junio 21, 2012

El lado Oscuro: 11. Cherrios

Uf, se me pone estupido el internet. Como sea... Tarde pero seguro. Y como siempre, intento sorprendrlas, esta ocasion les traigo una linda portada :} La adore. ¿Ustedes?
Sin más las dejo para que disfruten y le den click en los links del sountrack de este capitulo :D
Enjoy ^^

11. Cherrios

El sabor de los labios de Hunter desato en Winter un camino de pólvora hasta su corazón que estallo con fuerza cuando la lengua de Hunter acaricio la suya en un baile tierno y erótico que termino por sacarle un jadeo placentero. Lo abrazo del cuello (dejando caer sus libros) poniéndose de puntitas para sentirlo aun más cerca de ella, poder olfatear su colonia y sentir como esa barba de sus mejillas le hacía cosquillas en la piel.
No solo su primero beso con toda regla la hacía feliz, sino el hecho que no tenía que ocultarse para poder sonreír contra los labios de Hunter, ni gemir con los labios mordidos cuando la mano de Hunter acaricio su nuca y sus dedos se enredaron en su húmedo cabello. El hecho de poder estar a la luz del día y a la vista de todos era lo que la hacía más feliz.
-¿Vamos a cenar? – Hunter se separo a regañadientes de ella. Pego su frente a la de Winter, logrando ver sus mejillas rojas y sus labios hinchados y húmedos. Su pecho se inflo de puro placer.
-Ajá – suspiro ella.
-Aunque podemos quedarnos aquí, todo el día para besarnos… - insinuó Hunter con una voz ronca.
-Me encantaría, pero tengo algo de hambre y mi ropa aun esta mojada… ‹‹Como mis bragas››
-Entiendo – beso su frente y la tomo de la mano para caminar a su Avenger.

La llevo a su pequeño loft. Éste se encontraba en el último piso de un edificio en el centro de Manhattan, incluso, en el sótano del edificio estaba un bar bohemio con sofás y bandas en vivo. Los ojos de Winter brillaron cuando se entero de que la entrada al loft de Hunter era cruzando el bar. Le encanto la idea de pasar por un café más tarde, o una cerveza.

