febrero 24, 2012

El lado Oscuro: 6. Pequeña mente diabólica

¡Hola! (: ¿Que tal estuvo su semana? La mia...tensa. En fin, aqui nueva entrega de El lado Oscuro :} Esta historia me encanta en lo personal y salio de una locura (:
Enjoy ^^

Por cierto... ¿Les gusta el nuevo mameluco de nuestro baby hermoso? *.*
Espero que te gusto mi Ale ♥

6. Pequeña mente diabólica

-¡Odio a Melanie! – Samantha chillo a viva voz en el despacho de Bran, apenas tenía una noche en la mansión Hardenbrook y ya odiaba a la adorable niña.
-¿Qué hizo esta vez? – Bran oculto la sonrisa satisfecha tras el periódico del lunes.
-Ella dijo que no dormiste conmigo, ¿puedes creerlo? No es como si en la noche hubieras abandonado tu propia habitación para dormir en otro lado, ¿o si?
Bran rodo los ojos. Si había dormido en otro lado, para ser claros en la habitación de Melanie, sobre el sofá-cama que tenia la niña al pie de su cama. Que buena idea tuvo Winter al comprar uno de esos para las emergencias. La niña había pegado un grito de horror cuando lo vio entrar con una almohada de plumas en su habitación, ella y Winter leían un libro de historias de terror de H.P. Lovecraft.
›› -¡Largo de aquí! – grito Melanie.
-Tranquila, dormiré en el sofá – arrojo al piso los osos de peluche y desplego el asiento del sofá. –Ayúdame Winter.
La chica tomo sabanas y cobijas del armario de Melanie, acomodo los cojines a los lados de la cabecera del sofá.
-Estará mejor en alguna habitación de huéspedes, señor – comento Winter estirando las cobijas.
-O en la casa del perro – sonrió con malicia, Melanie.
-Tu estarás mejor con el perro que no tenemos y que aun vive en la perrera – ataco Bran, levantando una ceja.
-Ush – cruzo los brazos. –No vas a arruinar la noche de cuentos de terror, tarado.
-Oh, claro, claro… - rodo los ojos y se acostó en su nueva cama. No era suave ni tenía el aroma de Winter… -¡Mierda! – tan rápido como entro, salió de nuevo y azoto la puerta al salir.
-¿Ahora que le pico a ese idiota?
-Veré que no le haga falta nada a Samantha.
-Sera difícil complacerla, porque a la rubia le falta la materia gris, Win – rio de su propio chiste. Winter sonrió y salió de la habitación.

Bran regreso a su habitación, Samantha estaba recostada en el lado de Winter. Se acerco a ella con pasos decididos y le toco el hombro, casi de inmediato la rubia abrió los ojos.
-¿Qué pasa? – pregunto con voz pastosa.
-Tengo que mostrarte algo – fue lo primero que se le ocurrió. La chica salió de la cama de inmediato y se puso su bata de seda rosa sobre su camisón transparente. Tomo la mano de Bran y juntos salieron de la habitación.
Bran la llevo hasta la casita que tenían al lado de la piscina. El futon de sabanas blancas estaba en orden, así como la pequeña cocineta, los sofás color miel y el baño. No había nada fuera de su lugar. Pero no fue al futon a donde la llevo, como esperaba ella, sino al sofá-cama que tenía en su improvisada sala.
-Así nadie nos molestara – acomodo cobijas y sabanas como había hecho Winter en la habitación de Melanie. Se recostó. Samantha lo miro con desaprobación, Bran estiro una mano para que ella lo siguiera.
-¿Por qué no en el futon?
-El colchón esta duro, lo odio – mintió, convenciéndola con una sonrisa petulante.
Samantha lo abrazo, rozo sus pies con las piernas de él y finalmente, gracias a Dios, cayo dormida. No podía negar que ella lucia como un precioso ángel. Sin embargo, Bran no era fan de los ángeles, él prefería jugar con fuego. ‹‹

