julio 21, 2011

Cuando los planetas se alinean - Capitulo 2

Hola mis queridas lectoras. No tengo mucho que decir, salvo que les agradesco seguirnos, y bueno, sus comentarios nos alientan a seguir. Si les gusta la historia ya saben que hacer, se los agradecere miles de millones de millones :D
Cuidence mucho y enjoy ^^



Capitulo 2. El Corazón del Mar

Anduve de prisa hasta mi clase de Artes Plásticas. Según tenía entendido la profesora se había mudado a ¿Canadá, Alaska? En realidad no recuerdo a qué lugar, pero era a miles de kilómetros de aquí. Así que hoy llegaría el profesor nuevo.
Llegue al aula con 5 minutos de ventaja para que tocara la campana de inicio. Tome mi lugar al final de la fila cerca de la venta, deje mi mochila en el piso y revise que tan mal estaban mis libros. El tipo ese también los había mojado.
-¡Puagh! – estaban totalmente mojados. Los deje cerca de la ventana, abiertos por la mitad. Esperando que el clima casi invernal los compusiera al menos un poco.
El aula era un tanto pequeña. Era un estudio donde en la parte de en medio estaba una base en forma de cilindro. Esa la utilizaba la profesora anterior para llevar objetos o cualquier cosa que se le ocurriera que pudiéramos pintar, dibujar o garabatear en las hojas de los caballetes. Esta vez estaba sobre el cilindro una tela roja sangre arrugada. Mire extrañada el lugar.
El aula se llenó. Todos esperábamos en silencio. En esta clase si había hombres, al menos un poco más que en la clase de Historia del Arte. Casi podía decir que era como en la clase de la profesora Wildest. Mitad y mitad. Aunque nada digno de ser mencionado. Los tipos guapos de la clase solo estaban aquí, porque las chicas eran un tanto liberales, por no decirles golfas. Así que aprovechaban la inspiración de las chicas y servían de modelos desnudos, en sesiones privadas. O al menos eso era lo que escuchaba en los pasillos, al salir de la clase. Nunca habíamos hecho un dibujo con modelos humanos. Mucho menos con modelos desnudos. Aunque esas chicas ya tenían toda la experiencia con tipos andando con las bolas al aire. Tan solo bastaba verles las caras y los cabellos alborotados al salir de los cuartos de los edificios de residencia de alumnos.
-¡Gin! – mi amigo Seth, saludaba desde la puerta. Él estaba en el área de Ingeniería mecánica de la escuela. No compartíamos clases. Bueno, salvo la de Sexualidad con la profesora Wildest, y eso solo porque Seth la amaba con locura y pasión
Deje mi lugar y camine al pasillo.
-Ya se corrió la voz… - comenzó a decir apenas salí del aula.
-¿Correrse la voz?
-Si, que entro una chica a las duchas de chicos – sonrió.
-Oh… ¿Quién dijo eso?
-Todos los del equipo de Americano, obvio – volteo los ojos. Ah, cierto. Seth era corredor en el equipo.
-¿Y…? – alce una ceja.
-¿Cómo que y…? Gin, ¡Una chica! – casi grito.
-Ya va… Te diré algo… - lo jale cerca de los lockers de metal del pasillo. –Yo fui la que entre a las duchas… No armes jaleo – le previne con la mirada cuando Seth estuvo a punto de chillar por la sorpresa.
-¿Por qué? – susurro.
-Tenia que lavar mi cabello – respondí. De cualquier forma era la verdad.
-Bah, no te creo. Todos dicen que era una chica hermosa… - callo de repente. –Es decir… - rasco su nuca.
-Ya, déjalo Seth. Ambos sabemos que no soy una hermosura.
Y aunque lo sabía. Me dolía reconocerlo. Seth era hombre, y era mi mejor amigo desde que tengo memoria. Podía decirse que éramos como hermanos. Pero, no pude evitar sentir un nudo en la garganta. Si, el llanto se aproximaba.
