diciembre 19, 2011

Cuando los planetas se alinean - Capitulo 5

Pareciera que cada mes publicare Planetas XD Ojala que no. Solo que a veces la inspiracion se me va, se me revuelven las ideas... Ya saben XD Cosas locas de locos de remate :D En fin... Aqui tienen nueva entrega de Planetas :D Enjoy ^^

5. El césped es más verde del otro lado

Sus dedos tocaron mis mejillas. Esa sonrisa ladina aun no desaparecía de su rostro.
Alguien aclaro su garganta.
-¿Gary?
Garrett se puso de pie de un solo movimiento, mientras que sus jeans se acomodaron en un parpadeo.
No me ayudo a ponerme de pie, no esperaba menos. Sacudí mi ropa. Y me percate de que otro rubio nos miraba. Los mismos ojos azules tiernos y salvajes, en conjunto con un par de pobladas cejas. La sonrisa burlona se agrando en su rostro.
-¿Quién es ella, Gary?
-Nadie – tenso los dientes en respuesta.
-¿Nadie? – repitió el otro rubio.
Molesta salí de la cocina y prácticamente corrí a la salida. Ese imbécil. Yo no era “nadie”. Maldición. Sabía que no me quería en su casa. Pero… ¿Eso? Que se vaya a la mierda y directo a California el muy bastardo.
Pero al salir, choque con alguien.
-Oh, lo siento…
-Descuida – la chica me sonrió. Su cabello negro contrastaba con su blanca piel. Sonrió. -¿Eres amiga de Garrett? – pregunto, claramente curiosa.
-No – conteste de inmediato. –No soy nadie – repetí y la esquive para salir del jardín.
Imbécil.
Estúpido.
Cretino.
Bastardo.
Arrogante.
Y aun me faltaban mil y un insultos para describir a ese gusano.
-¡Hey! ¡Ginebra, espera! – estaba en la acera cuando Garrett me jalo del brazo.
-¡¡¿Qué?!! – gruñí encarándolo.
Tragando y frunciendo los labios hablo apenas en un susurro.
-Lo siento…
-No te escuche, ¿Qué dijiste?
-Lo siento – levanto la voz.
-¿Perdón?
-¡Lo siento! – gruño esta vez.
-Así está mejor – sonreí complacida.
-El rubio es mi hermano – explico.
-No era difícil imaginarlo. La chica de cabello negro es su novia, ¿no?
-Si, Jennifer.
Asentí.
-Tengo que irme de cualquier forma… Diremos que estudiamos – le di una palmada en el hombro.
-Ginebra, - jalo mi muñeca – te llevo a tu casa.
-Estoy bien.
-No me hagas obligarte… - agrego sin soltarme.
-Bien, pero no vayas tan rápido.
-Lo intentare. Ponte el casco – camino a su motocicleta y monto con un movimiento hábil.
Subí detrás de él y lo abrace.
-Esta vez no hagas que te arresten por exceso de velocidad, Gary – su hermano estaba en la puerta de entrada, con su novia rodeando su cadera.
-Muérdeme, Robert – gruño Garrett haciendo rugir la motocicleta.



