abril 12, 2012

El lado oscuro: 10. Cien años son muy pocos

Pense que eran mis ojos los que me hacian ver borroso -.- Y comence a asustrme (Poquito nomas), pero despues vi que el logo del Facebook cuando lo abro en Explorer se ve borroso y en Chrome se ve chingon, asi que descarte la idea de comenzar a quedarme ciega XD Gafas de aumento, me la sudan. En fin... Mucho tiempo me tomo publicar nuevo capi, lo lamento lectoras mias, pero valio la pena la espera, *u* I hope!
Enjoy ^^ Y dejen sus comentarios :D ♥

10. Cien años son muy pocos 



Las recurrentes lluvias tibias del verano se hicieron presentes en Nueva York. Winter tenía que salir corriendo de la Universidad para ocultarse bajo el techo de la parada del autobús y llegar a su departamento, donde seguramente estaría seca y caliente. Tomaría una taza de café con crema y vería el televisor, e indudablemente se desvelaría haciendo deberes escolares. Solo que esa tarde lluviosa de verano, el autobús no pasaba. Winter se asomaba a la avenida, estirando el cuello lo más que podía y saltaba cada que algún auto pasaba cerca de los charcos, estaba mojada de pies a cabeza, pero no tenía intención de mojarse los pies con agua estancada. Al final, decidió dejar de sufrir y subió a la banca de metal que estaba húmeda, bajo el techo abovedado de la parada de autobús. Así, al menos podía ver mejor y los autos no la mojaban.

Maldijo cuando un auto rojo se detuvo pegado a la acera y la salpico otro tanto. Los cristales del auto bajaron y una rubia cabellera la hizo sonreír y olvidar la letanía obscena que tenía preparada en la punta de la lengua.

-Win, deja de jugar bajo la lluvia, sube – Hunter Trott sonrió desde dentro.

Winter bajo de un brinco de la banca y entro con velocidad al auto. De nuevo el rubio la salvo de la lluvia persistente. En lo que iba de la semana, y eso que apenas era miércoles, la había llevado dos veces de regreso a casa al salir de la Universidad. Winter comenzaba a preguntarse si la seguía, cosa que no le importaba mucho, porque sabía que Hunter aparecería si es que  Bran surgía de nuevo. No lo había visto desde que había soltado todo lo que paso tras los muros de la enorme mansión, y no había más nada que dijera que pudiera herirla, salvo quizá, que la pusiera en evidencia frente a todos los estudiantes o que apareciera en Red & White y gritara a todo pulmón que fue su… eso. También había prometido no recordar que era una… eso, para Bran. Y vaya que le costaba trabajo.

¿Cómo dejar atrás todas esas noches en las que paso enredada entre sus sabanas y atrapada entre sus brazos?

›› Bran de nuevo la miraba con esos ojos cargados de suficiencia. El verde de su mirada estaba oscurecido y en su rostro con las mejillas tupidas de barba de dos días se podía leer una sonrisa victoriosa. Se acerco a ella con ese andar seguro y firme. Y con cada paso el corazón de Winter latía con más fuerza dentro de ese corsé de agujetas.

-¿Sabes? – Bran tomo un extremo de la cuerda que ajustaba el corsé a su cuerpo y dejaba a su vista sus pechos. –Amo los días sábado.

-¿Por qué? – fuera de las paredes de la mansión ella podía hacer preguntas. Muchas. Algunas estúpidas como “¿Te encanta como lo hago, cierto?”, o algunas más profundas que Bran se negaba a contestar “¿Extrañas a tu hermano?”, siempre que lo encontraba después de satisfacer su cuerpo con la mirada ausente y observando hacia la ventana.

-Porque solo somos tu y yo – respondió. Jalo finalmente la cuerda del corsé, y éste cedió de inmediato dejando a su hambrienta mirada un par de pechos firmes.

Winter tuvo la decencia de sonrojarse.

Bran se inclino para tomar su pezón rosado entre sus dientes, mientras tocaba su otro pecho con su mano. Las sensaciones que recorrieron a Winter eran inexplicables, sus noches de sábado con él, siendo libres de ser lo que eran, siendo dos simples personas, eran mucho mejores que ser su maid en la Mansión Hardenbrook. ‹‹

Volvían a su mente los días en los que Bran cuidaba de ella, o ella de él cuando su pena se hacía presente. Esos momentos en que Bran quitaba su escudo y se mostraba tal cual era con ella. Winter dejaba de ser la hija de la ama de llaves y se convertía en su amiga y amante. Bran exteriorizaba cada uno de sus sentimientos. El dolor al perder a su hermano, la muerte de sus padres, el hecho de que estaba solo, salvo cuando Melanie llegaba de vacaciones. El dolor se leía en sus ojos esmeralda y no solo las caricias calmaban su pena, sino la sonrisa que ella le regalaba. Podían pasar horas recordando el tiempo que pasaban en la Mansión, o en la escuela.

