Eric Ross...

*Evan Ross...


Algunas ya saben quien es Eric... Pero otras, quizá las que no han leído Búscame no saben de él. Mientras les diré que es primo de Evan (Como se explica en el capitulo de Luna) :D Es todo, se cuidan y nos andamos leyendo :3

marzo 04, 2011

Maldita delicia. Capitulo XIX


¡¡ V I E R N E S !! Quiero compartir mi libertad con ustedes. Por fin se terminaron los exámenes. Y aunque apenas estoy conociendo los resultados de no estudiar y copiar mal, pues me relajo. Si... Para que sufrir... XD El punto es que soy rete feliz :3 Y por eso subo capitulo nuevo de MD. Tengo algunas chaquetas mentales, que en cristiano quiere decir: Que tengo algunos inconvenientes en mi mente, esos disturbios no me dejan ser. Joder, odio mi mente y los libros que leo. Escribo y leo tantas cosas, que a la hora de la hora, nomas no satisfacen mis expectativas:( No se como curarme de ese mal. Jamás dejare de leer mis novelas, never de los nevers. Así que TU hombre de ensueño. Apúrate a buscarme, y más te vale que cubras cada uno de mis requisitos sino... No hay tesorito! XD

Después de mi discurso a los desconocidos y de relajarme un poco sacando lo que tenia dentro, las dejo en manos de Luna Phellan, siendo el capitulo 19 el penúltimo de esta temporada de Maldita delicia.


Cuidence muchote y feliz fin de semana ♥ Enjoy...


19. Hombres


Nota: Continuación capitulo XVI


Luna Phellan



-¿Qué demonios haces aquí?

-Podría preguntar lo mismo – Evan sonrió de lado. Sus ojos claros me regresaron la mirada. Me puse de pie lentamente. No quería que me viera desesperada y en shock por verlo de nuevo.

-¿Cuándo volviste de…? – inquirí.

-De España… - completo.

-¡Ah, cierto! Pensé que te quedarías para siempre allá.

Cuando supe de su partida, una parte de mi lo quería detener. Pero otra parte me decía que él y yo no teníamos más nada que ver.

Evan, como se imaginaran, fue mi primer novio. Mi primera vez. Aparte claro, de que fuimos amigos. O éramos.

Me atrajo a su pecho y me abrazo con fuerza. Me deje apapachar unos minutos, sintiendo la calidez de su cuerpo, el roce de sus manos contra mi espalda. Su ronca voz diciéndome que estaba feliz de volverme a ver.

Encontrarte con tu primer amor… no podía describirlo, y ahora mi cabeza no daba para más.

-¿Cómo estas? Cuéntame… - rompió el abrazo.

-Bueno, soy fotógrafa. Trabajo para Spotlight, es una revista.

-Si, algo escuche de eso, Charly me dijo algo.

Él le decía Charly a Chuck. Cosas de hombres.

-Si…

-¿Y… esperabas a alguien? – pregunto notoriamente curioso.

-No…

-¿Quieres ir por un café? Para ponernos al día…

-Me encantaría.

Camine a su lado. Evan me contaba de su viaje a España. No podía creer que hubiera vuelto. Se fue saliendo de la preparatoria. Pensaba que solo serian un par de meses su tiempo de ausencia en América, pero no fue así, solo volvió por un tiempo y de nuevo se fue. Él estudio Gastronomía.

-Así que eres Chefsito – bromee.

-Correcto. ¿Quieres que te cocine algo, esta noche? En serio que me da gusto verte. Pensé que seguirías en Kansas.

-No, vivo por Brooklyn.

-Oh… que curioso… Mi primo vive por ahí.

-¿Ah si? Como se llama…

-Eric, es policía o algo por el estilo.

-Bueno, no conozco a nadie con ese nombre.

-Me presto su auto. Le dije que tenía que buscar con urgencia un departamento…

-¿Te quedaras? – pregunte con la esperanza de que dijera que si.

