octubre 04, 2012

El lado Oscuro: 12. Juego de manos

Patadita en las nachas para mi por haber tardado mil en actualizar u.u
No tengo nada que decir esta vez, quiza simplemente no me sentia en... onda para subir nuevo capitulo. Como sea, aqui lo tienen. Enjoy!*-*

12. Juego de manos

Su ansiedad y angustia había quedado atrás. Ahora realmente podía sonreír sin sentirse una puta ni mucho menos. La mano de Hunter la hacía sentir una templanza que hacía mucho no sentía, se atrevía incluso a pensar que esa fuerza que él le transmitía nunca la había sentido, no desde que su madre vivía. Solo su madre la hacía sentir una mujer completa, una mujer que podía hacer y ser lo que deseara.

-¿Cómo pasaste la noche? – Hunter tanteo el terreno con esa pregunta transmitida en un susurro. Sin soltar su mano se dirigieron a la sala donde ella dejo su bolso en el suelo y se sentó subiendo los pies. Él se sentó muy cerca de ella y no reprimió el deseo de acogerla entre sus brazos. – ¿Todo en orden? – acaricio su cabello y le subió el mentón para que lo viera. El celeste de los ojos de Winter estaba en paz. Tranquilo. Como el cielo de verano.

-Ahora si – contesto ella entre sus brazos. – ¿Y los Cherrios? – Hunter beso su frente antes de separarse de ella a regañadientes. Camino hasta la cocina y regreso a la sala con una botella de leche y la caja de cereal, un tazón y una cuchara.

-¿No has desayunado? – frunció el ceño. Ella había tomado la caja de cereal y había vertido una buena cantidad dentro del tazón, para después bañar el cereal con leche fría. Winter negó con la cabeza mientras comía con la boca cerrada. –Sigues siendo muy educada. Quizá tenga que ayudarte a soltarte la melena – ese tono de voz de Hunter hizo que Winter tragara una cantidad considerable de Cherrios sin masticar. Su garganta dolió. –Pero tranquila, no te hare daño – paso el dorso de sus dedos por sus mejillas que de inmediato se tiñeron de rojo.

Winter desvió la mirada y continúo comiendo en silencio.

Sin embargo Hunter se negó a permanecer en silencio. Sentado a su lado, tomo la caja de cereal y metió la mano, su puño salió lleno de cereal y se lo metió a la boca. Sintió la mirada de Winter.

-¿Qué? – levanto una ceja. Su boca dejaba ver un poco del cereal. La chica negó con la cabeza y termino su tazón de cereal.

-Gracias por el desayuno – limpio la comisura de la boca de Hunter con la punta de sus dedos, lanzando lejos las morunas de cereal. –Eres como un niño grande.

Hunter esbozo una sonrisa (sin cereal en la boca), una típica sonrisa de niño bien portado. Y lejos de enojarse la tomo del rostro y la beso. Solo Dios sabía cuanto necesitaba el toque de Winter sobre él. Se podía verle pequeña y menuda, suave y tierna, pero él sabía que era fuerte aunque ella se negara a declararlo. Ninguna mujer hubiera dicho en voz alta que había vuelto al tormento porque necesitaba algo que se le era negado. Solo ella habría sido capaz de decirse puta en voz alta. Y aunque esa palabra le hacía hervir la sangre, solo quería decir que ella era valiente aunque no se diera cuenta.

Le quito el abrigo y dejo a su vista una blusa semi transparente negra. La miro con detenimiento, esperando respuesta de ella. Cuando las manos de Winter fueron a los botones de su blusa Hunter la detuvo.

-Quiero ayudarte – dijo con la voz ronca, cargada de deseo. Winter asintió errática y alejo las manos.

Despacio, cosa que su cuerpo no le pedía, abrió los botones y dejo ante su hambrienta mirada un sostén negro liso. Sus redondos y cremosos pechos se resguardaban debajo de las copas. Hunter se inclino lo suficiente para lamer la piel expuesta. En respuesta, la piel de Winter se enchino, y sus manos se enterraron en su cabello.