-Así vive la otra mitad – silbo entrando al loft. El piso estaba decorado en colores marrones, los sofás no combinaban y tenía un encantador comedor rectangular que de inmediato le hizo gruñir el estomago. La cocina no era otra cosa más que la típica de un soltero, salvo que todo estaba en perfecto orden.
-Así vivo yo – refuto Hunter. Le ayudo a quitarse su abrigo y sus libros los puso en una de las mesitas de la sala.
Como todos los loft en Manhattan, constituidos principalmente por una sola planta sin divisiones y con grandes ventanales (donde las vistas, la mayoría, daban a las calles de la ciudad), este no era la excepción. Las ventanas del loft no tenían persianas, tenían unas cortinas que se enrollaban, lo que la hizo sentir más curiosa y sonrió al pensar en que Hunter era un exhibicionista.
Hunter regreso con ropa seca y una toalla. No tenia ropa femenina en casa, carecía de hermanas y no había tenido novia formal desde hace muchos ayeres. Le tendió una playera blanca y unas calcetas blancas que uso cuando iba a la Universidad. Eran prácticamente nuevas y las guardaba de recuerdo en sus, como él mismo decía, años mozos de estudiante.
-Estoy bien así – declino la oferta de la ropa y continuo curioseando el piso. Paso la mano por los sofás, y por el comedor de caoba oscura. –Tengo hambre tan solo – miro el frutero con manzanas verdes. – ¿Puedo?
-Adelante – sonrió Hunter. –Te dejo la ropa en el baño, no andarás toda mojada por la casa… - señalo el cuarto de baño, ubicado en el largo pasillo que llevaba a las dos habitaciones.
-Si supieras – susurro cuando lo vio perderse por el pasillo. Mordió la manzana. Su estomago gruño más fuerte cuando el sabor acido de la fruta cruzo por su lengua y el trozo bajo por su garganta directo a su estomago.
Hunter volvió con unos jeans y una playera, nada que ver con su atuendo sobrio. Su cabello rubio revuelto, incluso sus ojos parecía brillar más azules. Winter no le quito los ojos de encima mientras él removía sartenes en una de las puertas de la alacena y abría la nevera para sacar comida. Metió una generosa porción de arroz blanco al microondas y frio un par de huevos con panceta. No dijo ni una palabra mientras los aromas de la comida la envolvían. Por último, Hunter saco dos latas de Coca-Cola y sirvió el contenido de una en un vaso alto que le puso dos cubos de hielo al final y una pajilla.
-Listo – dijo cuando puso dos platos en el comedor y llevo pan recién tostado y servilletas. Winter termino con su manzana y dejo el corazón de la misma sobre una servilleta. –Solo una cosita más – el rubio levanto el dedo cuando Winter saco la silla para sentarse. –Ve a cambiarte, por favor.
¿Cómo negarle algo a esa mirada celeste que se volvió aun más tierna como nunca antes?
Soltó el aire y se fue a cambiar al baño.
Regreso con la playera blanca que le dio Hunter. El filo de la playera le llegaba a la mitad de los muslos y las calcetas le subían casi hasta las rodillas, los talones de las calcetas eran el problema, ya que ella no calzaba del mismo número que Hunter. Sus pies eran pequeños y finos.
-Ni una palabra – advirtió cruzando la estancia y se sentó en la silla, cruzando las piernas como indio.
-Te ves preciosa – comento Hunter.
Se pregunto cómo logro siquiera hablar después de haberla visto con su playera frente a él. Y su control tuvo que aumentar cuando la pálida piel de las mejillas de Winter enrojeció.
-Lo sé – levanto la barbilla. –Los hombres tienen una extraña fijación en vernos con su ropa – dijo. Lo cual había recitado para olvidar el calor que crecía entre sus muslos.
-Es verdad. Pero más que con una playera, sería una camisa sin abotonar – refuto Hunter con esa voz cargada de sensualidad que le enchino la piel.
-Provecho – dijo con la voz cortada y comenzó a comer sus huevos fritos y el arroz con un silencio sepulcral que se rompía solo al chocar los cubiertos con la porcelana de los platos.
Al terminar de comer, se pudo de pie y en silencio, como siempre ocurría en la Mansión Hardenbrook, levanto los platos y los lavo.
-¿Qué fue eso? – Hunter se acerco detrás de ella. Winter ni se movió, continúo pasando un paño húmedo por la tarja de los platos que se secaban y limpio sus manos.
-Yo… - miro sus manos. Había actuado sin pensar. –Gracias por la comida – susurro. Esquivo a Hunter y volvió a la salita, sin atreverse a sentar en los suaves sofás.
-Puedes sentarse, digo, si lo deseas – hablo Hunter pasando junto a ella, aun contrariado por su actitud de hace un instante.
-Estoy bien – la chica estuvo quieta, de pie y muy derecha, parecía un soldado con la playera a modo de blusón. Incluso, se atrevió a pensar Hunter, estaba tensa y su respiración era tan suave que apenas se notaba que su pecho subiera.
-¿Qué ocurre? – Hunter no se sentó, se acerco a ella y la tomo de los hombros. –Dime que es lo que pasa – casi sonó a orden.


