enero 20, 2012

Outtake: Día de lavandería (Maldita delicia & El placer es mio...)

Hoy... Ya se que es día de Maldita delicia. Pero... No es que no tenga preparados los capítulos ni que no los haya editado y agregado imagenes, NO. No crean eso... (lalala ♪♫ XD). Aun así, quería mostrarles un outtake que termino siendo Crossover :} Y me rete encanta *.* Y no es porque salga mi hombre Noah. No, no, no... ¡Que va! XD
Enjoy ^^ Que ya me emocione harto... Tan solo de buscar imagenes. ¡Puuuf! :}





Outtake: Día de lavandería


-Así que… Tu prima tiene novio – Lex limpiaba sus manos en un trapo y camino alrededor del auto que Kenzi revisaba. – ¿No te habías enterado, Jack? – inquirió fingiendo sorpresa.
Lex había pillado a Kenzi en un bar, muy interesada en un tipo moreno de cabello largo. Para cuando Kenzi se dio cuenta de que Lex los miraba divertido con ambas cejas levantadas, intento que le guardara el secreto, con nulos resultados. Lex amaba molestarla, y justo ahora la delataba con su primo. No es como que quisiera ocultar su felicidad, pero sabía que Jack la quería como una hermana y la protegería aun más que a Luna, debido al pasado que arrastraba Kenzi.
-Cierra la boca, cretino – lo amenazo con una llave.
-¿Entonces es verdad, Kenzi? – Jack la miro, Kenzi bajo la mirada y asintió, dándole un pisotón a Lex.
-¡Hey! – salto sobre un pie. –Pensé que ya sabía…
-¡Mentiroso!
-¿Quién es él? – pregunto Jack, ignorando los bufidos molestos de Lex.
-Es…
-¡Enorme! – jadeo Lex. –Lo digo en serio. El tipo mide como dos metros. Un gorila – Kenzi sonrió al recordar que ella así lo llamaba antes. –Dios, es un gorila, sí, eso. Kenzi parece su hija a su lado, tan pequeñita – agudizo la voz.
-Al menos mi novio es guapiiiiiisimo – exclamo Kenzi orgullosa y presumida – y no un estúpido descerebrado como la fulana con la que andas – remato mirando a Lex, ladina.
-Ella solo es para pasar el rato… - explico restándole importancia.
-Lex – previno, Jack.
-¿Si, dime?
-Eres un imbécil machista de mierda. Y te atreviste a llevarla a la boda de la amiga de Luna. Que mierda eres – gruño molesta. –Nosotras no somos para pasar el rato.
-Ella sí.
-Lex…
-¡Estúpido! – Kenzi se le lanzo encima, pero antes de que ella le propinara un puñetazo unas enormes manos la tomaron de la cadera en el aire. Ella jadeo, miro hacia atrás con odio y de inmediato como si alguien hubiera apretado el botón de ‘apagado’ su semblante colérico cambio a uno tierno casi irreal para ella. –Hola…
-Hola, gatita – sonrió Noah. Le dio un suave beso en los labios y la coloco de nuevo en el suelo. -¿Qué hacías? Tus gritos se escuchaban hasta la esquina – sonrió divertido.
-¿Quién eres tú? – Jack cruzo los brazos sobre su pecho y lo miro con detenimiento.
Noah vestía unos jeans, botas y su típica playera que se ajustaba desquiciante sobre su duro y perfilado torso, con las mangas sobre sus codos, mostrando el tatuaje de su brazo. Su cabello despeinado y esa barba que tanto adoraba Kenzi. Su miraba oscura reflejaba ternura, amor. Ni Jack podía negar eso, aun así, no dejo la postura ruda y amenazante.
-Noah, soy…
-Ya sé quién eres.
-El chivato de mierda de Lex se lo dijo – agrego Kenzi, miro a Noah como si el sol la deslumbrara.
Lex bufo, pero se mantuvo detrás de Jack.
-¿Tu eres…? – Noah levanto la ceja sin dejar su semblante pacifico.
-Es mi primo…
-Jackson Phellan – dijo, pero no estiro la mano para saludarlo, Kenzi detuvo la mano de Noah, que tenía toda intención de plantarse frente a Jack para estrecharla. – ¿Qué es lo que haces aquí?
-Vine a recoger a Kenzi para ir a cenar…
Kenzi sonrió como boba.
-Está ocupada – sentencio Jack.
-¡Qué! - chillo la chica. –Estas completamente fuera de lugar – arrojo el trapo sucio a la cabeza de Lex y se fue adentro a quitar el overol. Regreso en menos de un parpadeo, con los 3 hombres en el mismo sitio en donde los había dejado, salvo que más tensos. –Listo – sonrió a Noah y lo tomo de la mano. –Adiós…
-Kenzi – llamo Jack.
-Jack, no estoy para que juegues el rol de mi madre. Ya soy mayor y se cuidarme sola…
-Me mataría antes de hacerle daño – aseguro Noah.
-Yo te mataría primero que ella – lo señalo.
-Lo tendré en mente – Noah asintió y salieron juntos del taller de autos.

