enero 23, 2012

El lado Oscuro: 3. Razones

Como que este lunes se sintio aburrido. Ya buscare en que ocupar mi tiempo, lo juro :3
Por lo pronto... Disfruten de esta nueva entrega (: Buen resto de semana :D Vivan con la esperanza de un fin de semana proximo :D Enjoy ^^ ♥

3. Razones

-Debería pagarte más ese idiota – comento con malicia, la chiquilla de 14 años termino de desayunar.
-Melanie, es tu tío…
-No por elección – rezongo. –Además, ¿Cómo soportas estar en este enorme lugar? Tu madre ya no vive aquí, deberías irte…
-No pienso dejarte sola, Melanie.
-Todos me han dejado sola, Winter. ¿Por qué serias diferente?
-Mel, - se acerco a la niña y la tomo de los hombros, inclinándose un poco para verla – yo te quiero, mucho. Eres como mi hermana…
-Esa que jamás deseaste tener, ¿no? – la niña era dura de roer.
-Tengo otra hermana, ella es a la que no desee tener – bromeo. –Tu eres la hermana pequeña que cuido, me gusta tenerte a mi lado. No deberías ser tan dura contigo…
Melanie bufo. Los ojos verdes se llenaron de lágrimas. Hizo un mohín de disgusto y se aparto de Winter con brusquedad.
-Quiero ir de compras. Llévame a la ciudad – ordeno. –Quiero que ese cretino imbécil gaste en mis comodidades – sentencio dejando el comedor.
Melanie era una adolescente que había perdido a sus padres. Como ella misma decía, no por elección vivía con su tío. Las mejores amigas de su madre vivían en España, no eran tías de sangre pero querían a la niña como si lo fueran. La consentían, mimaban y querían como dos madres maravillosas. No eran familia, así que no podían tener la custodia de Melanie. Sin contar que el testamento de Bruce Hardenbrook, su padre, decía que la dejaba bajo custodia de su único hermano, Brandon Hardenbrook, hasta que ella terminara una carrera Universitaria. Entonces, solo entonces, podía hacer uso de su herencia y manejar a su antojo las propiedades.
La chiquilla odio esa parte del testamento. Winter había estado ahí cuando se lo leyeron. Tenía permisos de visitar a sus tías postizas a su antojo, con la condición de volver con su tío y al internado apenas terminara el tiempo que le era permitido estar con ellas.


-¡Estoy lista! – grito Melanie en la puerta.
Winter tomo su bolso y salió de la Mansión con la niña.
-No subiré al horrible auto de… él – arrugo la nariz.
-Lo sé… - Winter camino a un extremo de la mansión y tomo uno de los autos que podía manejar a placer. –Vamos, no soy mala al volante – le abrió la puerta del Audi TT-RS descapotable, color azul eléctrico.
Cruzaron la ciudad en silencio. El viento de verano hacía ondear la larga cabellera oscura de Melanie. Los ojos verdes típicos de los Hardenbrook mantenían la humedad profunda de su tristeza.
-¿Qué te gustaría comprar, Mel?
-Una tabla de surf – sonrió emocionada. –He visto desde la ventana que hay chicos surfeando. ¿Sabes hacerlo, Winter?
-La verdad es que no – la niña bajo la mirada decepcionada. Siempre había considerado a Winter como una mujer que lo podía todo. –Pero podemos intentarlo, ¿te parece?
-¡Si! – sonrió iluminando ese rostro tenuemente tapizado de pecas.

