julio 27, 2012

Maldita delicia, tercera temporada. Capitulo 18

¡¡¡Ahhhhhh!!!
Ya se u.u Mil años despues, pero... Esa puta inspiracion, es decir... Tengo las ideas, pero no se unen como deseo ni cuando lo deseo, por eso me toma mucho tiempo terminar o al menos comenzar un capitulo xD
Como sea... No quiero alargarme en la introduccion de este nuevo capitulo. Supongo que no fue tan sorpresa, porque se lo esperaban de alguna forma, creo, quiero pensar, jaja.
Y acerca de El lado oscuro, solo un par de retoques y lo tendran, no desesperen.
Por cierto, ¿vieron la Inauguracion de los Juegos Olimpicos? *^* Dios, mi Diosa Rowling estuvo, casi muero, lo juro *-*
Sin más, enjoy!
Nota del autor: Amor mio mi Ale. Sabes que haria eso y más por ti. Siempre. Y cuando digo siempre... Es porque soy Potterhead!♥ Amen. Jajaja... TE AMO.
18. El abogado del Diablo


*Click; La de la mala suerte - Jesse y Joy
Renata se negó a mirar a William, se quedo en la orilla de la acera mientras los policías le decían sus derechos a Julien. El joven Van Gulick tenía el rostro cubierto de sangre, e inesperadamente escupió a los pies de un policía cuando éste le dijo “De esta no te salvas, niño rico”. Renata hirvió de furia, pero Julien fue más rápido, levanto la pierna y doblo al tipo con un fulminante y ágil movimiento.
-Ay, lo lamento, fue un reflejo involuntario – dijo Julien con una sonrisa sangrante.
-Asegúrense de que la pase muy mal en prisión – gruño el policía, aun se cubría la entrepierna con las manos y hablaba entre dientes.
-Dime algo que me asuste, primor – Julien no se iba a dejar intimidar por esos bastardos. Había tenido suficiente de todos ellos el mes entero en prisión hace algunos años. – ¡Renata! – grito para llamar la atención de la ojiverde. La chica se acerco hasta la patrulla. –No olvides llamar a mi hermano, estos hijos de puta tardaran la eternidad hasta darme mi llamada…
Un policía le empujo la cabeza dentro y cerró la puerta de golpe. Renata asintió cuando la patrulla arranco con las sirenas encendidas. ¿Era eso necesario? Desvió los ojos con precaución hacia William que tenía una casi imperceptible sonrisa. Él había traído a todos esos policías. Podía jurarlo.
-¿No te vasto?
-¿Qué dices? – el rubio se sorprendió al escuchar su voz cargada de furia, su boca torcida en una mueca de asco y sus ojos flameando odio. Bajo la mirada un segundo y después la miro. –Estas con él ahora – no era una pregunta. No tenía tiempo para preguntas.
-Que te importa – escupió Renata. Le dio la espalda. William la observo alejarse. Paso los ojos por su silueta, por cada curva que se dejaba ver a través de las finas costuras del vestido, hasta que se percato en que iba descalza. Camino con largas zancadas hasta ella y la jalo del codo.
La chica le gruño y se zafo de su agarre.
-Perdóname – dijo William finalmente. Presa del miedo. Sabía que había sido un bastardo, lo sabía. Mentir. Mentirle a ella. A ella que era un cristal ante sus ojos. Una mujer tan pura y sincera con el mundo. No merecía su perdón, y eso le dolía con toda el alma.
Renata no lo miro, continuo con la vista fija en la calle. Donde la gente que se había congregado a ver el alboroto de la pelea y las patrullas se disipaba.
-Ezra es mi hijo.
¡Como si no fuera obvio!
Ella choco los dientes. Fija en su sitio, temerosa de caer, no se movió ni un centímetro. ¿Dónde estaba Julien para sostenerla ahora?
Sin embargo, quería la verdad.
-¿Por qué? – dijo entre dientes, aguantando las lagrimas que picaban sus ojos. Lo miro.
Lejos, a eones, galaxias, estaba la suave mirada de ella cuando le miraba. Sus ojos ahora eran un par de cuchillos, directos y con doble filo.
Tardo en responder ante esa, solo había una forma de llamarla, cruel mirada.
-¿Qué hubieras pensado si un día llegaba con la noticia de que tenía un hijo?
-¡Contesta! – gruño ella.
-Porque soy un cobarde – dijo finalmente. Aceptando la única verdad. No quería perderla. Oculto a su hijo, lo único que le quedaba de su esposa. El pequeño Ezra que era la luz de su oscura vida, y que en conjunto con Renata calmaban las mareas de su soledad. Perdió esa brújula de su camino cuando no dijo la verdad.
-Sabias… - sollozo Renata. –Conocías las mentiras que me dijeron ya antes, ¡Las sabias! – lo empujo. –Y aun así… – su voz se quebró, pero no soltó ni una sola lagrima. –Solo quería saber de tu boca, la razón de tu… mentira. Bien, eres un hijo de puta cobarde. Ahora fuera de mi vista, que te aproveche – levanto una mano. A los pocos segundos se detuvo un taxi.
-Ren…
-¡No me toques! – le soltó un puñetazo en la cara que le hizo brotar de nuevo sangre en su labio. –No te atrevas a buscarme de nuevo, bastardo – agito su mano (realmente había sido un duro golpe contra su boca) y subió al taxi.
William la observo alejarse. Jamás se había sentido tan miserable como hasta ese momento. Excepto claro, cuando la dejo en el aeropuerto.
Eso había sido todo.
La había perdido para siempre.