-Espero que si… Un tipo de España me dijo que tenia un restaurante, dijo que podía encargarme de el, mientras él viajaba por el mundo. No se cuanto tiempo me quedare, pero espero que sea mucho – sonrió.

-Si, espero que te quedes mucho.

-Y dime… ¿Cómo esta Charly, y… Jensen? ¿Los ves seguido?

-A Chuck si, Jensen… Bueno, no quiero hablar de eso.

-¿Qué te hizo el imbécil? – gruño y se detuvo.

-No quiero hablar de eso, Evan – solté seria.

Hablar de Jensen… Ni siquiera quería pensar en eso. En él. En mí huida de su casa. No se cuantos días o quizá ya eran semanas desde el día que corrí al departamento de Chuck. No había recibido ninguna llamada de Jensen a mi móvil, ni nada. Quizá se había desaparecido de nuevo. Lo cual era bueno, pero… una parte de mi, la parte que no pensaba, la parte más estúpida de mi ser, me reclamaba. Exigía una respuesta de Jensen, una respuesta del porqué de su partida. Fui una cobarde al no preguntarle. Aunque… quizá su respuesta no seria lo que yo esperaba. O quizá no me daría una respuesta.

-Bien – Evan tomo mi mano y me jalo cerca de su cuerpo. –Luna, en serio, te extrañe mucho – musito contra mi cabello.

-¿Lo dices en serio? – lo mire.

-Más en serio que nunca. Recuerdas… la vez que nos encontramos en la licorería. ¿Cuando tus amigas nos descubrieron? Pero no te sonrojes… - acaricio mis mejillas con sus pulgares. -¿Eso es un ‘Si lo recuerdo’?

-Si – Mis mejillas ardían de vergüenza.

-¿Sabes? Te vi de espaldas, sentada en ese banco y… Desee con todas mis fuerzas que si fuerzas tu.

-¿Por qué?

-Simple, quería volver a verte. Intente regresar mi primer año lejos de ti… Pero sabía que tú me patearías las bolas. Y me enviarías de regreso.

-Tienes toda la razón. Primero tenías que cumplir tus sueños…

-Tú eres parte de ellos.

-Evan – jadee.

-¿Qué? ¿Te sorprende?

-Yo… si – admití.

-Me di cuenta de eso, los 5 años que estuve lejos. Eres una chica especial, única. Luna…

-Evan… Yo… también te extrañe – lo ataje.

-Si… - rasco su barbilla. –Venga, ayúdame a conseguir departamento.

Subimos a su auto y llamamos a los números de información de todos los departamentos que vimos en renta. Ninguno lucia como del estilo de Evan. Así que continuamos en la búsqueda un par de horas más. Cerca del atardecer, mi estomago rugía. Evan rió.

-¿Conoces algún lugar donde se coma bien?

-Bueno, hay un restaurante de comida china, en la 5ta. ¿Quieres ir?

-Tú eres la experta. Dejare que me des un tour por tus dominios – me tendió su mano. Caminábamos por las calles llenas de gente de NY. Evan dejo el auto en un estacionamiento, habíamos bajado a ver un departamento en el 5to piso. Dijo que le seria muy difícil subir las escaleras al quinto piso. Su primo vivía en un quinto piso, y solo las había bajado 2 veces, ya estaba harto.

-Soy más del tipo de ascensores – declaro con un tono de picardía. Me sonroje. –Me encanta que te sonrojes.

-Evan… - chille.

-Nada – dejo de sonreír.

-Llegamos. ¡Hola, Cho! – salude a la recepcionista.

Cho miro a Evan y después de un segundo alzo los pulgares.

-Muy bien señorita Luna. La mesa de siempre – dijo y nos guio, como dijo, a la mesa de siempre.

-¿La conoces? – inquirió Evan en un murmuro cuando Cho se alejo.

-Si, vengo muy seguido aquí…

-Ni cuenta me había dado – ironizo volteando los ojos.

-Cállate – le solté una patada debajo de la mesa.

