febrero 24, 2012

Maldita delicia, tercera temporada. Capitulo 7

¡Gente linda, gente hermosa! ¿Como estas mis lectoras misteriosas favoritas? Super chido, espero. Se que la deje esperando muuuuucho por una nueva entrega de su novela favorita -Beu dandose animos XD- asi que este regreso las alegrara :3 Y más a mi Ale, mi Cricri, mi Ren ♥ Espero que te guste mucho mi Ale, ya sabes que yo lo hago de corazon♥ :3

Disfruten y pinchen los videines :D es el soundtrack de la novela x3 ¡¡Yepa, yepa!! xD
7. Ni en tu peor pesadilla

“Tenia curiosidad. Y como no soy un gato, no es peligroso” – Gregory House.

(Dale Play ►)


Sus manos cubrían su boca. Sus ojos miraban sin ver, directo a la nada. ¿Se había convertido en todo lo que odiaba?
Froto sus ojos evitando las lágrimas.
‹‹Solo fue un beso››
‹‹ ¡Consuelo de tontos!››
La presión en su pecho incrementaba a cada latido de su corazón. No solo había mentido, sino que estuvo a nada de creer su propia mentira.
El dolor corría por sus venas, burlón. Recordándole que no solo había sido herida ella, sino que en el proceso había daños colaterales.
Ojos que no ven… Corazón que no siente. Al menos eso decían. Sin embargo, ese dolor crecía dentro de ella, como un globo, peligrando con explotar. No podía respirar con tranquilidad. No podía ni verlo a los ojos. Era ella todo lo que odiaba.
‹‹Lo soy, lo soy››

Con las manos temblando y sintiendo frio como si estuviera en Alaska se puso de pie y camino, intentando ser firme y decidida, hasta la oficina de William. Toco con los nudillos y espero a que él contestara.
-Salió por negocios – anuncio su insufrible secretaria. –Dejo dicho que podías irte temprano.
Pudo reclamarle a la grosera mujer, pero no tenía ganas de hacerlo. Simplemente asintió, volvió a su oficina, tomo sus cosas y dejo el edificio.
Desconocía como había llegado a su departamento. Y apenas ella estaba por dejarse caer en el sofá, cosa que hacia cuando se sentía abatida, sonó el timbre. Igual que como había llegado a su departamento, camino con pasos pesados hasta la puerta y abrió. Tan mal estaba que, esta vez sí le daría esa taza de azúcar a la señora Spencer. Sin embargo no era ella quien estaba al pie de su puerta.
-Espere tu llamada como un imbécil.
-¿Qué mierda haces aquí?
-Pensé que las cosas habían quedado claras hace días cuando vine a cobrar mi venganza.
-No – negó con la cabeza ligeramente. –No tengo nada para ti. Tengo novio. Y lo… - dudo. Lo quería, si. Él tenía que saberlo. No sería parte de su juego. –Lo quiero. Vete – ordeno y señalo el pasillo.
-¿Novio, ah? – Julien levanto una ceja divertido. – ¿Por qué no te creo?
-Porque eres un retrasado imbécil. No soy parte de tu cajita de crayolas de doce colores, Jules – dijo altanera, una mano voló a su cadera. Comenzaba a sentirse completa.
-Ya veo – asintió mirándola de arriba abajo. – Creo que no pude… - rasco su barbilla. – ¿Cuál es la palabra?
-Hacerme tu puta – respondió.
-No, linda. Esa no es la palabra – corrigió. –Creo que eres… Bien. Solo diré algo. La moral se pierde con el tiempo.
-Pues espera sentado, porque tú y yo no tenemos nada que ver. No seremos nada. Perdiste el tren cuando éste estuvo cinco, cinco, - reafirmo – cinco días en tu departamento haciendo de gata. Lárgate. No quiero verte de nuevo. Soy demasiada mujer para ti – sentencio levantando ambas cejas y señalando el pasillo.
Julien la miro. Paso una mano por su cabello despeinado.
-Podemos… ¿Puedo pasar?
(Dale Play ►)


