mayo 20, 2012

Maldita delicia, tercera temporada. Capitulo 16

¡Diooooses! ¡Me van a golpear! *-* Seh, y es que lo merezco, desde el 4 de mayo no me paso por aqui... Dios, pero es que queria que fuera perfecto, o más que eso. En serio queria explorar por cada pensamiento, por cada detalle, por cada pulgada... Ya veran a que me refiero, y quiero que sepan que esto no se queda ahi, no señor... :D
Ahora sin más, como lo prometi, este fin de semana tocaba Maldita delicia. Si, es domingo, pero que mejor que comenzar la semana que con una sonrisa en sus rostros, que espero la tengan cuando terminen el capitulo. Y Dioses, ya parezco disco rayado... Pero lo que se viene. Oh Dioses... No las detengo más. Gracias por su comprension, gracias por leer, y sobre todo gracias por continuar con nosotras *-*
Nota del autor: Amor mio, mi Ale... Esto aun no termina. Te amo, mi Cricri♥

16. Antes de que llegue el alba

El camino se hizo eterno, Julien incluso dudo en detenerse en los semáforos en rojo; la mano de Renata unida a la de él estaba volviéndolo loco, y eso que era tan solo un tímido y suave roce. ¿Qué seria tener sus labios recorriéndolo por entero? O mejor aun, ¿teniéndola desnuda a su merced sobre su cama?
Decir que volaron hasta el departamento fue poco decir.
Una vez que Julien estuvo seguro que ella no se arrepentía de estar en el ascensor con él, detuvo el aparatejo y la acorralo en una esquina.
Renata lucia arrebatadora con ese vestido, y él solo deseaba besar cada pulgada de su cuerpo. Esos detalles en el vestido que mostraban sutilmente su pálida y suave piel a su hambrienta mirada, solo lograban atormentarlo más. Como el fragmento de la tela transparente sobre su estomago, con el detalle de flores y brillantes, y sobre todo, su espalda al descubierto.
‹‹Carajo››
Ella enredo de nuevo las manos en su cabello. Cómo empezaba a adorar esa caricia, la sentía tan personal, tan tierna e intima. Julien inclino la cabeza para besar la columna de su garganta, el sabor salino de su piel con aroma a talco y jabón le hizo temblar, tanto fue su deleite que tomo las paredes de espejo del ascensor para no caer de rodillas ante ella.
Se separo un poco para mirarla y perderse en el esmeralda brillante de sus ojos de ensueño.
Quiso hablarle, y hacerle saber que esto en cualquier momento que ella quisiera podía terminar, y no era porque él quisiera que terminara, ¡claro que no!
-No es que me moleste el ascensor – la voz de Renata salió atropellada por jadeos –, pero en serio, ¿lo haremos aquí?
La miro fijo, y leyó de inmediato el ligero halo de desesperanza en su ruborizado rostro.
Él no era una bestia como para tomarla en el ascensor.
-Quería darte tiempo…
-¿Tiempo? ¿Para qué?
-Para que te arrepintieras…
‹‹Como todas las demás››
Julien no era un santo, Dios y el Diablo sabían que él no era una perita en dulce.
Renata no era la primera chica, pero él estaba seguro de una cosa…
-¿Arrepentirme? – frunció el ceño. –He estado en tu departamento muchas veces. Jamás me has tocado, lastimado ni mucho menos. Has mantenido tu promesa de no tocarme y ser amigos con una gran convicción, ¿Por qué habría de arrepentirme?
-No lo se – meneo la cabeza aliviado.
Tomo aire por la nariz, y acciono el ascensor de nuevo.
-¿Quieres que me arrepienta?
-Bromeas, ¿cierto? – levanto una ceja. –No quiero que te vayas.
Ella sonrió.