Tomándola de la cadera, la recostó en el sofá. Le quito los zapatos y busco su mirada antes de comenzar a quitarle los jeans. Su garganta se hizo un nudo al sentirla removerse bajo su cuerpo. Sus finas y calientes curvas lo enervaban de tal modo que lo hacían sentir de gelatina, pero a la vez tan fuerte como un volcán.

-Hunter…

Su nombre le llego hasta el cerebro como una suave caricia de verano. Choco los dientes cuando la imagen de su negro cabello tendido como abanico sobre el sofá y sus labios rojos como rosas, lo golpearon en el pecho. Ella era hermosa.

Hunter no logro quitar la mirada del cuerpo de Winter una vez que arrojo sus jeans lejos de su cuerpo. Sus cremosas piernas se veían suaves e hipnóticas. Sus bragas negras contrastaban con la blancura de su piel, y él solo pudo recorrer los ojos por la tela negra que cubría su cuerpo, tanto como a sus pechos, como a toda la zona que nacía debajo de su ombligo.

Las manos de Winter tomaron las de él, que se encontraban sobre sus muslos, y las llevo a sus caderas, sobre el filo de sus bragas, alentándolo a desnudarla por completo.

Winter le miraba a través de un azul celeste como el del amanecer, nublado de placer. Sus labios rojos húmedos, llamándolo. Lo que le hizo preguntarse qué otra cosa en la estancia estaría húmedo.

Sonriendo con malicia, jugó un poco con la tela de las bragas de Winter, memorizando los gestos de ella, la forma en que sus ojos se cerraban y sus dientes mordían sus labios llenos, arqueando la espalda un poco.

-Mmmh, Hunter…

El corazón de Hunter se inflo de orgullo. Su mano busco su centro y palpo la humedad de su cuerpo. Él mismo perdió el aliento al sentir sus dedos húmedos cuando se alejaron un poco de su centro.

Las sensaciones que embriagaban a Winter eran tanto nuevas como conocidas. Una parte de ella esperaba encontrar una mirada celeste cargada de suficiencia, y en su lugar se veía reflejada en un azul tan puro y claro como el agua.

Pensó con temor que apenas Hunter la tocara, ella gemiría el nombre de Bran. Tuvo miedo de eso hasta que él la miro, cuando la beso con ternura y su toque le resulto dócil y cálido; olvido a Bran por completo. Las manos de Hunter la descubrían suavemente, sin prisas. Con una sonrisa en su rostro.

No solo sollozo de placer, sino que se sintió en el cielo, cuando con besos, Hunter la recorrió de pies a cabeza, logrando que su corazón se disparara.

Ante sus ojos, el rubio se desnudo por completo. Ella en serio boqueo.

-Espera – se echo para atrás, extendiendo la mano sin dejar de mirarle con la boca abierta.

El hombre ante ella no podía ser mejor descrito salvo por la palabra: Perfección.

La piel blanca apenas bronceada cubría dos metros de altura. Su pecho musculoso hermosamente delineado, dejaba ver una deliciosa tableta de chocolate. Y con mirada clínica y cien por ciento lujuriosa observo la perfecta combinación de su altura y ruda belleza masculina.

El aire escapo de su pecho con un bufido casi burlón.

Su mirada permaneció “ahí” tanto tiempo que Hunter se sintió incomodo.

-¿Necesitas una fotografía? – coloco las manos en la cadera, lo que hizo que Winter desviara la mirada a ese hueso en su cadera que se aseguraría de morder más tarde.

-No – negó con la cabeza. –Es solo… – no sabía que decir. Demasiado tiempo había permanecido callando los halagos para Bran (salvo los días sábado) que ahora que podía articular lo que quisiera, su lengua se hallaba perdida. Las palabras siempre las había tenido en la punta de la lengua. Esta vez, había otra cosa que necesitaba en la boca. El simple pensamiento la hizo sonreír. –Luces como…

La pausa en esa frase lo puso nervioso. Si ella decía “Luces como Bran”, seguro iba a enloquecer. Empero, espero ante el escrutinio de su mirada, que le resultaba divertida a la vez que perturbadora.

