enero 04, 2012

Maldita delicia, tercera temporada. Capitulo 5

Super rapido les presento el capitulo 5, como dice el titulo, de Maldita delicia. Se que hoy no es viernes, pero como no estare por acá el viernes, es como si para mi lo fuera. Mi Ale♥ espero que te guste el capitulo. Te amodoro amor mio de mi misma de mi :D Y a pesar de la distancia estaremos juntas siempre. :D Enjoy ^^



5. Correr a tus brazos

Renata y Luna pasaban el tiempo juntas. Antes de ir a trabajar, después y los fines de semana. Renata ansiaba conocer al abogado maravilla que mantenía a Luna con un sonrojo cuando lo mencionaba. Hasta ahora no había tenido suerte.
El sábado por la mañana, salieron juntas a correr. Luna amaba correr, y Renata seguiría a Luna al infierno si la morena se lo pedía. Fueron a Central Park. Los caminos alrededor del lago eran perfectos para una buena charla y una larga carrera.
-Listo, me rindo – Renata se inclino colocando las manos en las rodillas para tomar aire.
-Vale, solo una más.
-Escupiré mis pulmones si corro una más – bufo.
-Bien – sonrió Luna y tomo a su amiga de la mano. –Caminemos, te compro un helado.
-Eres malévola – acuso, pero sin quejarse se dejo guiar hasta la cafetería donde solían comprar helados.
Tenían que cruzar una gasolinera, un estacionamiento y una escuela, sin olvidar unas chanchas de basquetbol que estaban justo frente a la cafetería, donde sin falta había tipos altos y guapos jugando.
Quedaba solo la escuela y llegarían a las chanchas. Era una construcción callejera, protegida por rejas. Nada fuera de lo común. Luna miro de reojo. Apretó con fuerza la mano de su amiga.
-¿Qué? – Renata vaciaba su botella de agua. Se giro hacia donde miraba Luna. El aliento se le fue del cuerpo.
Un balonazo directo a la reja las hizo volver a ambas en sí. Un tipo alto y de melena larga se acerco a tomar el balón.
-Luna… - jadeo. El cabello revuelto, una playera gris sin manga con una bermuda negra completaban su atuendo. Sudado por completo le regalo a la morena una sonrisa arrasadora.
La chica cobro el sentido y camino directo a la esquina para cruzar la calle. El semáforo anunciaba que no era tiempo de cruzar, y desesperada Luna mantenía un pie debajo de la acera para cruzar apenas tuviera oportunidad. Renata no podía mantener la vista en los autos. No solo Tristan estaba jugando, Julien, su hermano, también. Su cuerpo mojado con esa playera pegada al cuerpo, desataba las hormonas de la chica, provocándole fantasías y pensamientos impuros.
-¡Luna!
-¡Renata!
Paralizadas intentaban cruzar la calle.
-¡Luna! – finalmente y a su pesar, Tristan la tomo del brazo antes de que un auto se la llevara de corbata. -¡Dios! ¿Estas loca?
“No, solo no quiero verte”.
Ella negó con la cabeza.
-¡Renata! – por su parte Julien la jalo de la cintura y sonrió con suficiencia cuando ella jadeo. -¿Me golpearas de nuevo?
-Si – contesto chocando los dientes.
-Deseo que lo intentes…

Ella levanto el puño, pero él fue más rápido y la acerco a su cuerpo con fuerza. Un jadeo más escapo de la boca de ella, eso fue música para los oídos de Julien, quien sonriendo con malicia la tomo de la barbilla para besarla.


