noviembre 12, 2010

Maldita delicia. Capitulo VII

¡¡Uhh!!
¡A escasos dias del estreno de Harry Popotes! :D ¿Como estan bloggeros y todo aquel que pase por el Tea Party?
Yo feliz. Bueno... digamos que contentilla porque saldre con mis amigas, ¡yeeeah! Ojala se me atraviesen un par de cervesitas :)
Les dejo el capitulo de Jennifer Lamb, la pobre parece que no sufre, pero ya verán que todas tienen algo que contar. Y vaya que ese Dios griego dara de qué hablar. Solo diganme que tal va la historia. Sin más, enjoy! ^^

7. Tienes chispa

Jennifer Lamb

-Señorita Lamb, ya me debe tres meses de renta.
-Lo se, lo se, solo necesito unas semanas más, le juro que le pagare – rogaba al cielo encontrar un nuevo empleo.

Los del bar me despidieron. Alegaron que las demás chicas estaban en desacuerdo conmigo. Bah, ellas solo estaban celosas de las buenas propinas que recibía. No era mi culpa que ella nos fueran hermosas como yo.

-Solo una semana más, ¿escucho? Sino me paga, me veré en la penosa necesidad de sacar sus cosas a la calle. Lo siento – dicho esto, mi casero se dio media vuelta y se perdió por el pasillo.

Una semana. No podría juntar mil dólares en una semana. No quería pedirles dinero a mis amigas, ellas no sabían que ya no tenía empleo.

El trabajo en la tienda de sexshop también me fue negado. Todo por un estúpido, que se quiso pasar de listo conmigo, tuve que darle su merecido, el tipo actúo como loco y destrozo la tienda. Él fue remitido a las autoridades por daño a propiedad ajena, mientras que yo fui despedida. Malaya sea mi suerte.

Estaba perdida. Y en banca rota.

Tome mi bolso y salí a la calle, talvez si tenia suerte, necesitarían una diseñadora o ya jodido una mesera en alguna cafetería.

El clima estaba nebuloso, lluvioso y con mucho aire frío. Lo cual era bueno, porque odiaba que el sol me diera en la cara. Me abrace el cuerpo con los brazos. En verdad que hacia frío. ¡Demonios! No tome mi suéter.

Tendría que volver a casa, sino me enfermaría.

Gire, y choque con algo.

-Ay, lo siento, lo…
-Disculpa. Iba distraído.

Si alguna vez imaginaron a un Dios griego, este era el tipo de su imaginación. O al menos del tipo que yo imagine cuando Luna y Renata describían a los griegos de los libros que leían.

Un metro noventa, delgado, ojos marrones, profundos, cautivadores, barba. Un Dios griego.

Estuve babeando por él no se cuanto tiempo, hasta que una mujer grito.
-Hey, Andrew… - La voz de esa tipa me puso de malas.
-Nos vemos – sonrío.

Fue hasta la mujer que estaba con un taxi al lado. Lo mire hasta que subió al taxi y se perdió en el tráfico. El tipo era un sueño. Suspire pesadamente.

Emprendí el camino a ningún lado. Pronto, para mi fortuna, encontré una cafetería donde necesitaban una mesera. Ya después encontraría un trabajo de verdad.

El lugar era lindo, era una galería de arte y también tenia cafetería. Tenían horario flexible y la paga no era tan mala. Podía empezar ya mismo, el dueño estaba hasta la coronilla de adolescentes. Así que necesitaba mi ayuda de inmediato.


-Te pagare semanalmente, si estas de acuerdo, claro – mi nuevo jefe miraba mi curriculum. Afortunadamente tenia uno en mi bolso.
-Claro, me parece perfecto – la maquina de café trabajaba correctamente, no tendría problema alguno.
-Jennifer Lamb – dijo en voz alta. -¿Cómo te gusta que te llamen?
-Jennifer esta bien, solo nunca me diga Jenny, por favor – pedí sonriendo.
-Ok, Jennifer. Tengo que hacer un par de cosas fuera de la galería, más tarde vendrán un par de proveedores, nada importante, solo firma donde te digan o mejor aun, diles que esperen. Sino quieren esperar, volverán más tarde. ¿Esta bien?
-Entendido, Sr. Hopus.

Salio del lugar notoriamente aliviado. Así como yo, que ahora tenía empleo. Menos mal, sino moriría de hambre o frío en las calles.

Tarareaba una canción de Marilyn Mason, me encontraba feliz. Dentro de lo que cabe, claro. No había hablado con Rosty desde el día de la cena de Luna, quizá se canso de mí o quien sabe. No iba a llamarlo de cualquier forma. No rogaria por su atención.

-Un expreso – Esa voz se me hizo conocida, para mi desgracia, claro.


Alce la mirada. Era Vanesa, la perra con la que Carter me engaño.
-Hmm – hizo un sonido con la garganta parecido al graznido de un pato, uno muy horrendo claro. -¿Así que aquí estas, ah? Carter siempre decía que tú eras una gran diseñadora. Bah, para mi eras y serás una pobretona de cuarta. No tomare nada que toquen tus asquerosas manos – dijo alzando la barbilla. Camino lejos de la barra y salio de la galería.