-Luces como… - repitió una vez más, mirándolo.

-Dilo de una vez – presiono.

Bajo del sofá y cruzo la estancia hasta la nevera, de donde saco una cerveza.

-Eso no puede ser real – jadeo Winter  a su espalda.

Tosió ahogándose con la saliva que se acumulo en su garganta al ver el trasero desnudo de Hunter. Apenas podía apreciarse el ligero tono de piel que cambiaba solo en la zona de sus nalgas y que era igual en toda la longitud de sus piernas y espalda.

Hunter se giro aun con la botella de cerveza en la mano y levanto una ceja.

De nuevo Winter boqueo. Esta vez no solo abrió la boca y le miro como posesa, sino que sonrió con malicia y se puso de pie.

-Jamás había visto a un hombre… como tú.

-Espero que eso sea un cumplido – gruño Hunter. –Sino tendré que ponerme la ropa de nuevo.

-¡No, por favor!

-¿No? – ese jadeo le formo una sonrisa que reprimió con orgullo.

-No – reafirmo. –Eres… enormemente sexy.

Hunter recargo los brazos en la mesada, más tranquilo. Sabiendo que la mirada de Winter era de lujuria y no de conformidad, o algo peor.

-No me digas.

-Así es. Me pregunto… - frunció el ceño.

-¿Qué?

-¿A cuántas dejaste en silla de ruedas?

Una estruendosa carcajada salió del pecho de Hunter.

-Ven aquí – estiro la mano.

Con pasos lentos se acerco a él. Hunter la levanto, apenas la tuvo cerca, tomándola del trasero.

-A ninguna – respondió Hunter.

-No mientas – Winter le golpeo el pecho. –Eres tan sexy que dejas a Hemsworth a la altura del betún – adulo de forma sincera.

-¿Hemsworth? ¿El Dios del trueno en Los Vengadores?

-El del martillo, si – asintió.

-Martillo – canturreo Hunter divertido.

Tenía que admitir que el escrutinio silencioso de Winter le puso los pelos (y otra cosa más) de punta. Estaba temiendo que ella lo comparase con Bran, y al contrario que lo comparara con el Dios del trueno solo lo hacía sentir aliviado (el ramalazo de celos no era tan fuerte como si la comparación hubiese sido con Bran) y enormemente (como ella misma decía) sexy y excitado.

Acaricio la mejilla de Winter robándole un beso con todo y aliento.

-Tengo algo mejor que un martillo.

-Eso lo tengo bien claro – sonrió ella.

Hunter presiono su pelvis con el centro de ella, cubierto por la tela de algodón de las bragas.

-Win, tú no te quedas atrás, eres preciosa – absorbió el jadeo que escapo de su garganta al tiempo que él le saco las bragas, sosteniéndola contra él con una mano. –Sexy – ella pego los muslos a su cadera, pero él la tenia bien afianzada con una mano, la otra se encargaba de abrir el doble broche de su sostén, por la parte de atrás. –Letal – bajo la boca hasta encontrar uno de sus sonrosados y tensos pezones. –Deliciosa – dijo pasando al otro pezón. –Exquisita – la mano que no la sostenía bajo hasta guiar su dureza al centro cálido y húmedo de ella.

Apenas lo sintió en su entrada, echo la cabeza hacia atrás uniéndose a Hunter.

Los rápidos movimientos con los que Hunter inicio el encuentro bastaron para expresar los jadeos y sollozos de Winter, que con uñas y dientes se aferraba a él.

Disminuyo la velocidad de sus envites al sentir las paredes internas de Winter apretándolo de un modo enloquecedor. Le permitió a Winter hacer de las suyas, enviándolo al límite, pues ella inicio un ritmo lento y embriagador sobre su extensión impulsándose aferrada a su cuello.

Sus caderas tenían la presión exacta contra su cuerpo, la cadencia exacta para enfebrecerlo y el sabor exacto para matarlo de placer.

