Antes de que me maten por tenerlas esperando tanto tiempo, que igual no fue mucho pero me gusta exagerar, les tengo una nueva entrega :} Espero que les guste, y como siempre he dicho: "Atentas a los detalles" :] Se cuidan harto, nos estamos leyendo :) Enjoy ^^
8. Vino tinto
No era huir lo que ella hacía, era dejar atrás
las ataduras y volar libre como las aves. Surcar los aires, sintiendo la brisa
bajo las alas. Ser libre como nunca lo había sido. Ahora solo tenía que
encontrar un lugar donde vivir y un empleo. Con una maleta pendiendo de su
hombro y una más jalándola, Winter Strong arribo a Brooklyn en busca de
tranquilidad, dinero y… amor. Nada difícil para una chica de 24 años con la
Universidad iniciada y una extensa experiencia en contestar teléfonos con
amabilidad, lavar pisos, tender camas, abrir puertas, entre muchas otras
habilidades de mucama de 24 horas.
Lo primero seria buscar un lugar donde vivir. Y
para su buena suerte, encontró uno. El lugar era acogedor. En el primer piso de
un edificio que estaba cerca de la estación del tren subterráneo, la renta no
era muy alta y el lugar parecía no tener ratas y cucarachas como los anteriores
que había visitado. Lucían como lugares de mala muerte, donde solo una estúpida
necesitada – como ella – podría quedarse. Acepto de inmediato, y le dio el
primer mes de renta más un anticipo al casero. El hombre, amable le dio la
llave y le indico su nuevo hogar. Winter con media sonrisa y nerviosa, dejo las
maletas en donde tenía que ir la salita y suspiro.
-Hogar dulce, hogar – el suelo de departamento
estaba cubierto de polvo. La cocineta llena de cochambre y telarañas debido a
que el lugar no se había rentado ni usado durante mucho tiempo.
Inspecciono el baño, que igual que las dos
habitaciones que tenia, estaba completamente lleno de mugre y arañas. Cosas que
no le importaron a Winter, por el momento.
Usando el mejor vestido que tenia y la mejor
sonrisa que podía fingir, tomo el periódico y comenzó a buscar trabajo lo antes
posible. No quería que el dinero de sus ahorros se acabara, mucho menos tener
que pedirle a Bran la remuneración de sus 24 años de servicio más los de su
madre. Ella no pediría limosnas a un niño creído y egocéntrico.
Termino por resignarse a un trabajo de
limpieza, mientras recobraba sus estudios en la Universidad, esperando que no
fuera demasiado tarde para obtener un título académico. Toco la puerta de una
pequeña oficina, donde según el anuncio del periódico pedían una chica de
limpieza, de algo a nada, esa sería su primera opción.
-¿Puedo ayudarte? – un hombre de cabello
revuelto, gafas de armazón grueso, cuadradas, tenia los codos sobre su
escritorio, la corbata desajustada, lucia cansado a pesar de tener,
aparentemente, la misma edad de ella.
-Hola, si. Vengo por el anuncio de limpieza…
El hombre sonrió, divertido. Se puso de pie.
-¿Lo dices… en serio?
-¿Por qué habría de mentir? – cuestiono Winter.
–En el periódico…
-Ya sé lo que dice el periódico – corto el
tipo. –Solo que no me explico cómo es que alguien como tu – la señalo con su
bolígrafo – viene por un puesto de afanadora. Simplemente no me cabe en la
cabeza.
-Bien, necesito el empleo y de momento es lo
único que puedo hacer…
-¿Limpieza, ah? ¿Lo único?
-Necesita alguien que mantenga limpio este
lugar, yo puedo hacerlo rechinar de limpio – levanto los hombros. La mirada
curiosa del tipo y la sonrisa divertida, la incomodaban. –Sino me va a dar el
trabajo mejor me voy.