Luna se mantenía firme, a pesar de que Tristan la había llevado dentro de las canchas, tomándola con firmeza de la cintura, sin permitirle huir lejos de él.
-Necesitamos hablar…
-No tengo nada que hablar contigo.
-Pues yo sí. No puedo cambiar lo que soy, Luna. No puedo cambiar a mi familia – Luna estaba sentada en una banca, Tristan de cuchillas ante ella. La morena se negaba a mirarlo. -¿No quieres mirarme?
-Eres como un Basilisco. Caeré… rendida si te miro – gruño. –Odio eso.
Tristan sonrió. Tomo sus manos y las beso.
-Mi hermano lamenta el haber lastimado a tu amiga. Se merece que Renata lo haya golpeado.
-Merece cosas peores – sentencio seria.
-¿Yo qué culpa tengo de eso? ¿Es porque soy su hermano? ¿Tengo que odiarte porque eres amiga de Renata?
-Mi amiga no le hizo nada a Julien para que él la tratase de tal modo. Ella es linda con todos… al menos con los que se lo merecen.
-Entiendo. ¿Por qué no nos mantenemos al marguen de todo? Los días sin saber de ti han sido….
-Ya – suspiro. –No me eches el cuento chino.
-¿Cuentos chinos? ¿Por quién me tomas? Soy sincero contigo. Te di tiempo. Me aleje de ti. Tal como querías. Deje que fueras leal a tu amiga. Pero no puedo mantenerme lejos de ti solo por eso. Me gustas Luna. Mucho. Mírame, demonios – la tomo de la barbilla. –Dime que yo no te gusto y esto se terminara de una buena maldita vez. Dilo.
Sus ojos pardos la traspasaron. Se sentía vista bajo rayos X. Y entonces ella pudo ver el labio roto de Tristan y el moretón rojizo debajo de su ojo izquierdo. Aquellas marcas parecían frescas, por decirlo de alguna forma. No tenían ese tono morado verduzco, como cuando comienzan a desaparecer. De alguna manera, en su interior, sabía que esos golpes eran… Ella mordió sus labios, reprimiendo una pregunta obvia, decidió entonces, confesar.
-Me encantas…
Ladino le sonrió.
-Soy irresistible.
-¡No exageres! – chillo y le golpeo el pecho.
-Lo sabes. Así como se que tu eres hermosa…
-¡Por favor! – rodo los ojos.
-Mírame – pidió. Ella lo hizo. Se perdió en esos ojos grises como el cielo nublado. Su cabello en ondas atado en una despeinada coleta. Tomo nota de cada detalle. En las motas de sus ojos. En la forma de sus labios. En la forma en que ella hacia un mohín y arrugaba la nariz. –No quiero estar peleado contigo. No soporto la idea de no verte.
-Sabes que no es verdad.
-¿Tu que sabes sobre lo que siento, uh?
-Mucho.
-¿Oh, sí? Dímelo.
-No me llamaste ni me buscaste, mucho menos apareciste en la Editorial por semanas. No sabes que Emily se caso y que yo… - bajo la mirada.
-Se todo eso. Y se también, que no hiciste nada de lo que te culpan. Sé que tu abogado es un rubio enorme que se hace llamar Hunter. Que lo vez casi a diario y que pasaste un día espantoso en la cárcel. Lo sé…
-¿Cómo…?
-Tengo mis contactos – le guiño un ojo, derecho. Seguro que el izquierdo aun le dolía.
-Dime… Me siento vigilada – confeso abrumada. Ansiosa de preguntar cómo se hizo aquellas marcas en el rostro.
-No te espío, pero ganas no me faltan – dijo juguetón, guiñándole un ojo que la calentó.
-Eso no es alentador.
-Si te lo digo, ¿que gano?
-Que no te patee las bolas como lo mereces – levanto la ceja. Enfatizando en aquellas señales de una pelea reciente.
-Muy graciosa. Bien te lo diré. Mi amigo Tyson que trabaja conmigo en el taller, es hermano de tu abogado.
-¿De verdad?
-¿Qué gano con mentir?
-Una patada en las bolas.
-Nena, nunca te he mentido. Ni pienso hacerlo. Ahora mi premio…
-Jamás dije que… - pero no termino. Tristan la tomo de la barbilla y la beso.