Entraron al departamento.
Las cortinas estaban corridas, las luces de los edificios brillaban iluminando la oscura estancia. Julien la arrastro a la cocina, Renata admiraba embobada la vista, y el tacto de su mano contra la de Julien la hizo salir del sueño que las luces de la ciudad y la enorme luna en el cielo la sumía, como encantándola.
-¿Whisky?
-Esta vez necesitamos algo mejor – abrió la nevera de doble puerta y saco una botella de vino rosado. – ¿Te gusta el vino?
Renata abrió la boca, realmente sorprendida. Él le regreso la mirada con una deslumbrante sonrisa que le formaba una arruga en la mejilla; ese fue el detonante en su sistema.
Pensó que Julien la arrastraría a su habitación, y su sorpresa fue aun más grande cuando la llevo a la sala y descorcho la botella de vino. Él tomo asiento al lado de una desconcertada Renata, que tenia el ceño fruncido y miraba las burbujas que subían a la superficie de su copa.
Lo miraba de reojo, e intento llamar su atención cruzando una pierna y jugando con un mechón que había escapado de su coleta. Sinceramente esperaba ser desnudada y puesta a su merced en un parpadeo, no que Julien la llevara a su sala a beber vino y escuchar música de piano, esas que eran score de películas. Por supuesto que disfrutaba de la música, más no de su silencio; incluso el tiempo en que ella estuvo más que literalmente rota, mataba el silencio con su ronca voz. Ahora se daba cuenta de que disfrutaba su ronca y arisca voz, con esas tímidas y castas caricias más que nada en el mundo.
Tomo un sorbo del vino y suspiro largo y pesado un segundo después.
-¿Todo en orden? – Julien termino con el contenido de su copa cuando lanzo la pregunta.
-Tu dime – Renata levanto la ceja.
‹‹Oh-ho››
-Ya se lo que estas pensando – le quito la copa de la mano, dejándola en la mesa de centro.
-Ahora eres un lector de mentes – el acido y la burla lo hicieron sonreír.
-Oh, claro que lo se. Piensas que soy el tipo más sexy que hallas conocido jamás.
-Woah, con un ego tan grande es difícil permanecer en la misma habitación – jadeo dramática.
Lejos de ofenderse, soltó una carcajada.
-Me encantas.
Para mayor asombro de ella, le tomo el rostro y prácticamente violo su boca con dientes y lengua.
Sus labios en esta ocasión eran algo más que el Cielo. Eran una sensación difícil de describir, se atrevía a decir que imposible, y es que ella no solo al principio se negó a devolver el beso sino que sus manos se habían negado a enredarse en su cabello; pero una vez que se rindió – cosa que él agradeció – el beso lo derrumbo de tal forma que su entrepierna se tenso bajo la prisión de sus pantalones.
Acaricio la silueta de Renata con manos decididas y reprimió el instinto de hacer jirones el vestido, pues le estorbaba para estar en contacto con su desnuda y tersa piel. Seria una grosería verse tan desesperado – y por supuesto que lo estaba, y mucho –, sin embargo quería mantener el temple y disfrutar de ella toda la noche, y ¿Por qué no?, toda la mañana siguiente.
Poco a poco la recostó en el sofá sin dejar de besarla, Renata aun tenía las manos enredadas en su cabello.
Con el cuerpo prisionero debajo de él, su pulso se disparo, sintiéndolo golpear justo en su garganta, donde Julien besaba. Sus manos comenzaron a acariciar su espalda, y abrió los botones de su nuca para comenzar a deslizarle el vestido lejos de su cuerpo. La acción la realizo con tal lentitud que Renata se creyó loca cuando estuvo expuesta en ropa interior, se sentía desnuda en más de un sentido ante la caliente mirada de Julien.
-Detenme ahora, Renata – su voz salió ronca, con una pizca de miedo, y a la vez cargada de tal sensualidad que ella se acomodo en el sofá y coloco las piernas a cada lado de él, para hacerle saber lo que quería. Lo que deseaba con unas ansias locas.
-No quiero que te detengas, Jules – estiro la mano hasta encontrar la suya que descansaba sobre el respaldo del sofá y la llevo a su cadera.
Julien trago.
Era hermosa. Una Diosa. Un ángel.
La criatura más hermosa que hubiera visto.
Cada curva, sonrisa y mirada eran recibidas por su sistema como un golpe de energía que corría por su cuerpo de polo a polo. Y cuando ella tomo su mano y la llevo a su cadera, casi se sintió llorar. Llorar de felicidad.