***

-¿Continuas pensando en Kittykat? – Tyson, el rubio y enorme amigo de Tristan se limpio las manos antes de tomar la botella de cerveza que reposaba sobre el capo del viejo auto de Julien. Tristan asintió a su amigo y mordió un extremo del emparedado que Luna le había preparado para la hora de la comida en el taller. Bueno, ella no cocinaba ni un ápice, pero joder que deliciosos emparedados hacia.
-Es… extraño. Es decir… con la mejor amiga de mi novia – comento a la nada. –Nunca en toda su vida me pidió nada.
-La chica con la que vino, ¿es amiga de Luna? – Tyson frunció el ceño. Tristan asintió, y él silbo. – ¿Luna tiene más amigas?
Tristan soltó una carcajada y le golpeo el hombro.
-Si tiene, y todas comprometidas, lo siento, Ty.
-Joder. ¿Alguna prima?
-Noah esta con ella. Kenzi es mil veces más… honesta que Luna.
-¡Uff! Tu chica – comenzó Tyson con un tono ronco y una sonrisa picara – es ardiente, no quiero pensar cómo será su prima, o sus amigas – soltó una carcajada. –Regresare al trabajo. Por cierto – lo señalo – ¿vendrá Granade?
-Espero que no. El muy hijo de perra se quiere sentir el papá de los pollitos.
-Yeah, el bastardo solo vendrá a quitarnos a nuestras mujeres – bufo y volvió debajo del auto que arreglaba.
A Tristan poco le importaba a que vendría Granade, lo que ahora ocupaba su mente era Julien. Y la respuesta a sus preguntas apareció por la puerta.
-¿Renata? – la chica entro al taller y tomo aire antes de detenerse frente a Tristan. Su rostro era un poema. – ¿Que paso? ¿Por qué estas descalza? – se alarmo y la tomo de los hombros. – ¿Estas bien?
La ojiverde negó y asintió con la cabeza erráticamente en respuesta a las preguntas de Tristan. La garganta la tenia seca después de haber hablado con William y sus nervios estaban de punta desde que los vio pelear. Todo había sido tan salvaje, tan… No, ahora no podía pensar en lo sexy que lucia Julien cuando soltaba un puñetazo.
-Jules me dijo que… Se peleo en la calle, lo llevaron a la Comisaria, dijo que necesitaba a Hunter – dijo con rapidez.
El mundo se le vino encima a Tristan.
-Mierda. Ok, quédate aquí… ¿si? – la chica asintió y Tristan se sintió un poco seguro de dejarla. Camino hasta Tyson. –Cuídala. Sobre tu cadáver si algo le pasa – lo señalo antes de salir y tomar su moto. No iba a perder el tiempo llamando a Hunter, iría ya mismo a su oficina y lo arrastraría, si era necesario, hasta la Comisaria para sacar a su hermano antes de que todos le partieran la cara ahí dentro. Conocía a su hermano y sabia que una mirada bastaba para encender la máquina de golpes que era. Y eso, justamente, era lo que menos necesitaban.