Y todo eso, los buenos momentos, las sonrisas, las suaves caricias, los días libres… quedaron en el olvido cuando él le dijo puta fuera del Hospital frente a Hunter. En el fondo sabia que lo era, ¿Cómo le llamarían a una mujer que lo único que hace en la Mansión es esperar al jefe para revolcarse con él a cambio de un buen salario quincenal? Sin duda era su puta personal. Aceptando sus gruñidos, las miradas vacías cuando se cruzaban por accidente por la mansión, ser ignorada aun cuando ella moría de amor por él.

No volvería a llamarse puta, se lo había prometido a Hunter.

Los Strong siempre cumplen sus promesas.

-¿Qué tal la Universidad?

-Muy bien, algo de deberes, pero eso porque termino algo atrofiada después de salir de Red & White – respondió. Tomo su cabello negro como la noche y se lo coloco sobre un hombro.

La lluvia había hecho de la suyas y su ropa estaba pegada a su cuerpo. Cosa que no paso desapercibida para Hunter, que la miraba de vez en vez de reojo. Su blusa blanca dejaba ver un sostén del mismo tono, sin ningún detalle y el dije que su madre le había regalado se pegaba a su húmeda piel a escasos milímetros de la unión de sus pechos. El canalillo de los mismos, estaba volviéndolo loco.

-¡Hunter! – el grito de Winter lo hizo volver a tierra. Miro al frente. Estuvo a nada de pasarse un alto.

-Lo siento, me distraje – hablo con la voz seca. Paso una mano por su frente y froto sus ojos.

-¿Todo en orden? – pregunto, la preocupación podía leerse en sus ojos azules.

-Claro, si, si, es… me distraje – repitió sin atreverse a mirarla. –No volverá a pasar – prometió.

Avanzo en cuanto el semáforo cambio de color y tomo la calle que lo llevaba directo al departamento de Winter, en el edificio donde vivía Luna Phellan, la novia del amigo de su hermano Tyson, su clienta hace apenas unas semanas. Una calle antes, tomo el volante con una mano y se apretó el hombro izquierdo con la mano, frunció el ceño al pasar los dedos hasta la zona que alcanzaba su largo brazo. No solo Winter había pasado los 4 días siguientes pensando en el estúpido de Bran y en lo que podría hacer. Claro que lo que tenía que ocupar sus mentes era la recuperación de Melanie, sin embargo, hasta el momento no tenían noticias de ella.

Aparco su Avenger rojo en la calle paralela al edificio y ayudo a bajar a Winter del auto. Sonrió un poco cuando ella estuvo de pie en la acera, cargando dos libros gruesos de tapa dura y su bolso pendiendo de su hombro precariariamente, su abrigo de lana negro y esas botas que le llegaban debajo de la rodilla. Vestía sencillo, una blusa blanca –la que lo hacía rodar los ojos hasta sus pechos – y unos jeans con botas para la lluvia rojas. Lo que portaba con orgullo, y que llamo la atención de Hunter, era esa suave sonrisa que le regalaba cuando la pillaba mirándolo. Hunter deseo pasar ese mechón de cabello negro detrás de su oreja, tocar su mejilla… Besarla.

-¿Te ayudo con los libros? – cuestiono acercándose. Winter negó con la cabeza y giro el cuerpo para alegar los libros del alcance del rubio. Frunció el ceño. – ¿Qué?

-Nada – se apresuro a decir.

-Dime…

Su sentido arácnido, ese que tenia súper desarrollado al ser abogado, se activo. La miro fijamente. Ella mordía su labio, formulando un tierno e infantil puchero, sus mejillas rojas, quizá por el viento… le cantaban melodías de sirena. Encandilándolo.

-Esa es la expresión que haces cuando vas a decir algo…

-¿Cómo sabes que expresiones tengo cuando estoy por decir algo? – cuestiono frunciendo aun más el ceño.

-Solo lo sé – levanto los hombros. –Bajas la mirada y muerdes tus labios – explico. –Solo dilo…

Winter miro sus libros, como si fueran la cosa más interesante. Tomo aire por la nariz y lo soltó como un suspiro.

-¿Es Bran? – la voz de Hunter estuvo cargada de molestia y… algo que ella no supo definir con exactitud.

