enero 13, 2012

Maldita delicia, tercera temporada. Capitulo 6

Aunque usted no lo crea, esto tiene un por qué. Ahora no lo entiendes mi Ale, pero todo tiene una razon. Lo se, lo se mi linda. Porque por algo estudie lo que estudie y por esa misma razon sé que te conoci. Fueron muchas cosas: La Bandita, (y quedarnos solas muchas veces hablando en esa ventana), Sonriente, nuestros gustos parecidos, que me entiendas tan bien y que seas la unica que comprenda mis achaques y que se percate hasta de mis estados emocionales con leerme tan solo. Son tantas cosas y a la vez tan pocas. Porque eres la persona más importante de mi vida, lo sabes, y si se te olvida te lo recuerdo♥ Las desveladas no son lo mismo sin ti, esta semana me he dormido temprano. No hay razon para tener ojeras de mapache si no estas tu para poder reirnos juntas y morbosear y desear encontrar al Master 1 y 2, en la oscuridad de nuestras camas *.* Y si soy adicta a ti, ¡Que importa! Ya sabes que eres mi marca personal de heroina -Y de la buena, no mamadas como la Bella psicoloca XD - y mejor dicho eres mi botellita de Felix felicis, porque al tenerte, se que todo ira requete bien :3 Te extraño harto mi vida ♥


Como diria la cancion de Bryan Adams... "Everything I do, I do it for you ♪♫"


¡Chicas! Disfruten de este nuevo capitulo. Espero que les guste. Dios, cuando lo escribi, o al menos cuando tenia la idea en mi mente - que vino de un sueño loco XD - las letras simplemente salian de mis dedos - claro, antes de pasar por los pinchazos de mis dedos en las teclas de mi Cachorro (mi lap) - , era como Magia ♥ Enjoy! ^^
No seas timidas y dejen sus comentarios o sus: Me gusta XD



6. El placer y la venganza

Julien se mecía el cabello desesperado, confundido y furioso. Tristan lo observaba con una sonrisa divertida. Su hermano llevaba al menos dos días, conteniendo una furia que yacía bajo sus jeans.
-¿La llevaste a tu departamento?
-Te lo he contado mil veces, las mil veces he dicho: Si. Y solo te has burlado – rugió. –Esta me las pagara – juro.
-Eso solo si no te la encuentras con su enorme novio – se carcajeo finalmente.
-¡Cállate, idiota! – vocifero molesto. –Ya quisiera verte sin esa morena a tu lado. Agradécele a… Dios que ella se rindió y te perdono. Ya te quiero ver… - le recordó acido.
Tristan tenso la mandíbula. Su hermano tenía razón. No la había pasado bien sin Luna. Ella podía ser necia, terca y berrinchuda, claro… A eso le sumabas que fuera leal hasta la medula y que lo trajera de las bolas con una sola mirada. La extrañaba, Julien lo sabía. Tristan no lo tenía que decir en voz alta. Su mirada y la falta de sonrisas en su rostro, lo delataba de inmediato.
-Como sea – hablo tomando su chaqueta y su casco. –Al menos yo no la ignore…
-¡Por favor! – bufo. -¿Qué no la ignoraste? ¿Deseas entonces que te recuerde a Monique? ¿O que no tuviste las bolas para decirle que por semanas solo ibas a verla y no a mamá?
-Ya… Bien. Intentaba acercarme a ella. Tú la tuviste en tu asqueroso departamento levantándote el culo y nunca intercambiaste ni una puta mirada con ella. Creo, hermano, que aquí el único imbécil que tiene la polla dura eres tú…
-Seré imbécil, pero la morena también te pone caliente – le sonrió victorioso.
-Me largo… - anuncio caminando al ascensor. –No toques mi botella de vino porque entonces no habrá polla que Renata endurezca – agrego antes de entrar al artefacto.