-Así que tu eres la novia de Kittykat – el rubio se acerco a Renata con pasos predadores, la hizo sentir pequeña de inmediato.
Ella se limito a asentir.
-Kittykat suele meterse en problemas cada dos por tres…
-Su nombre es Julien – lo corto Renata algo molesta. –Apuesto a que te partió la cara un par de veces a ti – el rubio era magnifico físicamente. Pero tenía un tono burlón que la estaba irritando cuando se mofaba de Julien.
-Nena, él no me pone un dedo encima sin perder la cabeza de abajo.
Renata le lanzo una mirada en calidad de reto.
-Pues la tiene bien puesta, gracias – meneo la cabeza lacónicamente.
-Ya sé que vio Kittykat en ti – de nuevo empleo ese apodo. –Eres preciosa…
-Ahórrate esos cumplidos – Renata alzo una ceja. El rubio era magnifico. Se pregunto porque estaba así de molesta, en cualquier otro momento hubiera balbuceado un “gracias” o sus mejillas se hubieran sonrojado de inmediato. Pero no ahora, no ahora que tenía ganas de golpear algo. Pensar en William y en que él era el culpable del arresto de Julien eran demasiados problemas para ella. Muchas cosas que ahora nublaban su mente haciéndola sentir furiosa.

Tristan y Hunter entraron a la Comisaria. Hunter llevaba consigo un maletín, mismo que era como su arma de trabajo – palabras de él, claro –, Tristan pensaba que era un idiota con maletín de piel; sin embargo no dijo nada, tenían que sacar a su hermano cuanto antes.
Espero a Hunter sentado en la fila de sillas de plástico. El lugar apestaba. Y se sintió una mierda cuando recordó que muy probablemente Luna había estado asustada en este lugar, apretó los puños pensando en Jensen. El asunto con ese bastardo aun no estaba terminado. Y claro que no se había olvidado de él.
Hunter regreso hasta Tristan con una sonrisa maligna en la boca.
-Tu hermano es una joya – dijo.
-¿Cuánto tiempo estará aquí? – cuestiono sin hacer otro comentario.
-Hagamos la cuenta – sonrió Hunter. –Golpeo a un policía, le escupió; llegando aquí, le dio un cabezazo a otro policía, le rompió la nariz y… en la celda, no orino en el escusado… Oh – levanto un dedo para silenciar la maldición de Tristan – sin olvidar que su compañero de celda comenzó una pelea que tu hermano supo como terminar. ¿Cuánto crees que nos costara eso?
-Me importa una mierda cuanto, créeme. Lo quiero fuera y lo quiero ya – zanjo.
-¿Por qué tanta necesidad de tenerlo fuera? Después de lo que… – Tristan lo perforo con una mirada. –Bien. El pasado en el pasado, supongo.
-Supones bien, Hunter. Ahora, quiero a mi hermano afuera… Me importa una mierda el dinero, ¿estamos claros?
-Si yo fuera tú, lo dejaría un par de días ahí dentro…
Tristan sabía que Hunter tenía algo de razón. Solo que no iba a dejar a su hermano en la cárcel solo por darle un escarmiento, quería saber por qué razón se había peleado, porque Renata había aparecido en el taller, descalza y con el rostro tan terrible. Joder, quería saber qué demonios le pasaba. Y sabía que si lo dejaba en la cárcel, no tendría ninguna respuesta de su hermano.
-Y si yo fuera tú, me guardaría mis comentarios en el culo – gruño. – ¿Cuanto me costara tenerlo fuera?
-Northman lo puso adentro. ¿Cuánto extrañaras tu motocicleta azul?
-Te hare un cheque.

