mayo 18, 2013

Capítulo 5. Indómitos

Bastante tiempo, pero nunca se es tarde.
¡Hola!, a todo el que pueda pasarse por este rincón de la red.
Espero que las cosas en su vida vayan bien, que tanto lo personal, profesional, sentimental este en equilibrio, o al menos no les atormente.
El día de hoy he subido este capítulo, debido a que mi inspiración no me ha abandonado y es que con tanto que sucede aveces puedo dar por perdido ese instante de imaginación que me hace plasmar ideas tal como ahora.
No tengo excusas, quizás podría decir que es la vida y lo complicada que se pone aveces pero toda experiencia nos ayuda a descubrirnos.
Amo escribir pese a todo y agradezco que Beu me tenga una paciencia infinita.
Sin más deseándoles un buen fin de semana, así como para las que ya se acercan sus exámenes como a una servidora les deseo el mejor de los éxitos.
¡Gracias chicas!
¡Saludos!
¡Xau! :D



Capitulo 5: Prisma


El hombre es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio. - Platón



¾Así que…¾ Travis tosió para llamar la atención.
¾Bueno, él es una especie de…. ¾Sophie miró a Anteros, que ahí incluso en la estancia parecía fuera de lugar. Su mirada estaba fija en su amigo.
¾Nosotros somos sus primos… ¾Teles apareció sonriente llevando una charola con chocolates calientes.
¾¡Exacto! ¾Sophie miró la ceja levantada de su amigo quien la cuestionaba en silencio.
¾Mi madre, al parecer tenía un par de hermanas que yo no conocía¾ Miro a la mujer quien sonreía tranquila mientras colocaba con destreza las tazas sobre la pequeña mesa de caoba.
¾Así es. Lo que pasa es que Susan, la madre de Sophie no tuvo oportunidad para presentarnos¾ Ahora el recuerdo de su madre era diferente, si la locura que vivía tenía sentido, bueno eso significaría que su madre vivía. Una esperanza en medio de un torbellino emocional, pero esperanza al fin y al cabo.
¾Yo no los conocía Travis, hoy ha llegado Teles… ¾Pronto se dio cuenta que el nombre no lo había sustituido por uno más casual pero la mujer le ayudo.
¾Simplemente Teles… no se te ocurra pedirme el nombre de pila que no me agrada nada. Solamente  dime Teles¾ insto a Travis quien dejo escapar una sonrisa lenta.
¾Y él es… ¿tu primo? ¾Se fijo en sus ojos y la manera en como retaba todo el orden en la estancia, simplemente no cuadraba con nada y aunque tenía un aire extraño como su amiga simplemente no parecía muy familiar del todo. Sobre todo cuando miraba de refilón a Sophie.
¾No, más bien…. Amigo de la familia.¾Anteros sonrío ladino mientras Sophie quería darle un golpe ante su tono. Sin embargo Travis se tenso en respuesta entrecerrando los ojos.
¾Necesitas pruebas-¾miró a su amiga preocupado, él no podía si quiera sopesar si aquellas personas estaban mintiendo. Eso no sería únicamente una putada, no podría decir lo que podrían causar en la chica; En especial el brillo de esperanza que ahora se posaba en sus ojos.
¾¡Claro! ¾Teles dio un sorbo a su bebida antes de sacar de su cartera una fotografía, misma que le tendió a  Travis y a Sophie.
La segunda se quedo sin palabras ni respiración cuando miro a su madre con dos mujeres sonriendo. La calidez en sus ojos atestiguaba un hermoso día, una de ellas podría jurar que era Teles pero con el cabello diferente. La otra era rubia y derrochaba un aura aun en aquel papel mate de completo misterio.
¾Sí, es tu madre… ¾susurró con sorpresa Travis quien esperaba ver un poco de photoshop en aquella imagen pero parecía genuina.
¾No solo la suya… ¾comentó suavemente Teles quien ahora dejaba sutilmente la taza en la mesa y miraba a Anteros.
