julio 30, 2010

Búscame - Capitulo IV

Hola. Nuevo capi de esta historia, que parece gustar. Solo una cosa: Comenten, ¿vale? O mientanmela, lo que sea XD

Matemos todas a la perra de Serena. Pero ya vera, esa maldita lo querrá de vuelta. Un pajarito me lo dijo XD ¡Perra!

Bueno, espero que disfruten el capitulo. Saludos :}

Capi dedicado a mi Cricri, por ser tan fiel ;)


Capitulo IV

Era tarde. El estúpido cacharro viejo que me dieron en el trabajo no arranco, no tenia permitido usar mi auto. Reglamento del jefe. Así que camine por la calle hasta llegar al tren. Eran al menos unas 4 o 5 manzanas. Y si ya iba tarde para que caminar rápido.

Ya en la estación, espere a que llegara el tren. Éste tardo al menos 10 minutos. La gente se abarrotaba al borde del andén. Me hice un poco para atrás. Choque con alguien.
-Lo siento – al voltear, la vi. Era ella, mi Serena. Sus ojos se abrieron tanto por la sorpresa de verme. Le sonreí.
-Deja de mirarla imbécil – de la nada un tipo de mi estatura me grito. Se veía musculoso, de cabello corto y negro, tes clara.
-Déjalo John, no me esta molestando –intento calmarlo pero él le aventó violentamente el brazo y la empujo un poco.
-Hey, la estas lastimando –mi instinto protector que despertaba cada que ella me decía que la molestaban o que la veía llorar.
-No te metas –el tipo me señalo. –Te romperé la cara sino te alejas ahora mismo.
-Vamos, John, no paso nada –Inútilmente ella intentaba calmarlo.
-Tu cállate, intento defenderte y te vale. Eres igual a todas las demás zorras –le grito en medio de toda la gente que se congregaba a nuestro alrededor.

Eso no, nadie más la llamaría zorra.

-Discúlpate –le dije con la mandíbula tensa.
-Ja –se burlo. – ¿Defiendes a esta zorrita? Venga hombre, pareces un tipo inteligente, ella no es nadie, nada. Solo basura.

La sangre empezó a hervirme.
-No puedes llamarla así –intente calmarme.
-Claro que puedo –alzo la cara. Miro a Serena que estaba roja como tomate. Igual por furia, igual por la vergüenza. No lo sabía con exactitud.
-John… -murmuro.
-Cállate estúpida –le grito.

Eso fue la gota que derramo el vaso. Deje de lado mi calma o lo poco que tenia y le propine un golpe que seguro recordaría el resto de su patética y miserable vida. Los gritos de sorpresa de la gente no se hicieron esperar. Serena se llevo las manos a la cara.
-No tenias que hacer un show de esto –me recrimino.

¿Qué? ¿Un show? Pero si la estaba defendiendo. Jamás la entendería.
Se arrodillo cerca de su acompañante, él la empujo.
-Aléjate de mí, zorra. No me toques – se puso de pie y me miro con furia.

Estaba listo para romperle la cara. Escupió la sangre acumulada en su boca, dio media vuelta y salio del andén. Cobarde, eso era.

Serena me miro aun con enojo. Frunció la boca.

-Serena…
-No me hables –grito.

Corrió fuera de la estación del tren. La seguí. Ya afuera no había rastro de su “amigo”. La tome del brazo y la hice que me mirara.

-¿Por qué lo hiciste? –pregunto, con llanto en los ojos.
-Te llamo zorra.
-Nadie debe saber que nos conocemos, Eric. Nadie, ese era el trato.
-Me estoy cansando del trato –confesé.
-Mala suerte –intento zafarse de mi agarre. No se lo permití.

Tome su rostro y la bese, valiéndome un comino que pasara alguien conocido y nos viera. Ella forcejeo, pero en instantes se calmo, siguió con gusto el beso. Sus labios suaves, me regresaban la esperanza, la esperanza de que algún día ella fuera toda mía, mía. Su lengua jugo con mi razón. Como pude camine hasta una pared y ahí pegue mi cuerpo al de ella. Estaba que ardía por ella. La necesitaba, la amaba…

-¿Te gusto? –dijo una vez que nos separamos.
-Si –sonreí.
-Que bueno porque no volverá a ocurrir.

Me dio una cachetada y camino decidida por la acera. Su reacción me dejo en shock. ¿Como es que no sentía nada por mi después de las caricias que nos dábamos?



Llegue a la oficina echando humo. Cameron lo noto y ni por equivocación se acerco. Que bien, estaría dispuesto a partirle la cara si llegaba con alguna de sus tontas bromas.