-Tengo que volver a clase… - mira hacia la puerta, donde varias chicas… Las porristas se congregaban en la puerta con los chicos jugadores de soccer.
-Gin, no quise… - Seth tomo mi brazo.
-Ya… - menee la cabeza restándole importancia. –Nos vemos después. Adiós.
-Seguro… - camino apresurado por el pasillo y doblo una esquina.
Volví a mi lugar, aun con el nudo en mi garganta.
Quizá lucia como una chica más del montón. Una con los ojos marrones como la mayoría, el cabello corto y despeinado. De estatura promedio, o quizá menos. Piel clara. Nada destacable. No había tenido novio. Ni algo que aparentara tener una relación más allá de la amistad. Y no es que necesitara de uno. Aunque a veces necesitaba un apapacho menos fraternal. Mi vida digamos que no era nada digno de mención. Estaba 7 horas en la Universidad y regresaba al edificio donde vivía. Cerca del campus. Tenia entendido que lo compartía con una chica, pero nunca en el año que llevaba en la escuela, la había visto. Ella si que tenía vida social. Yo, llegaba a la habitación, encendía mi ordenador portátil y me perdía a través de la música y mi biblioteca personal. El día siguiente y el que le seguía era lo mismo, una rutina sin fin. De vez en vez visitaba a mis padres en Boston. Nada destacable, ni digno de mención.
En ocasiones me aburría de mi vida. Ok, en muchas ocasiones me aburría de mi vida. Desearía que fuera otra y que cosas fantásticas me pasaran. Bien, tal vez debería dejar de leer libros de magia, brujas, vampiros, cazadores y esas cosas.
-Lamento la tardanza…
Los murmullos cesaron cuando un rubio de cabello largo entro al aula. Por supuesto que a todas se nos cayó la baba. El rubio tenía la mandíbula marcada, cejas más oscuras que su cabello. Labios tentadores. Parecía haber sido esculpido por un artista caliente. Porque el tipo estaba para comérselo. Los jeans se le ajustaban perfectos a ese trasero de muerte. Piernas fuertes y pasos decididos. Botas de motorista. Y para rematar con nuestras escasas neuronas una playera blanca, que nos dejaba ver lo magníficamente trabajado que estaba su pecho. Como sea, el tipo estaba delicioso.
-Hola, chicos. Soy su nuevo profesor de Artes Plásticas – el murmullo regreso. Esta vez eran los pocos tipos de la clase los que hablaban. Las chicas seguíamos sin poder articular palabra.
-Sí, chicos. Soy el profesor de Mecánica Automotriz… Para todas aquellas que no saben de qué demonios hablo, imparto esa clase para los chicos que osan intentar arreglar un auto – explico con una sonrisa bailando en esos labios carnosos.
¡¡Dios!!
-Pero como también me gradué de la Academia de artes de Londres, bueno… les daré este semestre y el que sigue, si nos portamos bien – soltó una carcajada.
Todas suspiramos.
¿Por qué diablos no sabía de la existencia de este espécimen? ¡Demonios!
-Ok, estem… - esta vez una sonrisa malvada se apareció en su rostro. –Tengo entendido que van muy avanzados con eso de los modelos. Pero hasta donde sé, su profesora solo les había traído fruteros y esas porquerías. Chicas, no saben de lo que se pierden hasta no ver un modelo frente a sus ojos y plasmarlo con sus pinceles, carboncillo o lo que se les ocurra. Si, nenas, hablo de Leonardo DiCaprio y su dibujo del Corazón del mar, o como quiera que se llame esa joya.
Los chicos soltaron una carcajada sonora como la de él.
-Pero… - alzo un dedo y todos se quedaron callados. –Como soy un buen tipo, y quiero tener relaciones buenas con mis alumnos… Y un amigo me debe un favor, esta vez no será Rose la que nos acompañe… - se aclaró la garganta. – ¡Hey, Garrett, trae tu culo bronceado aquí! – grito.