-¡No! Espera… Bien, lo lamento. Siéntate, soy
Charles Cavanaugh, el gerente de Red & White. En realidad soy un poco de
todo, mi secretaria se fue, mi contador me abandono, así que me dedico a todo. No
creí que nadie viniera por ese pequeñísimo anuncio en el periódico, actualmente
nadie lee los periódicos.
-Oh…
-Me refiero… - revolvió su cabello. –No sé qué
diablos pensé al poner el anuncio. Como veras es una oficina pequeña con un almacén,
y las entregas se hacen en el almacén grande, por pedidos que programo aquí
mismo, el almacén es automatizado, así que no tengo nada de qué preocuparme. A
menos que sean números, entonces – se tallo los ojos, quitándose las gafas – si
estoy en problemas. ¿Algún trabajo anterior?
-Aaam, fui niñera muchos años y ama de llaves.
-Wow, eso ya no se escucha con frecuencia.
¿Para quién trabajabas?
-En California, los Hardenbrook. Mi madre me
heredo el empleo.
-¿Por qué dejaste California?
-Quiero ser libre.
-Entiendo – los ojos azules del hombre la
miraron atentos un minuto que paso lento. –Tienes el empleo. ¿Puedes empezar ya
mismo?
-Seguro. ¿Es en serio?
-Me temo que si – sonrió. –Y un par de cosas
más. También serás secretaria y… lo que necesite, ¿está bien? – la miro,
esperando ansioso la respuesta.
-¡Claro! – sonrió Winter. Estiro la mano para
cerrar el trato. – ¿Necesita alguna referencia…? Mi hermana vive en Manhattan
tal vez pueda llamarla y…
-No, las miradas no mienten y tú no lo harás.
Además – se puso de pie y ajusto su corbata – tengo un almacén atrás donde
puedo cortarte en pedacitos – soltó una carcajada ante la cara de asombro de
Winter. –Solo era una broma, tranquila. Vamos, te muestro donde será tu
escritorio.
***
Winter contestaba llamadas, limpiaba, mantenía
en orden el almacén, ayudaba con el inventario, enviaba vinos especiales a
clientes distinguidos y sobre todo era estudiante en la Universidad de Nueva
York. Medio día en Red & White y medio día en la escuela. Ella quería ser artista.
Le gustaba pintar, tomar fotografías, escribir, dejar volar su imaginación.
Cuando no contestaba llamadas o atendía a los
clientes, garabateaba en los márgenes de la agenda que Charles, su jefe, le había obsequiado para
que anotara los recados. Un día, la pillo garabateando enredaderas de enormes
flores en los márgenes. Winter dio un brinco cuando él susurro detrás de ella
“¿Qué haces?”. Después él rio divertido de su cara de susto, casi jurando que
su blanca piel se había tornado transparente.
-¡No hagas eso de nuevo!
-Lo siento, te veías tan concentrada que no
pude evitarlo.
-¡Ush! – bufo. – ¿Acostumbras molestar a tus
empleadas?
-No, porque no hay empleadas a quienes molestar
– le guiño un ojo. –Te invito a comer.
-Tengo que terminar unas cosas de la
Universidad – se disculpo Winter.
-Ya veo… Quizá después.
-Bien. Después – tomo su saco y antes de salir
agrego – Y solo soy Chuck, no Charles. Charles era mi bisabuelo, dicen que me
parezco a él en los ojos. Yo lo dudo.
-Ok, Chuck.
-Adiós, Winter. Cierras.
Su vida era un tanto ajetreada. Trabajar y
estudiar. La parte buena era que Chuck no era un jefe tirano, la dejaba hacer
sus tareas en la oficina. Nunca la molestaba salvo para cosas de los pedidos y
esas cosas. Tal vez solo para asustarla cuando ella fruncía el ceño,
garabateando cosas, o escribiendo otras, leyendo a veces o picándole las
costillas cuando se paraba de puntitas para bajar alguna caja de archivos o
corchos extras para los vinos.