-¡NO! – rugió. Su grito fue tan fuerte que temió que Luna apareciera o peor, que todo el edificio se enterara. Poco le importaba ahora. Quería que las cosas con Julien estuvieran claras. Ella no iba a ir en contra de sus principios. Nunca. Ella era leal y honesta. Y estuvo a nada de que ese bien parecido hombre derribara los bien cimentados muros de su educación y creencias.
-Renata, cálmate – levanto ambas manos. –Entendí eso de “No me voy a revolcar contigo porque no soy una puta” – dijo en un ligero tono burlón y pedante, meneando la cabeza como si fuera un títere. –Solo digo que si puedo pasar y tomarme un café contigo. O si tienes miedo de pasar el tiempo conmigo en tu diminuto departamento, podemos ir a una cafetería. No te obligare a nada que tú no desees. Créeme, ha quedado bien claro ahora – explico con toda la paciencia del mundo.
Renata sin embargo, no se trago todas sus palabras y lo miro detenidamente.
Suspiro.
-¿Por qué viniste de todos modos?
Julien miro el suelo.
-¿No has sentido que aun estando rodeado de gente quieres estar solo o con una persona?
Renata se negaba a contestar, empero, una parte de ella conocía esa respuesta, y esta vez, la voz de Julien no era altanera ni presumida.
-A veces – murmuro.
-No tengo muchos amigos, Renata, me atrevería a decir que la poca gente que conozco me quiere muerto, tu incluida en esa lista. La verdad… No quería obligarte a nada. Sé que tienes novio. Pero el titulo de amante me resultaba agradable. Es decir – rasco su nuca. –La única persona que está interesada en mi es ese pequeño bribón que es amigo de Tristan. Dios, en serio no lo soporto, pero parece que tengo un imán para que él aparezca por todos lados.
-¿Qué…? – mordió su labio. – ¿Qué intentas decir, Julien?
-Una parte de mi quería ser tu… amante. En serio que sí. Aunque eso sería compartirte y si de una cosa estoy seguro es que no quiero compartirte con nadie. Solo… No tengo un lugar mejor a donde ir y en mi departamento no hay café.
¿Compartirla con alguien? Renata comenzaba a marearse con tantas confesiones. ¿Por qué era eso, cierto?
-¿Quieres que seamos… amigos?
-¡¡¡Dios!!! ¡Si! – estallo contento y la abrazo sin proponérselo. –Sabes leer entre líneas, eres lista – toco su nariz respingada con la punta de su dedo. –Solo amigos.
Aun así, lo miro inquisidora.
-¡Lo juro! – abrió los brazos en cruz. Renata mordió su labio torturando a Julien con esa imagen, desconociendo los resultados que tenía ese simple tic en el sistema de Julien.
-Nada de…
-Sexo oral – completo con una enorme sonrisa que le formaba una arruga en su mejilla. –Lo juro, Renata. No te tocare, ni te besare, ni nada. Seré un buen amigo.
Frunció los labios. ¿Lo serian?
-Si me tocas – lo apunto con su dedo. –Te romperé la nariz de nuevo y también las bolas – amenazo.
-No quiero arriesgarme a que eso suceda. Créeme, mi entrepierna es muy importante para mi… Aunque mi madre no lo diga, ella desea nietos. Y espero que ella desee algunos míos, tanto como los que desea de Tris – sonrió entre amargo y divertido.
-Creo que tengo tiempo para un café, solo uno… - levanto un dedo. –Vamos, necesito cambiarme.
-Bien – la siguió dentro de su departamento.

Renata lo vio sentarse en su sala. Mermelada, su gato, se acerco a Julien y él lo tomo entre sus brazos para acariciarlo.
-¿Me extrañaste, pequeño?
Entro a su habitación para cambiarse su ropa de trabajo, ese conjunto de traje sastre y sus tacones altos, por unos jeans, la playera que Luna le había regalado, que tenia la frase: “Estoy con un muggle”, la cual aun no entendía pero que a Luna le resultaba muy graciosa, y unos lindos zapatos de piso. Tomo su cabello en una coleta y se abrigo con un blazer*. Tomo su bolso y regreso a la sala, donde Julien examinaba la decoración con fotos y recados de Luna por todos lados.
-La morena y tú son muy unidas – comento al verla acercarse en el reflejo de su televisión.
-Más que eso, ella es mi alma gemela – levanto la barbilla orgullosa, cosa que pasaba siempre que decía aquella frase.
-Casi como Tristan y yo – ironizo. Dejo la foto de sus amigas en su lugar.
Renata recordó esa foto. Habían ido juntas a un club de Stripper, ninguna se había cansado de gritar y de mirar bailar a esos hombres aceitados y musculosos.