Pasaron unos minutos y nadie entraba al aula. Entonces el profesor salió y todas admiramos ese culo enfundado en tela vaquera. ¡Yeah!
-No voy a entrar a ese lugar… ¡Y no me puedes obligar! – rugía una voz masculina afuera.
-Oh, venga. Destruiste mi motocicleta favorita, es lo menos que puedes hacer… - decía el profesor con toda calma.
-Bésame el culo Tyson, no entrare a ese lugar. ¿Te das cuenta que también voy a esta Universidad? – bramaba.
El profesor soltó una carcajada.
-Lo sé, Garrett. ¿Y tú te das cuenta que puedo llamar a tu tía y decirle que te patee el trasero por romper mi motocicleta?
-¡No rompí nada! Solo se resbalo y se le rayo un poco el tanque de gasolina…
-Ajá claro… Anda, ahora entra a ese lugar antes de que decida yo mismo arrancar tu ropa – amenazo.
¿Arrancar su ropa? Oh por todos los cielos. Si iba en serio eso de modelos reales… y desnudos.
-Buen chico, Garry – el profesor le dio un empujón a…
¡El tipo de las regaderas! El mismo que me arrojo el helado en el pasillo. Bueno, prácticamente ya lo había visto desnudo. Al menos por detrás.
Intente ocultarme detrás del tipo sentado frente a mí, que era enorme cabe mencionar.
-Él es mi buen amigo Garrett, que por ser un idiota y romper mi motocicleta favorita, ahora mismo se desnudara para nosotros, y podrán plasmar su singular anatomía en sus hojas… Garrett, haznos el honor…
Miraba por encima del hombro de mi compañero de enfrente. El profesor estaba notoriamente contento. No podía ocultar la sonrisa burlona de su rostro perfecto. Y Garrett estaba rojo de ira. Los puños cerrados y la mandíbula tensa.
-No me voy a quitar la ropa, solo dijiste que me subiría a esa cochinada de pedestal – rugió.
-Yo dije que serias modelo por un día. ¿Y qué hacen los modelos? Se desnudan – contesto su pregunta soltando una risilla. –Así que… ¿Qué esperas? – cruzo los brazos sobre su pecho. Los músculos se acentuaron y creí morir.
-Tyson… - murmuro.
-¡Venga, Garry! El hombre nació desnudo. Es más… - escuche los pasos pesados del profesor. –Tu…
Alce la mirada. Era yo. Trague.
-Ven, ayuda a nuestro modelo… Ponte de pie… ¿Tu nombre?
-Lawrence…
-Dime el nombre de pila, aquí todos seremos amigos… - sonrió encantadoramente.
-Ginebra… - murmure, sentí mis mejillas arder aun más.
-Oh, que original – torció una sonrisa aun más encantadora y estiro la mano para que la tomara. Lo hice sin chistar.
Era callosa, grande, fuerte. ¡Tóqueme profesor de Artes!
-¿Qué demonios haces tú aquí? – chillo Garrett.
-¿Qué te importa qué demonios hace aquí, Garry? Este es un país libre y ella puede tomar las clases que desee, además, si no te dijo que si a la primera es porque eres un polluelo. Nena, deberías tener más altas tus expectativas – me guiño el ojo y continúo: -Así que… Nuestra amiga, Gin – decía sin soltar mi mano. Eso se sentía tan bien -, llevara a nuestro modelo tras bambalinas para desnudarlo, - aclaro su garganta – es decir, para convencerlo de que el desnudo es un arte. No necesariamente… - Se quedo en silencio. Me miro y se inclino. –Solo dile que se desnude y tendrás 10 este parcial. ¿Si?
Lo dijo de una forma tan… Ay no sé, pero haría que el tipo se desnudara. Asentí con las piernas a punto de ceder.
-¡Perfecto! – soltó mi mano y aplaudió. –Ahora… si eres tan amable, Gin… - de nuevo tomo mi mano y me jalo hasta la parte trasera del aula. Donde había un pequeño almacén. –Ahí podrás convencer a Garry de que el arte es desnudarte. Y tu… - su mano libre viajo a mi mejilla izquierda – eres un precioso ángel…
No podía despegar los ojos de su celeste mirada. Eran tan atrayente su mirada. Tan profunda. Tan tierna.
