noviembre 25, 2011

El placer es mio... - Capitulo 14

Lindo viernes. ¿Que tal su dia? El medio medio padre, medio aburrido. En fin...
Nueva entrega de El placer es mio...
Las cosas empiezan a tomar forma. Algo aburrida la historia pero... Si toman en cuenta los detalles descubriran los secretos ;) Esta historia se acerca a su final... Y pronto sabremos que pasara con las chicas de Maldita delicia, no desesparen ;) Mantenganse informadas a traves de las chicas de El placer es mio.... (: Cuidence y estamos en contacto ♥ Cambio y fuera. Enjoy ^^
Capitulo XIV


-¿Qué fue lo que le hiciste? – Ada aporreo la puerta de Noah. -¡Dime!
Noah abrió la puerta, con ese gesto imperturbable. Aunque en el fondo se sentía un monstruo, le mostro a su hermana la careta más aburrida que pudo interpretar.
-No le hice nada, creo – murmuro mirando el piso.
-Iba llorando, ¿Qué le hiciste, Noah? – lo picoteo con el dedo. -¡La tocaste!
-¡NO! – bramo ofendido. – ¡Jamás! Solo… dije cosas que no debí, ¿ya?
-Eres un cerdo. ¿Crees que todas son unas putas como las fulanas con las que te revuelcas? ¿Qué solo con un masaje se enredan en tus sabanas, ah? – decía Ada furiosa. –Ella no es así, no lo es Noah. ¡Eres un pendejo! – grito y lo dejo pasmado en su pequeño refugio.
Ahora no le parecía un refugio, más bien un asqueroso lugar donde pasaba las horas solo, sin nada más que hacer que meter chicas desconocidas para mantener relaciones superfluas de una noche. Como un animal en celo.
Intento llamar a Kenzi, pero ella jamás contesto. Quizá debería llamar a Marion y preguntarle su dirección. O dejar las cosas como estaban. Kenzi había llorado por su culpa. No era algo que se perdonara tan fácil.

-Investígame la localización de este número, Ada. Ahora – ordeno. Su hermana estaba sentada ante su ordenador portátil. Lo perforo con una ruda mirada tras sus gafas.
Ella era buena con el uso de la red. A Noah le aburría estar sentado tras la pantalla, pero su hermana era genial en eso. Le encantaba leer libros y mirar series de TV por horas y horas. Claro, su empleo también lo ameritaba, pero ella disfrutaba sus ratos libres devorando libros de vampiros y seres sobrenaturales.

-Toma – después de un par de horas le tendió un papel con la dirección. –Tiene un Mini Cooper rojo, fue más fácil – explico por la rapidez con la que obtuvo la información. –Deberías ser cordial con ella. Si yo fuera Kenzi, te cortaría las bolas apenas aparecieras ante mi puerta – gruño y cerro de un manotazo su ordenador para dejar a su hermano, ahí en el lobby del Spa. –Cierras la puerta, tarado – dijo saliendo de Pomaikai.
Ada vivía a pocas calles de ahí. Aun era temprano y por eso se atrevió a dejar solo a su hermano, siendo el imbécil que era, ella tenía unas ganas enormes de abofetearlo. Aunque, sabía que el silencio era mejor. Era más doloroso. Su hermano tenía cierta debilidad por los gritos. Era un enfermo masoquista. Si le gritaban, sabía que les importaba, si guardaban silencio y solo lo miraban, era como si derramaran un balde de agua fría sobre él, o lo apuñalaran sin piedad. Era más efectivo el silencio cuando estabas frente a Noah Van Der Beek.