***


-¿Quieres pasar?
Si Garrett no hubiera tenido esa mirada angustiante cuando me dejo en la entrada de mi casa, no me hubiera atrevido a invitarlo a pasar. Sus celestes ojos denotaban tristeza y algo de anhelo.
-No quiero ser una molestia… - murmuro apretando el manubrio de la motocicleta.
-No lo serás. Vamos – urgí sonriéndole.
Suspiro y bajo de su moto. Dejo el casco en el asiento.
Cruzamos el jardín en silencio. Iba a abrir la puerta de la entrada cuando ésta se abrió por si sola haciéndome soltar un grito ahogado.
-¡Gin! – era mi padre. -¿Qué haces aquí tan temprano? Pensé que pasarías la tarde con tu alumno – sonrió alborotando mi cabello.
-Si… Lo invite a comer – conteste mirando sobre mi hombro.
Garrett saco las manos de los bolsillos de su chaqueta de piel y sonrió un poco.
-Soy Anton Lawrence – mi padre estiro la mano para estrechar la de Garrett, con fuerza, como solía hacer con los desconocidos para establecer su territorio.
Era hija única y sumando a que era mujer me trataban con pinzas y con sumo cuidado.
“Nadie pondrá las sucias y asquerosas manos sobre mi niña, nunca”, gruñía cada vez que mirábamos las noticias por las mañanas o cuando sucedía algo horrible con mujeres o cosas por ese estilo.
Con su metro ochenta y nueve y su fuerte estructura mi padre imponía a donde quiera que pisara. Obvio si llegaban a conocerlo sabrían que mi padre era un padre amoroso y protector como cualquier otro.
-Mucho gusto, Garrett – soltaron sus manos, mirándose aun a los ojos.
-¿Qué hay de comer, pá? – llame su atención.
-Lo de siempre… - contesto aun mirando a Garrett. –Entremos… - invito.
Garrett se acerco a mí y susurro:
-Tu padre se parece a…
-Lo sé, por eso mi madre lo adora – sonreí divertida.
-Tu madre fue a comprar un par de cosas. Ya sabes cómo le pone eso de la Navidad y esas cosas – informo.

Coloque platos y vasos en la mesa de la cocina mientras mi padre calentaba la comida. Mi madre solía experimentar en la cocina. Nunca sabias lo que te depararía la suerte cuando de comida se hablaba. Y como éramos sus conejillos de indias, tenias que comer lo que cocinaba, sino una severa mirada te perforaba las entrañas y no había postre; que era lo único delicioso que entraba en esos raros experimentos.
La comida de este día tenía buena pinta y olía delicioso.

-¡Dios! – mi madre entro a casa con su típico grito de alegría para anunciarse. -¡Mucha gente en el centro! ¡Mucha! – dejo las bolsas de las compras en el piso de la cocina. Cruzo la estancia y se colgó de mi padre para darle un beso en los labios. De inmediato desvié la mirada. Ellos se amaban tanto que daban miedo. Mucho.
-¿Cómo estás? – pregunto a mi padre aun colgada de su cuello.
-Muy bien ahora que estas aquí para incomodar a nuestra hija – contesto sonriente.
Mi madre se giro y abrió sus enormes ojos marrones. Su cabello largo en ondas brinco hasta apachurrarme entre sus brazos. Mi madre era muy efusiva como pueden ver.
-Ouh – gemí. –Esas son mis costillas, má.
-¿Qué tal las clases, Gin?
-Igual – conteste, cuando al fin ella se separo dejándome respirar.
-¿Y quién eres tú? – miro a Garrett.
-Garrett, mucho gusto – sonrió.
-¡Ah! ¿Son amig…?
-¿Recuerdan que les dije que daría tutorías a un chico…? – interrumpí a mi madre.
-Si… Pero no sabía que iba a ser tan lindo – lo miro de pies a cabeza.
Yo quería meter la cabeza en el horno de la estufa. No teníamos horno de microondas. Así que mi suicidio me tomaría un rato.
-Queen – llamo mi padre. -¿Qué fue lo que compraste en el centro?
¡Uf! Salvada…
-Oh. Muchas cosas, son sorpresa – tomo las bolsas y seguramente las llevo a su estudio.
Mi padre le había reservado una enorme habitación solo para sus cosas. Mi madre hacia demasiadas manualidades en su tiempo libre. Pintura de cerámica, bordado, confeccionaba a veces ropa, miles de cosas. Ese estudio era como una extensión de ella. Y mi padre y yo agradecíamos que lo tuviera. Así que no teníamos las telas, los listones, los botones, las figuras, las pinturas en la sala o en el comedor.