La suerte le sonreía. Solo podía pedir una
cosa, que Melanie le contestara las llamadas que hacía a la Mansión cuando
sabia que Bran no estaba. Lumiere contestaba en algunas ocasiones o la nueva
mujer que era el ama de llaves, a notar por la voz, no era una jovencita, era
más bien una mujer madura que seguramente la agencia les había mandado. Era de
esperarse que el chef de la mansión soltara risillas divertidas cuando le
contaba todo lo que sucedía en la casona. Decía que Bran ya casi no estaba ahí,
que regañaba a Melanie por todo y que incluso ahora, los cigarrillos
esporádicos se habían convertido en el desayuno, comida y cena del joven señor.
Las botellas de whisky añejado peligraban por terminarse, y había hecho llorar
a la pobre Melanie cuando ella, en un descuido nostálgico, había mencionado el
nombre de Winter. La furia del joven señor había recaído en la pobre niña, que
con sollozos incontrolables le había gritado que todo había sido su culpa, por
no haber tratado bien a Winter como ella merecía, y que por su culpa no se
había despedido de ella y que gracias a él, Winter la odiaba como a Bran.
Escuchar todo aquello le rompía el corazón a Winter. Ella jamás podría odiar a
Melanie. Nunca. Lamentaba no haberse despedido como era debido. Las notas sobre
las almohadas eran solo para cobardes, Winter lo sabía, solo que no tuvo
fuerzas para contener las lagrimas frente a la niña, mientras ocultaba el
profundo amor y dolor que su tío despertaba en ella.
Así, Lumiere le contaba las noticias, y a
cambio él pedía, con lujo de detalle, la vida de Winter en la Gran Manzana, a
lo que Winter siempre decía: “No hay mucho que contar…”. Le platicaba de Chuck,
de la Universidad, de los profesores, de su hermana que casi se muere de
alegría al saber que por fin su pequeña hermana había decidido dejar
California, donde, según Winter, era mesera en el bar de Max.
Después de todo, ser libre, era un poco
aburrido…
Winter
de nuevo garabateaba un par de cosas en los márgenes mientras esperaba al
cliente distinguido que Chuck le había dicho llegaría cerca de las 7 de la
noche para recoger su caja de 6 botellas de vino. Algo bueno que tenía el
empleo como secretaria-almacenista-contadora-limpiadora era que ella podía
catar los vinos que llegaban de importación. E incluso, si alguien olvidaba
uno, ella podía llevárselo a casa.
Eran cerca de las 7 cuando la campana que
anunciaba que alguien entraba a la oficina sonó. Tacho la cita en la agenda de
Chuck y jalo con cuidado la caja sellada que contenía las botellas.
-Buenas tardes…
Reconoció la voz y sonrió cuando el enorme
rubio de ojos azules que había conocido semanas atrás en la cena con Bran. El
hombre lucia imponente.
-Lo sé.
-¿Cómo estás? – Hunter tomo asiento frente a su
escritorio.
-Muy bien… Tus botellas – termino de
arrastrarlas hasta los pies de Hunter y soltó el aire contenido en sus
pulmones. –No sabía que eras tú el cliente distinguido de Chuck.
-¿Chuck, uh? – levanto la ceja juguetón.
-Bueno, mi jefe… - volteo los ojos.
-Soy el abogado de su mejor amiga.
-Ya veo… Solo su abogado – hizo el mismo ademan
que él con la ceja.
-¡Que va! Su amiga es linda, solo eso. Tengo en
mente otras cosas…
-Muy bien – volvió a su asiento y revolvió unos
papeles de un cajón para sacar la ficha de recibo. Una vez que la encontró la
coloco frente a Hunter. –Solo firma aquí y aquí – señalo con su índice dos
hojas, original y copia.
-Eres una exper– bromeo sacando un bolígrafo
de la bolsa interior de su saco y firmo con un garabato elegante.