***

Al día siguiente y el siguiente Kenzi no contesto el teléfono. Sus amigas la llamaban a su móvil. Cuestionando su ausencia en los viernes de comida china. O los miércoles de películas. Ella alegaba trabajo en el Jardín y unos niños alocados por las fiestas de Navidad que se hacían en el Instituto.
Sus amigas se habían cansado de sus ausencias. Amenazaron con ir a verla a su departamento, pero entonces Kenzi no llegaba ahí hasta muy tarde. Pasaba horas y horas en el mirador. Prácticamente lo convirtió en su lugar secreto. Revisaba los pendientes del Jardín de niños ahí mismo. La cajuela del Mini Cooper guardaba las manualidades de sus pequeños monstruos. De cierta forma se sentía más tranquila ahí. Alejada de todos. Le dolía estar lejos de sus amigas, pero aun no podía reponerse de las palabras de Noah. Eran verdad, todas verdad. Ella no quería reconocerlo, pero sabía que así era.
De cualquier forma, su vida no era interesante ni nada. Su corazón, según ella, estaba intacto. Nunca había tenido novio y había formado castillos de arena sobre nubes. Creyó en cosas que no existían.
De nuevo lloraba, dejo los pendientes a un lado. Ya tendría tiempo. Ciño el abrigo a su cuerpo y bajo del capo de su Mini Cooper para entrar a su auto y encender la calefacción un rato.
Llevaba demasiado tiempo lejos de sus amigas. Una semana entera para ella era una eternidad. No habían celebrado como se debe el ascenso de Lizzy. Se los debía. Ella necesitaba risas y algo de alcohol. Si, risas y a sus amigas.
Regreso a casa cerca del atardecer.

Siempre se reunían en casa de Marion. Un extraño ritual que tenían.
Toco el timbre del loft de Marion. Suspiro y ofreció su mejor sonrisa, la había practicado delante del espejo retrovisor durante los semáforos en rojo.
Marion abrió.
-¡Kenzi! – sonrió y la dejo pasar. –Pensé que te habían llevado los aliens – comento mientras caminaban a la salita.
-Eso espere, pero ninguno quiso llevarme – Kenzi sonrió.
Estar con sus amigas la aliviaba.
-Compre comida china – dijo levantando la bolsa de papel.
-Uh, que rico – Marion se relamió los labios. –Lizzy dijo que vendría más tarde. Creo que iba a pasar a tu departamento a jalarte de los cabellos hasta que te aparecieras por aquí.
-Que bueno que no lo hizo, no tengo mucho cabello – la morena acaricio su corto cabello despeinado.
-¿Dónde estuviste toda la semana? ¿Conociste a alguien?
-No – frunció el ceño. –El trabajo…
-Deberías de dejar de ser maestra. Esos niños son unos monstruos – fingió estremecerse. –Aunque podías rentarlos para pedir dinero en los puentes como siempre dices…
Kenzi estallo en risas.
-Si, esos monstruos deben dejarme algo bueno… - la morena fue a sentarse a la salita, dejo que Marion guardara la comida en la cocina. Después, seguramente la calentarían en el microondas. Lizzeth acostumbraba no llegar a la hora acordada.

-¿Cómo te va con Adam, resolvieron todo?
-Claro. Ahora anda muy sedito conmigo. Algo quiere…
-Y no es dinero – termino Kenzi divertida.
-Si, aunque ya sabes cómo me pone ese hombre… - suspiro y se sentó en el otro sofá. -¿Quieres ver alguna película?
-No, no quiero ver nada. No tengo ganas.
-¿Quién eres tú y que le hiciste a mi amiga? – dramatizo.
-Nada – sonrió. –Sigo cansada, ¿sabes?
-Oh. Quizá unos masajes…
-¡No! – se apresuro a contestar. Intento no sonar histérica pero no lo logro. –Es decir…
Marion la miro curiosa.
-¿Apareció Sr. Pene feo?
-No – negó con la cabeza, - no lo invoques por favor. Desde que se fue al Caribe no he sabido nada de él. Me alegro tanto…
-¿Nada, nada de él?
-Absolutamente nada. Lo cual es bueno, ya sabes, con el trauma de verle la cosa esa, una no queda con ganas de saber nada de él ni de su persona.
Ambas estallaron en risas.
-Amiga, ya deberías buscarte un profesor lindo.
-No hay profesores en el Jardín de niños…
-Uh, eso si es mala suerte. Te dije que estudiaras moda o eso.
-Ahí menos – hizo una mueca. –Ya te dije que hay puras galletas – se refería a que había puros homosexuales. –Pero quiero un amigo gay. No tengo ninguno.
-Si, es verdad. Quizá ese amigo tuyo… el de la secundaria…
-¿Roger? Si… - recordó. –Creo que ese si era gay. Eso decían, pero para mí no era nada gay. Tenía unas ideas bastante… subidas de tono – se sonrojo.
-Ay amiga – Marion se puso de pie. -Te presentare a uno de mis primos, el que no está casado.
-Oh, no, no, no gracias, Mar. No, gracias – reafirmo. –Ya estoy hasta la coronilla de los hombres.
-¿Cómo puedes decir eso si solo has estado con…? – no termino su pregunta.
-Lo sé, pero después de ver ese horrible pene quedas traumada para toda tu vida, amiga – sonrió sin ganas, pero eso basto para Marion.