-Se que dormimos juntos, en la casita de la piscina – sonrió.
-Lo puedes apostar…
Solo que no apueste su vida en ello, porque seguro la perdería. Ya que apenas Samantha cayó en un profundo sueño, Bran se deslizo fuera de la casita y del sofá-cama para correr a la habitación de Melanie. Estuvo tentado a ir a su propia habitación o aun mejor a la cama de Winter en el sótano, sabía que ahí nadie lo buscaría, pero para qué arriesgarse, tenía que hacer enojar a la niña para que estuviera insufrible todo el día.
-Lo sé – Samantha se sentó en el escritorio, su vestido azul marino con pedrería en el escote destacaba sus pechos y sus largas piernas. – ¿Te apetece ir a la playa y caminar en la orilla?
‹‹ ¡Eso es de estúpidos enamorados!››
-Lo lamento, nena, tengo trabajo que hacer – dejo el periódico sobre las piernas de ella y tomo su maletín de piel, abandonando su oficina.
Bajo a la cocina donde encontró a Winter aprendiendo la noble arte de hacer muffins de chocolate.
-Joven Hardenbrook – saludo Briseida.
-Samantha estará aquí mucho tiempo. No la dejen entrar a mi habitación, ¿esta claro?
-Transparente – contestaron Winter y Briseida en coro.
-Winter – cabeceo en dirección al pasillo del sótano. La chica limpio sus manos y lo siguió hasta el cuarto de lavado. –Toma la llave de mi habitación, no quiero que nadie más que tu, entre, ¿bien?
-Claro, señor.
-Estaré en la oficina el mayor tiempo posible, si Samantha pregunta por mí, dile que tengo muchos pendientes o lo que se te ocurra. Eres buena para las historias fantásticas – tomo un mechón que salía de su coleta de caballo y lo llevo detrás de su oreja. –Y que Melanie sea una niña encantadora como casi siempre es – le guiño un ojo.
-Muy bien – asintió guardando la llave dentro del bolsillo de su vestido gris.
-Cuando llegue quiero mi baño relajante en tu habitación.
-¿Cómo, como dice?
-Lo que oíste – confirmo. Le dio un suave beso en los labios y palmeo su trasero. –Nos vemos más tarde.
La dejo en el cuarto de lavado con el corazón latiendo descontrolado y el sabor de sus labios quemando su cuerpo.

Melanie fue tan encantadora como una planta carnívora. Lanzaba indirectas a Samantha a diestra y siniestra a la hora de la cena. “¿Dónde esta Bran? ¿Trabajando? Bah, y yo soy la Reina Isabel”. Samantha apretada su cubierto con fuerza y bufaba por lo bajo, Melanie parecía divertirse más haciéndola rabiar a ella que a su tío. Era una lástima que Winter no estuviera presente en el almuerzo, lo que hubiera pagado por ver el rostro de ángel de Samantha como un rubí, colérica y con ganas enormes de estrangular a la niña.
-¿Winter? – llamo la niña.
La chica acudió a su llamado. Las mejillas de la rubia parecían explotar.
-¿Sabes que hace mi tío tan tarde en una noche aburrida de lunes?
-Trabajo pendiente, cariño – sonrió.
-Uh-hum – asintió sin creérselo. Su tío trabajaba como un reloj suizo. Ella lo sabía, desde temprano tomaba su desayuno, trabajaba o hacia que trabajaba, volvía a casa a la hora de la cena, a las 5, y después tomaba su masaje a las 7 de la noche. Melanie ya había memorizado el horario rutinario de su tío a la perfección. A ella no podía engañarla.
-Que raro… - se rasco la barbilla. –Siempre regresa a las 5 en punto y cenamos los tres, ¿no crees que es raro, Samantha? – recargo el mentón sobre las manos, reposando los codos sobre la mesa.
-¿Quiénes tres? – chillo alterada la rubia.
-¡Ah! Mi tío teme que lo envenene mientras cena, él invita a Winter a compartir la mesa. Es tan lindo con ella – le guiño un ojo, ese gesto similar al de Bran, provoco una sonrisa en Winter.
-¡A ti! – Samantha la señalo con desdén.
-Tu tranquila, Winter es muy educada y linda más que muchas personas que conozco – no dejo de mirarla. –Winter se ve muy preciosa con ese vestido negro que mi tío hace que vista cuando cenamos juntos. ¿A que si, Winter?
-¿Quieres doble ración de postre, Mel? – pregunto Winter, estaba a nada de abrazarla.
-¡Mmm! – se relamió los labios. El helado de vainilla era su favorito, más de la forma en que Winter se lo preparaba. –Todo doble, gracias. ¿Tú, Sammy, quieres doble ración? ¿O temes engordar… más? – la miro fascinada.
-¡No estoy gorda! – exclamo con pasión.
-Entonces que sea doble ración – choco las palmas la niña. –Morirás satisfecha una vez que Winter te sirva el helado que prepara.
Winter camino a la cocina.
-¿Cómo sigue tu pie, querida? – Briseida servía el helado en los tazones mientras Winter sacaba el chocolate líquido de la nevera.
-Muy bien, solo fue un rasguño.
-El joven Bran la curo, supongo. Cuando subí a limpiar los cristales no los encontré en ningún lado.
Winter casi tira la botella de chocolate y las chispas de colores al suelo.
-Así es, él me llevo a mi habitación, estoy mejor ahora – finalizo, decoro los tazones de helado y salió de la cocina antes de que Briseida preguntara algo más que ella nerviosa contestara. La mujer tenía un don para descubrir el nerviosismo en las personas, y cuando Winter era interrogada tan a fondo temía que terminara tartamudeando.
-¡Mmm! – Melanie devoro ansiosa su tazón de helado, mientras que Samantha miraba el plato frente a ella como si en cualquier momento el helado amarillo fuera a comerla. Parecía que tenía asco o incluso miedo de comerlo.
-¿Qué pasa, Sammy? ¿No te gusta el helado? – pregunto con la boca llena de helado. Samantha le hizo una mueca de desprecio.
-¿Puedes comer con la boca cerrada?
-No – contesto tajante. –Si vas a vivir aquí más vale que te acostumbres a mis malos comportamientos, Bran ya se acostumbro, tu deberías hacer lo mismo – mintió.
-No tienes modales – bramo y se puso de pie. –Iré a recostarme…
Winter se aproximo a ella.
-El joven Hardenbrook dijo que podía descansar en la casita de la piscina. Ahí estará más cómoda y en silencio.
-Bien – frunció los labios y salió por la puerta lateral de la casa.