Visitaron cada una de las tiendas de la Plaza Marina. Tiendas de dulces, de zapatos, de ropa, discos y películas. Melanie apenas podía con su alma, y Winter sentía sus talones sangrar, había olvidado cambiar los tacones altos por unos zapatos de piso.
-Necesito sentarme – pidió dejando caer el cuerpo en una de las bancas, frente a la fuente. Las manos llenas de bolsas cayeron rendidas. La niña también tomo un respiro.
-¿Tienes novio? – pregunto de pronto. Esa pregunta la tomo por sorpresa.
-No.
-Siempre te veo tan linda que pensé que si tenias – justifico su curiosidad. -¿Tu crees que soy linda?
-¡Claro que si! ¡Eres preciosa! – chillo de inmediato.
Sabía la importancia de esa pregunta en una niña de su edad. Ella aun, a sus 24 años se lo preguntaba continuamente. No tenía a nadie que le contestara sin chistar, así que era su deber darle respuesta inmediata a Melanie. Claro que Winter no mentía. La niña era encantadora. Eso cuando no estaba Bran a la vista, porque entonces esos ojos esmeralda centelleaban odio, fruncía los labios y hacia muecas de desprecio cuando él la miraba. Pero no con Winter. Con ella siempre había sonrisas, miradas llenas de cariño y aprecio. Quizá Melanie no lo dijera, pero quería a Winter más que solo como su hermana. La hermana que nunca tuvo pero que deseaba tener.
-Las niñas en la escuela me dicen “Manchas” – cubrió su nariz.
-Eso porque te tienen envidia – aseguro. –Eres la niña más guapa del Mundo. ¿Te digo un secreto? – susurro juntando la cabeza a la de Melanie.
-Ajá – asintió.
-Tu tío, Bran, también tenía esas pecas divinas en la cara cuando era apenas un niño. Las recuerdo bien…
-¿De verdad?
-Claro. ¿Las ves ahora? – Melanie negó con la cabeza. –Pues así te pasara a ti. Ahora te lucen encantadoras.
-¿Lo crees?
-Estoy segura – sentencio.

Volvieron a casa después del atardecer. Con la barriga llena y cansadísimas.
-Te preparare un baño – prometió Winter. –Primero ve a guardar tus cosas – le dio las bolsas y la chiquilla corrió escaleras arriba.
-¿Dónde estaban? – Bran apareció en el hall, con los brazos cruzados, molesto.
-La lleve de compras y me he olvidado de la hora.
-Y de mi cena – agrego.
-Melanie bajara a cenar, quizá puedan comer juntos…
-Si es que no me envenena antes – bufo. –No quiero que me dejes solo con ella. Cenaras con nosotros – ordeno. –Dile a Lumiere que prepare la mesa para tres.
Winter asintió, dio la orden en las cocinas a las criadas y después subió a la habitación de Melanie por la escalera de servicio. Mientras la niña se bañaba, ella también lo hizo. Ambas estuvieron listas para tomar la cena del viernes junto al joven Hardenbrook.
El menú había cambiado ese viernes. Pasta con carne y brócoli, vino tinto y de postre fresas cubiertas de chocolate.
-Quiero el postre primero.
-¿Estas loca? – bufo Bran.
-Winter – chillo Melanie, ignorando a Bran, cosa que lo hizo rabiar. –Quiero el postre primero.
-No podemos cambiar el orden de las cosas – dijo Winter, sentada frente a la niña, a la derecha de Bran.
-Jum – frunció los labios. –Bien – suspiro resignada. -¿Mañana me llevaras a la playa?
-No puedo, linda. Es mi día libre…
-¿Me dejaras sola? – pregunto alarmada.
-Solo un par de horas. Volveré al anochecer.
-¿Lo prometes? – Melanie busco la mano de Winter sobre la mesa.
-Te lo prometo.
-Dios las hace y ustedes se juntan – gruño Bran. Lumiere dejo los tres platos de pasta frente a los comensales. Las otras criadas bañaron de salsa la pasta y dejaron los platos de la ensalada a un lado, llenaron las copas de vino, excepto la de Melanie, y las de agua.
-Buen provecho – desearon Lumiere y la criada. Se perdieron por la puerta de la cocina.
-Esto tiene buena pinta…
-Ojala te ahogues con el brócoli – murmuro Melanie y contenta comenzó a comer.
Con elegantes modales Bran comió su pasta. Melanie, criada en el seno de una familia adinerada y elegante, compartía los modales. Winter a pesar de su origen humilde aprendió el fino arte ante una mesa adinerada. Cuando Bran estaba a la mesa, detestaba que hablaran. Solo se podían escuchar los choques de los cubiertos con la fina vajilla, los sorbos ruidosos de Melanie al beber de su copa de agua y sus exagerados alagados a la comida de Lumiere. Winter, sonreía por lo bajo, ocultando la sonrisa tras la servilleta de tela blanca; Bran chocaba los dientes y le lanzaba miradas asesinas, pero la niña seguía molestándolo, adoraba molestarlo. Winter no podía negar que Bran lucia devastador y salvaje estando furioso, sus ojos se entrecerraban, las venas de sus brazos resaltaban y de una forma extraña la excitaba.
Terminaron la cena en silencio. El postre llego y los ojos de Melanie se abrieron ansiosos.
-Mmm, doble ración por favor, Lumiere.
-Clago pringsesa – sonrió el hombre y lleno a rebosar su tazón.
-Mmm… ¿escupiste en las fresas del amo? – pregunto burlona.
-Señogita, pego que cosas dice… - sonrió divertido.
-Deberías, Lumiere.
-Melanie, cierra la boca si no quieres ir a tu habitación sin postre – amenazo Bran.
-¡Uy! Mira como tiemblo – rodo los ojos.
-¡Es todo! – dio un golpe a la mesa que hizo dar un brinco a Winter, que había permanecido en silencio, perdida en sus muecas. -¡Fuera de mi vista, ahora!
-Gracias – Melanie se puso de pie junto con el tazón de cristal entre sus manos y abandono el comedor.
-Y tú… - Bran se volvió a Winter. La señalo. -¿Cómo la soportas?
Levanto los hombros. No la soportaba, la quería.
-Con su permiso – se puso de pie dispuesta a abandonar el comedor.
-Para ti no hay fresas a menos que vayas con tu vestido de maid – murmuro Bran, jalándola del brazo para que solo ella escuchara.
-Entendido, señor – sonrió Winter coqueta antes de dejarlo solo, e ir en busca de Melanie.