Se inclino una vez más para besarla. Renata llevo las manos a los botones de su camisa, y él la ayudo a deshacerse del saco y la camisa botándolas lejos; una sonrisa satisfecha apareció en el pálido, pero ahora sonrojado rostro de Renata, y sus curiosas manos comenzaron su paseo por el torso, provocando que su entrepierna diera un tirón peligroso, y aun más cuando sus manos divinas llegaron a la pretina de su pantalón y pequeñas motas rojas adornaron sus mejillas y relamió sus labios de forma tan seductora que casi se creyó desmayar.
-¿Necesitas ayuda? – el tono ladino regreso a él cuando supo que ella deseaba esto tanto como él.
-Claro que no.
Sin dejar de mirarlo abrió el botón y bajo el zíper asegurándose de tocar el bulto entre sus piernas.
Se sintió poderosa al oír el siseo de Julien. Su mano derecha abrió los extremos y su otra mano entro para acariciarlo. Justo se sentía hambrienta y tan necesitada de Julien que poco falto para rogar por su toque.
Pero no hizo falta rogar. Julien hizo lo propio contra ella. Sus dedos largos de artista entraron curiosos en sus bragas y acariciaron su monte y aun más abajo.
-Emily tenia razón – soltó sin dejar de acariciar el bulto palpitante de Julien.
-¿Sobre que? – él la miro curioso a través del celeste eléctrico de sus ojos, sus dedos jugaron con su cuerpo, humedeciéndola. Ella casi olvida lo que Emily repetía cada dos por tres, a diestra y siniestra.
-Dice… - tomo aire y cerro los ojos un segundo, en el cual olvido que ella también lo estaba acariciando, su mano quedo quieta, aferrada a uno de los extremos del pantalón de Julien. –Dice… - gimió. Abrió los ojos, Julien sonreía entre divertido y complacido, lo vio lamer sus labios y un dedo se abrió paso entre sus pliegues. Supo entonces que la humedad en su cuerpo comenzaba a aparecer.
-¿Qué es lo que dice Emily, Rens?
Renata trago.
Esto era lo más parecido a una fantasía.
-Ella… - mordió su labio cuando otro dedo de Julien extendió la humedad por todo su sexo.
-Estoy ansioso porque me digas que es lo que dice tu amiga.
Mas que complacido por las reacciones de Renata, Julien se irguió sentándose sobre sus talones, sin sacar la mano de las bragas de Renata, se dispuso a atormentarla aun más. Tomo los tobillos de Renata y las puso sobre uno de sus hombros, con ojos desorbitados ella lo miro, y él le regreso la mirada con una sonrisa suficiente, sin decir nada, quitándole las braguitas húmedas, y con un movimiento se inclino hasta la altura de su sexo, brillante por su humedad, que era prisionero de sus muslos, para enterrar la lengua en su ceñido cuerpo.
El gemido que Renata dejo escapar alentó a Julien para continuar devorándola.
Su sabor no solo era la Gloria, sino los jadeos que escapaban de la garganta de Renata, y la pelea con su lengua por articular palabra, lo hacían sentir en el mismo Paraíso.
Abrió sus pliegues con ayuda de sus dedos y la escucho maldecir cuando chupo su botón.
-Dime, ¿Qué es lo que dice Emily? – a estas alturas le importaba una mierda lo que dijera la pelirroja, lo que le importaba y lo que más lo excitaba era la batalla de Renata por recordar lo que decía su amiga y mas aun por poder decirlo con la voz firme. Eso era demasiado delicioso.
-¿Qué? – jadeo.
-Nada – sonrió y volvió al ataque.
Renata se sentía al borde del abismo del placer desde el momento en que comenzó a desnudarla, a estas alturas dudaba que resistiría un lametón más o una mordida más o…
-¡¡Julien!! – chillo cuando un dedo se hundió en su cuerpo.
Deseo poder abrir las piernas, envolverlo con ellas y gemir su nombre; esto último estaba a nada de realizarlo.
-¿Me deteng…?
-¡No te atrevas! – rugió.
‹‹Solo un poco más››
La forma en que Julien la tocaba despertaba y entibiaba su alma. El hecho de que él no se lanzara sobre ella y que le diera espacio incluso para arrepentirse la hacia desearlo aun más, y si, quererlo más de lo que ya hacia.
No era solo por el simple hecho de que él la hubiera cuidado cuando William se fue y le mintió, sino que él le había contado cosas que mantenía en secreto del resto del mundo. Era realmente un gran hombre. Enfrentarse al mundo solo, luchando por sobrevivir sin un quinto y con una madre que lo veía con malos ojos, y que sobre todo, mantuviera la cabeza en alto a pesar de las constantes miradas cargadas de asco y desaprobación; la hacían sentir enormemente afortunada, y ahora más que nunca, quería enfrentar el mundo a su lado.