¾Ella es la mía… ¾dijo en un suspiro el dios ante el retrato de su madre, nadie creería que seguía igual. Además no es como si fuera por el mundo alardeando que su progenitora era la diosa Afrodita y que como ella, él era un dios. Suspiró mientras tomaba un trago, no es que no le apeteciera el chocolate simplemente ya no estaba de humor.
¾¿Es hermana de la madre de Sophie también? ¾ Inquirió después con sorpresa, Travis. Y fue Sophie quien puso más atención a ello.
¾A decir verdad solo es una amiga. Mi madre era amiga de su madre y amiga de la madre de Teles ¾comenzó Anteros y meció su cabello antes de seguir¾ A diferencia de Sophie, Teles y yo nos frecuentamos, nustras madres aun lo hacen, así que ahí tienes la explicación…-Elevó los hombros en un gesto despreocupado mientras el dios guiaba toda su atención a la reacción de la chica.
Sophie no esperaba que tuviera que escuchar aquello con Travis presente, en especial porque ella tenía un puñado de preguntas y cosas que no deseaba que escuchase su amigo; Vale, él era su amigo pero no era como si de la noche a la mañana pudiera decirle que posiblemente alucinaba con dioses griegos y que su padre seguía vivo entre muertos. Suspiro hallándose de pronto confundida, ni en su cabeza aquello tenía sentido.
¾Ya veo…bueno saben que pasa con Sophie¾hablo Travis desviando el incomodo silencio, no obligaría a su amiga a enfrentar sola todo aquello, así que tuvo que empezar por el desagradable principio.
En todo el tiempo en el que su amigo hablo ella guardo silencio únicamente escuchando lo que ya sabía y lo que ahora parecía la más vil y cruel de las mentiras.
Aunque la relajaba tener la voz de Anteros en su cabeza, con él diciendo y recordándole cuan cerca estaba de volver a ver a su madre no parecía notar nada más. En especial porque su voz le tranquilizaba, reconfortándola.
¾¿Sophie qué opinas? ¾ Sintió a su amigo remover su brazo con ternura clamando su atención.
¾Yo… bueno quiero conocerlos¾y la chica no mentía, ya que sabía tan poco de sus visitantes que realmente tenía la curiosidad por saber más de ellos.
Travis asintió y de inmediato recordó que el también tenía noticias para su amiga.
¾Bueno yo tengo que decirte también algo…¾Comenzó y meció su cabello con preocupación¾ Yo… bueno yo te esperaba donde quedamos de vernos cuando recibí una llamada de Gwen…-La atención de Sophie voló al rostro de su amigo. ¾ Hannah se puso enferma, al parecer después de la fiesta tuvo problemas a lo largo de la noche… ella está en el hospital¾terminó en un murmullo.
Las palabras faltaron y la culpa dio un respingo en el interior de ella, sobre todo después de saber que Patrick hubo venido a verla, a traerle a ella un obsequio antes de estar con Hannah o quizás después de estar con su amiga, el orden no importaba realmente. Ahí estaba impresa la traición de todas maneras.
¾Ni si quiera lo pienses… ¾advirtió Anteros en su mente con determinación. ¾ Él es un hijo de puta tú no tienes la culpa por las acciones de los demás, cada quien carga con su consciencia
Y ella quería creer que así era, pero no dejaba de sentirse realmente mal cuando recordaba las horas que había estado con Patrick sin saber que él estaba con su amiga.
Su madre solía decir que las mentiras y puñaladas son más dolorosas cuando vienen de alguien en el que se confía. Ella acababa de notar cuan ruin era la situación pese a que el dios le quería tranquilizar la conciencia, ella sin duda sabia al igual que sentía el orden de las cosas.
Tomó el aire suficiente y reunió el coraje para mirar a su amigo a la cara.
¾Hannah saldrá bien. ¾Comenzó no muy segura de cómo continuar ¾ella es fuerte y necesito ir a verla ¾ concluyo en un susurro.
Dudo por un segundo la coherencia de sus palabras pero ahí estaban; expuestas y a medias. Lo que realmente ella quería decir era algo como esto:
Soy una mierda de amiga, yo debería estar lejos de ella, lejos de su novio y simplemente parece que no tengo el coraje suficiente para hacerlo así que llámame la perra más ruin del universo.