Se quedaron en silencio un rato, Kenzi tocaba despreocupada su cabello mientras que Marion acomodaba en un nuevo mostrador un par de aretes que había hecho.
-Son lindos – aprecio Kenzi para romper la tensión de ese incomodo silencio.
Sus amigas no mencionaban el nombre de Sr. Pene feo. Mostrándose solidarias con su amiga. Kenzi se había sentido usada.
“Tal vez deberías de haber salido con Demian”, repetían Marion de vez en vez. Kenzi solo negaba con la cabeza. Ella no era segunda opción de nadie. Demian era un amigo suyo. Tenían años de no verse y después había resultado que ella había movido su mundo. Mentiras. ¿Kenzi mover mundos? Solo que tuviera una demoledora bajo la almohada.

Cerca de las 8 de la noche apareció Lizzy. Tenía esa sonrisa enorme en su rostro. Seguro había visto a Vincent.
Kenzi la abrazo por su ascenso en Spotlight. “Tu prima me ayudo”, repetía Lizzy. Pero Kenzi sabía que también Lizzy había tenido que ver. Ella era una linda persona, fuerte, inteligente. Estaba orgullosa de su amiga. Mucho.
-Y después Vincent me dijo que era su musa, su inspiración – Lizzeth suspiro y la siguió Marion. Kenzi solo sonrió.
-Eres una pervertida – comento llenándose la boca de rollos primavera.
-Es tan perfecto… - clamo.
-¿Tiene hermanos? – inquirió divertida Kenzi.
-Una hermana, ¿haces tortillas?
-No, pero estoy pensando en hacerlas – contesto seria.
Todas se destornillaron de risa un segundo después.

Lizzeth estaba maravillada con su nuevo empleo. Hacia un buen equipo con Luna. Neal las ayudaba bastante. Cosa que jamás hizo con Monique. Los avances que le mostraban a Dorothea cada tercer día le encantaban.
Marion se mostraba optimista en su relación con Adam. Él se había comportado bastante sincero acerca de Lilian y Jack, pero claro que no podía contarles nada de eso a sus amigas, mucho menos a su prima. Así que hacia bromas sobre Adam y su cambio de actitud. Ahora parecía que quería contarle todo sobre él. Todo, con lujo de detalles.
-No sé cómo diablos llego desnudo a su escuela, pero eso fue lo que Adam dijo…
-Siendo como es, de salvaje, no lo dudo – señalo Kenzi y tomo un tazón enorme de palomitas para devorarlo con ansias.
-Si, muy salvaje… - Marion se relamió los labios.
-Oh, - Kenzi frunció el ceño –supongo que olvidaron su relación con sus “Amantes perfectos”, ¿ah?
-Te puedo regalar el mío, amiga – sonrió Marion.
-Oh no, no quiero tener nada que haya estado entre tus piernas, gracias – declino la oferta diplomáticamente.
-Yo te regalare uno para tu cumpleaños… - Lizzy le guiño un ojo. –Además, se ve que necesitas terapia amiga. Lora es muy buena, ya somos amigas y todo.
-Lora… - bufo Kenzi, divertida. –Quizá tenga que cambiarse el nombre a Lorenza.
-Como sea, ella me ayuda en mis problemas mentales…
-¿Problemas mentales, amiga, como cuales? – pregunto interesaba Marion.
-Los de morderse las uñas y la piel de los pulgares hasta quedarse si pellejo – comento vivaz la morena.
-Si, eso ya no lo hago – aprecio Lizzy. –Además, te sientes liberada…
-Yo lo que necesito es una invasión alienígena – comento Kenzi.
-Kenz, si estás loca – Lizzy le alboroto el cabello. -¿Para que quieres una invasión de cualquier forma?
-Yo sé para qué – interrumpió Marion. –Para que el héroe te rescate…
Kenzi la miro ceñuda.
-Puede ser una opción, pero no. Solo necesito algo de aventura… - suspiro. –Mucha aventura y acción…
-Hablando de acción… - Lizzy y Kenzi miraron a Marion.
-¿Qué?
-¿Recuerdan a Noah?
Kenzi se tenso. Lleno su boca de rosetas de maíz. Muchas, muchas.
-Ajá, el masajista. Si, lo conocí en la cena de Spotlight la otra semana.
-Oh, si, si, recuerdo que me contaste.
Kenzi solo asintió.
-Bueno, él. Me invito, bueno, me dijo que llevara a quien quisiera, su hermana cumple años y le hará una fiesta en el bar del Hotel Empire. ¡Estamos totalmente invitadas! – jadeo. –Es el sábado.
-No sé si pueda… - susurro Kenzi.
-¿Cómo? – ambas amigas alzaron la ceja.
-Tienes que ir, Ken. Nada de “no sé si pueda”.
-No es… - las miradas serias de sus amigas la intimidaron. –Hare lo que pueda.
-Kenzi, ya no estamos en la preparatoria para que nos canceles las salidas – regaño Lizzy. –Tu madre no está para regañarte…
Kenzi bajo la mirada.
-Lo siento, no quise…
-Ya… - Kenzi negó con la cabeza. Restándole importancia al comentario que se le escapo a su amiga. –Tienes razón, ya no tengo nadie que me regañe – sonrió un poco.
-¿Entonces? – Marion le tomo la mano. –Algo de aventura y acción. ¿Qué dices?
-Bien, ¿Qué puede pasar?
-Que nos invadan los extraterrestres – contesto Marion.