Creo que era hora de empezar a usar mi instinto de investigación y de mis privilegios de detective. Abrí el archivo de búsqueda y de rayo encontré lo que buscaba, su dirección, numero de seguro, todo.

Escribí la dirección, salí del edificio de policías. Nadie se cruzo en mi camino. Era mi día de suerte. Tome un taxi y en pocos minutos llegue a la dirección.
Subí como poseso las escaleras, no tenia tiempo que perder. Cruce el pasillo del edificio y antes de tocar la puerta con la intención de tumbarla, aspire profundo. La zona era bastante elegante. Seguro que era de familia acomodada. Quizá ese era el hecho de que nadie nos conociera. Bien, tenia que averiguarlo. Acomode mi ropa. Toque la puerta con los nudillos. Ésta se abrió. Una mujer con uniforme de servicio domestico me abrió la puerta.

-¿En que puedo ayudarle? –pregunto con voz amable.
-Busco a Serena Wild –Hasta su apellido reflejaba que era una fiera.
-La señorita Wild no se encuentra, ¿gusta dejar algún mensaje?
-No, solo… gracias.
-¿Quién la busca?
-Un amigo –sonreí.
-Claro, hasta luego –cerro la puerta.

No estaba en casa, seguro andaba por ahí. El punto era saber donde. Según los archivos de su vida, estudio en una escuela de arte. Sin darme cuenta caminaba por Central Park. Me senté cerca del lago artificial del parque. Tenía que haber alguna razón por la que Serena me cacheteara al besarla.

Mi celular sonó sacándome de mis absurdos pensamientos. Una tonta idea de que ella estuviera casada me punzo en el pecho. No podía estar casada, no. Solo tenía 23 años. ¿Podría ella haberse casado con el patan ese que la acompañaba por la mañana?, ¿tan poco se quería?, ¿compartir su vida con un completo imbésil?
Conteste el celular:
-Hable.
-¿Dónde diablos estas? –gritaba Cameron.
-En Central Park –conteste sin ánimos.
-Te buscan en la oficina… tu… hermana –dijo con un susurro.

En el acto colgué. Corrí hasta la venida y tome un taxi. ¿Cómo me encontró? Subí a mi oficina sin el uso del elevador. Temía que mi mala suerte aflorara y me dejara atascado el resto del día en el elevador, atrapado y sin poder verla de nuevo.

Serena estaba sentada en las sillas cerca del lugar de las denuncias. Se veía tan hermosa. Sus jeans desgastados, una blusa escotada y transparente, el cabello suelto le quedaba tan bien.

-Serena –murmure.
Alzo la mirada. Me miro fríamente. Eso no era buen indicio.
-¿Qué sucede?
-Tenemos que hablar –se puso de pie. –Hay una cafetería al final de la calle.
-Claro…

Se me adelanto al bajar las escaleras. Su cabello brincaba conforme bajaba las escaleras. Al fin abajo, salimos por las puertas de emergencia, en el callejón solitario detrás del edificio, se giro y me miro.

-Eres un completo imbésil, ¿sabes?
-No entiendo… -¿No tomaríamos un café?
-El trato se termino.
-¿Qué? –no podía creerlo. –No, no puede terminarse.
-Claro que puede. Hoy se termina.
-¿Por qué? –esto no podía estar pasando.
-Porque quiero.
-Dame una buena razón, Serena. Dámela –exigí.
-Eric… voy a casarme.
-¿Qué? No me digas que con el imbésil de la mañana… no me digas eso por favor.
-No, no es con él.

Cierta parte de mi se calmo. Solo cierta parte. Era un sueño, peor aun, una pesadilla. Ella se estrujaba las manos, nerviosa. Tomo aire profundamente un par de veces.

-No vuelvas a buscarme Eric. Por favor –pidió con un alo de tristeza.
-Serena…
-Promételo.
-No prometeré nada. Yo…
-Lo de nosotros jamás existió, solo fue sexo. Solo eso.

Sus palabras apuñalaron mi corazón. El día que más temía había llegado. Mi cobardía me había superado. Alguien más estaba en su corazón.

-Lo que paso…
-No digas que fue lindo porque… porque… porque fue más que eso y lo sabes –le dije dolorido.
-Si, fue más que eso, aun así, no deja de ser sexo casual Eric.
-¿Solo sexo? ¿Por eso llorabas en mis brazos? ¿Por eso venias a mi cada que algún patan te lastimaba? ¿O solo era cuando nadie quería acostarse casualmente contigo? –mis palabras la estaba lastimando, pero, ¿acaso ella no hizo lo mismo diciendo que lo nuestro solo era sexo?
-Tú ofreciste escucharme, sin pedir nada a cambio. Nada –espeto molesta.
-Si… lo se. Solo que… estoy cansado de ser tu salvavidas. Soy más que eso.
-Yo no tengo nada más que ofrecerte, nada. Conocías las condiciones del trato.