Juro que se partía en miles de pedazos cuando el orgasmo la abordo, lamiéndola con lenguas de fuego, y se descargo donde Julien deseo; en su boca.
Solo hasta que el ultimo espasmo abandono su cuerpo, Julien tomos sus pies de su hombro y beso el hueso de sus tobillos al bajar sus piernas. De inmediato ella encogió las piernas, manteniéndolas cerradas. Un sonrojo se asomo en sus mejillas y una capa de sudor fue visible para los ojos de Julien.
-¿Mas vino?
Lleno las copas y termino la de él mientras le acercaba la suya.
Algo contrariada tomo la copa y cubrió su cuerpo con sus manos. Con una mirada desesperada busco sus bragas y su vestido. Tomo aire por la boca cuando vio sus bragas negras sobre la mesa de centro y su vestido en el brazo del sofá en el que Julien la había recostado.
-¿Pasa algo?
-No – negó con la cabeza. –Fue… delicioso.
-Dímelo a mí – se puso de pie y camino hasta el ventanal, con ese aire desenfadado que lo caracterizaba, y cerró las cortinas con un tirón.
Ella lo siguió con la mirada, misma que recorrió los músculos de su espalda, y podía jurar que se había mojado de nuevo cuando vio las marquitas al final de su espalda que sin duda necesitaba tocar para constatar que fueran reales y no producto de su imaginación.
Se estiro para tomar sus bragas y ponerlas en su sitio antes de que Julien volviera junto a ella. No sabia porque hacia eso, pero de algún modo traerlas puestas la hacia sentir segura. Así mismo tomo su vestido y se coló dentro en un santiamén. Termino la copa de vino y la lleno de nuevo para terminar con el contenido rápidamente. Julien regreso hasta ella, aun con los pantalones abiertos, el cabello revuelto y esa mirada perversa grabada en sus ojos de cielo.
-¿A dónde vas? – pregunto de inmediato cuando Renata se puso de pie. No le había quitado los stilettos así que fue más fácil pararse sobre sus dos piernas, aunque tuviera que forzarlas para no caer.
-Amm – miro el suelo y después a Julien con detenimiento. Él no se había movido, estaba a un par de pasos frente a ella, justo al lado del sofá de una plaza, ella estaba de pie ante el sofá de 3 plazas donde la había tomado con la boca. El recuerdo de lo acontecido minutos atrás casi la hace caer. –Son las tres de la mañana.
-No recuerdo haberte pedido la hora – refuto Julien. –Te pregunte a donde ibas.
De nuevo su voz fallo, hizo a un lado los mechones de su despeinada y desaparecida coleta, y suspiro por la boca, pero eso no fue un suspiro, realmente bufo.
-Ya… - dijo Julien y tomo la botella de vino vaciándola por entero sin tomar aire siquiera. –Te llevo a casa, no pedirás taxi a estas horas, algún maldito puede pasarse de listo y no estaré ahí para golpearlo – la rodeo para buscar su camisa y la abotono sin prestarle atención. – ¿Lista?
-Creo – susurro, tomo su bolso y su abrigo, y camino al ascensor.
¿Qué era lo que estaba pasando? Ella no quería irse, no quería.
-Lamento no llenar tus… expectativas – Soltó Julien mientras esperaban el ascensor.
-¿Cómo dices? – ella lo miro con los ojos bien abiertos. No daba crédito a sus palabras.
-Planee esta noche miles de horas atrás. Tu estas mas bella que en mis planes, más sexy y hermosa – continuo mirando la puerta del ascensor. –Primero iba a comerte, y luego… iba a hacerte el amor en las escaleras camino a mi habitación – Renata contuvo el aliento ante su confesión. Julien sonrió más para si mismo que para ella. –Y después… Bueno, ya no importa. Al menos no me quede con las ganas de probarte. Ducha fría con hielos esta noche – soltó una sonora carcajada.
Se quedo quieta mirando como se revolvía el cabello. ¿Había planeado estar con ella desde antes?
-Entonces fue mentira que tenias que ir a trabajar hoy – rompió el silencio.
-Tu padre me quiere refundido y lejos de ti, ¿Qué iba a hacer? ¿Romper tu familia? ¿Hacer que ellos te odien por mi culpa? – se giro para mirarla. –Jamás haría algo así. Soy un cerdo egoísta, si. Pero jamás haría que tu familia te odiara por estar conmigo. Nunca.
-No tienes nada de malo. Eres… perfecto.
-Lo dices porque… - bajo la mirada y frunció el ceño. ¿Por qué lo decía?
-Lo digo porque te quiero – le tomo la mano y lo hizo levantar la mirada para que la viera. –Te quiero Julien. Y no me importa que seas repartidor de pizzas, que trabajes en la Oficia de correos o que seas mesero o lo que sea. Me gustas, me gusta lo que eres.
Una tímida sonrisa se formo en su rostro.