Después de dos horas, quizás más, Hunter regreso con Tristan seguido de Julien. Julien tenía el labio, la ceja y el pómulo destrozados. Su camisa estaba ensangrentada y el cabello revuelto. Sin embargo tenía una sonrisa en los labios, que más que sonrisa parecía una mueca.
-¿Cuánto te debo? – pregunto al tiempo que Tristan lo miraba de arriba abajo.
-Respuestas, eso me debes.
-Prefiero dinero – refuto. –Y tengo hambre. Por cierto, gracias por venir tan rápido – Julien le dio un golpe en el hombro y camino a la salida.
Hunter levanto ambas cejas.
-Quizá un día no muy lejos de tu muerte te diga la verdad – dijo acido. –Nos vemos pronto.
-Espero que no. Te enviare un cheque por tu ayuda – Tristan estrecho su mano y lo vio alejarse para subir en su Avenger rojo. Él camino hasta su hermano. – ¿Donde está mi moto?
-Si mis cálculos no fallan, tu preciada moto esta tres calles y dos edificios antes de la Editorial de mamá – limpio su rostro con el puño de su camisa. – ¿La necesitas?
-La quiero de vuelta en mi taller. Quizá quieras ir a recoger a Renata ahí mismo, antes de que Tyson se le acerque – la burla podía ser palpable.
-Iré por ella – dicho eso, se alejo de Tristan.
-¿Iras caminando? – grito.
-Ir de rodillas será más tardado – contesto levantando una mano.
Definitivamente su hermano jamás cambiaria. ¿Por qué se molestaba en sacarle respuestas a preguntas que incluso él temía preguntar? No estaba seguro que hacia Renata con él. Que le veía incluso. Su hermano era un tipo problema. O quizá los problemas lo seguían a él y no al revés, aunque eso estaba lejos, muy lejos de creer. ¿Era verdad lo que Julien dijo de Renata hace tiempo? No podía siquiera ponerse a pensar que todo lo que su hermano murmuraba fuera verdad.