Julien la ayudo a subir a su auto y juntos recorrieron la ciudad en busca de alguna cafetería que fuera del gusto de Renata. En silencio, cruzaron las calles y semáforos.
-Pensé que estarías de parlanchina como con tu amiga la morena – comento Julien sin quitar las manos del volante.
-Aun no somos amigos – decreto seria.
-Bien. Soy nuevo en eso de hacer amigos. ¿Qué se supone que hace uno en una salida de amigos?
-Platicar sobre su día, quizá.
-Mi día… - avanzo pasando autos. –Aun no comienza. Entro a trabajar a las 7 – frunció el ceño. –Aunque estoy pensando en buscar uno para trabajar en el día. Necesito caer rendido en mi cama a la hora de dormir.
-¿Por qué no lees un libro?
-Buena idea. ¿Cuál me recomiendas?
-¿Esto es en serio, Julien? – cuestiono sorprendida.
-¿Qué? Lo del libro, pues si – la miro de reojo.
-Me refiero a lo de ser… amigos. Hace unos días apareces en mi departamento con tu frase: No eres la única que puede dejarme húmedo y caliente. Y ahora…
Detuvo el auto, orillándose.
-A todo mundo les resulta difícil creer que soy una buena persona.
-La verdad no es difícil es increíble – razono.
-¡Uf! Renata… Lamento que mis acciones no te permitan ver más allá de la fachada. Lamento haberte ignorado 5 días, lamento haberte besado, si es lo que quieres escuchar, haberte tocado y semidesnudado en tu departamento, pero para que lo sepas, besarte, tocarte y demás, no es algo de lo que me arrepienta. Si y no.
-Vale – eso la dejaba aun más dudosa. –Dime algo de lo que te arrepientas.
-No haberte dado la carta esa tarde antes de Navidad, cuando salías del edificio donde trabajas, con el rubio enorme.
-¿Una carta? ¿Qué decía? – era curiosa como un gato.
-Nada. Olvídalo.
-Dime – exigió.
-Renata. Es pasado. Y si de algo estoy seguro: es mejor no removerlo.
No quedo satisfecha con esa respuesta. Sin embargo, se dejo guiar a la cafetería.
El lugar estaba iluminado con luz cálida y desprendía un delicioso aroma a café. Sonrió, ese aroma era uno de sus favoritos. Fue a la barra, sintiendo a Julien seguirla, y ordeno.
Necesitaba un lugar no muy alejado de todos. Aun se sentía nerviosa con Jules junto a ella. No quería estar a solas, en alguna de las mesas del fondo, donde las parejas de enamorados se tomaban de la mano y se besaban con ternura.
-¿Extrañas al rubio? – la pillo mirando una de las parejas.
-Mucho – confeso sin chistar.
-Podemos llamarlo y decirle que se una a nosotros, solo – levanto un dedo – si trae una amiga, no quiero ser el tercero en discordia – sonrió divertido.
Renata no se sintió tan miserable ahora. Era fácil estar con Julien. Tenía esos comentarios agudos, ácidos y acertados, aunque no siempre hemos de decir, pero la mayoría del tiempo era así. Sus ojos azules tan diferentes a los de William. Lo miro curiosa mientras él pasaba las hojas de una revista de autos que encontró en la mesa vecina a la de ellos, y lo escuchaba jadear ante cada auto deslumbrante y muy caro.
Tal vez era verdad que él solo quisiera ser su amigo.
-¿En qué piensas, Renata?
-En… ti – dijo bajito, sus mejillas se tiñeron de rojo.
-¿Pensamientos impuros? Cuéntame – recargo los codos en la mesa redonda.
-No – sonrió. –Solo pienso que no es tan difícil estar contigo. En serio creo que podemos ser amigos.
-Soy una buena persona aunque la mayoría lo dude. Solo hay una persona en el mundo que me ama, o dos, creo. La verdad es que no sé cuantos enemigos cosecho. La lista parece que va en aumento. ¿Qué me dices tú, tienes enemigos?
-La secretaria de William me odia. Es mutuo el sentimiento.
-Así será nena, eres novia del enorme rubio que todas desean tener entre las piernas, como no quieres que te odien.
Sonrió ampliamente. Era agradable estar a su lado. Dejar el dolor de sus hombros y cuello atrás. Relajarse. Ser amigos.
-Lo sé, soy afortunada.
-No – negó de inmediato. –Él es el afortunado. ¡Oh mira, los cafés!
No le dio tiempo a Renata de flipar por ese comentario.