Renata quiso luchar contra el beso. Su cuerpo no se resistió. Su sabor embriagante la golpeo como látigo directo a la razón. Sus brazos volaron alrededor de su cuello, enredando las manos en ese alocado y rebelde cabello. Su cuerpo duro y firme, se pego al de ella con desquiciante lujuria. Sus piernas temblaron y su centro se calentó humedeciéndose. Más. Más.
Que el beso jamás termine, rogaba su cabeza. Jadeo contra la boca de Julien, al tiempo que una de las manos de él apretaron su cadera y la otra la tomo de la nuca con cuidado y profundizo el beso.
El beso, digno de un beso de película la derritió por completo. Perforando sus sentidos y matando las ganas que tenia de golpearlo. Quizá no del todo, porque ahora deseaba hacerlo suyo y golpearle el trasero con una urgencia asombrosa.
Sin perder el tiempo, la mano curiosa de ella, aterrizo en el comienzo de la curva del culo de Julien.
-Eres una chica traviesa…
-Cállate – ordeno y toco apenas. Deseando más y más.
-Estamos en la calle.
-Llévame a tu departamento entonces – sugirió coqueta.
El calor de su cuerpo y la lujuria del acto dominaban cualquier decisión. No había marcha atrás y no desea mirar sobre su hombro.
Ni tardo ni perezoso Julien la jalo de la mano, tomo su maleta de deportes y la llevo hasta la esquina de la calle para llevarla a su auto. El automóvil sucio y casi chatarra, ahora era un auto rojo con pintura reluciente. Realmente no recordaba que fuera tan deslumbrante.
-Sube – le abrió la puerta.

Renata no dudo ni un segundo. La adrenalina corría divertida por sus torrentes sanguíneos. Su pulso, como un enorme tambor golpeaba sonoro contra sus costillas, y su razón, atada y amordazada en un rincón oscuro de su mente, estaba sometida a cualquier decisión que las ganas de Renata tomaran.
-Mi auto quedo echo mierda intentando arreglarlo – explico. –Este se lo compre a mi primo – miro el camino y no dijo más nada.
Pronto muy pronto, llegaron a su destino. Planta baja, al fondo de un largo pasillo. El antiguo departamento era un basurero comparado con este lugar. Era pequeño pero limpio. De cualquier forma era el departamento de un soltero. Con pocos muebles, como un sofá de tres plazas, una estructura de metal para sostener la TV de plasma. La cocina pequeña apenas tenía lo necesario. Pero lo que le saco un jadeo fue la habitación. Donde de inmediato Julien la llevo. La cama individual de edredón oscuro y una mesita de noche que sostenía una lámpara y un teléfono fijo. El armario de puerta corrediza y el baño dentro.
Esa pequeña pieza reflejaba lo que era Julien. Un joven que vivía la vida día a día. Su guitarra en una esquina. Un par de bolsas de comida y revistas de música con discos de acetato y discos en formato moderno.
-No es la gran cosa…
-Shh – ordeno Renata empujándolo a la cama. –No me importa lo que tengas o no – eso era totalmente cierto.
Subió sobre él. Le quito la playera y casi pudo sentir que estaba en el cielo mismo. Solo había una palabra para describirlo: Perfecto.
-¿Lo haremos rápido?
-Tú dime…
-¿Qué te parece si cenamos primero? – Julien acaricio sus caderas y sus piernas a cada lado de su cuerpo.
Él deseaba lo mismo que ella. Solo que no quería un acoston sin significado. Era extraño.
-¿Cenar? ¿A penas son… - miro su reloj de pulsera – medio día?
-¿Almuerzo?
-Bah – rodo los ojos y bajo de él. –Ibas tan bien.
-¿Cómo dices? – se recargo sobre sus codos. Mirándola con… dolor.
-Solo digo que no tengo tiempo de jugar a los novios.
-¿Perdón?
-Somos chicos grandes. Además tengo novio.
-Yo no comparto mis crayones.
-Pues yo no estoy en tu cajita de doce colores – levanto la barbilla y lo dejo tendido en la cama con una erección que dolería por horas, estaba segura y orgullosa de eso.
Si él quería jugar sucio, ella sabía como jugar.

2 comentarios:

Ale de Moesia dijo...

De verdad disfrute este capi y es bueno que esa Luna y ese Trish!!! por fin comiencen a confesar lo que sienten ambos dos!!! Y la evolucion y sorpresa de los demas personajes simplemente es genial!!! Asi que es realmente genial los lios y las personalidades que les vas desenredando!!!
Sin duda soy Team Lunis!!! y Team Trish!!! Espero el proximo capi con emocion para ver que depara el futuro y la trama!!!

;D

Ada Parthenopaeus dijo...

por fin un besoooo aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! moriiii y Rens mala chica mala, pero en verdad es novia de Will=?? ya la quiero con Jules .... pero me encantoo Beu gracias

Las chicas del Té de Lemmon

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