**



Dejo la motocicleta sobre la acera, frente al edificio donde Luna vivía. Tomando aire subió al primer piso y toco con los nudillos la puerta de Luna. Espero pasando la mano por su rostro, nervioso. Se sentía un adolescente en su primer cita. Y es que eso era: La primera cita en toda regla con Luna Phellan. Eso si no contábamos que habían ido juntos al cumpleaños de su prima Ada. Bueno, de cualquier forma estar rodeados de las amigas y amigos de Ada y aquella mirada un tanto ausente de Luna no era la cita que Tristan esperaba; esta vez sería diferente. Aun no se lo creía. Diablos, se sentía un crio. Ya casi podía imaginarse a Dorothea chillando de alegría porque su bebé tendría su primer gran cita. ¡Que diablos!
Luna abrió la puerta. Él perdió el aliento. Unos jeans negros ajustados y una playera con un hombro descubierto a rayas negras con gris. Lucia más alta. Claro, esos stilletos tipo Oxford completaban su atuendo. Sin olvidar esa sonrisa que lo tenía mareado y las ondas despeinadas de su cabello negro.
La chica salió y con su bolso cruzando su pecho cerró la puerta.
-Diablos, mi casco – regreso de nuevo a su departamento y entro con rapidez, para salir con un casco rojo. El mismo que Tristan le había regalado hace meses. –Lista – lo colgó de su brazo y bajo.
Tristan noto que el casco tenía un rayón en el lado derecho, como una ligera abolladura.
-¿Qué le paso? – tenía que haber sido un golpe fuerte para que terminara así.
-Nada – respondió de inmediato calándose el casco.
Tristan subió magistral, paso una pierna por sobre la moto, y ayudo a la morena a subir tomando una de sus manos. Le indico donde poner los pies y las manos.
-¿Anduviste en moto con tu amigo el del flequillo? – se refería a Chuck.
-No. Solo…
-¿Qué? – subió la careta de su casco negro y la miro. Ella intento ocultarse tras la careta ahumada de su casco, pero le fue imposible, Tristan fue más rápido y le subió la protección de los ojos. -¿Qué paso entonces?
-Una estupidez.
-¿Te lastimaste?
-No, si… No – contesto balbuceando. –Arroje lejos el casco, supongo que fue lo que paso.
-Lo arrojaste muy fuerte. Es raro que les pase eso – comento serio. –Recuérdame nunca hacerte enojar – le guiño un ojo y acaricio su nariz antes de ponerse los guantes de piel para manejar.
-Vale – lo abrazo con los brazos y Tristan arranco la moto.


**


Julien bufo de nuevo. Caminaba por la acera. No tenía ganas de manejar. Tenía ganas de darle una lección a Renata. Una lección que la dejara húmeda y caliente, como a él. Había sido tan ruin dejarlo en la cama. Es decir… Él deseaba tomarla. Su cuerpo rugía el calor de la intimidad de ella; y muy en el fondo, esa parte de él que pensó había desaparecido surgió cuando la miro a los ojos.
No podía simplemente tomarla y ya. Deseaba algo más que temía descubrir.
Sin darse cuenta estuvo frente al edificio donde ella vivía. Su hermano le había dicho que Luna y ella eran vecinas, y conocía a la perfección la dirección. Su inconsciente lo llevo ahí.
Entro.
Apenas estaba mirando a su alrededor, cuando una señora lo abordo.
-¡Buenas tardes! – su voz chillona de inmediato lo puso de malas. Cordial, saludo con un cabeceo y media sonrisa. -¿Puedo ayudarte, a quien buscas? – la señora lo jalo del codo, cuando él apenas iba a subir los primeros escalones.
La mujer de cabellos recién teñidos y cutis reseco, con ojos inquisidores y saltones lo escaneaba. Su vestimenta era impecable. No cabía duda que la mujer tenía un peculiar estilo al vestir, con colores llamativos y enormes joyas. Quería demostrar que ella tenía porte. Aunque eso estaba muy lejos de estar de moda, Julien lo sabía, no por nada su madre tenía una revista de modas.
Después de sentirse desnudo ante la mirada de esta mujer, se decidió por fin a hablar. No permitiría que nadie lo viera como ratón de laboratorio, mucho menos como un criminal, ya había pasado por eso y no quería que se repitiera.
-Yo… - Julien dudo, ella lo seguía mirando sin perder detalle. Le regreso la mirada con desprecio. –A una amiga…
-¿En que piso vive? Si es la chica del último piso, déjame decirte que su prometido es policía. Y las demás tienen novio o son unas busconas – hizo un mohín de desprecio. – Y las dos chicas de arriba son lindas, aunque cabe agregar – susurro – nunca se les ve con un solo hombre. Una es pálida como Blanca Nieves y labios rojos, y la otra con un bronceado de envidia, claro para una chiquilla de su edad, yo ya no estoy para esos trotes… - soltó un suspiro soñadora.
-Ajá…
-Te decía, apenas la morena salió con un tipo enorme y salvaje, de cabello largo. Si a mí me preguntan diría que es un vago cualquiera, sin oficio ni beneficio. ¡Dios! – jadeo dramática. –Una bestia…
-Ya veo… Gracias – se zafo de su agarre y subió.
-¡Deberías andar con cuidado! – grito desde abajo. –Esas chiquillas no son de fiar. Ni una taza de azúcar me quieren regalar… - murmuro molesta antes de entrar a su departamento.
Julien rodo por última vez los ojos. Deteniéndose, se quedo en medio del pasillo, no sabía que puerta tocar. Miro las cuatro puertas de madera, estuvo a punto de decidirse con un “de tin-marin”, hasta que de nuevo la mujer de abajo apareció.
-Estas niñas, nunca pasan por su correo, pueden pasar días y días… - reviso los sobres y los dejo sobre el felpudo de dos puertas que se veían frente a frente. Julien fingió estar muy interesado en su teléfono móvil, y después una llamada para que la mujer no intentara conversar con él de nuevo.
Cuando la horrible mujer, según pensamientos de Julien, despareció por el pasillo, él miro los nombres a quienes pertenecían las cartas. Su pulso se disparo cuando leyó: Renata Cotty. Justo iba a tocar esa puerta antes de que la mujer apareciera; se irguió con las cartas en sus manos y toco una vez el timbre.
Espero.
-¡Ush! – gruño Renata, podía escucharse acercándose a la puerta. –Señora Spencer, una y mil veces le he dicho que en este departamento no se toma el té con azu… - no termino la frase porque Julien estaba parado frente a ella. -¿Qué demonios…?
-Vengo a cobrar mi venganza… - sonrió deslumbrante.