-Un poco. Gracias – tomo el recibo y lo guardo
en su agenda. –Es todo. Disfruta tu pedido…
-Tengo la impresión de que me estas corriendo –
entorno los parpados.
-No. Ok, si… - acepto. –Tengo tarea que hacer y
estoy muy cansada…
-Te llevo a casa.
-No, no quiero ser una carga – negó rápidamente
con la cabeza.
-Winter, no me hagas enojar, mido el doble que
tu… - señalo.
-Ush – bufo. Tomo su chaqueta y su bolso.
–Andando grandulón.
-Esa voz me agrada – tomo la caja de vino y
desfilo detrás de ella hasta la salida, espero a que Winter cerrara y la guio a
su Avenger rojo.
-Lindo auto – comento subiendo al asiento del
copiloto. Hunter subió del otro lado después de guardar la caja de vino en el
maletero.
-¿A dónde te llevo?
-Sigue derecho… - señalo el camino. –Por
cierto, ¿para que tantas botellas de vino?
-Un amigo planea una sorpresa para su novia.
-Oh, que tierno – sonrió con las mejillas
tornándose rosadas.
-Aunque puedo robarle una, te apuesto a que él
no se dará cuenta. ¿Quieres?
-No lo sé…
-Mañana, a las 8, después de que dejes la
oficina. Es viernes y… Winter, ya te estoy rogando…
Se detuvo en un semáforo. Winter miro hacia
afuera, nerviosa. Hunter era un tipo guapísimo, de eso no tenia duda. También
lucia como un hombre tierno, y tenía una sonrisa que la entibiaba.
-¿Estas consciente de que estoy rogando,
Winter? – le tomo la mano para que ella lo mirara.
-Me encantaría salir contigo – contesto
finalmente.
-Perfecto – beso el torso de su mano y avanzo
en cuanto el semáforo se puso en verde.
-Una calle más adelante y doblas a la derecha y
después...
-No me digas que vives en el edificio de la
amiga de Chuck – admiro.
-Bueno, no conozco a mis vecinos. Paso todo el día
en la calle.
-Eso responde todo. Nos vemos entonces, a las 8 – sonrió.
-Si. Con cuidado – se despidió con la mano y
salió del auto, entro al edificio.
Al otro día unas extrañas cosquillas en el
estomago la recorrían lentamente hasta cada extremidad de su cuerpo.
‹‹Es la emoción››
Los nervios, quizá. Nunca había tenido una
cita. Nunca. No sabía cómo actuar en una, era algo nuevo para ella. ¿Qué debía
ponerse? ¿Cómo diablos tenía que actuar? Su hermana siempre rezaba “Se tu
misma”.
-Ser yo misma… - se dijo frente al espejo de
cuerpo completo que estaba detrás de la puerta de su habitación.
Se había decidido por vestir unos jeans ajustados y una blusa
blanca y un blazer que hacia juego con sus zapatos de piso, el cabello recogido
en una coleta y el maquillaje natural. No quería lucir desesperada ni mucho
menos.
El timbre sonó a las 8 en punto. ¡Vaya, el hombre
era puntual!
Tomo aire por la boca un par de veces hasta que
llego a la puerta. Abrió con una sonrisa y el rubio le regreso una enorme y
resplandeciente sonrisa que lo hacía ver aun más encantador de lo que ya era.
La tensión se fue en cuanto lo vio con una margarita.
-Para ti – le entrego la flor, ella la tomo.
-Gracias – pego la flor a su nariz y se sonrojo
más. Era fácil ver que sus mejillas se teñían rojas, debido al color de su pálida
piel.
-¿Lista? – ahueco su brazo para que ella pasara
su mano en medio.
-Creo – apago la luz de su pasillo y después
aseguro la puerta.
Pasaron por el lobby y al salir Winter busco su
auto rojo. No lo encontró.
-La ciudad es muy linda de noche… - le dijo.
-Supongo – levanto los hombros. – ¿Dejaste tu
auto en casa?