Era la pasión de su mirada lo que lo cautivo la primera vez que la vio en el restaurante con Bran, y era ahora el sabor de su pasión y fuego lo que lo tenían a su total merced. Estaba en sus manos ahora más que solo literalmente hablando.



¿Dónde había aprendido Winter todas esas cosas, posiciones y formas que adopto con Hunter?

Esa pregunta rondo su mente hasta que de nuevo se encontró rugiendo – de forma muy literal – el nombre de ella.

La forma en que Winter le tocaba tenía que ser ilegal. La forma pura y erótica con la que lo miraba, definitivamente no era de este mundo. Nada de lo que hicieron en la sala y de lo que paso en la isla de mármol, hasta pasar al suelo del área de la cocina era de esta galaxia.

Le dolía hasta el cabello cuando ella se tendió sobre su pecho con su cuerpo sudado y satisfecho. Empero Hunter sonreía, pleno y algo cansado. Winter le beso el cuello, aun encima de él, y recargo el mentón sobre sus brazos cruzados arriba de su torso.  Sus labios rojos revivieron el recuerdo de tenerlo prisionero en esa cálida humedad. Se estremeció de pies a cabeza al pensarlo.

-¿Cuál es tu color favorito? – pregunto Winter de pronto. Hunter frunció el ceño.

-El rojo – dijo de inmediato. – ¿El tuyo?

-Azul. En especial el azul de tus ojos – estiro el cuello para besar su nariz. El suelo nunca le pareció tan perfecto. –Es hora de que me vaya – separándose de Hunter, busco su ropa por todo el loft.

-¿Volverás con Bran? – una nota contenida escapo de la garganta de Hunter.

-Cuidare a Melanie – respondió seria. – ¿Quieres llevarme?

-Vamos – vistiéndose tomo las llaves de su Avenger y la llevo al departamento de Bran. No era la respuesta que esperaba, pero era mil veces mejor a que ella dijera rotundamente un ‘si’.


Durante el camino se ocuparon de besarse y de tocarse en los semáforos en rojo. Aquello tenía vuelto loco a Hunter. En cualquier momento gritaría de felicidad como un niño en dulcería.

-Mañana iré a la Universidad…

-Nos vemos mañana, entonces – con un último beso se despidieron en el lobby.


La sonrisa en el rostro duro hasta que estuvo en el departamento de Bran. Lumiere la recibió saliendo del ascensor, tomando su bolso y chaqueta con una leve reverencia y saludo.

-¿Dónde está Melanie, Lumiere?

-Comiendo, señogita. Llego justo paga la cena – el chef la llevo al comedor.

-¡Winter! – grito Melanie apenas la vio en la entrada.

La niña se veía un poco pálida. Una cicatriz rosada reposaba en su frente del lado izquierdo, de una longitud de 10 centímetros al menos. Melanie quiso ponerse de pie, pero su tío se lo impidió alejándole las muletas; tenía tantas ganas de abrazar a Winter y pedirle que no se fuera de nuevo, que la quería y que ella jamás tuvo la intención de lastimarla nunca.

-Winter no se ira, come – ordeno Bran.

Verla de esa forma tan frágil y tan débil le rompió el corazón. No aguanto más y se arrojo a abrazarla, dejando escapar un par de lágrimas.

-Mel, cariño, luces…

-Como Frankenstein – bufo la niña, atrapada en los brazos de Winter. –Ahora puedo caminar y… - levanto el brazo derecho enyesado – pronto me quitaran esto – torció la boca.

-Cariño – Winter se separo para mirarla de cerca. –Lo lamento tanto.

-¿Por qué te fuiste, Winter? – Melanie formulo la pregunta que tanto temía que hiciera.

-Estoy aquí ahora.

-¿Fue porque te dije que no te quería? – los ojos de Melanie entristecieron de inmediato, y dos lagrimas rodaron por sus pecosas mejillas, lo que termino por romper a Winter.