***

*Click; Bust your windows - Jazmine Sullivan
Julien bajo del taxi y le arrojo un billete al hombre. Se acerco hasta donde había dejado la motocicleta y apenas la iba a tomar cuando un ruido igual al del quiebre de cristales resonó contra sus oídos. Se giro, solo para sonreír de inmediato. Luna, la mejor amiga de Renata, golpeaba el lujoso auto rojo de William, sabía que era del rubio porque lo había visto bajar del mismo cuando había ido a ver a Renata la Navidad pasada.
La morena tenía un bate de metal en las manos, mismo que lo blandía como una bateadora profesional, tenía un swing fabuloso, casi erótico. Julien se limito a sonreír recargado en la motocicleta mirando el espectáculo de cristales, plástico y pedazos de fibra de vidrio que Luna golpeaba con una pasión casi infernal.
De pronto Luna se canso y termino por golpear el faro delantero del auto, recargo su peso en el bate y admiro con el pulso agitado su obra. La gente que cruzaba la calle tomaba fotografías. Julien sabía que era Luna pues la chica, prometida de su hermano, tenía esos cabellos negros alborotados y unas botas que nunca dejaba, sus ojos eran cubiertos por un par de gafas Ray Ban cuadradas.
-Te falto ese faro – comento Julien.
Luna se giro para verlo y bajo las gafas.
-¿Qué demonios haces aquí?
-Estoy viendo como golpeas el maravilloso auto del rubito – sonrió. –Si yo fuera tú, me iría de aquí antes de que la policía llegue…
-No tengo miedo de ese hijo de puta – bufo Luna. –Esto solo es el comienzo – prometió Luna.
-¡¡¡Que diablos!!! ¿Luna que demonios significa esto? – el rey de Roma apareció. William corrió hasta su auto y su rostro se puso de roca, lleno de furia. – ¿Que es lo que te pasa, estás loca?
-¿Qué qué es lo que me pasa? – grito Luna en medio de la calle. –Tu me pasas, tu – lo señalo con el bate, el rubio dio un paso atrás. –Tu, infeliz bastardo desgraciado. Yo confié en ti, te confié la felicidad de mi amiga y ahora vienes… ¡Justo ahora! – rugió colérica. Julien aun observaba desde la moto, el rubio no se había dado cuenta de su presencia.
-Volví a explicarle las cosas – levanto las manos. –Quería explicarle las cosas…
-¿Las cosas? – Luna se quito las gafas y volteo los ojos. – ¡Las cosas! – jadeo dramática. –Explícame esto: ¿Por qué razón le mentiste, por quéeee? – grito. –La tuviste, la tuviste tanto tiempo en la sombra de una puta mentira. ¡¡Un hijo, un hijo!! Tu hijo… - levanto el bate de nuevo señalando su rostro. Julien tenía que aceptar que ella podía lucir pequeña y vulnerable, pero sabía que estaba dispuesta a darle un buen golpe. –Llama a la policía… – sugirió. –Llámala… llámala porque si nadie me detiene ahora, te romperé la cara – dio un paso hasta él y levanto el bate lista para dar un buen swing.
-¡Luna, escucha lo que estás diciendo! – William levanto las manos. –Quiero a Renata, la quiero… No era mi intención hacerle daño.
-¿Daño? – Luna detuvo su movimiento, recargo el bate sobre su hombro. –Infeliz, no solo fue un daño. Y créeme, ese daño no es reparable. Y tú no vas acercarte a Renata, sobre mi cadáver. ¡¡Sobre mi cadáver!! – rugió.
Su espectador realmente se pensó en si detenerla o no. Luna se veía tan dispuesta con golpearlo con el bate, que el bate estuvo a nada del rostro de William, si él no hubiera detenido el artefacto con sus brazos.
-Luna, detente.
-¡¡NO!! – rugió de nuevo resistiéndose al agarre de Julien. –Mi amiga sufrió por él, sufrió, estuvo muerta gracias a él – Luna gritaba enferma de ira. Sus ojos grises estaban impregnados de sangre. La venganza se leía en su rostro como un libro abierto. Julien admiro su lealtad.
-Renata no necesita esto – Julien le arrebato el bate. –Ella no quisiera que tu…
-¡Ja! – se rio Luna. –Mi Renata tendrá a este bastardo tan roto como ella estuvo – juro. La cólera con que miro a Julien casi lo hizo encogerse. Ella se veía dispuesta a hacer pedazos al rubio que tenia detrás de él, y muy lejos de que eso le gustara, no podía permitirlo. El salvaje, el loco, el único enfermo psicópata era él, no iba a permitir que Luna estuviera en prisión, eso no podía consentirlo.
-Luna, no permitiré que te hagas daño.
-¡Que va! – la chica miro detrás de Julien. –Al que deseo hacerle daño es a ese hijo de la gran puta – lo señalo. –Ahórrate las disculpas y tus explicaciones, no voy a dejar que te acerques a mi Renata, ¡no lo voy a permitir!
-Nunca quise hacerle daño.
Entonces Julien se giro para encarar al rubio.
-¿Cómo dices? – entrecerró los ojos apretando el bate que tenía en un mano.
-Jamás quise lastimar a Renata, yo solo…
-Tu solo querías ser el maldito héroe del cuento. Ser el hombre perfecto que no eras. Ella necesita un hombre completo…
-¿Y tu eres ese hombre? – Julien torció una mueca en respuesta a la ceja levantada del rubio.
-No dije eso, pero gracias por mencionarlo. Ahora vete, o le daré el bate a Luna…
-No vas a darme órdenes.
-Solo hice una sugerencia. Ella luce sedienta de venganza.
-Por cierto, ¿pensé que estabas en prisión? – William sonrió ladino.
-Eres muy observador. Vete – le pego en el pecho con la punta del bate lo suficiente para enfatizar su sugerencia.
-Pagaras el daño hecho a mi auto – señalo a Julien. –Volverás a estar en prisión antes de lo que piensas.
-Cuando el infierno se congele – sonrió en respuesta. –Y en serio dale gracias a Luna que me divirtió un rato con la muestra de su buenos golpes, porque justo te hubiera molido de nuevo – el rubio no tenía ninguna señal de sangre en la ropa, al contrario de Julien; sin embargo el labio roto, así como los moretones en sus mejillas no podían desaparecer de su rostro.
-Vamos a vernos de nuevo, niño – dijo antes de alejarse de ellos y sacar el móvil del bolsillo interior de su saco.
-¡Eso espero! – grito Luna, justo era tomada del brazo para que no se le lanzara encima a William. –La próxima tu cara será mi blanco – grito altanera.
Julien sonrió con suficiencia y la jalo a la motocicleta.
-Sube – le dio el casco. –Ahora – zanjo.
Luna frunció los labios pero accedió.