-No – negó con la cabeza. –Es… Melanie, no he sabido nada de ella, Lumiere no me ha llamado, han pasado cuatro días, ¿ella…?

-Ella está bien, Winter – acaricio su brazo. –Las noticias malas…

-Siempre tienen alas – termino el dicho, sin atreverse a mirarlo. Paso un rato en silencio. Si, ella mordió sus labios. Ciertamente ya estaba acostumbrada a callarse las cosas, en la mansión siempre callaba. Ahora no estaba en la mansión, era libre. –Gracias por traerme – subió la mirada. Elevo la mano hasta la mejilla barbuda de Hunter. –Por traerme tres veces…

-No hay de qué.

Alejo la mano de su barbilla, percibió aun la calidez de su piel contra sus dedos, hizo un puño y tomo los libros de nuevo con ambas manos. Apenas sonrió y dio media vuelta.

-Nos vemos después – saco las llaves de la puerta del lobby. Abrió con la velocidad de un caracol. Desconocía la razón de su lentitud, o quizá solo era que ella deseaba que Hunter fuera atrevido como la vez que lo vio por segunda ocasión en Red & White. O quizá perdió el interés en ella cuando se entero lo que paso con Bran…

El hilo de sus tortuosos pensamientos se rompió al escuchar el ruido de las llaves caer y el de sus libros. Se apresuro a laventarlos antes de que… Muy tarde.

-¿Qué pasa, Winter? – Hunter ya tenía sus cosas en una mano.

-Se cayeron mis cosas – respondió acida. –Gracias de nuevo – quizá fue muy brusca cuando le arrebato los libros de la mano y las llaves de la otra. Esta vez no solo mordió sus labios labios, mordió su lengua. –Adiós – corto.

Abrió finalmente. Intento cerrar la puerta, pero Hunter metió medio cuerpo a través del marco, impidiéndolo. El pulso de Winter se altero. Realmente no sabía por qué.

-Adiós – repitió. ¿Se vería muy mal si empujaba la puerta?

-Cuando te conocí – comenzó Hunter – supe que eras una mujer fuerte. La forma en que comías, con total seguridad. La forma en que bebías el vino… saboreándolo lentamente, incluso la forma en que limpiabas las comisuras de tu boca, o como mirabas furtivamente a Bran… – murmuro. –Pero ahí estabas tú… Fingiendo sonrisas, comentando cosas que seguro no recuerdas ahora. Y después… Cuando te vi salir del restaurante. Eras otra. Tus ojos brillaban y… eras como una estela de luz. Como el viento… libre, ese que ni las manos pueden contener. Entonces te vi de nuevo. No pude contenerme, no quería perder la oportunidad de saber si mis hipótesis eran reales… Y rogué por una cita contigo – a esas alturas del relato, Hunter estaba completamente dentro del lobby. Winter sostenía sus libros, como si se aferrara a un salvavidas. –Y quería saber todo de ti… Quería memorizar tus sonrisas, tus miradas, tus ceños fruncidos… Me negaba a pensar que Bran significaba algo para ti. Dijiste entonces que no eran más que jefe y empleada. En el hospital…

-Quieres decir que al final te diste cuenta de que soy una puta.

Winter no le dio tiempo a Hunter de reaccionar.

-Lo soy, ¡lo disfrute como una perra! – grito. Subió corriendo las escaleras.

Winter nunca había llorado tanto en su vida. Ni cuando su madre murió, o cuando su hermana se fue para dejarla en la Mansión. Se sentía tan… sucia, indeseable, como una enfermedad.

Las lágrimas le nublaban la vista, las manos le temblaban, y apenas logro meter la llave a la cerradura, la llave se rompió, dejando media llave dentro…

-¡Mierda!

-Winter, no, yo no quise decir eso – Hunter había corrido hasta ella. –En el hospital desee matar a Bran por hacerte sufrir como lo hizo… Mírame – tomo su mentón. –Sigues siendo la mujer fuerte y libre que vi en el restaurante. La que me dijo las cosas claras en nuestra primera cita… La mujer sin mascaras, sin ataduras, sin morderse la lengua para no decir lo que realmente piensa. Sigues siendo esa mujer, Winter.

-Pues… gracias.

El acido sabor de su boca se mezclo con su voz.

-De nada.

¿De nada?

‹‹Eres imbécil, Hunter Trott, ¿o qué?››

Advirtió entonces que las lágrimas de Winter habían cesado y que mantenía entre sus dedos media llave.

-¿Quieres ir a cenar?

-No, no puedo – respondió en automático. –Estúpida puerta – pateo la madera oscura. – ¡Aaaaaaagh!