**


Tristan aparco la motocicleta en un callejón. Ayudo a bajar a Luna y después acomodo ambos cascos sobre la motocicleta.
-¿Se robaran los cascos?
-Si se los roban te compro otro – contesto con suficiencia y la tomo de la mano para caminar hacia la acera de la avenida.
Luna asintió en silencio.
-¿A dónde vamos? – pregunto después de un rato de caminar sin aparente rumbo fijo. -¿Piensas perderme en esta gran ciudad?
-No, Luna. Es una sorpresa.
Parecía que ya no estaban en Nueva York. Por las calles no circulaba tanta gente, las manzanas eran más amplias.
-Pudimos haber ido en la moto – comento.
-¿Ya te cansaste?
-Mmmm nop – sonrió.
-No eres buena mintiendo.
-Sabes que lo soy – levanto una ceja.
Tristan se detuvo, la observo un par de segundos y después sin previo aviso la beso.
Le robo el aliento y la levanto del suelo al menos un palmo. Los brazos de ella le envolvieron el cuello y tomo los mechones de su largo cabello entre sus manos.
-Dios, Luna… - jadeo contra los labios de ella. –Olvide a dónde íbamos… - confeso.
-¿Cómo? – la regreso al suelo. -¿Lo dices en serio?
-Lo olvide después de que pasamos el puente. Fue tu culpa… - acuso serio.
-¿Mía? Bah – rodo los ojos.
-Tuya – la señalo, acerco una mano a sus mejillas, sonrojadas. Le encantaba ese efecto que tenia sobre ella. –Pensaba llevarte a un lugar especial y de pronto tome una calle equivocada. No había retorno así que seguí… Lo siento.
-Vale – Luna tomo la mano que Tristan mantenía en su mejilla. -¿Quieres volver a casa?
-Aun no – sonrió de lado, sugerente. -¿Tu?
-Menos. Creo que conozco un lugar… - tomo su móvil de su bolso y rebusco un par de direcciones. –Emily me lo regalo – dijo contenta al pasar el dedo por la pantalla táctil de su móvil. –Dice que al menos así ella podrá molestarme cuando este de Luna de Miel – sonrió divertida. –Mira, aquí… - señalo la pantalla.
Tristan se acerco para mirar. Era un club de golf.
-¿Tienes membrecía?
-Bebé, obvio – rodo los ojos.
-¿Bebé? – pregunto confundido y divertido. Luna lo tomo de la mano de regreso hacia la motocicleta.
-¡Vamos! – jadeo jalándolo.
Subieron de nuevo a la motocicleta. Tristan le acaricio la pierna, estremeciéndola.
-Luna… Tengo una mejor idea – anuncio y puso en marcha la motocicleta.