No se anuncio para entrar a la habitación. Encontró a la niña tendida en su cama de dosel comiendo contenta las fresas, sabía que se había salido con la suya al hacer enojar a Bran. Melanie hacia la mayoría de las cosas por una razón, hacerlo rabiar.
-¿Quieres? – se incorporo y le dio espacio para que se sentara. Winter se quito los altos zapatos y se sentó junto a ella, tomo una fresa y sonrió a la niña que tenia la boca manchada de chocolate.
Comieron en silencio casi hasta terminar las fresas. Entonces, Melanie rompió el silencio.
-¿Qué se siente estar enamorado?
-¿De dónde sacas esas preguntas? – cuestiono sorprendida Winter.
-No se – confeso levantando los hombros y mordiendo la fresa que tenía entre sus dedos. –Dime, ¿Qué se siente?
-Bueno… - Winter chupo el chocolate de sus dedos y se acomodo para comenzar a hablar. –Es como sentir mariposillas en la barriga – Melanie la miro con el ceño fruncido. –Vale… - se lo pensó mejor. -¿Cómo te sientes al ir a ver a tus tías a España?
-¡Muy feliz! – brinco sobre la cama.
-Pues estar enamorado es esa misma sensación multiplicada por mil – dijo. –Ves a la persona que te gusta y sientes que solo estas él y tu. No hay nada más en el mundo que ustedes dos – agrego soñadora.
-¿Te has enamorado, Winter?
-No lo sé – murmuro.
-¿Por qué no lo sabes si acabas de decirme que se siente? – razono.
-Es difícil saberlo, Mel. Cuando eres mayor las cosas solo se complican, por eso disfruta tu vida ahora porque después será un caos – la niña hizo cara de susto. –Mentira, Mel, estar enamorado y vivir la vida es lo más maravilloso del mundo. Cuando te suceda, simplemente lo sabrás. Tu corazón latirá de prisa, querrás estar entre sus brazos, escuchar su voz, sus risas, perderse en sus ojos y sus sonrisas…
Un par de sonoros golpes rompieron la atmosfera rosa en la que ellas se encontraban.
-No hay nadie – gruño Melanie.
Sin embargo Bran irrumpió en la habitación.
-Ya debe estar listo mi baño… - dijo. –Melanie, te he dicho mil veces que no comas en la cama.
La niña levanto una ceja y tomo la última fresa del tazón para devorarla, masticando con la boca abierta, provocando que a Bran se le tiñeran las orejas de rojo, furioso. Nadie lo desafiaba. Nunca. Y esta mocosa estaba jugando con fuego.
-Winter, quiero mi baño ahora - dicho eso salió de la habitación, azotando la puerta tras de si.
-No te vayas…
-Es hora de dormir, lindos sueños y no olvides cepillar tus dientes – le dio un beso en la frente y tomo el tazón para salir de la habitación de la niña.
Apenas cerró la puerta, sintió que Bran la jalo por el pasillo una habitación lejos de Melanie.
-¿Qué haces con ella ahí adentro?
-Solo platicábamos – contesto. Bran estaba tan cerca de ella que podía sentir su cálido aliento rozar sus labios.
-No puedes dejarme sin mi baño relajante, Winter – le tomo la muñeca y llevo la mano de ella hasta su dura entrepierna. Winter jadeo. -¿Sientes esto? Winter tienes que relajarme… - ronroneo cerrando los ojos. Ella acaricio el duro bulto con la mano, al tiempo que él recargaba las manos en la pared.
-Si… Por favor…
-¡Winter!
Del sobresalto Winter dejo caer el tazón sobre sus pies. Siseo de dolor.
-¿Estas bien? – Melanie hizo el intento de acercarse, pero Bran le empujo hacia atrás.
-Vete – le dijo serio. –Llama a Briseida y dile que se rompió algo, no camines por aquí, ¿Esta claro?
La niña asintió errática y corrió en la dirección contraria para llamar a la criada.
-¿Estas bien? – Bran estaba en cuclillas ante Winter.