-Luna, tranquila – tomo mi pierna y subió su mano lentamente hasta mi rodilla. Me estremecí. –Amo ese color en ti… - De nuevo mis mejillas eran rojas. Puedo apostarlo.

Trague con dificultad. Sus ojos claros no se despegaban de mí. Sostuve su mirada. Siempre lo hice, y no iba a cambiar ahora.

-Aquí tienen, -Cho dejo dos platos y dos juegos de cubiertos –provecho, Luna, joven – asintiendo se alejo de nuestra mesa.

-Joven… Nunca me habían llamado así – comento tomando su plato y se puso de pie.

Lo guie hasta el bufete. Me serví mi ración de siempre. Pollo rostizado, con un poco de pasta, aros de cebolla y bolitas de algo chistoso. Nunca sabré que son esas cosas, y poco me importaba ahora.

Evan se sirvió un poco de todo, él conocía más de comida que yo. Volvimos juntos ala mesa.

-Se porque te gusta esta mesa – tomo su tenedor y su cuchillo.

-¿Por qué?

-Los osos panda – respondió y se metió un trozo de pollo a la boca.

-Chico listo – dije y empecé a comer.

Evan me interrogo de pi a pa, acerca de mi vida en NY. Pregunto por mi hermano, por Lex; si tenia amigas ahora. Como me llevaba con ellas. Pero cuando nos acercábamos al tema del amor, Evan frenaba y tomaba retirada. Lo cual agradecí infinitamente.

Me llevo a mi departamento cerca de las 9 de la noche. Subimos al primer piso. Decía que este lugar se le hacía conocido. Después cayó en cuenta de que en este edificio vivía su primo y estallo en carcajadas. Después de calmarse por lo de su primo comenzó a bromear acerca del día en la licorería…

-Y luego ¡¡bang!! Tus amigas mirándonos…

-Ya cállate, Evan… - rogué golpeándolo en el brazo.

-No puedo no dejar de recordarlo… Recuerdo incluso el color de las sabanas, moradas.

-Evan… - jadee.

-Eres difícil de olvidar – comento tomando mi mano entre las suyas.

-Yo también soy difícil de olvidar, Evan Ross – Jensen estaba frente a mi departamento. Llevaba una bolsa de papel entre sus brazos.

-Oh vaya… pero si es Jensen… - observo Evan. Torció una mueca burlona.

Aquí ardería Troya.

-¿Qué haces aquí? – pregunto Jensen dando un paso hacia nosotros. Evan se acerco más, pero nunca soltó mi mano.

-Lo mismo pregunto…

-Vine a ver a Luna. Pero eso no es de tu incumbencia.

-Luna está conmigo, no está disponible para ti, Wyngarden. Vete – ordeno.

-Eso lo decidirá Luna, no tu Ross.

Estaban a punto de golpearse. Lo sabía. La tensión entre ellos aumentaba.

-Evan, Jensen… - ambos me miraron. –Jensen… vete, no quiero hablar contigo. ¿Quién te dijo donde vivía?

-Un pajarito – respondió con una sonrisa encantadora en su rostro.

-Fue Chuck, ¿Cierto? – gruñí. –La próxima me asegurare de apretarle más las bolas…

-No fue Chuck… - corrigió. –Tengo un amigo… y ese amigo… me dijo… cosas… y heme aquí.

-Vete, no quiero verte…

-Luna, ya te rogué por tu perdón.

-No, lo que hiciste fue engatusarme de nuevo, no estoy dispuesta a caer de nuevo…

-¿Caer de nuevo? ¿Engatusarte, dices? ¿Me crees tan vil como para jugar contigo?

-No quiero hablar de eso. Vete, por favor…

-Escuchaste a la dama, vete… O te obligare a irte – amenazo Evan, soltó mi mano y cruzo los brazos frente a su pecho.