-No – señalo hacia atrás – lo deje en aquella
calle. Solo que quería caminar de la mano de una hermosa asistente y estudiante
de la Universidad – levanto una ceja.
-Viviré con las mejillas sonrojadas siempre que
pases a mi lado, Hunter – murmuro mirando sus pies.
-No es mi culpa que seas hermosa, seguro que
muchos andan tras de ti… Incluso Bran – comento con naturalidad, como quien
habla del clima.
Un tema bastante precario para Winter. Ella trago y desvió la mirada de
sus pies. Hunter la mirada, y de inmediato se percato de lo delicado del tema.
Aclaro su garganta y se detuvieron para esperar el paso peatonal en un cruce.
-Conocí a Bran cuando éramos unos adolescentes
idiotas – rompió el silencio. –Jamás supe de ti… Supongo que también vivías en
California.
-Ajá.
-¿Ibas a la escuela con nosotros?
-Bran iba a escuelas públicas, fuimos juntos,
aunque nunca fuimos súper amigos – la amargura de su voz casi se podía comparar
con un limón.
-Cierto… Lo conocí un día en la playa, cuando
surfeábamos. ¿Te gusta surfear, Winter? – se notaba a leguas que quería hacerla
hablar. Era abogado y sabia cuando alguien ocultaba algo. Con ella, quería
saber todo. Incluso lo que celosamente ocultaba.
-No soy muy buena, jamás lo intente – eran las
palabras exactas para zanjar el tema. Pero Hunter no se daría por vencido.
-Quizá algún día volvamos juntos a California y
surfeemos todos, incluso Bran.
-Preferiría que no – atajo seria. Sus labios
llenos y tenuemente rojos se tensaron.
-¿Tu y Bran…?
-Ve directo al grano, Hunter – gruño
deteniéndose y mirándolo. –Quieres saber si Bran y yo tuvimos algo que ver,
¿ah?
-No quería incomodarte… Soy un preguntón – se
disculpo.
-Yo diría que eres un entrometido. Pero está
bien, Bran es tu amigo. Sientes curiosidad de saber si él y yo tuvimos algo que
ver…
-Winter, en serio, lo lamento. No quería… -
pero era demasiado tarde.
-Bran y yo no tuvimos nada que ver – corto su
disculpa. –Él esta perdidamente enamorado de esa rubia hermosa, preciosa,
Samantha. ¿La conoces, ah? Es preciosa… - jadeo teatralmente. –Y me da gusto
por él. Aunque Bran y yo, no somos realmente amigos – continúo. –Él era mi jefe
y yo una simple empleada. Cuidaba a Melanie y también de su casa. Es todo lo
que tienes que saber de mí y de Bran. ¿Estamos claros?
El silencio se hizo pesado entre ellos, en
medio de la acera, estorbando a los transeúntes. Cosa que le importo un
cacahuate a Winter.
-Solo quería saber algo de ti…
-Claro – soltó su brazo. –Tan solo hubieras
preguntado. Mi vida en California no es algo que me haga hablar por horas. Mi día
libre era los sábados, cuando iba a beber al bar de un amigo, me perdía en
alcohol y me revolcaba con… - cayo de inmediato. –Con nadie que te importe.
-Tienes razón, con quien estés no es algo que me
importe – rasco su nuca, incomodo. Nunca una chica lo había puesto en su lugar
de esa forma tan… Sin gritos. Era curioso. Ella era bastante tranquila, lo
único que denotaba su molestia eran sus labios y quizá sus cejas. Sus ojos
azules seguían brillantes, sus hombros relajados.
Winter tomo aire.
-No sé cómo actuar en una cita – susurro
avergonzada ahora. –Nunca he tenido una y… Toda mi vida la pase en la mansión
con Bran, cuidando de Melanie y ayudando a mi madre cuando ella vivía. Mis días
libres eran cortos. No puedo hacer mucho en 24 horas. A veces mi hermana me
visitaba, pero ella no sabe que yo era el ama de llaves de Bran, ella lo odia.