***




Marion vestía un hermoso vestido arriba de la rodilla color humo, con escote redondo y suelto debajo del busto, unas zapatillas de piso. Ya que si se ponía stilletos seria más alta de lo que ya era. Lizzteh se puso ese vestido color crema con encajes en negro que había comprado antes de ser ascendida. Lo cual reafirmaba las ganas que tenia por estrenarlo lo más pronto posible.


Ambas chicas esperaban a Kenzi, fuera de la tienda de bisutería de Marion. Iban a ser las 8 de la noche, y Kenzi era muy puntual. Pero aun así, verificaron la hora en la pantalla de sus teléfonos móviles.
Un claxon sonó en la calle. Ambas chicas se sobre saltaron y Kenzi dentro de su Mini Cooper estallo en risas. Sus amigas entraron a la comodidad de un cálido interior. Kenzi escuchaba música desconocida para ellas.






Parecía que los acordes alocados relajaban a la morena, que paso la tarde mirando su armario. Nunca le había pasado nada parecido, siempre tomaba lo primero que encontraba, ya que su ropa era de solo 3 o máximo 4 tonos. Blanco, negro, gris y café. No más.
-Pensé que te pondrías vestido… - comento Lizzy retocando su maquillaje.
-No tengo vestidos, Lizzy – Kenzi la miro por el espejo retrovisor y sonrio. –Me tomo años escoger mi ropa, no quiero quejas – advirtió alzando las cejas.
-Me pareces linda – sonrio Marion. –Muy tu estilo… - le alboroto el cabello, sabía que eso no le molestaría. Al contrario. Siempre llevaba el cabello alborotado. Definitivamente no conocía los peines ni los cepillos. Marion llevaba esos alocados rizos bien definidos. Y Lizzy su largo cabello lacio perfectamente peinado y suave a cada lado de su rostro.
-¡Me encantan tus botas! – gimió Marion.
Kenzi sonrio.
-Por si tengo que patear traseros – le guiño el ojo.
-Me encantaron los zapatitos de Marion, ¿los has visto, Ken? – pregunto Lizzy inclinándose hacia adelante.

Kenzi los miro fugazmente.
-Combinan perfecto con mi vestido – Marion desarrugo la falda de su atuendo.
-Sin duda…


Kenzi le dio las llaves al Vallet Parking.
-Woh… Debió de haber gastado miles – abrió la boca mientras entraban por el lobby.
-Aquí fue la cena... Bueno, no fue cena, solo vinimos a emborracharnos – sonrio Lizzy cuando entraron por el Bar. Sin personas lucia aun más imponente.
-¡Dioses! – Kenzi miraba por todos lados. No había esquina o rincón que no luciera impecable. El suelo de mármol, los sofás de piel, las mesas de caoba, las lámparas de luz cálida, todo realmente elegante.
-¡Hey, Marion!

La piel de Kenzi se enchino. Las chicas ya subían por las escaleras, hipnotizadas por la belleza del lobby y del hotel en si. La voz de aquel hombre resonó por las paredes del lobby, y en la cabeza de Kenzi, retumbo como si un edificio cayera ante sus ojos. Se aferro al pasa manos de las escaleras, mientras que sus amigas bajaban los escalones que habían subido y se acercaban al dueño de esa ronca y sensual voz.