-Si – mintió. Intento moverse pero el golpe de tazón sobre el empeine de su pie izquierdo había sido duro, además se había cortado. La mancha de sangre crecía cruzando el tejido de la media. Estaba descalza, había olvidado sus zapatos en la habitación de Melanie.
-Mientes – gruño Bran y la tomo en sus brazos lejos de los pedazos de cristal rotos. Ella lo abrazo del cuello para no caer. La llevo a su habitación cruzando el pasillo en silencio. –Abre la puerta – ordeno. Ella obedeció y una vez dentro, con una patada cerró la puerta. La dejo sobre la cama, y subió su vestido para abrir los broches del liguero y liberar su pierna de la media.
-¿Qué diablos hace? – chillo.
-Como si antes no te hubiera visto desnuda, Winter – comento ladino. Acaricio su pierna una vez que esta estuvo descubierta por el nylon de la media. Observo su pie. -¿Dónde está el botiquín de primeros auxilios?
-En la puerta del espejo del lavamanos – informo.
Lo vio levantarse y después volver. Dejo el botiquín en el suelo, impregno algodón con agua oxigenada y tomo el pie de Winter con firmeza sin lastimarla, para limpiarlo. Winter siseo una vez que el agua toco su herida.
-Basta – pidió chocando los dientes. –Arde… Ya estoy mejor.
-¿Y que eres tu, medico? – levanto una ceja retorico.
-Pues usted no es medico tampoco.
-Mi madre fue enfermera y mi abuela antes que ella. Creo que se suficiente –de nuevo presiono la herida con agua oxigenada.
-¡Ay! – intento alejarse pero inútilmente, Bran la tenia bien afianzada del pie. -¿Es profunda? – pregunto con temor cuando él comenzó a limpiar su pie solo con agua.
-No. Parece que no necesitaras puntos – informo concentrado. Vendo su pie. –Listo.
-Gracias – sonrió mirándolo a los ojos. Ese verde oscuro de su mirada tenía un brillo peculiar esa noche. Un brillo pacifico, como si estuviera en paz consigo mismo. Winter conocía esa mirada. No dejo de observarlo a la espera de que pasaría después.
Acaricio su pie y fue subiendo poco a poco hasta su cadera. Su mirada hambrienta lo dijo todo. Como dos salvajes comenzaron a besarse. Primero lentamente y después fue subiendo la intensidad del beso, ella lo abrazo con las piernas y él la aplasto sensualmente con su cuerpo.
Con manos temblorosas ella abrió cada botón de la camisa de seda de Bran. No quería arruinar la tela con la desesperación que estaba por explotar en su cuerpo, él la miro con una sonrisa. Cuando la camisa estuvo abierta, él mismo se saco la corbata y se la paso por la cabeza a ella. Y al contrario de ella, Bran bajo el zipper del vestido gris con seguridad y precisión. Winter estuvo desnuda ante sus ojos, solo con la corbata cruzando el canalillo de sus pechos.
-Me vuelves loco – dijo para asombro de ella. Nuevamente se lanzo a besarla, mientras él se bajaba los pantalones y quitaba sus zapatos con la punta de sus pies.
Él se giro para estar bajo el cuerpo de Winter.
-Hazme tuyo – dijo tomándola de la cadera. Winter tomo su pene entre sus manos y lo froto, la dureza de su miembro aumentaba a cada palpitación y roce de su palma. –Espera – dijo antes de que ella lo montara. –Quiero terminar en ti… - se estiro para tomar de su mesa de noche un preservativo. Quiso abrirlo con los dientes pero ella lo detuvo. –Así que has ido a clases de sexualidad – bromeo.
Cubrió su dura extensión con el látex y finalmente con una sonrisa en su rostro perlado de sudor lo alojo en su cuerpo hasta la base, soltando una maldición cuando estuvo por completo unido a ella. Bran la tomo de la cadera con los ojos fijos en su rostro, mareado de placer y tensando la mandíbula al tiempo que ella movía su cadera lentamente, desquiciándolo. Sus movimientos eran suaves, en círculos. Apremiando el placer.