-Ya veo… Lamento incomodarte, Winter, en serio.
Es que no siempre puedo dejar al abogado que llevo dentro en casa, tú me
intrigas.
-¿Si? ¿Por qué?
-Cuando te vi con Bran aquel día en el
restaurante… La verdad es que Bran no tiene… Como dijo él… amigas. Mucho menos
de la infancia. Así que quise saber de ti de inmediato. Casi me rompe la cara
cuando le pregunte por ti y como te había conocido. Era como si… él no quisiera
hablar de ti, con nadie.
-Y el abogado no se ha ido – bromeo.
Hunter soltó una carcajada.
-Creo que no se irá nunca. Lo que me pregunte
toda la noche, después de que dejaste el restaurante, era porque Bran estaba
tan molesto una vez que te fuiste. Si mencionaba tu nombre, temía que en
cualquier momento me enterrara el cuchillo en el cuello. Lo que digo es que fue
un duro golpe que nos abandonaras…
-Lo que dices es que si le importo tanto a Bran
y cuál fue la razón de que actuara como un animal, ¿ah? – resumió.
-Si.
-Supongo que le dolió que ya nadie más iba a
limpiarle los mocos por las mañanas y que nadie más iba a resumirle las
noticias en pos-it ‘s amarillos a la hora del almuerzo.
-¿Todo eso hacías por él?
-Es un ricachón excéntrico – levanto los
hombros con naturalidad. Estaba tan acostumbrada a sus estupideces que
prácticamente las realizaba con los ojos cerrados. –Ya sabes lo que dicen: Eres
pobre, estás loco; eres rico, eres excéntrico. Tan simple como eso.
-Supongo que si. Él estaba tan acostumbrado a
ti que al renunciar no supo que hacer – reflexiono.
-Tal vez.
-Bien – la miro serio. –Basta de preguntas.
Vamos a cenar… - le tomo la mano y la arrastro por la calle. Contando chistes y
mostrándole la ciudad. Como debió de haber hecho desde un principio. Solo que
la curiosidad lo carcomía de a poco.
Winter comía con tanta propiedad que a cada
mordida de su hamburguesa él quedaba cada vez más sorprendido. Incluso al
chupar la kétchup de su dedo la miro con la boca abierta. Ningún condimento de
su hamburguesa doble carne y queso con piña había caído de entre los panes con
ajonjolí.
-¿Pasa algo? – limpio las comisuras de su boca.
-Eres tan… Educada – dijo admirado. Él comía
como un crio a sus 26 años. Incluso su barbilla quedaba cubierta de mostaza y
que decir de su hamburguesa, quedaba sin la tapa y la rebanada de piña desaparecía
mucho antes que la pieza de carne.
-¿Educada? – levanto una ceja sin entender ni
una palabra. Le dio un sorbo a su vaso de soda con hielo.
-Olvídalo, solo observa.
Los dedos de Hunter terminaron llenos de
kétchup y mostaza, su barbilla también y una tapa de su hamburguesa se deslizo
hasta caer al plato, en conjunto con la piña; las comió juntas y después el
resto de la hamburguesa. Por último chupo sus dedos y le puso más kétchup a las
papas fritas que compartía con Winter.
-Ya veo cual es el problema – se inclino a
quitarle la mostaza de los labios con un dedo y lo chupo. –Eres un bobo – sonrió
divertida y le robo la patata frita que sostenía entre los dedos.
Hizo una mueca.
-Supongo que si. Es que tú eres toda
formalidad. Por poco siento que ibas a sacar los cubiertos para comerla como
toda una damita – se mofo.
Winter no esperaba ese comentario. Entrecerró
los ojos.
-Puedo ser una salvaje como tú, si lo deseo.
-No me digas… - rodo los ojos, provocándola.