Fue una tarde agradable. Julien tiene un humor negro acido muy divertido. La sonrisa no se borro de su rostro, y en serio sentía que comenzaba una linda relación de amistad con él. La presión en su pecho desapareció conforme ella reía de sus ácidos comentarios.
Se acercaba la hora en que Julien entraba a su trabajo, de hecho ya iba una hora atrasado. Pago por el café y un par de muffins y juntos volvieron a casa.
-Gracias, Renata – Julien aun tomaba el volante. –En verdad. Pase una linda noche.
-Igualmente, adiós – bajo de su auto y entro al edificio.


***


-Luna…
-Hola, Lex – saludo cordial la morena. Recargo el teléfono móvil sobre su hombro y su oreja, para poder tener libres las manos y limpiar su escritorio después de haber comido unas papas fritas y un frappe.
-Solo saludando – murmuro Lex al otro lado de la línea.
-Mmm, seguro – sonrió divertida, a pesar de que él no podía verla.
-Si. ¿Cómo estás?
-Trabajando, ya sabes. ¿Tu?
-Jack me negrea, pero todo en orden – bromeo. Soltó el aire y éste choco contra la bocina del teléfono. Luna lo escucho muy claro, él estaba nervioso.
-¿Quieres que le de algún recado tuyo a Renata?
-¡Qué! No, no, no… Solo… - suspiro. Seguro que también se rasco la mejilla, como hacia cuando los nervios eran superiores a él. –Diablos, si. Si…
-Vale, le diré que le mandas saludos.
-Gracias. Yo solo… Te paso a tu hermano.
Se escucharon ruidos y gruñidos, un par de golpes y luego un bufido.
-¡Hey, Lunática!
-Hola, Jackie – saludo tierna.
-Lex está por completo loco. Yo ni quería saludarte, bueno si. ¿Cómo sigues? – se refería a lo de Jensen. Luna tenso los hombros.
-Bien, el abogado es muy bueno… No tienes porque seguirle la corriente a Lex. Solo tienes que decirle que se faje los pantalones y vaya a ver a Renata. Es todo…
-Solo que ahora ella está con el rubio y se ve muy feliz.
-Muy feliz, si – confirmo con ojos soñadores.
-Hey… Un cliente, nos vemos después, Lunática. Saluda a Rens de mi parte también, adiós – colgó con rapidez.