*Click, Desnudate - Chrisinta Aguilera
-No te vayas.
Renata soltó su bolso y abrigo y salto sobre él para abrazarlo con las piernas. De inmediato Julien la atrapo del trasero y ella comenzó a besarlo con desenfreno.
-Por favor, no te vayas – repitió.
Mordió su la
bio con una sonrisa y enredo la lengua en torno a la suya mientras el calor de su cuerpo se elevaba.
-¿Eso quiere decir que te quedas? – bromeo Julien llevándola a trompicones a la estancia.
-Quiere decir que quiero que me hagas tuya en las escaleras.
-¡Uff! Vaya que lo hare.
La tomo con mas fuerza del trasero e hizo a un lado su cabello para ver por donde caminaba. Ella continuo besando su cuello y mordiendo el lóbulo de su oreja, no le hacia fácil llevarla hasta las escaleras, donde casi se tropieza con uno de los stilettos que se había zafado de su pie. Con cuidado la tendió en los primeros peldaños y regreso por su stiletto para calzárselo.
-Quiero que los lleves puestos.
Esbozo una sexy sonrisa y comenzó a besarla acaloradamente.
Renata respondió a esas caricias, peleando con los botones de su camisa y de nuevo con el zíper de sus pantalones, y cuando finalmente logro dejar a su vista ese bien perfilado torso lo que hizo fue pasar la lengua por cada musculo. Julien se retorció y dejo que ella lo explorara. Se veía tan concentrada, tan salvaje. Era una mujer decidida, era inteligente y precisa. Ella era perfecta. Más que perfecta.
Sus manos quemaban y su lengua aplacaba el fuego en su piel. Siseo con fuerza cuando ella mordió su tetilla.
-Vas a matarme…
-Solo quiero devorarte – hizo un puchero y arrugo su nariz antes de que su mano entrara a sus pantalones y esta vez lo tocara piel contra piel. Gruño como un animal cuando ella lo tomo con su mano y lo rodeo en su palma. Una sonrisa enorme apareció en el rostro de Renata. Si, ella estaba realmente sorprendida y complacida con lo que había encontrado.
-Es todo tuyo, preciosa – Julien acaricio su mejilla y se inclino a besarla, pero perdió el hilo de sus acciones cuando ella subió y bajo la mano por su longitud, endureciéndolo en el acto y robándole el aire.
-¿Mío? – pregunto con tono infantil.
-Tuyo, tiene tu nombre… - él peleo por emitir sonido y no caer lánguido con ese roce que iba en crescendo sobre su piel.
Un hambre y deseo atroz se extendió por cada rincón de su cuerpo. Libero el duro y suave miembro de Julien de la prisión de sus calzoncillos de seda azul marino y casi boqueo cuando lo miro. Ese hombre estaba exquisito por donde lo mirara.
Se inclino para bajarle los pantalones junto con los calzoncillos mientras que él peleaba con los calcetines y los zapatos; una vez desnudo abrió grandes los ojos y su mirada recayó sin miramientos en el centro de su cuerpo. Su miembro se erguía orgulloso apuntando a su boca. Relamió sus labios sin pensar y le beso la punta roja y brillante, el beso fue húmedo en demasía, y lo dejo aun más brillante y duro de lo que ya estaba. Sin poder, mucho menos querer detenerse, comenzó a mordisquearlo desde la punta a la base, ida y vuelta sin detenerse, y sus manos, acunaron sus testículos con cuidado, hasta que lo escucho maldecir.
-Vas… a… matarme… Demonios – apenas podía articular palabra.
Julien abrió los ojos, y se alejo de ella solo un paso. No estaba dispuesto a terminar aun, no señor. Decidido, tomo la cadera de Renata y la puso de pie, comenzó a besar sus ingeniosos labios y metió las manos bajo el vestido para sacarle las braguitas. La sonrisa que se formo en su boca le hizo perder el aliento.
-No se tu, pero yo quiero estar en ti…
Iba a decir algo, intento, pero no pudo. Dejo que él le diera la vuelta y con cuidado la coloco de espaldas a él. Su pulso disparado la hizo sudar, sus rodillas temblaban y deseo verlo, y cayo en cuenta que el reflejo del cristal de las escaleras dejaba que lo viera. Con el corazón latiendo como caballo desbocado, lo observo subirle la falda del vestido por encima de la curva de su trasero e inclinarla de modo que sus manos estuvieran contra uno de los peldaños de la escalera, y sus rodillas dos peldaños más abajo, la sonrisa en su rostro fue de pura dicha cuando la vio expuesta y en esa posición, ella no pudo más que sonrojarse.
-Si hago esto… - palmeo suavemente su nalga izquierda, el sonido de su palma contra la suave piel de su trasero le mando una corriente eléctrica que le erecto los pezones, y gimió. – ¿Te gusta?