Winter sabia que se estaba comportando como una chiquilla. Justo ahora le importaba una mierda. Necesitaba algo que Hunter parecía no brindarle. ¿Por qué se negaba a ella?

‹‹Soy una puta››

Froto sus ojos y pateo de nuevo la puerta. Ésta no cedió.

-Llamaremos a un cerrajero mañana…

-Está bien. Subiré por la escalera de incendio que está detrás del edificio… Se arruinaran las botas, pero, ¿Qué importa? Tengo arruinada la vida… Unas botas no harán la diferencia.

-¿Estas escuchando lo que dices?

-Claro y fuerte, capitán – guardo la mitad de la llave en su abrigo y camino escaleras abajo. –Estúpida puerta de mierda – vociferaba.

-¿Señorita Strong?

La mujer del departamento que estaba al lado de la caseta de vigilancia en la planta baja asomo su rubia y chillona cabellera. Su cara de cera y esos labios gruesos pintados de rojo le provocaron asco y una sonrisa a Winter, misma que oculto como una experta. Solo que ahora no quería hablar con la señora Spencer. Había cometido el error de aceptar la invitación a tomar té con ella. Al entrar a su casa lo primero que vio fue…

El departamento de la señora Spencer era lo que todos podían decir… ridícula. Cada pared estaba tapizada de adornos, (de muy mal gusto, si le preguntan a Winter), el tapiz de flores estaba desgastado, y se percibía un olor a perfume que picaba la nariz. El más barato de todo Nueva York seguramente. Sin embargo, cada mesa y cada taza de porcelana rechinaban de limpia. Winter tuvo miedo de sentarse en el sofá de respaldo alto y orejas de madera por miedo a ensuciarlo. El juego de té en el que bebían era de porcelana, o eso perjuraba la vecina. Pero el contenido sabía a perfume. Winter no lo trago, lo regreso a la taza, fingiendo beber. Y se juro jamás volver. Sentía como si su ropa oliera aun al departamento de la señora Spencer, que no satisfecha con casi envenenarla por un té que no era de manzanilla con canela, le conto de pi a pa, los secretos de todos los habitantes del edificio. Que si el joven del quinto piso mintió al tener una media hermana que resulto ser una buscona loca, que si las chicas del  primer piso, en el que ella vivía, eran un par de chicas libertinas que nunca se les veía con el mismo hombre, que si los demás eran un par de viejos gruñones que solo murmuraban blasfemias cuando la veían salir; y qué decir del dueño del edificio, el señor Blackwood, el pobre hombre vivía solo, con su perro, un pastor alemán, que no dejaba de ladrar por las noches sin permitirle un sueño placentero y reparador. Winter apenas recordaba los nombres de sus vecinos. Cosa que tenia aprendida, pues solo asentía y sonreía simulando atención.

-No tengo tiempo para sus tés de perfume, señora Spencer – paso volando a su lado, seguida de Hunter.

-Buenas noches – se despidió Hunter con amabilidad. – Hey, espera… ¿A dónde vas?

-A buscar un motel, ¿A dónde sino?

-Podrías ir a mi casa…

-No, gracias – se paro al borde de la acera y estiro el brazo pidiendo un taxi.

-No seas necia. No puedes pasar la noche en cualquier motel de la ciudad.

-¿Y por qué no? Todo mundo lo hace…

-Winter… - bufo.

Un taxi amarillo se detuvo, pero Hunter fue más rápido y le lanzo al conductor un billete de cinco y cerró la puerta que Winter había abierto.

-¡Largo! – ordeno al taxista que asintió y se fue.

-¿Qué haces?

-Me estoy viendo en la penosa situación de llevarte a rastras a mi casa.

-No te atreverías… - su voz sonó aguda. Podía leer en la mirada de Hunter que él no mentía.

-¿Cuánto quieres perder?

-¡No te atrevas! – lo señalo con el dedo.

Hunter dio un paso hacia ella, y ella hizo lo propio dando uno hacia atrás.

-Te estás comportando como una niña caprichosa. Dime que es lo que callas, suéltalo…

-¿Qué te hace pensar que oculto algo?

-Ya te lo dije. Tus labios me lo dicen.

-¿Oh si? Ahora eres Sherlock – se burlo. – ¿Y dime, Sherlock, en que parte te asesina Moriarty…?

-Aun no llego a esa parte – su voz bajo de tono, convirtiéndose en un suave acento  seductor.