Entrada muy la noche, cuando solo en el cielo podían verse las estrellas iluminar la superficie del mar, llego Bran. Su cabello revuelto demostraba que había pasado todo el día pasando las manos por él, si Winter no lo conociera mejor, se atrevería a decir que se había revolcado todo el día con su secretaria; pero que bueno que lo conocía de arriba abajo.
-¿Dónde esta ella? – pregunto cuándo Winter tomo su saco y su maletín.
-En la casita de la piscina, no ha salido de ahí desde la hora de la cena.
-Entonces que no sepa que he llegado. ¿Mi baño esta listo? – volvió sus oscuros ojos esmeralda a ella. Winter asintió y esbozo una sonrisa picara.
-Sabia que no me fallarías – rozo su mejilla apenas con el dedo índice y camino delante de ella hasta el sótano.
Dejo el saco oscuro y el maletín sobre su cama, mientras él curioseaba su habitación.
-Tu cama es muy vieja – comento sentándose sobre ella y se recostó. –Aunque el colchón es suave y confortable – se giro, recostándose sobre su hombro, tomo una almohada de plumas de ella y hundió la nariz para embriagarse de su aroma. Esa acción enterneció a Winter, que desvió la mirada y cerro con seguro la puerta para después entrar a su pequeño baño. Al contrario de Bran, el baño de ella tenía una tina antigua y la regadera en el mismo lugar, que era cubierta por una cortina de plástico semitransparente colgada en un tubo en forma de ovalo desde el techo. A pesar de ser un cuarto de baño pequeño estaba bellamente decorado. Los cuadros de azulejo blancos estaban pulcros y dentro se podía apreciar un olor a manzana canela que provenía de las velas gruesas que descansaban en las repisas donde guardaba las toallas y en el lavado que tenía un pequeño espejo.
-El baño esta listo – anuncio asomando la cabeza por la puerta del baño.
-No llevo prisa, Winter. Ven acá, quiero ver cómo te preparas para servirme – echo los brazos detrás de la cabeza, totalmente cómodo sobre la cama.
Winter obedeció. Camino hasta su armario alto y antiguo, abrió la puerta con la llave que guardaba en una de las bolsas de su vestido y saco un gancho donde pendía su traje de maid.
Conforme Winter se quitaba el vestido gris y cambiaba sus medias negras largas por unas que le llegaran a medio muslo que usaba con el traje de maid, Bran se relamía los labios, ansioso. Sin perder detalle a cada movimiento de ella.
-Ven… - estiro la mano, ella se sentó en la orilla de la cama y ajusto los broches del liguero a los extremos de las medias. Por su parte, Bran ato las cuerdas del corsé y subió el zíper del vestido, acaricio su silueta y beso sus hombros. – Que buena idea esa de ser mi maid personal… - se sentó detrás de ella, logrando que Winter sintiera la dura erección chocando contra el inicio de sus nalgas. –Eso lo causas tú, cariño…
De inmediato Winter se estremeció. Dejo caer la cabeza en un costado mientras Bran besaba su cuello y el lóbulo de sus oídos.
-Ahora necesito mi baño – la empujo con su dureza, jadeante Winter se levanto y lo tomo de la mano guiándolo al cuartito de baño. No hubo necesidad de cerrar la puerta.