-Ja – Jensen se carcajeo. -¡Por favor! Evan… tu linda Luna estuvo conmigo después de que te largaste a España… Fui yo quien la consoló por tu partida, yo. Y déjame decirte amigo…

Mientras Jensen gritaba nuestros secretos. Evan cerraba los puños a los costados de su cuerpo. Tenso la mandíbula, no dejo de ver en ningún momento a Jensen que continuaba la confesión como si eso lo excitara. Yo no sabía dónde meterme. ¿Quién le diría a Jensen donde vivía?

-Luna estuvo en mis brazos… - Jensen termino su ofensiva confesión. Me acerque a golpearlo, pero Evan fue más rápido.

En menos de un parpadeo se encontraban entre una lucha de puñetazos, patadas y demás.

-¡Idiotas! Basta… - pedí pero me empujaron a un muro del pasillo.

Evan golpeo a Jensen en la nariz, ésta le empezó a sangrar, Jensen se limpio la mancha roja de su rostro con la manga de su camisa. Con más bríos se abalanzo a Evan dándole un golpe en el estómago, Evan cayó al piso. Jensen le tomo el rostro, dispuesto a darle más fuerte. Levanto la mirada. Dejo su rostro y dio un par de pasos hacia atrás. Limpio la sangre que caía por su boca.

-Levántate, imbécil. No peleare delante de Luna…

-¡Y una mierda! – gruño Evan y se aventó a Jensen. Azotándolo contra un muro.

Yo gritaba que se detuvieran. Pero parecía que ninguno estaba dispuesto a escucharme. Continuaron dándose de golpes.

-¡¡Evan!! – un tipo cruzo el pasillo.

Era alto, de cabello negro un poco largo.

-¡¡Idiotas!! Basta, basta… - tomo a Evan de los hombros, lo separo de Jensen. Suspire de alivio. Terminarían por matarse si el tipo no hubiera aparecido. -¿Es que acaso eres imbécil? – preguntaba con voz atronadora a Evan.

-No soy imbécil, el imbécil es él.

-Quieto… - El tipo detuvo a Evan que estaba dispuesto a terminar lo que había comenzado. –Llegas a Nueva York y lo primero que haces es conseguirte una pelea y un par de golpes. ¿Quién demonios es él?

Jensen en silencio se limpio la sangre de su ceja y escupió sangre al piso.

-Nadie… - gruño. –Déjame en paz Eric… - levanto los brazos zafándose del agarre de… ¿Eric? ¿Su primo Eric?

Me acerque a ellos.

-Evan… - sentí la mirada de Jensen sobre mí. Trague con dificultad. –Jensen… ¿Qué demonios les pasa?

-¿Quién es ella? – pregunto Eric mirándome. Sus ojos claros penetraron los míos con intensidad.

-Yo vivo aquí… - informe. –En esa puerta – señale el departamento 202.

-Vivo en el 502 – dijo Eric.

-¡Ah! Bueno…

-Soy primo de Evan.

-Sí, ya, ya, ahora todos nos conocemos. ¡¡Lárgate, Jensen!! –gruño Evan.

-¡Evan! Cállate – rugió Eric. Evan lo miro con odio.

-No me digas que hacer…

-Tu amiga tiene que resolver esto… Ven, te llevare al departamento… pedazo de idiota – Eric jalo a su primo. Era un poco más grande y fortachón que Evan. Evan se removió furioso, pero su primo lo sostuvo con fuerza.

-¡Me las vas a pagar, idiota! – grito Evan antes de perderse de mi vista.

-Estas muy bien acompañada – dijo Jensen con sorna.

-Evan llego hoy… él no se fue de repente sin una explicación – gruñí acercándome a mi puerta. Salte la mancha de sangre de Jensen.

-Vine a explicarte eso…

-Ajá… ¿Y te decidiste mil años después?

-Luna… Chuck no me quiso dar tu dirección. Le dije que compraría su jodida empresa, pero aun así el bastardo no acepto. Dijo, además, que me rompería la cara si te hacía daño. Sabía que el muy idiota estaba enamorado de ti, pero no sabía que me ofrecería romperme la cara gratis.