Winter no contesto. Choco los dientes y continúo en su sitio. Pero en su lengua corría la frase que siempre recitaba en la Mansión: “Es hora de su baño, señor”. Casi se sintió llorar al recordarla. O peor aún, al encontrar en su memoria la sonrisa apenas perceptible que Bran formaba en sus labios.
Se sentía tan sucia, tan…
-Tengo que irme – trago su llanto y corrió al baño a tomar su ropa que había dejado secándose. Una vez vestida, jalo su abrigo del perchero que estaba junto a la puerta de entrada. –Gracias, por todo…
-¿Qué dices? Está lloviendo… - Hunter corrió hasta su lado. Todo había ocurrido tan rápido que la cabeza le había dado vueltas. –No permitiré que te vayas. Podrías enfermarte…
-Como si te importara – gruño con la mano en el pomo de la puerta, aun ocultando su rostro tras la cortina de cabello negro. –No puedo seguir aquí… - sollozo.
-¿Qué pasa? Dime, por favor – tomo su mano y la hizo mirarlo. Lo que vio le rompió el alma. Solo necesito esa ausente mirada celeste para saber qué era lo que pasaba. – ¿Que te hizo, Bran? – esta vez un gruñido en toda regla salió de su pecho, un gruñido salvaje.
-Era la hora en la que yo… - comenzó, su voz se quebró, pero se obligo a seguir. No podía continuar tragándose todo ese dolor. –A Bran le gustaba que usara un traje de maid, con liguero, medias, bragas de encaje y… - cada palabra causaba un nuevo gruñido por parte de Hunter, y en ella, lagrimas que corrían por sus mejillas. –La verdad fue idea mía el traje, él… Yo era tan joven cuando me enamore de él, era un sueño que él se fijara en mí… Y que él me tocara era… Era el cielo… No me importo que solo me… - lloro con mayor fuerza. No le importaba que Bran la usara, ella amaba estar entre sus brazos aun cuando no le era permitido decir su nombre, salvo los días sábados. Ella tragaba sus jadeos cuando estaba entre sus brazos. –Si soy una puta, Hunter – finalizo. –Y justo a esta hora… Es el baño de Bran, yo…
-¿Tu qué? – rugió.
Winter no se atrevió a mirarlo. Sabia, por el tono de voz de Hunter que él la estaba odiando. Que no importaba que sus manos la estuvieran tomando del rostro y sus pulgares limpiaran sus mejillas, él la estaba mirando con furia, con odio, con fuego grabado en sus tiernos ojos. Ella no soportaría una mirada así, no de él.
-Yo lo bañaba vestida de maid – susurro, cerró los ojos esperando la bomba.
Las manos de Hunter dejaron de tocarla, y se alejo de ella dándole la espalda.
-Hunter, lo siento… - quiso acercarse, pero él se alejo un poco más. –Lo siento en serio, no quería, yo… Lo siento, gracias por todo… yo… - las palabras eran atropelladas por sus lagrimas, hasta que finalmente no pudo más con el silencio de Hunter y dejo el loft.
Corrió escaleras abajo y cruzo el bar hasta que estuvo en la calle. El frio aire, mezclado con la lluvia no mitigo sus lágrimas.
Sin tener a donde ir, camino sin rumbo por la acera. El tibio camino que sus lágrimas recorrían le hacía doler el corazón de una forma brutal. Después de todo si era una puta. Una que disfrutaba de las caricias de un hombre que jamás iba a ser suyo.

No supo cómo es que había llegado a la estación de trenes, ni como después estuvo deambulando por los caminos solitarios de Central Park. Lo único que sabía es que estaba aun más mojada que antes. La lluvia había cesado, pero no sus lagrimas. Al cabo de un rato, donde sus piernas pidieron descanso, se sentó frente al lago artificial del parque. Su aliento le decía que estaba más que frio el clima. Y que no tenía fuerzas para nada.
Se sentía tan sucia. No era digna siquiera de un simple beso con Hunter. Su mente la traicionaba con recuerdos donde Bran la tocaba cuando ella lo bañaba en la tina de su habitación. Cuando con ardientes caricias la despojaba de su ropa y la besaba con rudeza. Ella no conocía otras caricias más que esas. No conocía otra forma de amor, salvo permanecer en silencio.
La lluvia apareció de nuevo. Winter miraba el lago y las gotas de lluvia mezclarse con el agua oscura.
‹‹Ojala jamás hubiera salido de la Mansión, ojala jamás me hubiera sentido tan valiente de dejar a Bran, a Melanie… Esa es mi vida››
La libertad no era tan buena si no hay nadie con quien compartirla.
-Ojala jamás hubiera conocido a Hunter – sollozo.
Cansada de llorar, salió de Central Park. De nuevo sin rumbo camino por las mojadas calles de la ciudad. Hasta que un auto rojo le cubrió el paso y ella dio un brinco hacia atrás.
-Sube, ahora – la voz ruda de Hunter la golpeo provocando que levantara la mirada a ese borrón rubio que le dejaban ver sus húmedos ojos.
-No, gracias – intento evadirlo, pero con sus dos metros de altura no lo permitió y la tomo de la cadera.
-No es una opción, Winter. Sube. Ahora.
-¿Por qué? – susurro.
-Lumiere, llamo. Melanie quiere verte.
-Mel… - no completo el nombre de la chiquilla. Subió al auto.