-Si te digo – refunfuño.
-Demuéstralo, princesa – presiono.
Winter abrió la boca, indignada. Tomo la
kétchup y apretó la botellita. El liquido espeso rojo aterrizo en una mejilla
de Hunter. Ella echo a correr, tomando la margarita que le había regalado.
Saco un par de billetes antes de correr en pos
de Winter. Estuvo a nada de no alcanzarla, porque ella brinco una banquita del
parque y esquivo a las parejitas que caminaban de la mano como una escapista
profesional.
Ella corría a gran velocidad y se sentía libre
al sentir el viento chocar contra sus mejillas y alborotar su cabello. Las
sensaciones se incrementaban al sentir su corazón bombear adrenalina. Los
sentidos se agudizaron. Era una sensación magistral sentirse libre por primera
vez. Salir, saber lo que era una cita en un viernes por la noche. No sentirse
usada. Claro que el sexo con Bran no era malo, al contrario. Solo que era solo
eso, sexo.
¿Cómo sería sentirse amada? ¿Deseada? ¿Necesitada?
Se detuvo cuando esos pensamientos cruzaron su
mente.
Ella quería descubrir cada uno de esos
sentimientos. Cada uno de esos deseos. Sensaciones. Decir y actuar como
quisiera. No tener que tragarse sus palabras por temor a los enojos de Bran.
Ser ella misma, de hoy en adelante.
Hunter la atrapo.
-¡Te tengo! – rio como un niño grande.
-¡Uuuuh! – rodo los ojos. –Que miedo que tengo.
-Deberías, princesa – la libero de la prisión
de sus brazos, él tomo aire. –Eres rápida, maldición. Y ni siquiera estas
tomando aire, eso me molesta – la señalo llevándose una mano al pecho.
-No estás en forma, grandote – golpeo sus
hombros. –Mañana nos veremos para correr, se ve que lo necesitas, mira toda esa
flacidez – picoteo sus costillas.
-¿Flacidez? – casi pudo sentirse ofendido, pero
sabía que ella bromeaba. –Ya veremos quien canta victoria mañana, princesa – le
picoteo las costillas, pero ella comenzó a reír descontrolada.
-¡Basta, basta! – se retorcía. Corrió de nuevo,
huyendo de la enormidad de Hunter que parecía no querer dejarla en paz. Ni a
ella ni a sus costillas.
-Vale, vale – levanto ambas manos. –Ya no te
hare daño, regresa acá, princesa.
Regresaron a su departamento cerca de la media
noche. Con la promesa de que irían juntos a correr para terminar con la
flacidez de Hunter. ‹‹Te comerás tus palabras, princesa›› había prometido Hunter antes de que ella entrada al edificio. ‹‹Mira como tiemblo›› Winter agito las manos en respuesta
a esa grácil amenaza.
Un beso en el dorso de la mano de Winter por
parte de Hunter dieron fin a su primer cita. La primera de muchas.
3 comentarios:
AaaaaaHhhhh, si que si, me gusto mucho ver a Winter tan siendo ella misma!!! y Hunter, mmmhhmm, me lo como, esta buenisimo!!! con razon Luna se pone de nervios cuando habla con el...
Y Chuck!!! lo amoooo!!! tan lindo como es el.... se an otara entre los pretendientes de Win?? mmm...
Aunque como los capis anteriores estuvieron llenos de lujuria... como que lo esxtrañe.. uff ya se soy una cochina!!! jaja!
Graciassss...
Entonces, Winter no ha tenido mas amantes que Brandon?? en serio? ni una aventurilla en la Universidad, hijole, si es asi, pobre!! si tiene que empezar a vivir esta muchachita!! jaja! antes de que regrese con Bran (si lo hace) deberia tener sus buenos encamamientos!!!
Jajajaja, siiii, tienes razon, lo estoy pensando seriamente. ¡¡Que sufraaaaaaaaaa, Bran!! xD ò_ó
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