**


-¿Cómo? ¿Cuál venganza? – pregunto Renata al pie de la puerta.
-¿Puedo pasar?
-No. ¿Qué haces aquí?
-Ya te lo dije, Renata. Vengo a cobrar…
Renata asomo la cabeza por el pasillo, los pasos de la señora Spencer se podían escuchar. A pesar de su edad, la mujer que muchas veces Luna llamaba: Cera Face, siempre andaba con stilettos altos y modernos. Finalmente, antes de que la señora Cera Face asomara sus narices para espiarla, Renata lo jalo de la camisa para meterlo dentro de su departamento.
-Ahora, ¿Qué es lo que quieres? – cerró la puerta con fuerza y lo interrogo en el pasillo de la entrada.
-Niña, ¿eres sorda? Ya te lo dije…
-Vale, venganza. ¿Por qué?
-Tú sabes porque – la empujo a la pared del pasillo. –Lo sabes, ¿no? – acaricio su cadera con las manos y subió la playera blanca que cubría su cuerpo, la tela holgada cedió de inmediato.
Los brazos de ella se levantaron para que la liberara de la estorbosa prenda. Era como magia. Él hacia eso en ella, magia.
Julien sonrió con suficiencia, sus ojos admiraron los suculentos pechos de ella, resguardados en un simple y sencillo sostén blanco de algodón, que se abría por el frente. Era su día de suerte. La miro a los ojos, esos verdes ojos le regresaron la mirada llenos de calor y deseo. Estaba agitada, lo sabía porque sus pechos subían y bajaban, desquiciándolo. Relamió sus labios y se inclino a besar la pálida piel expuesta de sus senos.
Renata echo hacia atrás la cabeza y enredo los dedos en el cabello de Julien. Jadeando de inmediato. Los húmedos besos de Julien la estaban volviendo loca. En menos tiempo de lo esperado, se encontraba solo en ropa interior ante los hambrientos ojos de Julien. Los celestes ojos del hombre la devoraban con ansiedad.
Lo vio hincarse ante ella. La escena era de lo más erótica. Julien se encontraba totalmente vestido, chaqueta de piel, jeans, botas, camisa. Ella expuesta en cuerpo y estaba por exponerse en alma, cuando él le bajo las bragas descubriendo su sexo. Subió la mirada hasta ella. Renata sudaba, su piel estaba húmeda.
-¿Lo deseas?
No se atrevió a contestar por miedo a solo jadear su nombre. Asintió erráticamente.
Él tomo la cadera de ella y la ayudo a recostarse en el suelo. El azulejo frio le enchino la piel y levanto sus pezones, que se podían ver a través de la fina tela del sostén.
Abrió el arco de sus piernas con sus rodillas y comenzó la tortura. Los jadeos que ella tanto guardaba comenzaron a salir desesperados de su cuerpo. Su pulso disparado, su corazón a punto de abandonar su cuerpo. Pero la gota que derramo el vaso, fueron los labios de Julien en la cara interna de sus muslos, acercándose peligrosamente a su centro, húmedo y caliente.
-J-Ju-Julien – su voz apenas entendible, le hizo saber a él que deseaba todo aquello. Que lo soñaba, que lo necesitaba.
Sonriendo con suficiencia se inclino sobre ella, con las manos a cada lado de la cabeza de Renata. Las mejillas sonrojadas de ella y sus labios rojos también, de tanto morderlos, le regalaban a Julien una imagen excitante. El bulto bajo sus jeans dio un peligroso y latente tirón. Tomo aire por la boca antes de hablar.
-Nos vemos más tarde – con un ligero beso en los hinchados labios de ella, se puso de pie, ajusto sus jeans y salió de su departamento, dejándola tumbada casi desnuda, necesitada y caliente.
Con el sonido de la puerta cerrarse, Renata volvió a Tierra y vocifero improperios.
-¡¡H I J O D E P U T A!!
Ese delicioso gruñido lo escucho Julien hasta la calle, donde satisfecho, pero con la entrepierna dura como roca, comenzó a caminar, de nuevo sin rumbo fijo.