-Chuck es un buen amigo… - abrí la puerta de mi casa. –Así como Evan. Y ahora que ya golpeaste a Evan y que le gritaste que tu yo tuvimos algo que ver, lárgate de mi vista. Regresa a donde quiera que estuvieras, no quiero verte de nuevo.

-Luna… No me puedes pedir esto. No, por favor.

-Jensen. ¿Qué es lo que quieres decirme?

-¿Podemos hablar adentro? – pidió.

-Tienes un minuto.

Abrí la puerta de mi departamento de par en par y vi de reojo como Jensen tomaba el contenido de la bolsa de papel que se cayó al piso cuando comenzaron a pelearse. Termino de recoger las cosas y entro.

-Traje comida china… - dijo entrando conmigo a la cocina. Me seguía muy de cerca.

-Bien por ti, pero no tengo hambre. Evan me llevo a comer.

-Traje… mierda se rompió – saco la botella de vino rota. –Era una de las botellas que le compre a Chuck a cambio de tu numero de móvil – saco los trozos de botella verdes oscuros y los puso en el cesto de basura.

-Lastima… Chuck tiene muy buenos vinos. ¿Qué quieres? Dilo ahora.

-Te explicare el porqué de mi… partida.

-Oh, por fin… - ironice.

-Luna… No seas así, por favor. Me fui porque tuve miedo. Miedo… de… lastimarte.

-Me lastimaste cuando te fuiste, Jensen – Salí de la cocina. Era un espacio pequeño. No quería sentirme atrapada entre alguna esquina de la cocina y su cuerpo.

-Lo sé, lo sé y lo siento. Créeme.

Me siguió hasta la sala. Me senté y hundí la cabeza entre mis manos.

-¿Entonces?

-Estuve… Odio al imbécil de Evan, porque cuando se fue te lastimo, por eso lo golpee hoy. Además sabes que siempre fuimos rivales en la preparatoria. Lo odio, no lo soporto al muy imbécil – dijo molesto.

-Bien… ¿Es todo? – pregunte.

-Sí, supongo. Me voy entonces… - se puso de pie. –Te compre tus dulces favoritos – de su chaqueta saco un paquete de Wonka Nerds.

-Gracias – medio sonreí. Camino a la salida. –Jensen… - me puse de pie para mirarlo.

-¿Si?

-¿Dónde estuviste durante los 5 años?

-Me fue a Londres… después… en realidad no se en donde estuve, un tipo, mi mejor amigo ahora, me ayudo. Estuve casi 3 años en un centro de… rehabilitación. Por él y por ti volví. Tarde mucho tiempo, no quería que me vieras con lastima. No quería que estuvieras con el monstruo en el que me convertí.

-Estas mejor ahora, ¿no? – inquirí mirándolo.

¿Que si estaba mejor? El tipo estaba para comérselo. Pero no, no le creería a la primera. Necesitaba hechos. El beneficio de la duda.

-Sí, sí estoy mejor – sonrió un poco. –Luna, dame una oportunidad al menos, déjame demostrarte que soy un hombre ahora, no soy el adolescente que tenía miedo de… lastimarte. En serio… - se fue acercando a mí, mientras decía eso.

No quería que se alejara, eso era verdad. Pero tampoco quería hundirme de nuevo.

-Bien…

Jensen me estrecho con fuerza entre sus brazos.

-Gracias… No te arrepentirás…

-Eso lo veremos – prácticamente lo empuje. –Ahora tienes que irte…

-Si… - sonrió. –Gracias – acaricio mi cabello. No logre ocultar el estremecimiento.

¿Qué diablos sucedía conmigo?

-Ya… - quite su mano de mi cara.

Jensen de nuevo sonrió. Esta vez lucia complacido.

-Por eso me encantas…

-Déjate de idioteces, te dije que te fueras – rugí.

-A la orden, mi señora – hizo una reverencia y dio media vuelta. -Soy tu mejor opción… - dijo antes de salir.



Mi mejor opción, eso ya lo veríamos. Me tumbe en mi diván. Mire el techo. Que día tan pesado. Primero Chuck, Evan, Jensen… ¿Qué más faltaba?