Su corazón palpitaba a mil por hora durante el trayecto. Al tiempo en que Hunter se detuvo ella dio un salto fuera del auto. Esperaba encontrar a Melanie en la acera, no fue así. Lo que vio la rompió en miles de pedazos más.
-Bran…
-Ella quiere verte.
-¿Cómo esta? – se obligo a hablar acercándose a Bran y su nuevo semblante. Lucia absurdamente guapo.
-Arriba. Un poco mejor…
Hunter dejo las llaves de su auto al vallet parking y corrió hasta Winter que era guiada por Bran directo al ascensor para subir a su, ahora nuevo, departamento. Reprimió el deseo de partirle la cara a Bran. Cerró los puños y entro en el ascensor con ellos.
Winter iba al frente de los dos. Bran con las manos en los bolsillos, una barba de días y unas ojeras como mapache. Hunter, de igual forma, mantuvo las manos ocultas, no por frio, ni mucho menos. La verdad era que quería romperle la cara a Bran y sus manos estaban en los bolsillos de su abrigo, listas para cualquier cosa que él dijera. Listas para mandarlo al infierno que le hacía vivir a Winter.
Cuando llegaron al piso de Bran, el primero en aparecer fue Lumiere. El hombre menudo y alto abrazo a Winter con amor fraternal.
-Pego si estas toda mojada, cagiño – dijo con su peculiar acento y esa sonrisa tibia.
-Estoy bien, ¿Dónde está Mel?
-Ahoga duegme, señogita Winteg – con una sonrisa despejo el rostro pálido de Winter de sus largos y oscuros cabellos. –Le dige a las chicas que te prgepagen un baño caliente – jalo su mano directo al piso de arriba.
-Ella no se quedara mucho tiempo, Lumiere – hablo Hunter.
-Eso no lo decides tu, Trott – resolvió Bran con una ceja arriba, mostrándose tan pedante como le era posible. –Ella es mi invitada.
-¡Oh, claro! – Hunter saco las manos de su abrigo. –Después de lo que le hiciste, ¿crees que ella va a quedarse para tu baño nocturno? – estallo.
Winter a mitad de las escaleras aspiro por la nariz y bajo hasta Hunter.
-Hunt… Es mi trabajo. Es mi vida.
-No mereces vivir así. No – negó con la cabeza. –No es tu vida, no lo es.
-Si, si lo es. Melanie es mi vida.
-¡Pero no Bran! – rugió.
Lo sabía. Winter lo sabía. Bran jamás la querría, jamás la amaría como ella a él. Nunca. Lo sabía. Su mente se lo decía cada minuto que pasaba con él.
-Lo sé – susurro. –Melanie me necesita. Y yo a ella – tomo la mano de Hunter que estaba hecha un puño. –Gracias por la comida y por todo.
-¿Por qué te despides?
-Dile a Chuck que le agradezco el trabajo y que lamento no ir a despedirme de él. Iré a la Universidad después para darme de baja definitiva.
-No… - el aire en el cuerpo de Hunter escapo a cada palabra. –No… - sus ojos ardieron.
-Soy mejor en esto que en cualquier otra cosa.
-¡No! – rugió de nueva cuenta tomando su rostro. –No, eres mejor que esto, eres mejor que Bran, lo eres, lo eres… - los ojos de Winter se inundaron de lagrimas. –Eres lo mejor del mundo, Winter.
-Soy la mejor puta que el dinero puede comprar – dijo y subió las escaleras.
Hunter quiso subir tras ella, pero Bran lo impidió.
-La escuchaste. Ahora vete – sus verdes ojos brillaban de satisfacción. –Me asegurare de que este bien atendida.
-Ella es mucho más de lo que mereces, Brandon y lo sabes – levanto el brazo antes de que Bran lo tocara. –Y no te has librado de mí, ¿escuchaste?
-Te estaré esperando, Trott.
-Hijo de puta – escupió Hunter antes de entrar al ascensor.