Alguien aclaro su garganta y la mano del profesor cayo a los costados de su cuerpo como plomo. Aclaro su garganta.
-Si… Entonces, Garry. Adelante.
Garrett pasó a nuestro lado y entro en el pequeño almacén. Las ventanas del lugar estaban forradas de papel negro grueso. Nunca había entrado a ese lugar, solo sabía que conservaban las pinturas y cosas que los demás profesores creían inservibles.
-Nos vemos después… En decir. Tienes 10 minutos – sonrió por última vez y soltó mi mano, estirándose al máximo para no soltarme.
¿Era yo o esto estaba muy raro? Yo no quería soltarme de él tampoco.
¡Ginebra, es un profesor! Mi mente tenía razón. Él era un profesor. Pero un profesor estupendamente delicioso.
Parpadee un par de veces hasta que perdí de vista ese culo de ensueño. Suspire y entre al almacén.
Busque a tientas el interruptor de la luz.
Cuando lo encontré, vi a Garrett con los brazos cruzados sobre su pecho y con una mueca desagradable. Estaba recargado al fondo en un mueble viejo.
-Ni creas que voy a desnudarme frente a todas ustedes – gruño.
-Yo no he dicho nada – defendí y me acerque. –Además a mí que me importa si te desnudas o no.
-Como si no hubiera visto la mirada que tenias en las duchas hace unas horas – acuso mordaz.
-¿Mirada? ¿Qué mirada? – pregunte ansiosa.
-Esta mirada – dio un paso hacia mí y en un minuto ya se había sacado la playera negra.
Mi pulso se agito. Mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho, y obligue a mi boca a permanecer cerrada. Lo que mis ojos vieron en las duchas no era nada comparado con tenerlo de cerca. Cada musculo estaba bien definido, y pedía a gritos ser recorrido por manos femeninas. Y como no había nadie más cerca. Era mi deber como mujer darle gusto a los gritos de este maravilloso ser.
-¿Lo ves? No puedes ni mirarme a los ojos – tomo mi barbilla, obligándome a mirarlo.
Era verdad, no había despegado los ojos de su torso desnudo. ¡Mierda! Había sido descubierta.
-Soy irresistible, lo sé – sonrió de lado. No lo había notado, ya que no lo había visto sonreír, pero ahora que sonreía se veía muy atractivo. Demasiado para ser verdad.
Sin poder resistirme siquiera, sentí como sus manos se aferraron a mi cadera y me acerco a su duro cuerpo.
-¿Qué es lo que haces?
-Nada… - sonrió sin despegar los labios. –Te propongo algo.
Eso no sonaba nada bien.
-Me desnudare, si tú lo haces…
-¡Ja! – bufe. –Estas loco…
-Tal vez lo este. Pero no te has movido ni un centímetro – observo.
Era cierto. Aun seguía entre la prisión de sus brazos rodeando mi cadera. Trague.
Con las manos sobre su torso desnudo me hice hacia atrás. Él no opuso resistencia. Era como si se esperara esa reacción de mi parte.
-Desnúdate si lo deseas… - le dije cruzando los brazos sobre mi pecho.
-Lo hare – cruzo los brazos sobre su pecho también. –Pero salte… - cabeceo en dirección a la puerta.
¿En serio? ¡¡Dios!! Si se desnudaría. Oh si, este era mi día de suerte.
¿Pero qué demonios estas pensando, Ginebra?
Ok, respira.
Le eche un último vistazo y salí del almacén. El profesor tenía entretenida a toda la clase. De vez en vez se escuchaban carcajadas provenientes de su voz.
-Ya va siendo hora de que Garry salga como Dios lo trajo al mundo…
Lo escuche decir y después lo pasos de sus botas de motorista se acercaban.