Claro que las conocía…

**
Una tarde lluviosa de otoño, nos hizo encontrarnos. Ella corría por las calles totalmente empapada. Sin darme cuenta la moje aun más cuando pase por un charco. Baje del auto y me disculpe. Mi corazón se alboroto cuando la vi.

-Lo siento, lo siento… -decía rápido.
-Ya, no importa –dijo sin mirarme.
-Ven, te daré algo de ropa seca.

Ella accedió sin más. Subimos a mi departamento. La invite a sentarse en mi sala. Entre al cuarto de baño y tome unas toallas. Le di una y comenzó a secarse encima de la ropa.

-Estúpido… -la escuche, lo decía sin decirlo a alguien en especifico.
-¿Estas bien?
-¿Cómo estarías si tu novia te dice que te ama y que desea toda una vida a tu lado y después la encuentras revolcándose con tu mejor amigo? ¿Peor aun cuando ambos aun sudorosos y enredados en las sabanas dicen que nada pasó, que no es lo que tú crees?
-Me sentiría traicionado. Devastado…
-Yo me siento una mierda –escupió furica. -¿Acaso soy tan poca cosa?
-No. Eres… bueno eres preciosa.
-Gracias –torció la boca en una sonrisa.

Esa noche me platico la relación con su ex novio. Le di una de mis playeras, le quedaba justo arriba de la rodilla. Me deshice de nuestra ropa húmeda, la metí a la secadora. Cuando regrese ella estaba tumbada en el sofá. Mi instinto se apodero de mí, acaricie sus piernas. Ella se giro y me envolvió en sus brazos. El beso, fue… como besar el mismo cielo.

-No se tu nombre… -Dijo besando mi cuello.
-Eric –jadee cuando ella mordió mi oreja.
-Soy Serena –Sonrío en mi cuello.

Alce la playera y me encontré con su cuerpo desnudo y bien dotado. Lamí mis labios y me dispuse a devorarla por completo. De punta a punta, de norte a sur, mientras que de su boca salían suspiros.

Cuando nos unimos al placer envueltos en sudor y jadeos, nos abrazamos en mi sofá. Se sentía tan bien entre mis brazos. Como si me perteneciera. Para mi no era solo un encuentro casual, en el fondo de mi alma sabia que podía surgir algo más. Estaba enamorado de ella.

-¿Puedo venir mañana? –pregunto con esperanza.
-Siempre. Siempre que quieras que tu piel toque mi piel. Te escuchare… te llevare al mejor de los sitios.
-No puedo ofrecerte nada más, Eric. Solo esto.
-Si… no te pediré nada más que tu cuerpo entre mis brazos.
-Es un trato.
-Es un trato –repetí.

Esa noche le hice el amor de una y mil formas.
**

-Conocías los términos del trato –Repitió regresándome al presente.
-Si… -hable con voz pastosa.
-Entonces se acabo el trato.

De nuevo me dejaba solo. La escuche gritar por un taxi. Ahora si la había perdido. Esta vez para siempre. Se casaría con otro, un valiente que si le dijo que la amaba.

2 comentarios:

Ale de Moesia dijo...

Beu!!!

Dios como puedes dejarme asi!! aaaaa!! Esa Serena es una Perra ¬_¬ si ella no quiere a Eric damelo a mi!! xD Dios!! Oh mi Eric!! jajaja Maldita Serena nada mas lo lastima es una mensa, y con deberia estar lo deja de lado!! Ame el capi casi grito cuando dice que solo fue sexo dios!! El otro entregandose en cuerpo y alma y esta en el el tren queriendo que la llamen zorra jaja pero as es el amor, no estamos con el que nos conviene i no al que amamos U_U en fin mi Beu ame el capi y dime por favor que sigue!!! que alguien entre a la vida de Eric cof cof yo jaja y lo haga un poco feliz ai lob iu mi Beu Xau!! xD

Besitos y suerte!!=D

Gracias por subir capi!! wiiii!! =D

Isabella Macouzet dijo...

Exacto, de acuerdo con Ale, me quede con la duda de lo que va a pasar luego... ash, odio vivir en la incertidumbre.

Ale y yo tendremos que compartir a Erick, pobresillo, asi ya Serena recibira un poco del dolor que ella le causa ¿no?

Gracias por escribir esto, y no te pongas muy comoda, que voy a estar esperando el proximo ¡eh!

Tq mi señorita Beu.

Un beso.

Las chicas del Té de Lemmon

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