-Por el ascensor es menos cansado – escucho. La morena no se atrevió a volverse para verlo. Sabía que ese “Gorila”, como lo había bautizado, solo la miraría con burla.
-Kenz… - la llamaron sus amigas. Lizzy la jalo de la mano y caminaron detrás de Marion y Noah.
-Es muy guapo ¿ah? – Lizzy soltó una risita.
Kenzi levanto los hombros. Si, guapo. Muy guapo, jodidamente atractivo y como decían sus amigas, comible. Pero para ella era un grano en el trasero.
-Mi hermana aun no llega, se supone que es una sorpresa, pero Ada es… - bufo.
-Mujer – termino Marion.
-Si, mujer. Muy curiosa y parece que tiene un espía siguiéndome a todos lados – entraron al ascensor. –La fiesta será en la azotea. A Ada la gustan las luces de la ciudad. Las ama, me atrevo a decir.
-Es muy lindo de tu parte hacerle una fiesta así a tu hermana…
-No es nada, es lo menos que se merece por tener un hermano como yo…
-Ja – bufo Kenzi. –Seguro que si.
Sintió las miradas de sus amigas sobre ella, pero la morena se limito a morder la uña de su pulgar.
-Mi Kenzi siempre con sus comentarios – Marion sonrio y se acerco a su amiga que estaba en una esquina del ascensor.
Subían y subían. Marion charlaba con Noah, sin dejar de abrazar a su amiga, mientras Lizzy le mandaba mensajes de texto a Vincent sobre la fiesta. Al parecer Adam llegaría más tarde debido a su trabajo.
-Llegamos – anuncio Noah cuando el ascensor se detuvo en la azotea.
Dejo que las chicas bajaran primero, Kenzi quiso ser la primera en bajar, pero tampoco quería lucir demasiado desesperada por abandonar el ascensor.



La azotea estaba decorada con miles de foquitos blancos. Lámparas con pantallas perforadas que simulaban el cielo estrellado. Velas en cada mesa y una enorme mesa de regalos. Había pocos invitados, pero la mesa estaba repleta de cajas y bolsas de regalos. Las chicas se sintieron pequeñas por los diminutos presentes que yacían al fondo de sus bolsos.
Noah las llevo a una mesa cerca de la cornisa.
-Barra libre, chicas – dijo. –Los bocadillos son todos los que puedan comer y… Cualquier cosa me llaman. Por favor diviértanse.
-Seguro que si Noah – Mario sonrio a la par de Lizzy. Kenzi miraba las luces ignorándolo olímpicamente.
-Será una noche estupenda – sentencio Lizzy cuando Noah se alejo. Fue entonces cuando Kenzi miro a sus amigas y sonrio.
-Iré por una cerveza – se puso de pie.
Le pidió una cerveza oscura al barman y la apresuro nerviosa. Sus amigas, alcanzo a ver de reojo, se abalanzaron a sus teléfonos móviles para saber de sus hombres. Kenzi dejo su móvil en casa, ya que a falta de hombre, para qué diablos necesitaba uno.

Las chicas se divertían. Kenzi no podía negarlo, la fiesta era estupenda. Esta vez sus amigas no la obligaron a bailar. Ada se divertía tanto o más, seguramente, que los invitados. No podía quitar la sonrisa deslumbrante de su rostro.
La morena dejo a sus amigas para ir por algo de beber. Degusto la cerveza oscura caer por su garganta refrescándola.
-Wild And Free, me gusta – Observo Noah la camiseta de ella, blanca con letras negras que rezaban esa frase. Kenzi miro al lado suyo. Era Noah, el Gorila como lo llamaba para sus adentros.
Ignorándolo le dio otro trago largo a la cerveza.
Noah saboreo el gesto desdeñoso de ella.
-No le dije nada a Marion – susurro Noah inclinándose sobre su oído. Kenzi no quiso estremecerse pero lo hizo.
Trago y se limito a beber su cerveza y terminarla.
-Otra oscura – ordeno, Noah, al barman. –Toma, es de mala educación quedarse sin bebida.
-Eso solo es en el vino, imbécil, y es cuando la copa esta vacía – gruño y lo dejo con la sonrisa plasmada en su rostro.
Vincent y Adam ya habían llegado.
-Él es Vincent – sonrio Lizzy.
-Hey – saludo Kenzi y estrecho su mano. –Mucho gusto, Lizzy… Que bueno que viniste – estuvo a punto de decir que Lizzy no paraba de hablar de él, pero eso solo alteraría a su amiga.
-Ya conocen a Adam.
-Así es… - Kenzi sonrio. –Voy a… liberar al espíritu. Permiso – le dio un largo trago a su cerveza.
-Que linda es la prima de Luna – comento Vincent. –Más…
-Salvaje y libre – completo Marion. –Lo sabemos.
-Si, eso – Vincent tomo la mano de Lizzeth. -¿Bailamos?
-¡Si!
Ambas parejas se lanzaron a la pista. Al tiempo que Kenzi miraba la ciudad.