Su cuerpo estaba embriagado de adrenalina. Jamás había hecho algo como eso. Nunca. Claro que de una cosa estaba segura: lo haría de nuevo. Lo haría unas mil veces más solo por Renata. Ella valía cada una de las locuras.
Daría la vida por ella.
Renata no solo era su mejor amiga, ella era su alma gemela.
Bajo de la motocicleta, con la sangre hirviendo, pero un tanto más tranquila que cuando se entero que William estaba de vuelta.
Por azares del destino había llamado a la oficina de Renata, su jefa había contestado nerviosa explicando que el novio de Renata había golpeado a William Northman. La jefa de Renata aun no salía de su asombro, pues al menos cuatro patrullas y varios policías se habían necesitado para apresar a Julien. Y de inmediato Luna había salido de la Editorial directo al taller de su hermano de donde había tomado “prestado” el bate metálico, y había buscado como una loca el auto de William. Cuando se aseguro de que era el correcto fue directo a los golpes. Ella deseaba partirle la cara a William, pero él era demasiado alto para ella, sabía que no tenía posibilidades si peleaba a mano limpia por su amiga. Sin embargo estaba más que dispuesta a darle un par de buenos batazos al rubio.
Si tan solo Julien no la hubiera detenido…
Julien la jalo del codo para hacerla entrar al taller de su hermano donde la metió después de haber dejado dentro la motocicleta.
-¿Te quedaras quieta? – la miro.
Luna no contesto de inmediato.
-¿Por qué me detuviste?
-Te llevan a prisión si golpeas a alguien sin razón alguna…
-¡Tengo una razón! Es un maldito malnacido hijo de perra – rugió. Julien cerró los ojos y los abrió meneando la cabeza de lado a lado. Luna se sorprendió de lo que reflejaron esos ojos electrizantes cuando los abrió para mirarla. No lucia molesto. Había algo que no podía describir, pero que le recordaban a su hermano cuando la miraba haciendo locuras. Algo como… cariño. No, no podía ser así. –Tú… ¿Qué pasa contigo y mi Rens? – inquirió mirándolo detenidamente.
Él suspiro y miro el suelo para un segundo después sonreír.
-Llamare a mi hermano, no te muevas y que Tyson no se te acerque – subió las escaleras directo a la oficina de Tristan.
-No obtendrás una respuesta de Kittykat – Tyson se acerco a ella. Vestía unos jeans desgastados, una playera blanca y botas. Su rubio cabello estaba suelto y caía enmarcando su rostro. Luna no quiso preguntar nada sobre el apodo de Julien. Torció una sonrisa a Tyson y miro molesta a la calle. – ¿Viniste con él?
-Ajá – asintió. –Estaba divirtiéndome de lo lindo cuando él apareció – miro a Tyson.
-¿Debo preguntar?
-No quiero que Tristan se entere…
-¿Enterarme? – Tristan entro al taller seguido de Renata. Luna olvido por completo a Tristan y corrió a abrazar a su amiga.
-Amor mío – gimió Luna apretándola entre sus brazos con fuerza. –Se de ese hijo de puta, lo voy a matar, te lo juro, lo voy a matar… Cuando termine con él no habrá suficiente para reconocerlo ni con ADN – prometió.
-Lu… - la morena se separo de su amiga. – ¿Que estas tramando?
-Nada leg… - se detuvo. Desvió la mirada a Tristan que la estaba observando curioso con los brazos cruzados sobre su pecho. –Nada – repitió. –Nada, Rens – sonrió. –Dime que estas bien…
-Estoy bien ahora – su amiga sonrió apenas. Cosa que no convenció del todo a Luna, pero no iba a agobiarla frente a esos dos hombres que seguramente se preguntaban de que demonios estaban hablando. – ¿Como llegaste?
-Me encontré a Julien en la calle y me trajo – finiquito. – ¿Que te parece si tu y yo nos vamos con Emily y Jenn de parranda? Necesito una cerveza… y… estar con mis amigas – la abrazo de nuevo. –Te necesito, cielo.
-¿No se molestara Tristan? – murmuro Renata aun entre los brazos de su amiga.
-¿Molestarme? – bufo Tristan, rompiendo esa burbuja. –Creo que si necesita un poco de sus amigas, solo un poco… – levanto un dedo. –Asegúrate de regresarla a casa cansada para que me dé un respiro – sonrió con lujuria y tomo la mano de Luna para darle un beso en el dorso.
-Un respiro – Luna le regreso la mirada y apretó su agarre. –Volveré muy tarde, no me esperes despierto.
-No lo hare. Tengan cuidado…
-Lo tendremos – dijeron las chicas al unisonó y salieron del taller.