Incapaz de contestar elevo más el trasero, lo vio sonreír por el reflejo del cristal, y repitió la acción, pero en su otra nalga. Esta vez jadeo.
-Oh nena – Julien se inclino sobre ella y le hizo a un lado el cabello para besarle el cuello y mordisquear sus orejas y nuca.
Y cuando menos lo sintió, Julien había comenzado a estimular su entrada, primero con suaves caricias, después froto su botón y un segundo después, la punta de su pene sustituyo sus dedos, y siguió frotándose contra ella.
-J-Ju-Julien – sollozo de placer.
Lo necesitaba unido a ella, ¡YA!
-Oh, preciosa, solo un poco más – hablo con voz ronca.
Su mano sostenía su pene, y frotaba su punta contra su entrada sin entrar a ella ni un milímetro. Moría por enterrarse profundamente en ella, tan profundo como lo estaba en su alma ahora. Tan adentro que quemaba su mirada y sus caricias, su sonrisa era pura dicha y escucharla reír eran la mejor música que nadie nunca le hubiera dedicado.
-No puedo más, por favor – Renata lo miro por sobre su hombro y se irguió hasta que su espalda choco contra el torso de Julien, una de sus manos busco a tientas su miembro y cuando lo encontró, abrió la boca en un jadeo que la dejo sin aliento. –Quiero estar contigo, Julien. Quiero compartir la ducha contigo…
Julien no le permitió decir más nada porque se unió a ella en un gruñido que escapo no solo de su garganta sino desde el fondo de su ser. Un sonido que lo hizo desfallecer cuando se sintió dentro de ella, unido a ella en un único vaivén que las caderas de Renata habían creado para su más puro y duro deleite.
-Julien…
Él deseo que su voz se perdiera por completo, bajo una mano y subió la tela que cubría su cuerpo y entonces, como si él supiera que pensaba, comenzó a estimular su botón en pequeños círculos que la torturaban, Renata se aferro al pasamano y echo la cabeza sobre el hombro de Julien para no caer. Él necesitaba ver su rostro lleno de gozo, porque eso era lo que estaban haciendo en las incomodas escaleras; gozar. Disfrutar como un par de locos enamorados. Si, si señor. Él estaba perdidamente enamorado de Renata. De la chica que le había roto la nariz, de la que lo había apoyado sin preguntar su origen cuando vivía en el cuchitril en Queens, de la hermosa ojiverde que le había hecho quedarse en América cuando él solo deseaba escapar del mundo. Dejar atrás todas las burlas y las miradas desdeñosas de su madre; pensar que había odiado hasta la más pequeña pulgada de su hermano, estúpidamente se había sentido su sombra. De alguna extraña forma ella lo había rescatado.
Dos palabras quemaron en su garganta mientras bombeaba su cuerpo con ternura y pasión.
Obligándolas a escapar de su boca, salió de Renata y la tomo de la cadera hasta llevarla al sofá. Su mirada confundida se reflejo en sus ojos verdes.
-Necesito verte mientras te corres – dijo antes de hundirse en la suavidad de sus muslos.
Renata grito y le apretó los antebrazos, lo sentía tan profundo en ella. Tan cálido y fuerte, tan duro… Tan suyo. Sus ojos se cristalizaron al enfocar la mirada en Julien, su cabello negro caía por su rostro sudado, lucia devastador, y cuando la miro, la sonrisa le llego hasta el azul eléctrico de sus ojos. Una felicidad vasta se leía en sus ojos.
-Te… - la voz se desapareció de sus sistema, estaba al borde del placer, y podía admirar el poderío y la fuerza de Julien cuando se inclino aferrándose al respaldo del sofá para penetrarla con mayor ímpetu.
-Renata.
Su nombre le supo a perfección cuando lo escucho de su ronca voz.
Arqueo la espalda y Julien se detuvo un minuto mientras ella movía las caderas buscando su propio orgasmo. Su rostro se contrajo en gozo y él lo supo en el mismo instante en que sus uñas se clavaron en su espalda y sus manos bajaron hasta la curva de su trasero y se aferraron con fuerza, suplicando que él se detuviera, cosa que no estaba dispuesto a hacer.
Sus embestidas incrementaron de velocidad y potencia. Sentía las paredes de Renata contraerse en torno a él. Choco los dientes y contuvo el aliento aplazando su orgasmo, dejando que el clímax de ella se extendiera por su cuerpo hasta que no pudo más y se disolvió con un rugido que se unió a un grito de ella, con una sintonía tal, que sintió de nuevo un orgasmo de Renata y un largo lametón en su cuello que lo estremeció de pies a cabeza.