Anteros se tensó, por que por más que odiara la idea de que Sophie sufriera, así era. La cabeza de la chica tenía un elevado nivel de autocritica que le abrumaba y fastidiaba. En especial porque Sophie no miraba de un modo más frío, ella realmente estaba jodida y afectada por los mortales y sus líos sentimentales.
¾Ni de joda lo digas ¾Sophie miró al dios, la voz en su cabeza la hizo negar casi imperceptiblemente.
¾Soy una mala persona yo lo sé y estoy segura de que tú lo sabes también ¾pensó con el claro conocimiento de que el la escuchaba.
Fue cuestión de segundos en el que todo pareció congelarse, Sophie se dio cuenta porque Travis quedo con la mirada perdida y la taza suspendida a escasos centímetros de su boca.
¾¿Qué pasa? ¾ Buscó la mirada de Anteros, quien se adelanto y se acerco a ella con paso decidido.
¾Pasa que estoy cansado de verte sufrir por un idiota egoísta que no piensa más que en él, pasa que estoy harto de que tú te sientas culpable y que quieras llamarte por cada palabra ofensiva que pase por tu cabeza y pasa que no puedo tolerar la sola idea que tú realmente consideres que lo anterior es posible ¾ termino el hombre antes de sentarse junto a ella.
¾Hannah no lo merece¾ Sophie suspiro fuerte y sintió sus ojos picar así que apoyo su cabeza en sus manos como si eso aliviara un poco el peso de las cosas ¾ Es que no decides de quien enamorarte… ¾Anteros tuvo que apretar la mandíbula con fuerza ante esas palabras.
El pecho se le lleno de furia, una furia sin mucha coherencia. Pero ahí estaba latiendo y sintiéndose tan real y tan jodida mientras aun sentía el quemar de esas palabras que estaban a un paso de darle una jaqueca.
¾No sabes lo que es amar, niña ¾ respondió a la ofensiva.
¾¿Y tú sí? ¾La chica lo miró con detenimiento.
¿Qué iba a saber ese hombre de amor?
Probablemente disfrutaba de una vida soltera y feliz. Hasta donde tenía conocimiento, los dioses solían vivir sin reglas y haciendo de su voluntad la única ley que seguir.
Anteros se puso rígido al lado de ella.
¾Tú no sabes nada del amor y bueno puede que yo tampoco sepa una mierda de él ¾espetó acido¾ pero al menos sé que amar es no sufrir, no sentir remordimientos, es no sentir que la persona a tu lado es una jaula en vez de una libertad compartida, también sé que amar es lo más puro del mundo, que no se debe opacar con mentiras o traiciones¾ Contesto el dios tan seguro de sí mismo que cuando giro su cabeza a la chica, esta lo observaba con la expresión atormentada.
Quiso morder su lengua, pero lo dicho era la verdad, no se podía ocultar en más mentiras ni en palabras reconfortantes cuando la realidad golpeaba tan fuerte que era imposible adornarla con mentiras sutiles. Eso no era justo para Sophie tampoco.
¾Puede que no podamos elegir de quien nos enamoramos, pero si podemos elegir si realmente queremos eso para nuestras vidas, elegir quien nos lastima o a quien lastimamos a quien confiar o viceversa. Y aun así sigue siendo más tormentoso cuando lo ves de esa forma, cuando atas al amor a un sentimiento de tormento, a sufrir y llorar por una persona. Disculpa que lo diga pero eso está lejos de ser amor. ¾ Susurro Anteros con las manos ansiosa por estrechar a la chica a su lado, por esa sensación de protección para con ella, por sentirla segura y darle un poco de paz.
Observo a Sophie, las ojeras en sus ojos le contaban con exactitud las noches en vela y el llanto derramado, su cabello azabache adornaba en perfecta comunión su rostro desprovisto de esa felicidad y brillo que la hacían iluminar una estancia con su sola presencia. Él sabía eso por que la había observado siempre. Desde distancia, siempre hubo estado en su vida como un espectador silencioso y oculto, asegurándose de que estuviese bien, que no sufriera más de la cuenta.