-Claro que no, cariño. No me fui por tu culpa, yo solo…

-Encontró algo mejor que hacer que limpiarme los mocos, ¿cierto Win? – intervino Bran. Ella le miro un segundo. No podía engañarla, no ahora que conocía cada mirada de él. Al menos eso creyó, porque sus verdes ojos le regresaban la mirada, y un halo de suficiencia, mofa y algo que no alcanzo a descifrar, la reflejaban. Un segundo después ella asintió. Bran jamás dejaría de lucir guapísimo ni de tener ese aura de superioridad.

-¿Eso paso? ¿Te cansaste de nosotros?

-Solo de Bran – respondió de inmediato. Esa respuesta complació a Melanie que hasta sonrió.

-¿Ya no te irás, verdad?

-Vendré cada tarde para cuidarte.

-¿No vivirás aquí? – esta vez fue Bran el que formulo la pregunta con ansiedad. Winter se irguió.

-No – sentencio firme. –Tengo un departamento en Brooklyn, vendré todos los días después de la escuela.

-¡Wow! – jadeo Melanie, ajena a la intensa mirada de su tío. Los ojos verdes de Bran solo tenían interés en Winter y su declaración.

-Perfecto – se puso de pie abruptamente. –Provecho, estás en tu casa, Winter.

-Gracias, Bran – le regreso la sonrisa enorme y se sentó al lado de Melanie para ponerse al día de todas sus aventuras. La niña no podía dejar de sonreír, por fin su mejor amiga había vuelto a casa.

-Que Melanie no duerma muy tarde – dijo Bran antes de abandonar el comedor, con su aire frio y elegante.

-¡Gracias por volver! – Melanie se arrojo a Winter una vez más, rodeándola con su brazo bueno. –La estúpida rubia me ha estado torturando con su patética vida – gruño separándose. –Tus historias son mil veces mejores.

-¿Samantha es aun su novia?

-Ash, si. La descerebrada piensa que Bran la ama. Hasta Lumiere y Briseida saben que no es así – rodo los ojos. –Y me gusta este lugar, aunque extraño el océano. ¿Cuándo volveremos a California?

-Tal vez te lleve a los Hamptons cuando mejores.

-¡Si! – clamo la niña con un brillo en los ojos, ese que tanto extraño Winter.

-Lamento todo esto, y no despedirme. Melanie, perdóname…

-Ya… - negó con la cabeza. –Te perdono. Lumiere me dijo que a veces para sanar hay que cortarse – frunció el ceño.

-Lumiere es un hombre sabio. Algún día entenderás sus palabras.

***

Como ordeno Bran, Melanie no durmió tan noche. Eran apenas las diez cuando Winter la ayudo a subir hasta su habitación. El lugar era casi igual al de su antigua habitación en California, los tonos lilas y purpuras reinaban en la amplia habitación con vista a la calle. Le conto una de sus historias favoritas, esas de miedo que tanto disfrutaba y cayo rendida. Winter le dio un beso en la frente, en el lado contrario a su cicatriz, y salió en silencio de la habitación.

-¡Dios! – pego un brinco al encontrarse a Bran frente a la puerta de Melanie. Estaba recargado en la pared con los brazos cruzados sobre su pecho y esa intensa mirada verde la miraba con fijeza. –Me asustaste, Bran – llevo una mano a su pecho y camino directo a las escaleras para irse. Él camino detrás de ella, casi pisándole los talones. La presión en el pecho de Winter se hizo presente y presiono dos veces el botón del ascensor para salir del departamento. –Creo que no sirve.

-O tal vez lo están usando – comento aun detrás de ella, apenas a centímetros de ella. –Puedo llevarte a tu departamento, es tarde. Es una ciudad peligrosa.

-No te molestes – replico sin mirarlo y presiono el botón de nuevo.

-No es ninguna molestia, es lo menos que puedo hacer por la niñera de mi sobrina.

¿La niñera de mi sobrina? ¿Lo decía en serio? ¿Desde cuándo él llamaba “Mi sobrina” a Melanie? ¿Estaba drogado?

-En serio estoy bien – ajusto su abrigo. Maldito ascensor.

-No seas necia, Winter – gruño y aun detrás de ella se inclino a presionar el botón empujándola un poco. Las puertas del ascensor se abrieron.