-Oh, hola, Gin – se despejo la frente de su cabello largo. – ¿Garry está listo?
-Bueno, me dijo que saliera para que se desnudara.
-¡Bien! Sabía que tú lo convencerías – alboroto mi cabello. –Algo me decía, que solo necesitaba un empujoncito y una mirada severa. Anda, siéntate frente a tu caballete…
Asentí y sonriendo tímidamente camine al caballete que estaba libre, frente a la base cilíndrica con la tela roja.
Era algo muy raro que el profesor me pidiera entrar al almacén con Garrett, digo, el podía amenazarlo un poco más, y finalmente el rubio aceptaría. Eso sí que era de pensarse, ¿por qué el profesor me hizo entrar al almacén con Garrett?
Pero mis dudas fueron disipadas cuando los pasos descalzos de Garrett se fueron aproximando a la base cilíndrica del centro.
Cubría el centro de su cuerpo con ambas manos. Todas, si, todas abrimos la boca. Aunque yo de inmediato la cerré.
Garrett busco mi mirada y una vez que me tope con sus ojos celestes altivos, le sostuve la mirada. Sonrió de lado y alzo una ceja.
-No te sonrojes – artículo sin emitir sonido. Y mi pulso se disparo.
-Venga ya, Garry, muéstranos las joyas de la corona – canturreo el profesor.


Pero entonces, sonó la campana de fin de la clase.
-¡Tu puta madre! – gruño el profesor.
Las chicas no se movieron, por mi parte me puse de pie y comencé a guardar mis cosas. Los chicos murmurando entre ellos salieron del aula despidiéndose del profesor. Finalmente las chicas salieron. Me quede al último, no podía guardar mis cosas con la velocidad de antes. Aun estaba aturdida por el casi desnudo de Garrett.
-Te salvaste de esta Garry – dijo el profesor lanzándole sus calzoncillos.
De reojo mire la piel bronceada y sin marcas de sus nalgas. ¡Dios! Bendito cuerpo.
-¿Aun aquí, Gin? – el profesor se acerco.
-Si, mis libros están sucios – dije sacudiendo los libros para secarlos un poco más.
-Ouh… - frunció los labios. –Ok, cierras la puerta cuando salgas, ¿si linda? – sonrió.
Sentí mi cuerpo sucumbir ante sus encantos. Asentí hipnotizada por su hermoso rostro.
Lo vi desfilar hacia la salida. Y suspire.
-Te recuerdo que es un profesor… - Garrett aun no se había ido.
-Púdrete – gruñí.
-Tienes una boquita ofensiva, linda – se burlo, uso el mismo tono que el profesor. Pero al contrario del efecto encantador del profesor. Su tono me puso tan de malas que choque los dientes.
-Déjame en paz culo bronceado – le dije alzando la ceja y tomando mi mochila sobre mi hombro.
-Amas mi culo y no puedes negarlo – soltó orgulloso.
-Si, seguro – voltee los ojos y camine a la puerta.
-Venga, apuesto a que me imaginas desnudo…
-No, no lo hago – defendí.
Aunque en el fondo era una rotunda mentira. Pero, no necesitaba imaginarlo. Ya lo había visto desnudo.
-Ja, por favor – cerro la puerta. Me siguió por el pasillo. –Eres igual a todas esas chicas calientes de la clase de Historia del arte.
-Si, lo que digas… - apresure mis pasos, odiaba que me siguieran.
-Lawrence – tomo mi muñeca y me hizo detenerme. Me giro y me obligo a mirarlo. –Me has visto desnudo dos veces…
-¿Y…? – alce la ceja.
Soltó una risilla.
-Eres un demonio…
Dejo mi rostro y se alejo. ¿Cómo?
Lo vi caminar con pasos elegantes a la salida. Sin quitarle la mirada del culo lo perdí de vista cuando doblo la esquina.
Si, quizá si era una demonio, pero él era el mismo Infierno.

No hay comentarios:

Las chicas del Té de Lemmon

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...