Termino de acomodar su oficina y encontró una caja de Wonka Nerds al fondo de uno de sus cajones. Los recuerdos de Jensen la azotaron. ¿Por qué había pasado todo aquello? ¿Por qué razón la había demandado si perjuraba que la amaba y que nunca la lastimaría? ¿Era un juego para él enamorarla de nuevo? ¿Una apuesta?
Las lágrimas terminaron por juntarse en sus ojos grises y cayeron por sus mejillas con caminos desiguales, terminando en sus labios. Las limpio con el dorso de su mano y limpio sus ojos, asegurándose de que su maquillaje no se corriera. Después de todo, era mujer y un tanto vanidosa al final del día, como cualquiera.
-Tok, tok – Tristan asomo la cabeza por la puerta. La encontró limpiando sus lágrimas con rapidez y sorbiendo su nariz. –Luna, ¿Qué pasa? – prácticamente voló para abrazarla. – ¿Estas…? – estuvo a nada de hacer la pregunta más estúpida, que debía ganarse el premio Nobel a la estupidez. Claro que no estaba bien, estaba llorando. –Linda… - beso su frente. –Pateare el trasero de cualquiera que te haga sufrir.
-Entonces deberías matar al estúpido que invento los stilettos – sollozo divertida. Tristan soltó una grave sonrisa.
-Jamás cambiaras…
-No tengo a nadie por quien cambiar.
-¿Y yo no cuento?
-¿Quieres que cambie? – hice un puchero.
-Jamás – respondió y beso sus mejillas húmedas y sus labios, calmando el llanto de sus ojos.
-¿Cómo estuvo tu día? – intento formar una sonrisa en sus labios, que Tristan interpreto como una mueca, pero la acepto.
-Algo ajetreado, al final bien. ¿Quieres ir a cenar?
-Seguro – dio un paso atrás para alejarse de él y tomo su bolso y su chaqueta. –Andando…
-¡Aaaaw! – era Neal, su sonrisa burlona hizo sonrojar a Luna, que mantenía la mano unida a Tristan. – ¡Que lindos! – hizo un puchero que desapareció de su rostro rápidamente y volvió a su oficina.
-Es un pesado – Tristan la jalo al ascensor. – ¿Qué quieres cenar? – pregunto cuando las puertas se cerraron.
-¿Pizza?
-¿Me dices o me preguntas?
-Te digo – levanto la mirada, segura de si misma.
-Perfecto. ¿Con vino?
-¿Me llevaras a donde nos peleamos por primera vez?
-¿Aun lo recuerdas?
-Cosas espinosas, ¿ah?
-Cosas espinosas – repitió contento. La acorralo en una esquina del ascensor y la beso con ternura.
Luna se derritió ante ese beso, sus terminales nerviosas se calentaron y solo pudo dejarse llevar por el sabor de ese tierno beso.
Cuando se abrieron las puertas, Tristan la jalo de la mano para llevarla afuera. Su auto plateado los esperaba en la avenida.
-¡Trisi!
-Oh Dios – Tristan se desinflo. – ¿Qué demonios haces aquí, Christine?
-Así que ésta es tu… amante – soltó altanera. Luna la miro atenta.
La mujer era un poco más alta que ella, ojos color aceituna y cabello negro en ondas, piel ligeramente bronceada, delgada, con largas piernas de modelo. Era linda.
-¿Qué haces aquí? – Tristan ignoro a Christine que desafiaba con la mirada a Luna.
-Quería verte, amor.
Luna sintió que un cuchillo la atravesaba. Soltó la mano de Tristan.
-Terrenos espinosos – dijo y camino alejándose por la acera.
-¡Luna, Luna! – Tristan corrió tras ella. La tomo del brazo y la hizo detenerse. –Christine no es nada mío, lo juro.
-Pues parece que ella no lo ve así. Y créeme, realmente no importa… Ve con ella, eres su ‘amor’ – levanto una ceja.
-Luna… ella no es mi amor, ni yo el de ella. Christine está enferma, termine con ella hace años, cuando supe… Cuando supe que ella era novia de mi primo. Por favor…
Frunció los labios.
-Princesa… - Christine se acerco con pasos tambaleantes. No lo había notado, ella estaba ebria y al ver sus ojos supo que también algo drogada. –Lo que te diga Trisi es pura mentira, él y yo compartimos momentos ardientes. ¿Te acuerdas, Trisi?
-Christine, por favor. Estas mal de la cabeza… - la tomo de los codos para que no cayera al piso.
Luna sintió pena por ella. La mujer era preciosa.
-¡Y una mierda, Tristan! Yo te quiero, te quiero…
-Pero yo no. Por favor, estas ebria, Christine…
-¡NO! ¡Es que no entiendes que nadie te amara como yo! ¡Ni ella! – señalo a Luna. La gente que transitaba por ahí los miraba curiosos y se alejaba cuchicheando.