La cena no pudo ser más incómoda. Entre los chistes de mi madre acerca de su “princesa”. O las miradas letales de mi padre. O aun mejor sobre: “Que bueno que Gin dejo esos libros a un lado y tiene amigos reales”, eso fue la cereza del pastel. ¡Claro que tengo amigos reales!; Seth.
-Y dinos… Garrett – comenzó mi padre con esa mirada. -¿Qué haces para ganarte la vida?
-Papá – susurre en advertencia.
-Deja que nos diga, Gin. No dejare que mi hija, mi única hija, tenga cercanía con un vagabundo bueno para nada – dijo totalmente seguro y formando una sonrisa ladina.
¡Dios mío!
Garrett pasó el bocado.
-Ahora me dedico a la escuela, señor Lawrence. Mi hermano y el entrenador de futbol americano, en conjunto con el mejor amigo de mi hermano, hicieron que yo tomara clases con su hija para poder estar en el equipo.
-Mmm… - asintió mi padre con lentitud. –Así que eres un idiota…
-¡Papá! – chille alterada.
-¿Qué? – sonrió lacónico. –Es la verdad. Si fueses un genio no necesitaría tener una tutora…
-Apuesto que Garrett no es un idiota, Anton – comento mi madre con esa sonrisa tranquilizante. –Quizá solo sea algo como tú hiciste para conocerme… ¿Recuerdas?
Voltee los ojos. Quería ahogarme en mi plato.
-Ya termine, ¿Qué hay de postre?
-Pay de limón – sonrió mi madre y saco un enorme recipiente de vidrio. -¿Te gusta el pay de limón Garrett? Has estado muy callado, cariño. Y en esta casa tenemos reglas…
-Si – interrumpió mi padre. –Como nada de drogas y esas cosas… - cubrí mi rostro con las manos, pero mi padre continuo su perorata. Que solo él encontraba intimidante – nada de strippers, ni armas ni todo lo que ustedes los jóvenes encuentran peligroso y excitante…
-Anton – regaño mi madre. Al menos ella si podía ser consciente de que me avergonzaban. –Solo hay una regla en esta casa…
-Virgen hasta el matrimonio – sonrió mi padre mirándome fugazmente y después a Garrett.
Garrett abrió grandes sus celestes ojos y carraspeo.
-Señor y Señora Lawrence. No tengo intenciones… Es decir – balbuceo.
-Garrett y yo…
-Hija… - mi madre me miro con ternura. Como si aun tuviera 5 años. –Eso dicen ahorita…
-Tengo que irme. Muchas gracias por la cena, estuvo deliciosa. Gracias… Conozco la salida.
Todos se pusieron de pie. Mi padre lo acompaño a la salida a pesar de que Garrett volaba por salir.
-¿Quieres que te llevemos al campus mañana, Gin?
-No mamá, gracias…
La puerta se azoto.
-Ese chico… - papá regresaba al comedor de la cocina rascando su barbilla. –Es muy… inconsciente. Toma – me arrojo el casco de repuesto. –Me dijo que lo usarían seguido, para sus clases…
Si. Quede igual de sorprendida que mi madre.

2 comentarios:

Ale de Moesia dijo...

Awwwwwww creo que todas tenemos algo de Gin xD jajajajaja sus papas!!! xD jajajaja Uffas!! Jenny!! awww Rosty!!!! Dioses!!! Garret! lo amo xD Pero io quiero al profe de artes regalamelo!!!! xD Awww Que capi tan lindo!!!! :D

Violet dijo...

¡Porque cuando fui a la Universidad no me tocaron ni profes y estudiantes asi de buenos?? a lo mejor estuve en la dimension desconocida!! porque aqui abundan!!! ufff!! ese Tyson me recuerdaaaaa a Acheron... mmmhhmm.. si que fue tu intencion verdad B-B y es que nos quieres matar de combustión espontanea??!!!
Ginebras es tan divertida!!! me mori de la risa con todas sus aventuras y solo fue en un dia, no quiero ver que le pasa en toda una semana!!!
Si me encantaria que la continuaras esta de lujo esto!...

Las chicas del Té de Lemmon

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