Al principio por petición de su padre, pero después, cuando ella cumplió los quince simplemente sucumbió a su belleza y cuidarla más que una obligación, se convirtió en necesidad.
Una necesidad fiera por querer cuidar y proteger a esa chica.
Por querer una sonrisa en su rostro aun en los días más grises, por reconfortarla cuando lloraba por las noches, por acariciar su rostro ahora tan cerca de él, como una bendición el hecho que ya pueda estar con ella y no mirándola a lo lejos con las manos en puño y sin poderse acercar ni un palmo. Ahora las cosas eran diferentes se aseguraría de que siguieran así.
Trago ante lo profundo de sus sentimiento, se quiso negar el hecho de estar perdido por ella.
Pero también sabía que eso se contaba como una debilidad, una que no podía permitirse.
¾Espero que “congelar” a mi amigo no le ocasione un daño o efecto secundario ¾ y fue cuando se le puso fin a todo flujo de conversación.
Anteros soltó un suspiro.
¾No le pasará nada, simplemente necesitaba un segundo a solas contigo para decirte que todo estará bien o al menos trataremos que todo fluya de la mejor manera¾ Dicho lo último se levanto del sofá y antes de regresar y descongelar a Teles y a Travis. Sophie le sujeto de la mano.
¾Gracias por preocuparte por mí ¾sus manos entrelazadas eran mejor de lo que alguna vez imagino, había electricidad fluyendo por su cuerpo, un atisbo, una chispa se encendió en su interior. No es como si no la hubiera tocado antes. Pero ella nunca había sido la que lo tacara a él y eso era tan agradable, tan único.
El silencio floto en tanto ambos se miraban.
Y hubo algo que corrió y se clavó en cada poro de Sophie, un reconocimiento que le hizo acelerar el corazón hasta que soltó a Anteros y bajo la cabeza mirando realmente el piso.
Fue que en un parpadeo todo volvió a su sitio.
Sophie no presto mucha atención en lo que precedió, tenía que lidiar con ella y sus demonios internos; esos que ansiaban por confundirla y latiguearla con culpas especialmente por la noche.
Travis se preocupo por su amiga cuando no quiso comer más que un par de galletas y un té, asegurándole que se sentía demasiado cansada para algo más.
Teles y Anteros se quedaron en la casa, que era lo suficientemente amplia para que los cuatro la habitaran.
En un abrir y cerrar de ojos se termino toda la charla y etiqueta social. Así fue como después de unas horas Sophie se encontró sola en su habitación dispuesta a tener un momento de tormento, cosa que no sucedió cuando miro a Anteros parado frente a su ventana, probablemente mirando la tenue luz del crepúsculo que comenzaba a anunciar el cambio al cielo nocturno.
¾Hola¾ le saludo como si hace menos de cinco minutos no lo hubiese visto, de un modo extraño Sophie se alegro de que él estuviese aquí con ella y no en la habitación donde le hubo dicho que podía dormir hace escasos minutos.
¾Hola¾ él se giro para verla y notar el modo que todo le estaba afectando. ¾Quería enseñarte algo ¾extendió su mano en dirección a la chica, quería su confianza y si, su toque de nuevo.
Sophie no dudo en acercarse y eso casi hizo que Anteros sintiera felicidad, y ese extraño sentido de orgullo.
¾¿Qué es? ¾Cuestiono la chica mirándole a los ojos.
¾Es algo que me ayuda a mi cuando estoy triste o hastiado del mundo ¾ musitó y en un parpadeo ambos se encontraron en un lugar extraño.
Al parecer era una playa que se delimitaba por arena rosada y un campo de flores hermosas sin un orden específico.

Pronto, ella se encontró descalza deleitándose con la arena suave bajo sus pies ahora desnudos.
Anteros solo llevaba consigo pantaloncillos cortos para surfear y una camiseta blanca de algodón que se pegaba a su piel con la brisa marina.
Sophie dio una respiración profunda, sólo había paz en aquel lugar, de hecho no es que hubiese silencio, simplemente el ruido tranquilo del agua en conjunto con la arena y el aire en meciendo las flores era lo único que se escuchaba además de su respiración.