Una vez arriba, Lumiere se aseguro de que el baño estuviera listo. El chef se preocupaba por Winter como si ella fuera su hija.
Winter espero en el pasillo hasta que sintió a Bran a su espalda. Se giro para verlo con esa sonrisa que sin dudarlo extraño. Aquella mueca cargada de suficiencia.
-Melanie está dormida, pero puedes verla mañana. ¿Cómo estás?
-Como si te importara. Vine a ver a Melanie y me asegurare de cuidarla. No vine por ti…
-Seguro – sonrió ampliamente. –Hey, yo…
-Ahórrate las disculpas, Bran. No quiero escucharlas. Soy lo que soy. No hay más que saber.
Bran froto su barbilla.
-Fue el calor del momento lo que me hizo decir…
-No me importa – zanjo. –Soy una puta, tu puta. ¿Estas feliz?
Aquella declaración lo descoloco. Sus ojos celestes ardieron. La mirada con que lo analizaba Winter era vacía. No había ese brillo cálido y dulzón. Parecía de piedra, una hermosa escultura.
-¿Tu lo estas?
-Lo estoy si tu lo estas – levanto una ceja un segundo y volvió a su sitio, a formar un rostro de piedra. Un rostro que no reflejaba nada.
Bran quiso decir que no estaba feliz. No si ella no lo estaba. Quiso decir tantas cosas…
‹‹Soy un cobarde. Un hijo de puta››
-¿Cuándo volveremos a California?
-Nunca. Viviremos aquí – finalizo. –Ve a darte tu baño, te espero en mi habitación, la ultima del pasillo, para hablar de negocios.
-Bien.

El agua caliente de la tina calmo el frio de su cuerpo, más no el de su corazón. En otras circunstancias habría disfrutado el baño. El aroma del jabón y las velas. Pero no hoy.
Lumiere le dejo ropa limpia y seca sobre el mueble del lavabo. El vestido negro que se ciño a su cuerpo y la ropa interior de algodón completaba su atuendo sobrio. No había stilettos, sino un par de zapatitos de piso. Seco su cabello y acudió a la habitación de Bran. Respiro profundamente.
Estaba por volver a su vida pasada. A la única vida que conocía.
Con la mejor sonrisa que podía fingir, entro.
-Cuidaras a Melanie todos los días – comenzó una voz. – Una vez que ella se recupere, entrara a la escuela para niñas, Judy’s Collage. La llevaras a la escuela, y te ocuparas de sus cosas.
-Bien.
La habitación de Bran estaba en las tinieblas. Él hablaba detrás de su escritorio de caoba oscura, apenas alumbrado por una lámpara de luz cálida. Las manos las tenía cruzadas sobre la boca, y miraba por la ventana que daba a la calle.
Apenas podía ver nada de los muebles que conformaban la habitación, aunque todo indicaba que era su despacho y uno un dormitorio, como ella esperaba.
-¿Y usted? – susurro.
-¿Yo qué, Winter?
-Quiero decir… ¿usare de nuevo el traje de maid?
Bran soltó una carcajada que le erizo el vello de la nuca.
-Es todo, vete. Ah, y sobre tu sueldo, será el mismo. Y tendrás los días libres que desees, solo si Melanie no te necesita. Lumiere te dirá cual será tu habitación. Vete.
¿Era todo?
-¿Qué es lo que esperas? – Bran se puso de pie y rompió la distancia que los separaba. Winter no se había dado cuenta de que estaba en medio del lugar sin moverse.
-Lo lamento, señor.
-No más señor, solo Brandon. ¿Está claro?
-Si, señ… Brandon.
Aun más confundida que antes salió de la habitación.
-Una cosa más, Winter. No dejes la universidad. Ni tu otro empleo.
-¿Por qué?
-Porque no eres mía – dijo y cerró la puerta.
¿Cómo tenía que reaccionar ante eso?
No era un alivio. No se sentía de esa forma al menos. Aun su pecho dolía y se sentía vacio, pero en el fondo albergaba la esperanza de que Melanie no la odiara.