Lex se froto la cara, embarrándose grasa en las mejillas.
-Te lo dije, es enorme.
-¡Y tu un imbécil! El tipo la adora. Además, te salvo a ti de un duro golpe por parte de su puño – sonrió.
-Jum – frunció los labios. –Muérdeme…
-Eso se lo dices a diario a tu novia, ¿eh?
-Serás imbécil – bramo Lex. –No es mi novia. Salimos un par de veces y bueno, no quería ir solo a la boda de Emily. ¿Cómo me vería?
-Como el tarado que eres – respondió divertido.
-¿Lo ves? Más claro ni el agua. Me vería como un idiota frente a Renata. Ella con su novio rubio millonario. Venga, no quería ir solo, es mi excusa.
-Que excusa tan mierda. Eres un chapucero. Fue tu culpa que ella este con el rubio.
-Su hermano me odia – recordó.
-Vincent es un buen tipo. Solo quiere lo mejor para su hermana. Eres un buen prospecto, ya alguna vez se lo dijiste a Renata si mal no recuerdo.
-Soy lo mejor de Manhattan – inflo el pecho con orgullo.
-Si tú lo dices – Jack rodo los ojos.
-Dame algo de crédito, somos amigos.
-Pero no soy un chivato de mierda – finalizo.

Terminaron con el auto que Kenzi arreglaba y cerraron el taller. Lex camino hasta su loft.
Quizá si era su culpa que Renata estuviera con ese rubio, en verdad que se le veía feliz. Él no quería arruinar esa felicidad que se podía leer en sus verdes ojos. Él solo quería verla contenta y si ella lo estaba con el rubio, él no sería la nube gris en su día de picnic, no importaba que tan necesitado estaba de ella, de su cuerpo, de sus labios, de sus jadeos, él lo único que quería era verla feliz.
Llego a su loft. Sin ganas de nada más que de tumbarse en la cama y pensar en lo que pudo ser, se desnudo por el pasillo y encendió la luz de su habitación pegando un grito de sorpresa. Deborah lo esperaba con un conjunto de lencería diminuto, Lex trago y levanto una ceja juguetón.
-Hola – Deborah gateo sobre la cama y se quedo en la misma posición levantando el trasero. La chica de tez apiñonada y ojos color miel, era la viva imagen de la lujuria, según Lex.
-¿Cómo entraste?
-Tengo mis secretos – sonrió.
-Ya veo – Lex rodeo la cama y se recostó.
-Tengo ganas de jugar esta noche…
-¿Scrabble? Nah – frunció el ceño y negó con la cabeza. –Yo estoy cansado. A dormir… - se volvió sobre su hombro derecho, dándole la espalda, y cerró los ojos, quedándose dormido de inmediato.