***
-No es que me moleste estar así contigo – Luna se removió entre los brazos de Tristan, de nuevo habían cancelado la cena en la pizzería. –Solo que… - acaricio la mejilla barbuda de Tristan y despejo su rostro sonrojado. –Algo pasa y no me lo quieres decir.
Tristan sonrió y bufo amistosamente.
-No pasa nada, Luna.
-Y me crees estúpida, ¿cierto?
-Jamás – refuto de inmediato. –Si algo me gusta de ti es tu inteligencia.
-Entonces no la insultes manteniéndome en la cama presa de tus encantos, ¿Qué pasa? – salió por completo de la prisión de sus brazos y se cubrió con la sabana de la cama. El algodón de 400 hilos egipcios le acaricio el cuerpo, pero muy lejos estaba de estremecerse ante esa suavidad fría.
-Nada – salió de la cama y se dirigió al baño.
-Si vas a huir como alguna vez lo hizo Jensen, quiero decirte que esos eran los síntomas que él presentaba – miro el espacio vacio que estaba en la cama. –Él quería evitar el tema de la muerte de su padre, y esto paso cuando yo… Cuando yo quise que me contara la verdad, que se abriera para mi más que solo estando revolcándonos como animales entre las sabanas y en los rincones de su casa. Fui estúpida al pensar que si le daba mi cuerpo él me contaría lo que pasaba y al menos le animaría un poco de sus penas. Si vas a irte, quiero que sepas que no quiero saber nada, nunca más de ti o de tu familia. Así que dime ahora mismo que es lo que pasa, Tristan, antes de que me hagas lo mismo que Jensen y me abandones por 5 largos y tormentosos años como él hizo.
Mientras hablaba dos lágrimas largas salieron de sus ojos y cayeron por sus mejillas hasta perderse en las sabanas. En ningún momento su voz se rompió, pero el nudo permaneció en su garganta sin permitirle respirar. Tristan había permanecido de pie ante la puerta del baño y se había girado furioso cuando escucho el nombre de Jensen escapar de sus labios, toda cólera se perdió cuando su rostro se humedeció de dolor. Él jamás la abandonaría, nunca.
No era un cobarde.
-George Hoppus no es mi padre – hablo con voz ronca, contenida. –Mi padre se llamaba… o se llama, no lo se, James – Luna lo miro con los ojos bien abiertos. –Dorothea me mintió toda mi vida. Y yo fui un maldito cuando le decía a mi hermano que estaba loco al insinuar siquiera que George no era nuestro padre. El día que me fui… me fui a buscar respuestas. Las necesitaba, quería oírlas de la voz de…
-¿De quien? – Luna se acerco a él y le tomo la mano que tenia firmemente cerrada en un puño.
-Blake, la hermana de mi madre vive en Jersey, tiene una pastelería y…
-No sabía que tu madre tuviera…
-Ella no lo dice muy seguido, se odian. La razón la desconozco. Son medias hermanas – suspiro. La mano de Luna le daba un sosiego que no sintió ni con su tía. Luna tenía razón, enredarse entre sus piernas, por más placentero que fuera, no le quitaba el peso de sus hombros, mucho menos de su corazón. El sabor a traición aun podía paladearlo. –Ella me dijo que mi madre se divorció de mi verdadero padre, pero no dejo su apellido. Estaba bien posicionada en la moda que se negó a cambiarlo.
-¿Y tu padre?
-Mi tía no sabe a donde se fue o si sigue vivo. Ambos acordaron que lo mejor era que no supiéramos quien era, y yo lo olvide cuando caí del acantilado – Luna hizo una mueca disgustada. –Mi hermano era pequeño y él no lo recuerda por obvias razones. Sin embargo había algo en él que le decía la única verdad que nos fue ocultada. George no es mi padre, pero sabe quien es.
-¿Por qué no has hablado con George?
-No puedo – soltó su mano y se desplomo en la orilla de la cama. –Si lo miro, no se de que seria capaz. Me mintió por casi 22 años, Luna. También a mi hermano…
-Pero es tu padre…
-¡No, no lo es! – gruño. –No lo es…
Envuelta en la sabana, bajo de la cama y se arrodillo ante Tristan y su abatida persona. Le dolía verlo así. Él que era la luz de sus ojos.
-Si es tu padre, Tristan. Lo sabes y te duele su traición, pero él lo hizo porque te quiere. Porque los quiere a ambos.
-¿Y Dorothea qué? Pensó en su propio bienestar, en que ella no fuera señalada por la gente. Jamás en nosotros, nunca en nosotros. Ni siquiera pudo ir a vernos a Londres o a Jules a Francia. ¿Cómo voy a perdonarla cuando ella no perdono a mi padre, Luna?
Su mirada cargada de ira la perforo. Tenía en parte razón.
-¿Y tu como exiges perdón si no lo das? – tomo su mejilla y lo hizo mirarla. –Odie a Jensen durante 5 años, y lo perdone. Se que sufrí de nuevo a su lado, pero ¿como iba a saberlo si no le daba una oportunidad? Pase lindos momentos a su lado hasta que me demando – soltó una carcajada seca que termino en dos segundos ante la mirada iracunda de Tristan. –Sin embargo él me llevo a ti. Su ausencia me hizo darme cuenta que no puedo aferrarme a algo del pasado, porque no podre vivir mi presente, y mucho menos disfrutar un futuro. Hubo tropiezos, si, muchos. Ahora heme aquí – sonrió ampliamente. –Con el amor de mi vida, ese que sin dolor no podría haber alcanzado ni en sueños. Suena difícil, pero olvidar y perdonar, es muchas veces, la mejor formula de la felicidad.
La mirada irascible de Tristan se suavizo y esbozo una sonrisa tibia.
-¿Cómo demonios negar la ley que expresan tus palabras, Luna? – la ayudo a ponerse de pie y la beso. –Dios, que afortunado soy al tenerte en mi miserable vida – la abrazo y beso su hombro mientras la sostenía elevándola un palmo del suelo. –Te amo.