Apenas estuvieron afuera Luna estallo en improperios. Renata no podía sentirse más contenta de la lealtad de su amiga. Ella también estaba dispuesta a todo y más por Luna.
-Y entonces Julien me detuvo… - jadeo Luna.
-¿Cómo dices?
-Julien me detuvo. Además, William dijo que pensó que estaba en prisión – Renata le relato la pelea, las patrullas y los policías, así como lo que le dijo de Hunter. Y al final la razón de que ya anduviera calzada. Tristan prácticamente la obligo a aceptar los zapatitos de piso azules que combinaban con su vestido. Nadie podía negarse a esa mirada parda y profunda. –Entonces Hunter lo saco… Vaya que es bueno. Apenas estuvo horas ahí – hizo una mueca de asco. No quería recordar el lugar, sentía pavor al recordar la sala de espera, no quería ni pensar que sería estar en alguna de esas asquerosas celdas. –Julien dijo algo de que me enviarían a prisión si golpeaba a alguien sin razón…
-¿Quieres decir que golpeaste a…?
-Julien apareció y no me dejo. Pero… – Luna esbozo una sonrisa maligna. –Deje su precioso auto rojo una mierda.
-¡Luna! – jadeo Renata. –No debiste, no… Si algo te pasara yo…
-Nada paso. Tenía un bate… Por cierto, ¿Dónde demonios quedo?
-¿Qué tenias un bate?
-Lo tome prestado del taller de mi hermano… En realidad es de Lex, pero…
-Un bate, ¿lo dices en serio? ¡Amor! – fue turno de Renata de abrazarla. Aquello era prueba latente de que estaba dispuesta a todo. –No debiste…
-Tenia que hacerlo sentir una miga de lo que tú sentiste. Si Julien no hubiera intervenido… – gruño aun abrazada a Renata. –Sabes que por ti haría lo que fuera. Lo sabes, ¿cierto? En las buenas, en las malas, y en las peores estaré a tu lado. Siempre.