Soltando un largo suspiro se asomo por la cornisa. ¿Dolería caer desde esta altura?, se pregunto.
-¿Piensas arrojarte?
Ella se irguió. Levanto ambas cejas y miro al Gorila que estaba detrás de ella con una botella de cerveza.
-¿Qué es lo que quieres?
-Hablar…
-Estamos hablando.
-Sabes a lo que me refiero…
-Obviamente no. Deja las cosas como están, no me debes nada. Nada, o lo que sea que intentes… remediar. Mi buzón está lleno de tus estúpidos mensajes.
“Soy Noah, yo… Necesito hablar contigo”. “¿Podemos hablar más tarde?”. “¿Puedes venir a Pomaikai y hablar?”, y otros más, pero ella los había eliminado. Y estúpidamente los había memorizado.
-Quería ofrecerte una disculpa… ¿Te llegaron las flores al Jardín de niños?
Kenzi frunció la boca.
-No… - mintió. –Bien, si. Las recibí. Y todas no paran de decirme que son hermosas. Deja de hacer eso. Me ponen de malas.
-¿Las flores te ponen de malas? – pregunto divertido.
-No, tú me pones de malas. ¿Qué es lo que tramas? ¿Qué vuelva a tu asqueroso nido? ¿Qué te mire como perrito callejero cuando pasas a mi lado? ¿Qué suspire como todas tus demás clientas?
Noah se acerco a ella. Kenzi dio un paso atrás, choco con la pared. Estaba acorralada.
-Quiero… - dejo la cerveza al borde de la cornisa y tomo la barbilla de Kenzi. Ella alzo sus verdes ojos hasta él. –Tus ojos son color aceituna… - observo. Él quería besarla. ¿Lo golpearía por atreverse? Quería averiguarlo. – ¿Por que peleas conmigo?
-Porque eres un cerdo arrogante – contesto de inmediato.
-Y tú una niña berrinchuda – le dijo divertido. –Y… - inclino la cabeza sobre el cuello descubierto de ella. –Hueles delicioso…
-¿Qué haces? – gimió. Noah la miro.
-Solo… Deseo arreglar las cosas contigo. Lamento… - eso le costaba. Él no se disculpaba por nada ni por nadie. –Lamento haber dicho lo que dije de ti y de tus amigas. Tienes razón no te conozco…
-Ya – ella se deslizo fuera de la prisión de sus brazos. –Entiendo. Como sea, olvídalo. ¿Bien? – su mirada estaba cristalina. Lo que indicaba una cosa:
-No llores, por favor…
Ella bufo y se alejo de él. Presiono el botón del ascensor hacia abajo. Para su fortuna se abrió de inmediato.
-¡Hey Noah! – Tristan, el primo de Noah salía del ascensor. Kenzi se deslizo dentro felinamente y presiono el botón de la planta baja.
-¡Muévete, Tristan! – Noah gruño para poder entrar al ascensor. Pero justo estuvo frente a las puertas, éstas se cerraron.
-¿Qué diablos te pasa, Noah? – inquirió Tristan molesto. -¿Quién era ella? – señalo el ascensor con el pulgar.
-¡Vete al demonio! –rugió y corrió escaleras abajo.
-¡Tranquilo hermano, solo iba…!
-Era mi prima – murmuro la morena que estaba al lado de Tristan.

1 comentario:

Ada Parthenopaeus dijo...

Que puedo decir Estuvoo genial,, muyy Dije la beso.. la beso.. la ... esa Kenzi es un hueso duro de reor y ese Noah la tendra dificil, sigo pensando Ada debio vertirle algo en esa cara y las amigas, ahi ojala que Ken pueda ser feliz pronto enserio me identifico con ella hoy gracias Beu

Las chicas del Té de Lemmon

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