**


Tristan tomo la autopista, enormes arboles bordeaban el asfalto, Luna miraba a todos lados admirada del paisaje. Le gustaban los bosques, de cierta forma los encontraba románticos y misteriosos. Cuando Tristan se detuvo en un sendero al lado de la autopista ella lo miro a través de la careta del casco.
-¿Qué? ¿Caminaremos desde aquí?
-Me temo que si – contesto. -¿Te molesta?
-Para nada – Luna bajo de la moto y dejo su casco atorado en la motocicleta. –Vamos – estiro la mano para que él la tomara, sin resistirse y sin pensarlo, la tomo.
Comenzaron a caminar por el sendero. El camino, igualmente rodeado de arboles con hojas verdes debido a la primavera, las hojas y la tierra medio mojada hacían ruidos extraños cuando ellos pasaban encima, hacía sentir a Luna en una aventura fantástica con su caballero de resplandeciente armadura.
-Cuando era pequeño… - comenzó Tristan, Luna lo miro y lo vio con el ceño fruncido. –No lo recuerdo muy bien, pero cuando era pequeño venia aquí con mi hermano y mi primo. Mi padre y mi tío nos traían. Decían que veníamos a hacernos hombres, acampábamos no muy lejos de aquí, era divertido – sonrió.
-¿Te hiciste hombre entonces? – sonrió Luna, divertida.
-Algo parecido – levanto los hombros. –Quise hacerme el valiente y subí por el acantilado, hay un rio no muy lejos, pero resbale y me gane… - soltó la mano de Luna y abrió su chaqueta de cuero para descubrir su cadera, de lado derecho justo sobre el hueso tenía una rara cicatriz.
-¡Ouh! – Mordió su labio y curiosa acaricio la suave piel de Tristan. -¿Dolió?
-No lo dije en voz alta cuando aterrice en el agua. Pero si, mucho – Luna alejo la mano y él cubrió su piel. –No se lo digas a mi hermano, mucho menos a mi primo – pidió juguetón.
-Vale, tu secreto está a salvo conmigo.
-¿Tienes alguna historia dolorosa que contarme?
-No – contesto ella.
-¿Ni una sola?
-¿Qué tenga que ver con cicatrices? – Tristan asintió. –Una. Mi padre me deslizaba en un carrito, era divertido, pero sentí que iba muy rápido, olvide la palanca del freno, quise frenar bajando mi rodilla al piso, y… - intento subir su pantalón hacia la rodilla pero no lo logro. –Ush, bueno, me raspe la rodilla, ahora se ve como una mancha, pero dolió mucho. Fue como si me quemara.
-Quizá después me la muestres – continuo caminando. –Vamos, falta poco.
Caminaron un par de minutos más. Contándose como, donde y cuando se habían hecho marcas en el cuerpo. Para Tristan era más fácil descubrirse y mostrárselas, para ella, era muy difícil, ya que la mayoría era en las piernas y un par que tenía en el nacimiento de sus pechos y su espalda.
-Llegamos – anuncio.
El sonido del agua rebotar contra las rocas, mientras fluía más allá de sus miradas era relajante. El lugar era como salido de un cuento antiguo. Rocas de rio negras bordeaban el rio. El agua chisporroteaba relajante y el aire chocaba contra las hojas de los arboles, disipando un suave perfume a tierra húmeda y arboles.
-Aquí me hice hombre – soltó nostálgico. Se deshizo de su chaqueta, su playera, después de sus botas, y finalmente sus jeans. Luna abrió grandes los ojos, contuvo el aliento.
El duro y masculino cuerpo de Tristan le hizo boquear. Él tenía cada musculo tallado desquiciantemente sobre su bronceado cuerpo. No era morena como la piel de Luna, pero su dorado tono comenzaba a volverla loca. Realmente no sabía si dejar de mirarlo o acompañarlo. Lo único que sabía, y que estaba totalmente segura de ello, era que Tristan era un hombre delicioso. Alto, fuerte, con cada pulgada de su cuerpo dura y esperando su toque curioso.
-¿Te quedaras mirándome o me acompañaras?
-¿Uh? – volvió a Tierra, después de escanearlo de arriba abajo. No solo una, mil veces, grabándolo en su mente para noches solitarias y calientes.
-¿Vienes? Aun quiero ver la cicatriz de la varicela – sonrió pícaro.