-Christine… - susurro Luna, sin saber realmente que decir. – ¿Te encuentras bien?
-¿Cómo estarías si sabes que una zorra como tu esta con tu prometido? – pregunto a voz de grito y aun más personas los miraron curiosos. Luna los ignoro.
-No soy una zorra – contuvo su furia. Podía ella estar ebria, pero sabía lo que decía, de eso no había duda.
-¡Ajá! – rodo los ojos. –Aléjate de mi hombre o me asegurare de que vivas en la calle, tengo influencias, ¿sabes? – dijo ladina.
-No, gracias – Luna sonrió de la misma forma. –Sera mejor que la lleves a su casa – dijo mirando a Tristan.
-Luna – la llamo. –Por favor…
-Por favor, llévala a su casa, se cae de borracha, mírala – cabeceo en dirección a Christine que había caminado hasta una jardinera y se recargaba en ella con dificultad. Realmente daba pena esa mujer y seguro que tenía problemas mayúsculos por su forma de beber.
-Bien – asintió. –Te llamo después…
-Seguro – se alejo caminando hacia el tren subterráneo, alcanzo a ver como Tristan la subía con dificultad a su auto y como se alejaba con una mueca de asco cuando ella intentaba besarlo.
-Diablos, Christine…
-¡Hey, hey, hey! – una voz masculina llamo a Tristan antes de que él cerrara la puerta de su auto y llevara a Christine a donde él suponía era su hogar.
-¿Si? – echo para atrás su cabello. Realmente fue difícil meterla al auto sin que ella quisiera colgarse de su cuello y besarlo. Incluso sudo.
-Ella es Christine Wild – señalo dentro del auto, donde Christine intentaba encender un cigarrillo. –Escapo de la clínica ayer por la noche – informo el hombre, su cabello estaba igual de despeinado que él de Tristan, y al contrario de Tristan que comenzaba a dejarse la barba, el hombre la tenía muy tupida por sus mejillas y mentón. Los ojos azules de ese sujeto, le recordaron los ojos celestes de su hermano.
-No lo sabía, ella vino aquí y… La iba a llevar a su casa, lo juro – mostro las palmas de sus manos.
-Vámonos, amor… - sollozo Christine.
-¿Tu eres el tal Tristan, ese que clama Christine a cada hora?
-Supongo – lo miro curioso. – ¿Qué es lo que sucede?
-Pues bien – tomo aire aquel hombre. –La internaron hace apenas un par de días. Ella… ella comenzaba a drogarse.
-Diablos – bufo, Tristan. – ¿Puedo ayudar en algo?
-Supongo que si, ayúdame a llevarla de vuelta a la clínica – Tristan hizo ademan de sacarla del auto, pero el sujeto no se lo permitió. –Y sígueme… - indico y él subió a su auto.
Tristan hizo lo que el tipo decía y lo siguió hasta llegar al otro lado de la ciudad, donde una clínica enorme se erguía. Nunca había estado en un lugar de esos, y ver el interior lo hizo palidecer. No solo atendían casos de alcoholismo o drogadicción, realmente las personas internadas en la clínica tenían problemas grandes. De pronto sintió pena por Christine, que caminaba abrazada de él, detrás del tipo que a la entrada se puso un gafete sobre su corazón. En silencio lo seguían, solo con los pasos sonoros debido a los stilettos de Christine y los suspiros infantiles que salían de su boca.
El lugar era blanco por donde lo vieran y desprendía un aroma a hospital aun más acentuado que Tristan odio al instante.
-¿Qué puedo hacer para ayudar?
-Christine siempre dice tu nombre, dice que te ama, que nadie puede amarte como ella…
-No quiero hablar mal de ella, pero ella me hizo mucho daño – dijo Tristan. –Pero no me gusta verla así… - miro a Christine reposar en una cama con sabanas azul cielo muy tenue.
-Entiendo – asintió el hombre. –Tal vez cuando ella este sobria y estable, pudieras visitarla y hacerse saber que lo que paso entre ustedes dos quedo en el pasado, créeme, eso sería de mucha ayuda.
-Bien, - saco una tarjeta con sus datos de su cartera y se la dio al hombre – cualquier cambio, por favor llámenme.
-Lo haremos. Soy Jared, mucho gusto – estrecharon sus manos.
-Tristan, pero eso ya lo sabías. Mucho gusto. Gracias, hasta pronto – salió de ese sitio, sintiendo que a cada paso su pulso aminoraba, tanto dolor, tantas caras infelices. Realmente Christine sufría, pero no quería creer que él era la razón de ese profundo dolor.