***

De cómo llegaron a la planta de arriba Renata aun tenía sus dudas.
Julien la había tomado en las escaleras con un hambre atroz que se creyó loca en el instante en que sus dedos la bombearon con una fuerza tal que chillo de placer.
Ahora yacía desnuda sobre el pecho de Julien, trazando figuras sobre su piel, mientras él se estremecía y sonreía embobado.
-Dime que cubrí tus expectativas – Julien sonrió. La mano de Renata se detuvo sobre su estomago.
-¿Tanto te preocupa que no las hayas llenado?
-Me preocupa que dejes mi cama insatisfecha, no solo de mi cuerpo, sino… de mí.
-¿Cómo podría estar insatisfecha de ti? Eres un deleite para la vista… - se acerco a besar su mejilla y él la atrapo de la espalda.
-¿Qué puedo decir de ti? Desde que te vi en León, cuando Luna me dio un latigazo en el culo desee tomarte en las mesas de la cocina – Renata rió nerviosa.
La situación era la siguiente: ella lo amaba. Y trago ruidosamente ante esa verdad. Sin embargo no quería arriesgar de nuevo su corazón, se lo había entregado a William. Cerró los ojos y se recostó sobre su pecho. Observo el desorden de la habitación, la colcha de plumas de ganso estaba en el suelo, la sabana de seda estaba revuelta entre sus cuerpos y sus ropas habían volado a quien sabe donde, de lo único que tenia firme conciencia de donde estaban eran sus stilettos que estaban sobre el tocador. Julien la había subido a la superficie de la mesa y la había devorado lentamente, su cuerpo hormigueo solo de recordar su lengua maestra contra su sexo.
Julien sintió el cambio extraño en el ambiente.
-¿Dije algo que no debía?
-No.
Estaba confundido.
Salió de debajo de ella y la arrastro fuera de la cama, no le dejo siquiera cubrir su cuerpo con la sabana, la llevo directo al espejo que estaba en el cuarto de baño, con el que podía verse el cuerpo completo.
-Dime que ves – dijo, se coloco detrás de ella, así él también podía ver el cuerpo perfecto y desnudo de Renata. Gruño en silencio, si que era hermosa, más que eso. La palabra belleza se quedaba corta comparado con Renata.
-A mi – respondió bajito. Podía ver una tenue marca de los dedos de Julien sobre su cadera, y una mordida pequeña que le había dado bajo el pezón, aparte de eso, veía su pálida piel sonrojada por las horas de placer que él le había regalado. – ¿Que se supone que estoy viendo? – busco los ojo de Julien a través del espejo. Él la observaba de pie tras ella, y le sacaba una buena cabeza de altura.
-¿No te das cuenta?
-¿De algún nuevo moretón? – sonrió. Se giro, y miro sobre su hombro. Había una marca rojiza en su nalga izquierda, donde él había palmeado cuando la tomo aferrada al escritorio. De nuevo se sonrojo y sonrió para sus adentros. –Me pregunto como es que camino derecha después de lo que me hiciste.
-No me cambies el tema – regaño serio. Renata lo miro. –Gírate y dime que ves.
Ella obedeció.
Se miro desde todos los ángulos. No había necesidad de ser pudorosa, la situación no lo permitía, él la miraba serio desde su lugar, y ella aun no encontraba detalle alguno sobre su cuerpo.
-Solo soy yo – dijo al fin. –Renata. La contadora…
-Renata… - repitió Julien. –La mujer que me rescato. ¿No te das cuenta que no fui yo quien te salvo? Fue al revés. Fueron tus ojos, tus sonrisas, tus miradas y caricias. Fue la intrépida y divertida mujer la que me hizo darme cuenta que valía la pena ser un simple mesero. Fuiste tu quien me defendió de los ácidos comentarios de tu padre y hermano. Fuiste tu quien me mantuvo en la ciudad, cuando lo único que yo quería era huir lejos…
El paso de sus palabras la estremeció.
-No hay nada que no diera por ti, por verte sonreír. La carta que no te entregue, llevaba mi corazón en cada palabra – Renata jadeo. –Y lo que yo veo es la mujer más hermosa de todas, no solo por fuera, sino por dentro. Tú me salvaste, me salvaste de ser un hijo de puta que estuvo a punto de romper la relación de mi hermano con Luna. ¿Sabes? Me importa ahora una mierda quien sea mi padre, si es George, o un vago de la calle. Quiero ser el hombre que soy, por mí y por nadie más. Y quiero que seas la mujer perfecta por ti, Renata, no por mi, ni por tu familia, solo por ti, porque al final del día, dormimos con nosotros mismos – cuando dijo esto ultimo, Renata ya estaba llorando, se giro y lo abrazo colgándose de su cuello.
-¿Qué hay de malo en mi que William no fue capaz de decirme la verdad?
-No hay nada malo en ti – gruño. –Él fue un cobarde, pero yo no lo soy – se separo de ella y limpio sus lagrimas. –Quiero que vivas conmigo. Quiero que… Deseo que… Que… Te amo.

2 comentarios:

Violet dijo...

Mmmmmmhhh.... Me dio un calor leer este capí que casi me a combustión espontánea!!!! Y la imágenes me encantaron. Como siempre querida B te volaste la barda..
Y si lloreeee mucho maldito Jules además de estar delicioso tiene un corazón puff que desarma a cualquiera!

Ale de Moesia dijo...

Este capitulo.... este capitulo me hizo... reir, llorar, sonreir, jadear, Que mi corazon se dispara mas rapido que un ferrari... nose ya ni lo que digo... soy un hidrante...mueroooo de verdad que mueroooo cada linea me hizo sonreir como babosa!!!! AMO A JULIEN LO AMOOO tanto tantoooo aun recuerdo cuando aparecio por primera vez, haces que muera y viva con cada palabra... Me sorprendes!! BEU RIBE!!!! por esto es que eres mi Sensei.. la itad que me faltaba... TE AMOOO amo cada una de las lineas que sale de esa mentecilla tuya!! eres unica, genial!!!! una GENIA!!! muerooo no supero no supero!!!!! Ambos se aman ambos ya compartiran la ducha!!! Diantres!!! llorare!!! haces que mi mente se inunde de imaginacion y que mi corazon este rebozando de sentimientos... <3 <3 Te amo Beu y nunca dejare de hacerlo mi mejor de las mejoress amigas no puedo superar el capi lo juro e.e Oh Julien ven a aliviar el dolor en mis partes bajas xD
HERMOSOOOO *-*

Las chicas del Té de Lemmon

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