Por la mañana se sintió fuera de lugar. Primero porque no había despertado en la cama de su antiguo departamento y porque no había dormido bien. Sus sueños fueron turbados por la mirada de Hunter, donde el odio en la forma más pura se reflejaba.
“Eres una puta, la peor de todas”.
Esa frase giraba en su mente mientras se arreglaba para este nuevo día. El departamento no era tan grande como la mansión, sin embargo se perdió en el camino al baño, al final lo encontró, estaba justo al lado de su habitación. Bajo a la cocina con su antiguo uniforme, el vestido gris. Lo único que había cambiado eran los stilettos, ahora eran unos zapatitos bajos con los que tenía que caminar por el departamento.
La planta baja, ahora podía darse cuenta de eso, estaba conformada por una sala muy moderna y elegante, con un diván que estaba en el ventanal del fondo, y un pequeño escritorio.
Dos puertas corredizas indicaban el amplio comedor. Y una puerta más al fondo la cocina, por la que cruzo para encontrarse a Lumiere desayunando con Bran. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Estaba aun soñando? Solo esa podía ser la verdad de todo eso. Aun estaba dormida y todo esto era un sueño. Bran sonreía mientras Lumiere le servía panqueques y su típica dona glaseada estaba mordida en algún punto de su circunferencia.
-¡Oh! Buenos días, señogita Winteg – Lumiere se dio cuenta de su presencia y se acerco a ella para tomar su mano y jalarla a la isla de mármol rectangular donde desayunaban. La obligo a sentarse en uno de los altos bancos, no muy cerca de Bran, y le acerco una taza de café con galletas de chispas de chocolate y un poco de fruta. – ¿Como dugmio? – el hombre analizo su semblante con ojo clínico. Winter bajo la mirada ante su escrutinio. –No luce muy bien. Debegia ig a un medico.
-El doctor de Melanie puede revisarla, Lum, descuida – la voz de Bran la hizo despertar del todo. Su voz no sonaba en eco como ocurría en sus sueños.
-Estoy bien – sonrió como pudo y le dio un sorbo al oscuro liquido de su taza blanca. –Solo no dormí bien, pero ya pasara.
-¿Segura? – Bran se inclino sobre la mesa y toco su mano. Ese tacto era extraño, como si le importara realmente su salud.
‹‹ ¡Ja! Como si fuera verdad››
-Muy segura – alejo su mano con rapidez y la puso bajo la mesa. En serio, ¿Qué diablos ocurría?
-Bien, Melanie esta en sus terapias por las mañanas, Lumiere la lleva así que eres libre hasta las 5 de la tarde. ¿Quieres que te lleve a algún sitio?
Tardo al menos un minuto en carburar esas palabras. Su garganta se seco. Lo miro como si él estuviese loco. ¿Qué demonios estaba ocurriendo?
-Estaré aquí si me necesitas – rezo como solía hacer en la Mansión.
-No te necesito para nada, al menos Melanie no. Tengo entendido que trabajas en Red & White, no renuncies…
-Pensé que tu…
-¿Qué? ¿Qué jugaríamos al – se acerco a susurrarle al oído porque Lumiere aun seguía en la cocina – amo y a la maid necesitada? – aquellas palabras le hirvieron la sangre.
-Pues… si.
-Si volviste para eso – continuo pegado a su oreja – puedes irte ahora.
El aire le falto. Y hubiera jurado que si no hubiese estado sentada se hubiera caído. Bran se alejo y termino su café. Salió de la cocina y deseo un buen día a Lumiere.
Bajo la mirada a la mesa y a su taza que aun humeaba. Era cierto, ahora, ahora lo sabía bien. Se estremeció.
-Desayunare en el trabajo, Lumiere. Buen día… - abandono la cocina y subió a su habitación para cambiarse e ir a Red & White.