***






Se estiro por completo sobre la cama, pero algo interrumpió su rutina al despertarse. Abrió solo un ojo, conociendo la razón del por qué no tenía la cama solo para él.
-Se supone que tu hechizo acaba a media noche – dijo con la voz ronca.
-Pensé que te gustaría que despertáramos juntos – su voz melosa lo hizo estremecer de mal modo. Se giro dándole la espalda y se sentó al borde de la cama, frotando sus ojos y su cabello, deseando con todas sus fuerzas que ella fuera una terrible pesadilla.
Ojala jamás se la hubiera encontrado aquella vez en la fiesta, a donde Jack y él habían ido a tocar.
Rasco su barbilla y se puso de pie.
-Tienes que irte, mi esposa llegara en cualquier momento. Y ella es cinta negra en karate. No quieres meterte con ella, créeme – intento sonar convincente.
-¿Qué? ¿Estas casado?
-Eso dije, si – sonrió divertido. –Ya sabes dónde está la puerta. Hasta nunca – salió de su habitación y se dirigió al baño. Cerró con llave y espero dentro hasta escuchar los ruidos desesperados. Por fin los escucho y salió con una sonrisa victoriosa.
-¡Dios, por fin! – se arrojo a la cama y se tumbo un rato más, las sabanas aun estaban tibias, pero el perfume de ella estaba ahí.
A regañadientes tomo las sabanas, jalándolas con furia, y las metió en una bolsa de tela que Kenzi le había regalado. Misma que su amiga Marion había hecho para esos días de lavandería.
Una vez vestido, salió a la lavandería más cercana. No tenía prisa. Sábado por la mañana, nada que hacer, ninguna cita ni fiesta. Era libre de pasar todo el día, si quería, en la lavandería. Observando a las lindas solteras lavar ropa. Imaginándose como seria tomarlas sobre una lavadora en ciclo de secado. Seria excitante, pensaba.
Con esa idea en la mente coloco las monedas para accionar la maquina, después le puso jabón, y se sentó frente a la maquina a esperar que las únicas sabanas que tenía su cama, quedaran limpias de ese dulzón y desquiciante perfume barato. Una mujer no podía oler a jabón chiquito todo el tiempo. No, señor. Una mujer tenía que oler a rosas, talco para bebés, como una suave brisa que llegara del campo. Tenía que oler a gloria. Froto su cara, aun cansado.