Ella sonrió un poco mirando el suelo rocoso y cubierto de hojas. Cediendo se inclino para descalzarse, su blusa la acomodo junto a sus stilettos, de espaldas a Tristan deslizo sus jeans al suelo rocoso y húmedo, y se giro de frente a él con las manos temblorosas.
-Dios – jadeo él. –Sigue…
-¡Hey! – chillo ahogada. –Tu estas en ropa interior – acuso, mirándolo de nuevo.
-Ya… - levanto las manos rendido. –Pero yo no tengo curvas peligrosas en el cuerpo, tu si – levanto ambas cejas.
Realmente no supo cómo es que su miembro no se irguió al ver como ella se desnudaba ante su lujuriosa mirada, como es que a cada movimiento de su cuerpo pequeño pero candente él no le había saltado ya encima, como es que cuando ella se había girado de frente solo con ese conjunto de bragas y sostén negro su corazón se detuvo. Tenía que ser un tipo estúpido, imbécil, o demasiado afortunado para tener a una mujer como ella frente a sus ojos. Cada curva de Luna, devastadora y palpitante le provocaba pensamientos y fantasías impuras. Deseos ocultos y sucios.
-¿Seguirás mirándome o nadaremos un poco? – Luna utilizo el mismo tono pedante de Tristan hace unos minutos, ahora parecía que le habían cortado la lengua. Paso de largo junto a él. El hombre la devoro con la mirada, sintiendo finalmente, el tirón en el centro de su cuerpo. El trasero de ella, redondo y firme lo hizo tragar en seco, ansioso y deseoso de poder palmearlo algún día.
La siguió al agua cuando ella se metió hasta que el agua cristalina cubrió por debajo de los pechos, eso le indicaba que apenas el agua le cubriría por encima de su miembro. Con rapidez, la alcanzo y se zambullo por completo dentro del agua, esperando que la temperatura disminuyera el calor en él. Salió a flote hasta que el aire se le termino.
-¡Me asustaste! – gruño ella.
-Perdón – hizo un puchero para tranquilizarla. -¿Me mostraras la cicatriz de la varicela? Si mal no recuerdo dijiste que estaba en tu pecho derecho – se toco el mentón.
-Vale – se acerco a él, de puntitas apenas tocando el fondo le señalo una diminuta mota de piel. –Aquí… - señalo con su dedo índice. -¿La ves? – la marca estaba aproximadamente a 5 centímetros de en la unión de sus pechos.
Tristan la observo atento, conteniendo el aliento, teniendo una vista casi en 3D no, no, en 4D de sus pechos, la piel húmeda le sentaba de maravilla. Nadó un poco hacia la orilla para que Tristan observara mejor su piel.
-¿Y esto? – señalo debajo sus pechos. Donde tres lunares parecían caminar hacia sus senos, esa pequeña marca comenzaba a formular sueños húmedos en su cerebro.
-Es un lunar, todas en mi familia lo tienen, todas las Phellan – dijo orgullosa de su linaje.
-Vaya… Yo tengo – rebusco sobre su piel una marca de nacimiento. -¡Aquí! – debajo de su pectoral derecho, casi a la altura de las costillas tenía un lunar. –Creo que los Van Gulick, todos también lo tienen. Aunque el tuyo es más… sexy – la morena se sonrojo, y en defensa lo salpico de agua.
Entre juegos, bromas y caricias furtivas, terminaron enrollados sobre el suelo de rocas, al pie del rio. Luna estaba encima de él, pegados cuerpo a cuerpo, boca a boca, pulso a pulso. El centro de ella, caliente y húmedo lo necesitaba, sentía chocar contra su vientre la dura pasión de Tristan.
-Lu… - la tomo de las mejillas. El cabello negro húmedo de ella, se deslizaba entre sus dedos. –Eres tan hermosa.
-Shh… - pidió ella lanzándose a sus labios. Ansiosa.
-Prometo jamás lastimarte – ella se detuvo. –Lo juro…
-Tristan, no digas nada – Ya antes le habían dicho eso. Escucharlo de nuevo era difícil y doloroso. –Solo bésame.
-Soy mejor que cualquier otro que haya…
-Shh – pidió de nuevo cerrando los ojos. –No digas nada, Tristan – repitió. –Demuéstralo. Pruébame que no me lastimaras, y entonces te creeré.