De pronto el pequeño cubículo del ascensor le pareció más pequeño y lo miro un par de segundos antes de que Bran la instara a entrar con él. De inmediato se pego a una de las paredes y cerro su abrigo de botones, cruzo los brazos sobre su pecho y pego en el suelo con la punta de sus zapatos. Esto no le gustaba para nada.

No se atrevió a mirarlo. Los 10 pisos del edificio se le antojaron al menos unos veinte. Sentía que jamás pisaría tierra firme, incluso el aire comenzaba a faltarle. No quería estar cerca de Bran. No quería.

Una vez en el lobby lo siguió al estacionamiento subterráneo del edificio. El frio de ese lugar le enchino la piel, ¿o quizá era la cercanía de Bran? No se detuvo a pensar en eso hasta que estuvo dentro del BMW 320i plateado de Bran.

-Vivo a un par de calles del puente – anuncio con la garganta seca. Bran asintió en silencio y salió a colarse al tráfico.

-¿Te instalaste casi de inmediato de dejar California, ah? – esa pregunta la tomo desprevenida.

-Si, algo así. ¿Cómo… como lo sabes?

-Lo imagine – no sabía porque esa respuesta le gustaba como mentira. –Tu y… Hunter se hicieron muy cercanos – esta vez Winter advirtió en los nudillos blancos de Bran que se aferraban al volante.

-Creo que vamos a más de cien en una calle de 60 kilómetros por hora – se ajusto el cinturón de seguridad.

-Ya – suspiro Bran, bajando la velocidad. – ¿Ahora me contestaras?

-¿Qué tiene que ver eso con tu sobrina?

-Solo quiero mantener una conversación, ¿acaso eso es un pecado? – se detuvo en un semáforo y la miro con ardor y ¿odio? Realmente no le sorprendía esa mirada posada en ella. Miles de veces la habían visto. Lo incomodo era que le hablara y la mirara a la vez.

Winter negó con la cabeza y frunció los labios.

-Somos amigos – confirmo. Sabía que podían ser algo más, pero…

‹‹Hunter no es Bran, Hunter si me quiere, a Hunter le importo››

-Amigos – repitió Bran levantando ambas cejas y formo una sonrisa burlona con todas las de la ley.

-¿Tengo prohibido ser su amiga? – replico de inmediato a nada de gruñir molesta.

-Me importa una mierda si eres su amiga – bufo y arranco el auto.

Winter estuvo a punto de decir algo más respecto a su pedante actitud. ¿Qué le importaba a él? Ella no le importaba nada a él. ¿Qué más daba con quien saliera o de quien era amiga?

-En la esquina a la derecha y luego dos calles al frente ahí vivo – dijo seria sin mirarlo.

-Bien.

Se detuvo justo frente al edificio, pero no abrió los seguros hasta después de un minuto exacto. Winter abrió la puerta y susurro un “gracias” seguido del azoton de la puerta al cerrarse.

¿Por qué se sentía tan miserable? Tenía a Samantha, ella era hermosa, tenía un cuerpo espectacular y era modelo. Y en la cama…

Ella no era Winter.

-¡Winter, espera! – bajo del auto y corrió hasta la puerta del edificio, donde ella buscaba las llaves en su bolso.

-¿Qué? – lo encaro con las mejillas rojas, rojas de furia, conocía ese rubor a la perfección. La conocía de toda la vida que hasta conocía el brillo de sus ojos cuando estaba feliz, triste, cuando algo le molestaba o cuando algo realmente le encantaba. Ahora estaba de muy mal humor.

-Solo…  – se acobardo. –Mañana a las cinco en punto – dijo sin más y regreso a su auto pateándose mentalmente.

Subió a su auto y no espero a que ella entrara al edificio (eso sin duda no podría soportarlo), arranco.

-¡¡JODER!! – freno bruscamente en una esquina. El semáforo estaba en rojo y había estado a nada de estamparse con un camión de basura.

Golpeo el volante frustrado. Lo golpeo tantas veces que termino por lastimarse una mano. Cerró los ojos, respirando por la nariz.