Tranquilizante.
Sonrió cuando el viento perfumado de mar hizo que su cabello volara a su alrededor haciendo cosquillas en sus mejillas sintiendo el liberador flujo de la nada, sin preocupaciones.
¾Gracias¾ La chica soltó un suspiro y Anteros se dio cuenta de cuando hubo extrañado una sonrisa de ella, se dio cuenta de que él haría cualquier cosa por Sophie y eso a pesar de ser inofensivo le propino un miedo incompresible.
Nunca se había preocupado por nadie, había aprendido hacia mucho que la gente no apreciaba realmente los sacrificios. Al menos sus padres le hubieron enseñado eso de primera mano.
Después con el paso del tiempo se dio cuenta que los dioses distaban de ser compasivos, de ser benévolos. Solo había un par de personas en su vida que le ayudaban de vez en cuando una de ellas era Hades, padre de Sophie.
¾Puedes cambiarte si tu lo deseas, no he hecho yo por que necesitas privacidad. Supongo ¾Comentó Anteros con un aire ligero sin imaginar cuán bien podría verse Sophie en un bikini azul índigo en contraste con su pálida piel, ajustado a cada curva.
La chica lo miro con el ceño fruncido.
¾¿Puedo hacerlo? ¾Emoción se filtro en su sonrisa a la par de sus ojos que brillaron entusiasmados.
¾Puedes. Ya sabes, ventajas de tener dones¾ Anteros le dio una sonrisa que a ella le encanto. El hombre por fin se veía relajado y sin esa careta de “Me da igual todo”. Comenzaba a agradarle esa faceta suya.
Corrección.
Comenzaba a agradarle la forma de ser con ella.
¾Cierra los ojos y deja que ese poder fluya. Deja que pique la energía en tus palmas y la sientas hasta en el último de tus cabellos y solo piensa que deseas y lo tendrás ¾ Dijo el dios como quien enseña a un niño pequeño a atarse las agujetas.
Siempre era sencillo explicarlo, al menos el lo veía así.
¾Bien, quiero…¾La chica dejo inconclusa la frase y en una exhalación su ropa cambio a un vestido ligero en color blanco que apenas y transparentaba el traje de baño en color rojo.
Anteros no pasó desapercibido ese detalle y no pudo evitar sonreír satisfecho.
Su chica era lista.
¿Su chica? ¿Él había dicho eso?
Suspiro e hizo su mejor intento por tranquilizarse, su cabeza era un lío.
Los ojos de Sophie se iluminaron cuando se dio cuenta de lo que había hecho.
¾¡Esto me ayudaría a no llegar tarde al trabajo, sabes! ¾Soltó con emoción.
Realmente ambos caminaron en aquel agradable sitio donde el cielo era una mezcla de tonos anaranjados y rosados en una especie de amanecer y crepúsculo fundido.
Anteros nunca imaginó que algún día fuera a comprar aquel lugar con alguien, sobre todo por lo que significaba.
Pero la sonrisa y la paz en Sophie le sirvieron para saber que no estaba equivocado, pero sobretodo que aquello era el inicio de lo que esa chica traería consigo.
El tiempo en aquel lugar no implicaba nada, se podía perder tan fácilmente y aun así no tener problema cuando se regresaba.
Sophie se recostó en la arena hasta que una ola le alcanzo y baño su cuerpo, cortesía de anteros. Cosa que él no admitiría.
La tela se empapo pegándose a su cuerpo y dejando a la vista del dios su silueta, así como el traje bajo de el. Una imagen sutilmente obscena a los ojos de Anteros que tuvo que reunir todo su autocontrol o parte de él para no boquear.
Aunque el hecho de que ella se sonrojara con el cabello húmedo y esa boca en un puchero no ayudaba.
¾Tuviste suerte¾ Sonrió la chica relajadamente levantándose de la arena y sacándose el vestido para entrar al mar.
¾No tienes idea…¾Susurro Anteros deleitándose con aquella visión, nunca ni una sirena se había visto así de hermosa para él, como Sophie se miraba.