Pulso el botón del ascensor y espero a que las puertas se abrieran. Entro, y en el justo instante en que las puertas se cerrarían, Bran las detuvo.
-El estúpido ascensor tarda una vida en regresar – dijo colándose dentro.
Winter miro el suelo y sus manos estrujarse nerviosas. El frio en su columna crecía. Y el vacio en su pecho igual.
En el lobby del edificio, el vallet parking lo esperaba con las llaves de su auto.
-¿Te llevo?
-No, gracias – declino la oferta sin mirarlo. Emprendió entonces, el camino al tren subterráneo.
-¡Winter! – giro la cabeza antes de entrar a la oficina en Red & White. El camino fue eterno, pero al menos no tuvo las miradas de Bran ni Hunter en su mente, mientras miraba a la gente pasar a su alrededor. Solo que había cantado victoria muy temprano. Hunter corría hasta ella. Su rubio cabello se agitaba y una mirada celeste oscura la perforaba. –Pensé que tu…
-¿Qué? ¿Qué Bran me tendría prisionera? – soltó acida. Ella también lo creía así. –Sigo libre. Sigo siendo una pu… - Hunter cayo su boca con sus dedos.
-No lo eres, no. Winter, no digas eso.
-¿Entonces porque me siento una puta? – dio un paso hacia atrás para apartarse de su toque. –Él no me quiere para más nada que para eso. Y duele como el infierno. Volví por eso, ahora lo sé, para sentir su toque para… sentir que él me quería. Pero no lo hace. Nunca lo hizo, y no lo hará. Soy una simple empleada más.
Aquella realidad le hizo hervir la sangre a Hunter.
-Eso quiere decir que…
-Bran no se acostara más conmigo. No sé que me hace sentir más despreciable… - bufo.
-Winter – Hunter tomo su mano. –Eres preciosa. Puedes estar con cualquier hombre que desees. Solo no pienses más de ti de esa forma. Eres una mujer magnifica.
-Gracias, Hunt – sonrió. –Tengo que trabajar. Melanie sale de sus terapias a las cinco y… bueno, arreglare mi horario de clases, aunque supongo que dejare Red & White para asistir a clases. Quizá nos veamos alguna vez.
-No es como si te fueras a otro planeta – bromeo Hunter.
-Cierto. ¿Pero por qué me siento así?
-¿De qué hablas?
-Sucia –aspiro por su nariz. –Una parte de mi… quería revolcarse con Bran… quería…
-Shh, shh – Hunter la atrajo a sus brazos. – ¿Cuando entenderás que él no te merece?
Suspiro.
-Supongo que nunca. Me siento como una adolescente cuando estoy a su lado. Es un hábito, es… - no término de hablar. Hunter la atrajo a su boca con una necesidad apremiante.
-Déjame hacer que olvides a Bran, por favor… - su voz sonó como una dulce melodía. Ella lo deseaba, quería olvidarlo. Lo necesitaba. –Déjame hacerte la mujer más feliz del mundo, por favor… - de nuevo ese tono de voz, donde no había reclamos, solo una petición tan pura, tan sincera. Aquel tono de voz que siempre deseo escuchar. El tono de voz que le enchinaba el vello del cuerpo de forma cálida y tierna. Como nunca, salvo en sus sueños ocurría con Bran. Sollozo mientras el beso de Hunter la hacía suspirar con su ternura y suavidad, eso sumándole las manos enormes del rubio que tomaron su nuca y la hizo ponerse de puntitas para absorber su dulce aliento. Era un sueño, solo podía ser eso. –Dame una oportunidad, por favor… - ella jadeo. Las manos de Hunter bajaron por su espalda con una lentitud tal que hizo enfebrecer su destrozado corazón. Éstas se aferraron a su cadera y la pegaron a su cuerpo. –Déjame amarte como un hombre completo para ti, por favor…