Cada embiste era recibido por ella con una sonrisa y un jadeo que escapaba de su garganta. Sus respiraciones de mezclaban sincronizadas, alteradas. Winter jamás había sido tomada de esa forma, con exigencia, urgencia y necesidad. Parecía que Brandon sentía que el Mundo se acabaría si ella no estaba entre sus brazos, sollozando de placer.
Él adoraba la forma en que ella se mecía entre sus brazos, ocultando el placer del que él era culpable de provocar. Cada mueca, ruido y movimiento eran gracias a él, se sentía el amo del Universo cuando la miraba caer derrotada entre sus brazos, con una sonrisa que inútilmente trataba de ocultar tras la cortina de largo cabello negro como la noche.
Las paredes tibias de su cuerpo lo ceñían ofreciéndole una mayor satisfacción. Winter modio sus labios y enterró las uñas en las almohadas. No podía soportar más. Con un movimiento ágil la coloco debajo de él, sus embistes eran rápidos y fuertes, provocando el libre movimiento de sus redondos pechos. Él quería más, mucho más. La tomo de la espalda y la subió para pegarla a su cuerpo, y así, ambos balancearse en un placer que los arrojaría como el agua contra las rocas en los acantilados, con potencia. La cabeza le daba vueltas al escuchar los murmullos de placer de Winter. La chica tenía una voz suave, los cabellos negros como la noche abrazaban su pálida piel haciendo un contraste maravilloso.
-Mmm, Bran… - gimió Winter sin poderse contener. Pero él estaba tan a gusto entre sus piernas pálidas y suaves que no hizo mucho caso al desliz de ella.
Con un par de embistes más, ambos cayeron exhaustos y satisfechos sobre el colchón. Bran no dejo de abrazarla, estrechándola contra su pecho, como si se aferrara a un salvavidas.
Winter acaricio su rostro barbudo y le dio un suave beso en la punta de la nariz. Intento salir de la prisión de sus brazos.
-No te vayas – el tono de su voz fue un suave gemido lastimero. –Quédate conmigo, solo hoy – pidió, sus ojos verdes la dejaron helada. Él estaba siendo sincero. –Puede entrar Melanie y envenenarme o matarme mientras duermo – agrego en broma.
-Bien – asintió y lo abrazo por la cadera.
-¿Te divertiste tanto como yo? – pregunto apagando las luces de la habitación y volviendo a la cama para arroparla con la sabana de algodón egipcio de su enorme cama.
-Usted siempre es divertido – contesto diplomática, cuando en realidad deseaba gritarle un cumplido acerca del maravilloso amante que era.
-Quisiera creerte – murmuro pasando el brazo sobre el estomago de ella y pegándola a su duro torso.
-Lo que digo es verdad…
-Por eso mi única familia me odia, ¿ah? Dime la verdad, Winter. ¿Soy un monstruo?
-La niña perdió a sus padres. La única familia que ella conoce son sus tías de España. No puede culparla por eso…
-¿Por qué te quiere a ti y no a mi?
-Mi madre la crio. Creo que soy como una hermana para ella.
Bran sonrió.
-Bendito Dios que no eres una hermana para mí – le tomo la barbilla para besarla con ternura. Jamás la había besado así. –Buenas noches, Win – murmuro, acomodo su cuerpo junto a ella de modo que cada pulgada de sus cuerpos desnudos se tocaran.
¿Cómo podía dormir Winter después de todo aquello? ¿Qué significaba?
Una de las razones por las que no dejaba este lugar era ese asombroso hombre desnudo que dormía a su lado: Brandon Hardenbrook.

1 comentario:

Violet dijo...

mmmmhhh, si Bran tiene su lado lindo, y ademas se pone celosisimo de Mel, ufff! Winter si que tiene que tener mucha paciencia y energia para ambos que son muy demandantes!!!!

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