Su cuerpo en el agua le hizo sentir envidia por primera vez.
¿Esos eran celos?
Era irracional sentir celos de un elemento que justo ahora acariciaba el cuerpo de Sophie ¿Cierto?
Suspiro y termino por sacarse la camiseta para alcanzarla.
Bueno, era eso o dejar que su erección lo delatara.
Sophie manoteo en el agua salpicando el rostro de Anteros y haciéndolo entornar las cejas.
Si, esto era así de bueno.
Glorioso.
Así pues, bajo aquel cielo como único testigo ambos nadaron y jugaron con las olas y la sensación liberadora y relajante que aquel sitio otorgaba.
Pronto Sophie en un intento por nadar de espaldas choco contra Anteros quedando tan cerca que sus narices se rozaron cuando ella intento acomodarse para una disculpa.
Sus ojos se encontraron, el dios la miro fijamente sin decir nada mientras ella se daba cuenta cuan hermoso era. Bueno esa palabra no estaba precisamente en su lengua.
Había palabras como “delicioso” y un montón de incoherencias cuando en ese instante lo miro realmente.
Sus labios que auguraban besos para quitarle el aliento, ojos plata que perforaban de manera caliente, su cabello listo para enredarse en sus dedos. Se detuvo cuando imagino sus dedos que estaban en sus manos, misma que conducían a sus fuertes brazos que conectaban al torso que… Negó imperceptiblemente y algo aturdida antes de continuar ese recorrido imaginario.
¾¿Enserio piensas eso de mi? ¾Un poco de petulancia abandono la boca del dios seguido de una sonrisa ladina.
¾Trágame mar…¾ Sophie se alejo de él.
¡La hubo jodido monumentalmente!
Miro a la chica salir del mar, sentarse en la arena y tapar su rostro.
Eso dio por terminada la estancia y el rato agradable.
Anteros se relajo y salió del mar hasta alcanzar a Sophie.
¾¿Nunca volveré a tener privacidad? ¾Susurró sin mirarlo.
¾Tú mente es realmente única. Perdón por escucharte pero realmente gritabas todo aquello¾ Reprimió una sonrisa triunfal ¾Pero comprendo la privacidad y puedes poner restricción a tu mente.
Él realmente no quería perder esa conexión, era importante aquella unión que le permitían leerla y saber de ella. Aún así no iba a obligarla por mero capricho a que continuara sintiéndose incomoda.
¾Es vergonzoso ¾Tapó su rostro y soltó un gemido.
¾Bueno, dudo que puedas hacerlo por ti sola aún, se necesita un poco de practica así que yo lo haré por ti ¿De acuerdo? ¾ Ella asintió y el bloqueo su cabeza.
Silencio.
Fue horrible no saber en qué pensaba.
Sophie entrecerró los ojos y pensó en algo asqueroso para ponerlo a prueba. El rostro neutral del dios le dijo que él realmente había cumplido su promesa.
¾Gracias ¾Ella se sonrojó.
Y ambos regresaron a la habitación de Sophie, quien no tenia sueño, así que Anteros se quedo con ella hablando de música y de algunas cosas acerca de lo que podía aparecer con sus poderes hasta que ella se quedo dormida.
Su rostro se sereno y dudó en dejarla porque ya no podía.
Se quedo a su lado inspirando su aroma, deleitándose con la sincronía de su respiración que acoplo a la suya. Sus labios rellenos tentándole a que los probara.
Únicamente se aventuro a pasar su pulgar sobre ellos.
Realmente especial.
La cama era lo suficientemente grande para ambos y llegó un punto en el que ella lo abrazo.
Aunque no lo puso contento cuando reparo en que probablemente ella pensara que era Travis.
Celos de nuevo.
¾Anteros…¾Hablo en sueños y su pecho se lleno de júbilo y orgullo.
Fue delicioso saberse en su voz, que posiblemente ella soñara con él casi le hacen romper la promesa de mantenerse fuera de su cabeza.
Ella no merecía eso, solo continuo sonriendo hasta que el mismo consiguió gracias a Morfeo, su propio descanso.

Las chicas del Té de Lemmon

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