Amor.
Su corazón termino de desbocarse.
¿Podría ser real lo que decía Hunter? Ya antes había armado castillos de arena sobre las nubes. Ya antes había vivido en un sueño. Ya antes se había entregado sin miramientos. Esta vez que podía perder, su corazón de igual forma estaba hecho pedazos. Rio mentalmente de su desdicha.
-Váyanse a un hotel – interrumpió una voz. Winter se tenso. –Buenos días, Winter – saludo Chuck.
-Hola, si – Winter se alejo de Hunter con las mejillas rojas. –Yo solo…
-No tienes porque darme explicaciones. Pero tu Hunter, con mi empleada estrella. Largo de aquí que la distraes de sus deberes. ¡Shu!
-De eso quería hablarte Chuck…
-¡Ay no, por favor! – dramatizo Chuck. –Me vas a dejar. Oh no, tu no…
Winter sonrió, esta vez, después de muchas horas, realmente sintiéndolo.
-Tengo un nuevo empleo… - Hunter apretó la mano que se aferraba a la de ella. –Cuido a una niña. Cambiare mi horario de clases y pasare la tarde con ella… Yo, lo lamento en serio…
-Joder. Está bien. Hunter, ¿alguna amiga que me recomiendes para el puesto de Winter?
-Pensare en eso y te tengo respuesta a la brevedad – respondió Hunter con diplomacia, tragándose la carcajada que su garganta le pedía a gritos salir por la cara de angustia de Chuck.
-Me lleva el diablo, odio que seas abogado y sepas mentir. Bien… largo de mi vista – gruño y entro a la oficina. –Tu remuneración se te enviara en breve a dónde vives, Winter. ¡Oh no! – chillo antes de entrar a la oficina. –No me digas que ahora viven juntos…
-¡No! – respondieron Hunter y Winter al unisonó.
-Bueno, eso es un comienzo, la puta sincronización. Mi mejor amiga y su mejor amiga lo tienen, dan miedo a veces… La mayoría de las veces. Dímelo a mí… - rodo los ojos. –Si gustas ven por el dinero cuando tengas tiempo, Winter. Ya estoy jodido – finalmente entro a la oficina y los dejo en la acera.
-Un poco dramático, ¿no crees?
-Solo un poquitín – sonrió tímida. –Ahora tengo que ir a la Universidad.
-Te invito a desayunar. Tengo una enorme caja de Cherrios en casa y tus libros, así como tu móvil y tus calcetas.
Winter soltó una risita y lo abrazo.
-No te merezco – dijo contra su pecho. –Nada de esto.
-Es correcto, nada de esto, pero a mi si – dijo sin nada de presunción y busco sus labios para besarla de nuevo.
-¡¡¡Váyanse a un hotel!!! – grito Chuck desde la oficina, provocando una risotada por parte de ellos.

1 comentario:

Violet dijo...

Ay B estoy tan emocionada de que publicaras ese capí, y me quede con la boca abierta los ojos enrojecidos y con una madeja de estambre en la cabeza!!! No entendí un carajo!!!! Xque Win le dijo todo a Hunter, x que Brandon la busco para que regresara a vivir con ellos pero sin trabajo a tiempo completo, de verdad le esta dando una oportunidad de vida a Win?? Pero a la vez poder tenerla cerca?? Que pasa con estos hombres??? Y Winter que chi... Piensa tanto para dejarse amar por Hunter, ay no, no, no, me descoloco todo este capí, sentir el sufrimiento de Win, la confusión y desesperación de Hunter y de Bran estoy en blanco, uffff ! Lo peor como siempre me quede con ganas de mas!!!
Eres mi heroína B lo sabes verdad??

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