3 comentarios:

Ale de Moesia dijo...

Ok he de decir que habia extrañado horrores Maldita Delicia Deliciosa.... que siii tengo un millar de defectos, que soy una persona dificil pero aun y con todo lo malo que pueda decir de mi hay algo que es honesto y real y eso es que te quiero Beu mi mejor amiga, mi Luna, mi media naranja, mi Sensei!! mi Veu!!! xD Que leer de nuevo este trozo de tu alma me hace inmensamente feliz!!! Que puedo decir... Renata siente lo que llamamos culpa cierto? Pero ahora entiendo tu punto "De dos personas siempr una te gustara y la querras mas que a la otra..." Y bien aplicado aqui creo que essa persona siempre sera u jules aunque eso de conocerle como amigo es lindo, ademas esos dos siempre se van a querer sino por que ella aun no olvida lo de los 5 si 5 dias en su departamento xD Y Si Will no se merece nada malo (al contrario cof cof xD) pero tampoco ha sido del todo formal con ella asi que si lo analizamos ella es libre y bueno es libre xD Ademas con el Jules hacen una pareja y si debo decirlo el capi me recordo a mi Zarek!!! Caray!!! sacas unas lineas que hicieron mi corazon asi :3 todo compungidooo yo quiero ser su amiga!! :D Despues, Luna y Tristan me encantan pero aun asi siempre les nubla algo el dia ¬¬ puta Christine ¬¬ o juro la odio xD mira que llegar a cagar el momento, y si tiene problemas pero o yo soy una maldita o muy mala persona pero me hubiese valido dejarla en la calle con los vagos (bueno los vagos malos xD) violadores asesinos xD Pero Luna los hubiese acompañado luego se podria tomar a malas interpretaciones u.u Lo juro que quiero matar a Jensen ¬¬ hacerlo cachitos muy pequeños y darselos al perro como Constance xD Que mas que mas xD Lex jajaja ese Lex en alguna historio juro solemnemente hacer algo de el y de Jared Muajajajaja esa es otra historia ;D aun asi los amo <3<3 y Ame el capi de principio a fin me hizo moquear lo juro por que tu sacas esa parte de mi que es dificil, me haces sentir con tu lineas y emocionarme con la historia... no se que hare el dia que ya no haya mas MD u.u Te amo Beu gracias por esta historia hermosa que compartes con nosotras y por tus dedicatorias beshas!! Te love you!!!! <3<3 y si quiero mas!!!

Ada Parthenopaeus dijo...

No me parece que venga a cagarsele la vida a Lunaaa....por Dios que no s aleje de Tristan que no se vaya... enserio mi Beu me dejas mas ansiosa que dorgadicta.... y que puedo decir dime loca pero me huele que Will tiene algo guardado y ese jared es el mimo que menciono Jensen Hijo de puta... espero con ansias el siguiente

Violet dijo...

Siiii, ya llegué a este capi, y puff! si que ando compungida con todo el rollo de la demanda a Luna, el conflicto de Nata...
Ay Nata!! tiene a William que es mmmhhh... si valdra la pena arriesgarlo todo por el vago de Jules, digo aunque sea un dios, pero bueno hay veces que no queda mas que apechugar y aguantarse... pero tambien esa salida de "negocios" de William, ya me dio ñañaras... tendra un pecadillo escondido por ahi???
Y Luna y Tristan supongo tendran que sufir algo mas para poder encamarse como es debido, pero ahi tambien me surge Chuck, que paso con el ?? sigue esperando fiel a Luna? si que me enredo entre tanta duda, jaja!!!
Ay me dio un gusto que Tristan le partiera la madre al bastardo de Jensen que uff! aunque se merecia mas y unas costillas rotas o algo asi, desgraciado! No me canso de putear al imbecil..
Lista, lista, listisima para el siguiente capi!!!

Las chicas del Té de Lemmon

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