**


Muerta de cólera y ardiendo ansiosa de venganza, Renata se vistió. Corrió escaleras abajo, esquivo a la señora Spencer que deseosa de saber que había pasado, estaba en el lobby con una taza dispuesta para pedirle azúcar.
Una vez en la calle miro hacia ambos lados. Alcanzo a ver a Julien antes de que él llegara a la esquina para cruzar a la otra acera. Corriendo con todas sus fuerzas lo alcanzo, lo jalo de la muñeca con fuerza y le dio una bofetada.
-Te mereces más - gruño ella cuando vio que él sonreía con suficiencia. La potencia con que lo había golpeado le dejo la mejilla roja. -¿Qué intentabas demostrar allá arriba, eh?
-Que yo también puedo dejarte húmeda y deseosa cuando quiera – contesto para sorpresa de ella. -¿Te gusto lo que hice allá arriba?
Estuvo a punto de contestar afirmativamente, mordió su lengua y decidió golpearlo de nuevo. Esta vez no tuvo tanta suerte, Julien le tomo la mano, deteniéndola.
-No, hermosa. No me golpearas de nuevo en la calle – sentencio. –Pero quizá yo golpee ese delicioso trasero tuyo – la jalo de la cadera pegándola a su cuerpo. Renata jadeo al apreciar chocar el bulto de la entrepierna de Julien contra su vientre. -¿Sientes eso? – murmuro, sobre la piel de su cuello. –Lo provocas tú, Renata. Estoy más jodidamente duro que una puta roca y aun así te deje tirada en tu departamento. Si no estoy loco no se que demonios me pasa.
Renata tomo aire por la boca.
-¿Qué es lo que quieres de mi?
-Todo. Lo quiero todo.
-Tengo novio – dijo como advertencia. No es que no deseara a Julien, o no es que no quisiera a William. Lo cierto era que estaba perdidamente enamorada de Julien, de la desquiciante forma en que veía la vida. La pelea que mantuvo Julien en la calle la primera vez, mejor dicho, la segunda vez que lo vio, la tenia húmeda de tan solo recordarla. Era salvaje, libre, rudo, grosero. Era el chico malo de la ciudad y eso le encantaba, no podía negarlo, y sería una maldita mentirosa si decía lo contrario. Él la tenía totalmente loca.
-Eso no es impedimento, ¿o sí?
No quiso contestar. Los ojos azules de Julien la reflejaban con un halo de demencia.
-¿Qué hacías en el edificio donde trabajo una noche antes de Navidad? – quiso saber, solo intento cambiar el tema, porque lo que Julien había inquirido la estaba haciendo considerarlo.
-Iba entregarte una carta.
-¿Una carta?
-Olvídalo, ya no es importante…
-¿Qué decía la carta?
-Nada – se separo apenas un centímetro de ella y acaricio los suaves mechones de cabello marrón que bailaban alrededor de su rostro. –Eres…
-Dime que decía la carta – urgió. –Dime – exigió.
-Niña, no decía nada de importancia, ¿vale? Ahora – la tomo de las mejillas -¿es impedimento que tengas novio?
-Yo… - con la garganta seca observo detenidamente a Julien, tenía que levantar la mirada para poder perderse en el azul celeste de sus ojos, y eso no impidió que ella perdiera la razón.
-Si tu no le dices a nadie, yo no le digo a nadie – juro Julien. Como había dicho anteriormente: No comparto mis crayones, y aun así, la idea de ser amante de Renata despertaba en él una adrenalina llena de lujuria que corría por sus venas divertida y ansiosa.
“No soy una puta”, quiso decir Renata. No pudo. Su cordura ahora estaba en manos del tipo jodidamente bien parecido y demente que tenia frente a ella, a la espera de una respuesta. En el fondo, sabía que si ella decía ‘Si es un impedimento’ Julien la besaría hasta que finalmente accediera a su propuesta. Así que ahora sabía su respuesta.
-Si es un impedimento.
Como si hubiese tenido un déjà vu, Julien la tomo de la nuca y la beso desarmándola. Sus barreras cayeron ante ese beso, lo tomo son fuerza de la cadera y acaricio su espalda musculosa y perfilada.
-¿Sabias que te iba a obligar decir que no era impedimento, verdad? – pregunto satisfecho de la reacción de Renata.
-Aun no me convences…
-Eres vil – dijo para después besarla de nuevo.
El beso termino con una mordida sobre el labio inferior de él, hecho por Renata.
-Eres perversa – adulo. -¿Te veo después? – pregunto con esperanza, misma que quiso ocultar demasiado tarde.
-Yo te llamo – le guiño un ojo y camino de regreso a casa.
Volvió a su departamento con una sonrisa estúpida bailando en su rostro. Jamás, jamás lo hubiera creído si alguien le hubiera dicho que tendría a Julien Van Gulick como amante, nunca. Se tumbo en su cama, mirando el techo, recordando los besos de Julien, la forma en que sus manos se aferraban a su cadera y su nuca.
Nunca había tenido un amante. La palabra le resultaba, ahora, de un extraña manera, divertida. Sabía que se divertiría con él, y él con ella, ¿Por qué no? Además… Dicen por aquí “Hay que darle placer al cuerpo”.