Poco a poco fue quitándole la ropa a Bran. Los calzoncillos negros ajustados fueron los últimos, su centro se levantaba como carpa, y casi soltó un suspiro de alivio cuando ella lo libero de su prisión.
-¿Lista para tu leche, Gatita? – acaricio la mejilla de ella.
-¿Lo esta usted, amo? – relamió sus labios acercándose a su miembro.
-Siempre – enredo la mano en sus cabellos y la acerco a su punta tomándola de la nuca.
La boca de ella siempre lo satisfacía, claro, no tanto como su cuerpo encima, debajo, al lado, en cualquiera de las posiciones, Winter lo dejaba hecho polvo.
Estallo sobre la mano de ella, derramándose tomando aire por la boca, apenas logrando mantenerse en pie debido al placer desbordante que ella causaba sobre él.
Winter lo lavo en silencio, pasando la esponja por su bronceada piel.
-¿Sabes que es lo que necesito justo ahora?
-Que la rubia deje la mansión – sonrió divertida.
-Aparte de eso.
-No lo sé, señor.
-Cogerte – Winter jadeo cuando él la metió en la tina con él, salpicando el agua tibia por todos lados.
-¡Dios! – su ropa quedo húmeda de inmediato. Y Bran solo tuvo que romper sus bragas para poder enterrarse en ella. Su cálido cuerpo lo recibió regalándole poderosas oleadas de éxtasis.
La tina quedo vacía gracias a que ellos quitaron el tapón que mantenía el agua dentro, debido a los rudos movimientos de él hundiéndose en Winter, siempre mirándola a los ojos, embelesado por las muecas de placer que ella formaba en su pálido y perfilado rostro, sus celestes ojos entornados y dilatados de gozo. Podían sentir el palpitar de sus corazones como su fuesen tambores llamando a la guerra, y la bañera pequeña, servía para hacerla gritar y sollozar de placer, las uñas de ella se hundían en sus costillas dolorosamente pero con delectación.
Finalmente se derramo fuera de ella, y antes de que los espasmos de ella terminaran la tomo con la boca.
-¡Dios, Bran! – él le tapo la boca con la mano. No estaba seguro de que sus gritos y jadeos no se escucharan hasta la sala o en las cocinas, ya que poco le importaba que Samantha los escuchara.
-Córrete, preciosa… - su lengua viperina la invadió y jugueteaba con su duro botón. Retorciéndose en el borde de la bañera, Winter se derramo exclamando maldiciones.
Orgulloso le dio un último beso a su centro húmedo y subió hasta besarla, dándole a probar su propio gusto.
-Tendré que bañarme de nuevo – sonrió satisfecho.

3 comentarios:

Violet dijo...

Esta historia me encanto, pero ya habia comentado y ahorita vie que blogger no subio el comentario!!!
Ufff!!! esta historia esta super intensa pero me deja un monton de dudas sobre los sentimientos de Win y Bran, si llevan toda la vida conociendose!!!
sera que Bran si se tira a Samantha por obligacion?? o Melanie hara bien su trabaja y la hartara antes de que eso suceda. Pero cuando estan en NY si sucede o que?? que??
uuuyy!! pero eso si en cada capi hay mucha intensidad!!!

¡¡bamh!! dijo...

Uuuuy, por fin logre poner esta cosa de "responder" :D Cosas que me hace super feliz (!!! :D ).
Hola, Violet, nah, Bran no se tira a Sam por obligacion, a quien le dan pan que llore, ¿ah?
(:

Violet dijo...

Per esta Melanie es Genial!!!!

Las chicas del Té de Lemmon

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