-¿No? – todo atisbo de berrinche y defensa disminuyo. Hunter continuaba acercándose, lento, como un depredador; ella continuaba dando pasos hacia atrás, hasta que no tuvo más camino libre y su espalda choco con la pared del edificio. – ¿Me llevaras a rastras?

-Tengo otras cosas en mente… - lo vio relamer sus labios. Abrió la boca, sorprendida. ¿Por qué ese simple gesto le resultaba enloquecedor?

‹‹Señor de todos los cielos…››

-¿Qué cosas? – se atrevió a preguntar. Hunter ya la tenía presa de sus brazos, sin salida. Y ella,  no quería escapar.

-Primero… - paso el dorso de su dedo índice por sus mejillas sonrojadas. – ¿Quieres ir a cenar conmigo?

-Hunt…

-¿Quieres que ruegue? Rogare. Por favor, ven a cenar conmigo…

-Tengo que hacerte una pregunta antes.

-Hazla.

-¿Por qué demonios tardaste tanto en invitarme a salir de nuevo?

Hunter soltó una carcajada.

-Porque… No quería que Bran apareciera en medio de nuestra cita y volvieras a sufrir por su culpa.

Eso sonó inesperado. Incluso supo que haría un puchero encantada. Pero por otra parte, el hecho de que él también esperaba que Bran se entrometiera de nuevo en su vida la puso nerviosa.

-¿Por qué crees que Bran aparecerá? – se tenso.

-No voltees. Ves ese auto de atrás, el gris, ¿lo ves? – Winter busco con rapidez el auto. Era una simple Malibu gris. Asintió cuando lo ubico. –Me han seguido los cuatro días pasados. No son matones, no te asustes – volvió a pasar el dorso de su dedo por su mejilla, para que ella volviera sus ojos a él. –Es un detective… el detective de Bran. A veces son tan tontos que se atreven a usar autos llamativos y trajes hechos a la medida, créeme, reconozco ese tipo de personas apenas los veo. Me siguieron después de que te siguieran a ti. Shh, tranquila… No te harán daño.

-¿Qué es lo que quiere de mi? – su voz soltó un agudo chillido. Sintió la inmensa necesidad de aferrarse a Hunter y no salir jamás del confort de sus brazos.

-No lo sé, Win. Pero estoy aquí para ti… Quería asegurarme de que no eran peligrosos. Y no me atreví a hacer algún movimiento…

-¿Movimiento?

-Pedirte una cita – explico. –Quería saber que se trae entre manos Bran. Todo parece que solo quiere seguirte…

Winter se tranquilizo, de cierta forma al menos.

-Bran es un cobarde – bufo.

-No hablemos de él – pidió con la mirada. –Si lo vuelvo a ver…

-Esperemos no verlo de nuevo – un brillo malicioso se extendió por sus ojos celestes. –Vamos a cenar, ¿si?

-Entonces aceptas.

-No tengo otra cosa mejor que hacer – levanto los hombros.

-Win – la tomo de la mano cuando ella desfilaba en dirección al Avenger rojo. –Me sentiría una mierda si me tomas como tu… ‘peor es nada’.

Winter formulo una enorme sonrisa en sus labios.

-¿Qué te hace pensar eso?

-¿Por qué siempre respondes con una pregunta?

-¿Ah si? – Hunter cruzo los brazos. –Lo siento, solo estoy jugando. No eres mi peor es nada Hunt – apretó los libros que tenia contra su pecho. – ¿Cuanto tengo que esperar para que te dignes a abrazarme?

-Quizá si solo lo dijeras…

-A veces es mejor leer entre líneas, Hunt. Pensé que eras abogado.

-Golpe bajo – abrió los brazos y ella solo dio un paso para caer sobre el pecho de Hunter. Cerró los ojos de inmediato. –Sabía que tenías que decir algo…

-Eso no era lo que tenía que decir… - confeso.

-¿Qué es lo que tienes que decir?

Winter levanto la mirada.

-¿Cuánto tendré que esperar para que me beses?

-Solo un poco más – Winter abrió la boca indignada, pero antes de que pudiese reclamar, Hunter la callo con un beso.

1 comentario:

Violet dijo...

ay si si si!!! Win se tiene que aprovechar se ese bombon de Hunter!!! mmmh si esta para rechuparse los dedos!!! ya quiero ver que cenen y que lleguen al postre!! y ese Bran que onda??? porque los sigue, despues de lo que hizo ahora que quiere ufff, tiene que dejar que Win haga su vida! y Mel que ha pasado con ella, la pobre tambien ha sufrido un buen...
Gracias Beu que ya sabes que esta es mi historia favorita del m undo mundial!!!

Las chicas del Té de Lemmon

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