¿Por qué?

¿Por qué ella…?

Conocía las respuestas. Las sabía en el fondo de su corazón, de su amargado corazón.

Enterró las manos en su cabello, y jalo tan fuerte los mechones que el cuero cabelludo le dolió. Sentía un nudo en su garganta, pero nada comparado con el asco que se acumulaba en su paladar. Sentía como si en cualquier momento pudiera estallar en miles de pedazos.

Soltó un rugido justo antes de que su teléfono móvil resonara dentro de su chaqueta. Dejo que sonara… y sonara… y sonara…

Tenía que ser Samantha, solo ella era así de insistente. Bufo una vez más y contesto.

-Hable – miro al frente. Las calles estabas oscuras y solitarias. De ese lado de la ciudad no había mucha gente transitando por las aceras o mirando las tiendas. Se pregunto si Winter tendría miedo de salir a las calles ante tal visión.

-Amor…  – era Samantha. –Lumiere me dijo que habías salido, ¿Dónde estás?

-¿Qué demonios haces despierta? – replico.

-Estaba pensando en ti…

-Ya – levanto una ceja y apago el auto. De cualquier forma ya estaba orillado. – ¿Para qué me llamas? Tienes sesión fotográfica mañana, deberías estar dormida – recargo la cabeza en el respaldo del asiento y soltó el aire con cansancio.

-Necesitaba escuchar tu voz antes de irme a dormir. Quiero soñar contigo.

De alguna extraña forma sus palabras no hacían más nada que asquearlo hasta puntos peligrosos. La bilis subió a su garganta y él cerró los ojos intentando calmar el mareo.

-Duerme ya, Samantha. Apuesto a que las ojeras en tus ojos no se verán nada bien en la sesión de fotos de Spotlight.

-La fotógrafa esa y la maquillista hacen milagros, amor – ronroneo, y ese sonido lo puso aun más de malas.

-Como quieras. Voy a colgar, estoy manejando – declaro y colgó sin dejar que ella se despidiera. Después apago su teléfono. Quería una noche tranquila por una vez al menos. Una. Una noche donde Samantha no le llamara y le contara que llevaba puesto. Estaba harto de los vagos relatos eróticos de ella tocándose con el coordinado de encaje puesto.


Paso un buen rato en el mismo sitio donde se había detenido. Estaba a menos de dos calles del edificio donde vivía Winter. Podía regresar, tocar su puerta… De cualquier forma él sabía en qué departamento vivía. Incluso sabía los nombres de sus vecinos. No había perdido su tiempo cuando ella lo dejo hace semanas en California. Sin embargo todavía había algo que no sabía de ella…

Arrancando el auto, hizo una vuelta en “U” totalmente ilegal que se gano un par de maldiciones y los pitidos de un par de autos que derraparon para no golpearlo. En menos de lo pensado estaba en el lobby del edificio. Se hizo con las llaves en un descuido de Winter al dejar su bolso en la mesa de la cocina cuando subió a dormir a Melanie. Así que subió hasta el primer piso y toco justo en la puerta de Winter.

La necesitaba. La deseaba. Ardía por ella.

Winter abrió la puerta cuando toco con los nudillos con fuerza.

-¿Qué demo…? – gruño asomándose por la puerta.

-Dime que no volviste para enredarte en mis sabanas – dijo sin más ante la cara atónita de Winter.

1 comentario:

Violet dijo...

Oooohhhh!! B. No sabes cuanto esperé este capi!! Si , si ,si! Al fin Win tuvo algo bueno con Hunt!! Me encantó su reacción cuando vió desnudo a Hunter! Yo hubiera hecho lo mismo, naahh me le hubiera lanzado encima en un segundo!!! Jaja!!
De verdad q no entiendo a Brandon, quiere y o quiere a Win porque deja que su amargura le nuble los sentimientos!! Es muy infeliz, pero ni siquiera cuando tenia a Win era completamente feliz... Entonces que quiere???
Y Melanie!! Chiquilla! Es mi fav
Mil gracias B!!!!

Las chicas del Té de Lemmon

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