Lex miraba hipnotizado a las sabanas revolverse. Ir y venir en un remolino. Tal como era su vida ahora. Ir y venir de cama en cama, con desconocidas caricias vacías y miradas que no lo calentaban ni tantito.
-¡Hey, Lexia! – levanto la vista. Era Kenzi. Entre sus brazos tenía una bolsa de tela como la de él, solo que la de ella era color marrón oscuro, deslavado.
-¡Hey! – levanto solo un extremo de su boca. -¿Tu novio te dejo salir a lavar la ropa? – sonrió burlón esta vez.
-Su novio vino a lavar ropa con ella – Noah apareció atrás de Kenzi tan de pronto que Lex sintió su estomago revolverse, envuelto en vértigo.
-¡Epa! – exclamo en son de paz. –Kenzi es como la hermana menor que jamás desee… No lo tomes personal, grandulón – levanto las manos, rindiéndose.
-Ya… - asintió tranquilo. –No pasa nada – tomo la bolsa de Kenzi y fueron al fondo de la lavandería.
Lex suspiro, los observo un rato. Cautivado de forma extraña por el comportamiento del enorme novio de Kenzi. Él separaba la ropa de ella, mientras Kenzi lo miraba frunciendo el ceño. En más de dos ocasiones agito entre sus dedos las bragas de ella. Y la chica desesperada saltaba sobre Noah para que nadie las viera.
Wow. ¿Así tenía que ser una relación en serio?
Ir juntos a la lavandería. A los bares. Al cine. Viajar en tren. Pasar el tiempo juntos, y como dijo Deborah: Despertar juntos.
Soltó el aire por la boca y poco le falto para soltar trompetillas como un niño aburrido. Cerró los ojos y dejo caer la cabeza en el asiento de atrás, mirando los ventiladores viejos que se bamboleaban precarios desde el techo verduzco del local.
Tal vez más tarde iría a buscar a Ren…
-Pensé que jamás lavabas tu ropa, Lexy – Kenzi lo miraba recargada sobre una maquina.
-Soy un estuche de monerías – contesto Lex, sin cambiar de posición. –Yo pensé que eras lesbiana, ¡y mírate!
-Ja, ja, ja, que gracioso – le mostro la lengua a pesar de que él no podía verla. –Ya en serio… ¿Qué haces aquí?
-No queria que su perfume barato siguiera en mis sabanas. Son las únicas que tengo, ¿sabes?
-Bien – asintió. -¿Y buscaras a aquella que tenga el perfume adecuado para así no tener que lavar las sabanas después?
Lex sonrió divertido y se digno a mirarla.
-¿Cuánto te tomo saber que el grandulón era el indicado? – con la cabeza señalo a Noah que terminaba de meter la ropa en una maquina.
-Es raro, porque ninguno de los dos queria aceptarlo – recordó nostálgica.
-Curioso – concordó. –Pues bien, en mi caso, es divertido saber que tuve a la mujer entre mis brazos pero fui un pendejo y la deje ir.
-Quizá ella…
-No Kenz – negó con la cabeza, abrumado. –Ella está con alguien. Y la veo feliz. Quizá era el destino que yo no estuviera en su vida.
-¿Qué tal si vas a echar un vistazo? Tal vez ella se aburrió de su perfecto novio, ¿no crees? – inquirió.
-A veces dudo que seas mujer, Kenz.
-¿Cómo, por qué?
-Porque eres malévola, niña. Dios. Pobre de tu novio. Eres una bruja.
-Que torpe eres – le hizo una seña obscena con el dedo medio y camino hasta su enorme novio, que la recibió elevándola en el aire y dándole un beso caliente que incluso Lex tuvo que desviar la mirada para no sentir celos de esos tortolos.

La maquina pito cuando sus sabanas estuvieron secas. Como hombre orgulloso que era las metió echas bola en el saco de tela. También, como era de suponerse, no entraron al saco de tela.
-Venga, también hacia eso antes de conocer a Kenzi – era el grandulón.
-Yeap. Quizá algún día me la prestes un rato – Noah lo miro. –Digo, para que doble mi ropa – se apresuro a agregar.
-Entiendo – soltó una grave carcajada. Sacudió las sabanas y le mostro como doblarlas, de modo que tuviera espacio de sobra en ese saco de tela amarillento. –Listo.
-Gracias, hombre. En serio no sé ni lo que hago o digo.
-Suele pasar.
-Más cuando tienes un gorila al lado – murmuro pero Noah si lo escucho.
-El gorila más feliz del mundo – le dio un, según él, suave golpe en el hombro que hizo que Lex diera un par de pasos al frente para no caer de bruces inmediatamente. -¡Woah!
-Adiós, Lexy – se despido Kenzi. Lex levanto la mano y asintió mientras ellos se iban.
-Adiós, peque… - agrego Noah.
-Si – sonrió.

Regreso a su loft y tendió la cama con las sabanas libres de perfume barato y jabón chiquito. Y mientras tendía su cama recordó el tiempo con Renata. Las fresas sobre todo. La tarde entera junto a ella. Principalmente el sabor de su piel azotándole la lengua. ¿Cómo fue tan tonto para dejarla ir así como así?
¡Ah, ya! Miedo.
¿A qué?
A enamorarse de ella. Demasiado tarde había puesto barreras.
Ya estaba enamorado de ella. Perdidamente enamorado de ella.

1 comentario:

Ada Parthenopaeus dijo...

aaha Rens es la reina de corazones a que si.. dejando a todos rendidos a sus pies vamos me ha encanrtadoooooo Lex te lo merecias por meme

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