**


Tristan se levanto para sentarse con ella frente a él. Mirándola a los ojos comenzó a besarla y paso las piernas de ella a cada lado de su cadera de modo que estuviesen sentados frente a frente y muy cerca, casi respirando sincronizados.
Él se aseguraría de demostrarle que no iba a lastimarla y que cuidaría de ella, daría su vida por ella si fuera necesario.

-Luna – su nombre salió de sus labios como un dulce lamento, como una vieja y delicada melodía, ella lo escucho y su piel se enchino. Una de sus manos voló al centro de ella, anticipando los hechos, agitada dio un respingo cuando sintió los dedos curiosos de Tristan acariciar su monte. No se atrevió a hablar, sedada por el angustiante placer que él se encargaba de estimular. Sus manos se aferraron al cuello de él, presionándolo contra su pecho, ansiosa de sentir más.
En un hábil movimiento, Tristan coloco a Luna debajo de su cuerpo, la morena mantenía las piernas abiertas, dispuesta a alojarlo en su cuerpo cuando él estuviera listo, y lo estaba. Su centro se había abultado debajo de esos bóxer de algodón, eso solo la hacía sentir emocionada y excitada. Su centro húmedo necesitaba de Tristan con urgencia, una urgencia que la desquicio el tiempo exacto en que él se las ingeniaba para pasar un brazo por debajo de su pierna derecha y con los dedos acariciar su botón y con la boca enloquecerla.
Luna se retorcía de placer, sollozaba enloquecida, pidiendo más con la voz entrecortada. La piel se calentó aun más cuando Tristan hizo desaparecer sus bragas negras, volvió sus ojos a él y lo encontró dispuesto a devorarla. El gemido que se escapo de su pecho se mezclo con el gruñido de placer de él. De nuevo Tristan paso la mano debajo de su pierna, pero esta vez no solo sus labios la torturaron, al ruedo apareció su lengua viperina y ladina que conspiro contra la razón de Luna.
Tristan la torturaba a conciencia y con descaro, orgulloso de los sonidos adictivos que dejaba escapar Luna, consciente de que estaban solos en el bosque, tan solo con el ruido del agua fluir, los sollozos de Luna y los gruñidos de él, conjugados en armonía para proporcionar el mejor de los placeres del hombre. Sintió el momento exacto en que las paredes de Luna ciñeron sus dedos y su lengua, el momento en que su botón se endureció a tal grado que ella no pudo más que gritar su nombre. Mismo que le supo a gloria.
Ahora podía decir con exactitud que había estado en el Cielo, porque solo Luna podía saber tan delicioso. El sabor de su sexo se unía al sabor de su orgasmo, su placer se extendía gracias a su sabia y curiosa lengua, ella aun retorciéndose, le hizo saber su suerte cuando finalmente con las mejillas rojas y el cuerpo perlados de sudor, se desvaneció lánguida sobre las rocas del rio. Conocía Tristan ahora, el sabor de las nubes, el sabor de la lluvia, conocía el aroma del viento y sabía que solo ella podía darle el mayor de los placeres.

2 comentarios:

Ale de Moesia dijo...

Dioses!!!! Awwwwwww que capi tan lindo!!!!
Soy Team Trish definitivamente!!!!! :D DIoses!!!! ese hombre es la cajita de McDonalds completa!!! y esa Luna hacen una pareja hermosa!!!! <3<3
Y la parte romantica de la cita!!! Me he dado cuenta que ha sido la primer cita en serio en toda regla que leo aqui!!!! awwwwwwww y zaz se le olvido a donde la llevaria!!! eso pasa a menudo awwww <3.<3 Love is in the air!!!
Y Bueno deduje que Rens y yo somos diferentes desde que lei que ella puede comer chocolate yo no xD jajajaja y ahora con tener un amante chan chan!!! Ellos muy mal xD Pero es el desarrollo de tus personajes awww hay de todo!!!
espero prox capi :D

Ada Parthenopaeus dijo...

de a cuerdo con mi ale so y tem Thrish!! y pues este capitulo estuvo remegawowww!!!!!!!!!!!! me fascino mi dulce Beu... Oh que buenooo

Las chicas del Té de Lemmon

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