De pronto escuche que tocaron mi puerta. Con un rugido me puse de pie, seguro era Jensen. Regreso porque olvido algo… Mire hacia atrás, no había nada de él. Bueno, quizá solo volvió para hacerme rabiar, pues lo logro.

-¡¡¡A la mierda contigo, Jen…!! ¡¡Tristan!! – estaba de pie frente a mí, con esa sonrisita encantadora danzando en su bronceado rostro, enmarcado en largo cabello marrón claro.

-Hola… Encontré esto en Central Park… - estiro su mano hacia mí. Traía mi cartera.

-Oh – la tome. –Gracias…

No me percate de su perdida. Debió de haber sido porque Evan pago todo.

-Sí, bueno de nada… - hizo ademán de irse.

-Hey, ¿quieres pasar? – pregunte.

Tristan asintió y volvió sobre sus pasos hasta mi departamento.

-No sabía que vivías en Brooklyn –comento mientras le ofrecía asiento.

Aun no podía creer que estuviera él en mi casa. ¡¡Tristan en mi casa!!

-Sí, bueno… pues este es mi hogar. ¿Te ofrezco algo de tomar? Tengo agua, soda, te de limón, cerveza, vino…

-Un largo repertorio, ¿ah? – alzo una ceja desde la sala.

-Así es, una chica soltera debe tener una extensa lista de bebidas…

-¿Soltera? Por favor…

-¿No me crees?

-Francamente no – respondió. –Dame una cerveza, espero que sean oscuras, me gustan las morenas – dijo y se acomodó en el sofá.

Mmh, las moren… ¡Cálmate, Luna!

Asentí y me volví a la nevera, saque dos cervezas y le tendí la suya ya destapada.

-¿Cómo es que encontraste mi cartera?

-Bueno – le dio un trago a la cerveza. –Andaba por el lago, cuando decidí sentarme, entonces me di cuenta de un pequeño bulto negro, era tu cartera. Aunque no sabía que era tuya, la abrí y vi tu cara en tu ID. Vine aquí, en cuanto supe cómo hacerlo – sonrió – viví mucho tiempo fuera de Nueva York, mi madre me mando a un internado. Por fin salí de ese lugar apenas cumplí 18.

-Eso debió sentirse bien – comente. Se le veía un brillo en los ojos.

-Me sentía libre si me preguntas – dio otro sorbo. –Mi madre siempre nos protegió demasiado… Aunque mi hermano era un año menor que yo, nos protegía casi igual o peor que si fuéramos un par de bobos.

-Ella se ve que te quiere mucho, es decir…

-Si lo sé, pero siempre un hijo va a salir del nido. No vivirás con tú madre por el resto de tu vida, ¿o si Luna?

-No, yo vine aquí, después de vivir casi toda mi vida en Kansas, quería ser fotógrafa y lo soy, además quería estudiar en una Universidad de verdad.

-Entiendo – asintió. Dejo su botella vacía en la mesita de patas cortas de mi sala. –Bueno, fue un gusto conocer tus dominios – se puso de pie, - es un lindo lugar, como tu pero con muebles – comento divertido.

-Todos dicen lo mismo.

-Ha de ser agradable tener un lugar propio. Dorothea se empeña en decorar mi departamento. No puedo negarle nada a esa mujer… - suspiro. –Nos vemos, gracias por la cerveza.

-De nada, gracias a ti…

Camino a la salida mientras se mecía el cabello con una mano.

-¿Te parece tomar un café después?

-Mejor te invito a cumpleaños de mi amiga, Jennifer. El día de brujas, en el bar León, ¿lo conoces?

-¡Claro! Nos vemos…

-Disfraz obligatorio.