Llamaron a sus amigas para realizar una salida al bar que frecuentaban. Y después de un largo día por fin tuvieron su salida de chicas, como antes.
-Una cerveza oscura, un Martini de cereza, vodka con arándano y un whisky en las rocas…
-Olvide el whisky, quiero agua mineral – corrigió Emily a Luna, mirando al mesero que tomaba la orden.
-Enseguida – el mesero se alejo.
-¿Quién eres tu y que le hiciste a mi Emily? – inquirió Luna, seria.
-Sigo siendo la misma, Lunática – la aludida volteo los ojos y desvió la mirada a Jennifer.
-Mmmmh, si como no – bufo Luna y cruzo los brazos.
-Lunática – intervino Jennifer con una sonrisa boba. – ¿Notas algo en Emi?
-¿Más allá de que se la pasa suspirando por Logan? – Emily soltó una carcajada. – ¿Que es?
Tanto ella como Renata miraron con detenimiento a Emily. Renata fue la que noto un brillo en los ojos enormes de Emily, así como una sonrisa en su rostro que la hacía ver aun más bella. Frunció el ceño mirándola de arriba abajo hasta que se detuvo en el detalle de las manos de Emily. Ambas manos reposaban en su regazo, sobre su vientre.
Abrió la boca cuando se percato de ese pequeñísimo detalle.
-¿Lo dices en serio? – miro a Emily.
-Si.
-¿Qué? ¿Qué dice en serio? – Emily tenía que admitir que Luna era algo despistada ciertas veces.
-Vas a ser tía – anuncio Emily aun más contenta que antes. –Tengo un tres semanas.
-¡¡¡¡Qué!!!!
-Van a ser tías todas – chillo.
Luna cubrió su boca y abrió la boca varias veces sin saber que decir.
-¡Felicidades! – dijo Renata.
-¡Felicidades! – repitió Luna cuando salió del asombro.
Los ojos de Emily se llenaron de lágrimas. Por fin había alcanzado esa felicidad que tanto había temido encontrar. Logan era justo el hombre de sus sueños y el sueño se hacía más grande con un pedacito de ambos. Sus amigas no podían estar más felices por ella. Las tres totalmente encantadas con la noticia, preparando incluso el Baby shower del pequeño ser que crecía en su amiga.
Al final no tomaron mucho, contaron todo lo que les había pasado, desde el embarazo de Emily hasta Luna siendo una loca destrozando el auto de William a batazos. Todas la llamaron loca, todas menos Renata que estaba de una extraña forma, muy enferma claro, encantada con la lealtad de su amiga.
Emily pasó a dejar a cada una a su hogar, la primera fue Luna que con una sonrisa deslumbrante se despidió de sus amigas.
Llego al loft pasadas las 2 de la mañana. Entro de puntitas cruzando la estancia hasta colarse a su habitación con Tristan, donde se desvistió y se metió en la cama deslizándose como un sigiloso gato.
-¿Te divertiste? – Tristan se giro sobre su hombro para mirarla.
-No quería despertarte.
-Está bien, no estaba dormido…
-Que mentiroso eres. Roncabas – bromeo.
-Intente esperarte, solo que el día estuvo muy pesado… Caí rendido después de un par de horas frente a la computadora.
-Emily está embarazada – sonrió Luna. –No tome mucho, solo que si estoy cansada como pediste.
Tristan tomo su rostro para besarla.
-No me des un respiro – dijo antes de profundizar el beso y enredarse en su sabor.

Renata bajo de la camioneta de Emily deseándoles una linda noche o día, como quisieran tomarlo. Subió hasta su departamento, pasando por el lobby con pasos silenciosos, lo único que le faltaba ahora era encontrarse a la señora Spencer revoloteando a su alrededor por su llegadas tan tardes al edificio.
Lo último que pensó encontrarse en el pasillo frente a su puerta era a Julien.
-Por fin llegaste.
-¿Qué haces aquí?
-¿No es obvio?
Frunció el ceño sin entender.
-No realmente.
-Se que el día de hoy no fue como lo prometí – comenzó. –Quiero compensar eso – estiro la mano. Renata la tomo y Julien la atrajo a su boca. –Luna en serio está loca – soltó contra sus labios.
-Amo a mi amiga – juro. Acaricio el cabello de Julien. Separo su rostro para verlo. –Gracias por todo.
-Nada que agradecer – beso su barbilla. –Créeme que todo lo hago por placer… Todo – sus manos bajaron hasta quedar sobre sus nalgas. –No quiero que el día termine nunca...

1 comentario:

Violet dijo...

Hubo de todo en este capí!!!! Acción, violencia, lealtad, locura, romance, lujuria, mmmh Tyson.... Ufff! De todo muy completo!!! Ya buenas noticias como el embarazo e Em! Si señor, nada falto! Me preocupe, me mordí las uñas y al final casi llore de felicidad...
Falta por ver el despecho de William... A ver no se convierte en vampiro sediento de sangre!! Jaja!
Nos dejaste mucho tiempo sin lectura querida B pero valió la pena la espera!

Las chicas del Té de Lemmon

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