-Perfecto – sonrió y salió al pasillo. –Adiós, cuídate…

-Sí, igual tú, adiós…

Lo vi desfilar a las escaleras y lo perdí de vista. ¡Uf! Los cuatro hombres más sexys que había visto en mi vida habían estado en mi casa. Esto no era un buen presagio. Todo el fin de semana no supe nada de mi Rens. Así que pase mi tarde del domingo mirando películas en mi ordenador portátil y comiendo palomitas. Bebiendo un par de cervezas. Tenía tantas ganas de contarle lo del sábado que devore ansiosa tres paquetes seguidos de palomitas.



Y no lo fue. Como supuse, el lunes por la mañana empezó el caos. Debido a las palomitas que comí durante la tarde, en realidad por todo el domingo, mi estómago dolía a horrores. Aun así me pare y fui a la Editorial. Como pude subí al piso de la revista. Me desplome en mi oficina. Sudaba frio. Malditas palomitas.

-Toc, toc…

Levante la vista.

-Luna… No estás bien – observo Neal.

-Que inteligente…

-Luna, no me hables así – regaño. Entro por completo a mi oficina y se sentó en una de las dos sillas frente a mi escritorio. -¿Por qué mejor no te vas a casa? Luces muy mal, en serio – palpo mi frente.

-Me siento mal. Pero no me puedo ir, Dorothea puede necesitarme, me matara sino estoy aquí… - gemí.

-Espera, se de alguien que puede… Un momento – salió de mi oficina.

No pasaron ni 5 minutos. Neal regreso con Tristan de escolta. Quise erguirme y poner buena cara, fue imposible.

-¿Qué pas…? ¡Luna! – Tristan rodeo mi escritorio. Toco mi frente con sus cálidos dedos. -¿Qué haces aquí?

-Tu madre me matara sino trabajo… - repetí.

-Y te morirás si lo haces – corto. –Vamos, te llevare a tu casa. Llamaremos a un doctor ahí…

-Estoy bien.

-Te lo dije, Trish, es una necia. Oblígala sino se deja – Neal alzo las cejas.

-Eso hare, pide un auto, no la puedo llevar en mi motocicleta…

-Claro Trish – Neal dio media vuelta.

-Ahora, venga, Luna, no seas una necia.

Me levanto en sus brazos.

-Oh mierda… Voy a vom…

Tristan corrió hasta un bote de basura. Me puso en el piso apenas empecé a sacar todo. Tomo mi cabello. Sobaba mi espalda con sus grandes manos.

-Oh Dios… - jadee.

-¿Mejor? – pregunto.

-Creo…

-¿Qué comiste? Estabas pálida… - sonrió.

-Muchas palomitas de maíz.

-¿Agua? – tomo un vasito de papel de uno de los servidores de agua y lo lleno.

-Gracias – lo bebí de un trago. Lo llevo de nuevo y lo bebí con rapidez.

-Venga, no te salvas de que te lleve a tu casa… - amenazo.

-Ya estoy mejor solo necesitaba… sacarlo todo.

-No me engañas – me miro con profundidad. –Toma tu bolso, nos iremos en unos minutos.

-El auto te espera abajo, Trish – anuncio Neal con media sonrisa en el rostro. –Buen viaje… Y Luna, ya le avise a Dorothea, dijo que no había problema, que podías terminar de editar las fotografías de Samantha Woods en tu casa – dicho eso, dio media vuelta y fue a su oficina.

-Te espero, ve por tus cosas…

Aun refunfuñando regrese a mi oficina. Tome mi bolso, lo cruce por mi mecho, el maletín de mi ordenador portátil lo cargue en uno de mis hombros. Cerré mi oficina y volví al pasillo, donde Tristan me esperaba.

-Lista – me anuncie. Tristan me daba la espalda, se giró.

-Te ayudo con esto – tomo mi maletín. Empezamos a caminar. Pulso el botón para bajar del ascensor. Me detuve antes de entrar.

-¿Estas bien? – me miro deteniendo la puerta.

-S-si – asentí y entre. Me pegue a la pared. Estar tan cerca de él no sería nada bueno.

-¿Segura? Palideciste de nuevo – se acercó lo suficiente para tomar mi mentón y hacer que lo mirara. No…

-Estoy segura. Solo creo que me maree – mentí. Tristan asintió. En el piso de abajo subieron otras personas, el espacio se redujo. Tristan se pegó más a mí. Respiraba cerca de mi cabeza y yo no podía ni pensar. Su aroma masculino me aturdía. Me sentía como si estuviera ebria. Como si pudiera sonreír como estúpida por tenerlo a mi lado. Más personas subieron. No podía creer que cupiéramos tantos. Tristan recargo las manos sobre las paredes de espejo del ascensor. Alce la mirada, por supuesto que él era más alto que yo. Sonrió.

-Así no te aplastaran – justifico su posición. Asentí. No podía decir nada que no sonara como un gemido.

Por fin planta baja. Salí del ascensor con un poco de sudor perlando mi frente. Un auto negro nos esperaba en la calle. Tristan tomo las llaves que el tipo del valet parking le ofrecía. Abrió el porta equipajes, metió mi maletín. Cerro con fuerza y se volvió a mí.

-Sube – mantuvo la puerta del copiloto abierta.

Sin decir nada entre, Tristan cerro y rodeo el auto por el frente hasta entrar al lado del conductor. Nos aseguramos al asiento y él acelero.

-Sería más rápido si hubiéramos ido en la moto, pero no quiero que empeores por el movimiento tan brusco de las dos ruedas – comentaba al tiempo que tomaba el camino hacia mi casa.

-Estas muy callada, ¿te sientes mal aun? – la ventana de mi lado bajo lentamente. –No te preocupes, no tardare en llegar.

Solo asentí. No sabía si algo más aparte de los gemidos saldría de mi boca.

-Aquí estaciónate – ordene.

Tristan lo hizo. Bajo del auto, pero yo ya estaba bajando antes de que él llegara a ayudarme.

-Gracias – musite cuando tomo mi mano para llevarme a la acera. Regreso al auto y bajo mi maletín. Cerro el auto con un toque del control eléctrico. Subimos, en silencio también hasta mi departamento, rogué que Evan, Jensen ni Chuck estuvieran rondando mi pasillo. Ya tenía suficiente con la pelea del sábado de Jensen y Evan, como para soportar también a Chuck soltando alguno de sus comentarios absurdos.

Entramos a mi departamento. Tristan dejo mis cosas sobre uno de los sofás.

-¿Dónde están tus tés?

-En la cocina, ¿por?

-Te preparare uno… - dijo y camino a mi cocina. Lo escuche mover cosas y buscar otras. Deje que hiciera su voluntad, no tenía ganas de pelear, menos en la cocina que era muy pequeña. Ahora que lo pensaba, empezaba a volverme un poco claustrofóbica.

Volvió al cabo de unos minutos con una enorme taza que no estaba segura de que fuera mía. Yo estaba tumbada en mi diván, mi lugar favorito después de mi cama. Se sentó a mi lado y me tendió la humeante taza.

No le hice el feo, ya que era él quien me ofrecía la taza caliente de té. Bebí un poco, educadamente.

-Recuéstate… - me quito la taza de las manos.

-No tienes que quedarte a cuidarme, Tristan – era la primera vez que lo llamaba por su nombre. Claro, sin gritarlo como posesa, o con ojos de cachorro. Se podía decir que lo llamaba por su nombre como una persona normal.

-Lo sé, - sonrió – pero quiero hacerlo.

Mi corazón latió salvajemente.

-Solo descansa, cierra los ojos e intenta dormir…

-Hay una frazada en mi habitación – informe. Tristan se puso de pie y lo vi desfilar a mi habitación. –La segunda puerta…

-Oh, ya la vi –volvió con mi frazada de círculos de colores, me arropo tiernamente. –Cierra los ojos, no me iré hasta que no te duermas.

¿Era acaso una amenaza? Asentí con una sonrisa. Me tumbe de mi lado izquierdo para verlo. Mis ojos se cerraron poco a poco, hasta que su rostro no se volvió más que una mancha borrosa.

-Descansa, linda…

Las chicas del Té de Lemmon

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