Suspire. Mi día no podía ser peor.
Encontrarme a esa perra aquí, en una galería de arte. Tonta, esa tipa no podía ni leer su horóscopo. Era probablemente de mi estatura, un metro setenta, cabello marrón en ondas, mirada altiva, labios gruesos. Obvio mi belleza la eclipsaba –modestia aparte -, era hija de padres acomodados. Nunca tendría que luchar por sus sueños como cualquiera. Era una lastima, la niña nunca sabrá lo que es la vida. Una de verdad, lejos del glamour y del dinero de sus padres.

El señor George Hopus aun no llegaba de sus encargos fuera de la galería. Llevaba varias horas fuera.

-Si, si, ya te dije que encontrare a alguien capaz. Ahora cállate – entraba a la galería una señora.
-Estúpidos – gruño. –Un capuchino sin espuma – ordeno sin mirarme.

Y aunque ella no lo hiciera, mi corazón latía desbocado porque yo sabía quien era.

-Vico – el señor Hopus entraba a la galería con un montón de cajas sobre los brazos.
-¡Ah! George… - saludo la mujer.
-¿Qué haces aquí? – dejo las cajas en el suelo para estrecharle la mano a la señora.
-¿Qué parece George? Tomo un capuchino…
-Cierto – sonrío mi jefe. –Ah, mira, ella es Jennifer Lamb, mi nueva empleada, ha estado aquí todo el día. Lo cual es muy bueno, Jen, ella es…
-Victoria Sparks – suspire. Estire mi mano para saludar a la señora.
-Niña… veo que conoces de mí.
-Bueno, me encantan sus diseños, su línea es una inspiración para mí.
-Gracias… ¿Qué estudias? – pregunto entrecerrando los ojos.
-Estudie. Estudie un poco de diseño, pero por falta de recursos me vi en la necesidad de dejar la escuela – Si recordaba ese momento de mi vida me hundía en la depresión. Cosa que no quería que pasara con mi heroína enfrente.
-Lo lamento.
-Si, también yo. Ahora trabajo aquí, en un intento camicace de que no me corran de mi departamento – alce los hombros.
-¿Correrte de tu departamento? – pregunto extrañado mi jefe.
-Si, bueno… pero ya. Gracias por darme el trabajo.
-Niña, lo hubieras dicho antes y te adelantaba el sueldo – mi jefe camino a un armario, regreso con una chequera en las manos.
-Dime cuanto es lo que debes.
-No, no, no – agite las manos. –No puedo aceptarlo. No, trabajare duro y conseguiré otro empleo gracias, de verdad.
-¿Dos empleos? ¿Y a que hora respiras, mujer? – dijo contrariado el Sr. Hopus.
-Cuando tengo tiempo para dormir – conteste en broma.
-¡Por Dios! Niña, en esta galería no te explotare. Vico, dale un lugar en tu empresa.
-¡No! – grite. Rodee la barra y me pare frente a mi jefe. –No, es decir… que más quisiera que trabajar para la señora Sparks, pero no así. Ojala pudiera ver mis diseños y darme la oportunidad de una entrevista con usted, pero se que con mi falta de estudios todo se va al caño. Estoy bien en serio señor Hopus.
-La escuchaste, George.
-Si, Vico. No dejare que ella muera de hambre. No señor. Jen, no seas necia. Tienes a Victoria Sparks frente a ti. Puedes pedirle empleo.

Sus palabras eran ciertas. Y también era cierto que yo no tenia ni una pasantía de Diseñadora de modas, no era nada.
-Yo… no puedo. No termine ni un semestre en la escuela. Quisiera poder decir que tengo ideas, pero… sin dinero dudo mucho poder comprar un poco de tela y mostrarle lo que puedo hacer. Vivo al día. Mi gran sueño es poder ser una gran diseñadora. Pero sabemos que en este mundo, el que no tiene dinero no es nadie – exhalé.

El aire en mis pulmones era pesado. Lo único que quería hacer era desaparecer de ahí. Correr y ocultarme de la mirada de Victoria Sparks, que era fría y calculadora, al contrario de la de mi jefe, que era comprensiva y celeste. Casi podía decir que era el padre que siempre quise tener. Pero como no se podía tener todo lo que una desea en la vida, entre de nuevo a mi lugar de trabajo, detrás de la barra.

Rece con todas mis fuerzas que ambas personas dieran media vuelta y me dejaran sumir en esta triste y penosa situación. Exponer mi vida no lo hacia muy seguido. Y menos ante dos extraños que apenas había conocido hace menos de 10 minutos.

-Jennifer… - me llamo Victoria Sparks. Antes de dar media vuelta para verla me limpie las lágrimas de mis mejillas. –Mañana, mi oficina. Si sabes hacer algo más que ser dura contigo misma, tendrás un empleo en mi empresa. Gracias por el capuchino y por la lección de vida, niña. Adiós George.

Se despidió de mi jefe y desfilo con elegancia fuera de la galería.

Yo, aun en shock por supuesto. En la barra estaba su tarjeta. La mire por minutos que se me hicieron eternos. Mi corazón desbocado, mi cabeza daba vueltas, mi estomago vacío, mis manos temblorosas, mis labios secos y entreabiertos. Esto era un sueño. Solo podía ser eso.

-¿Hoy es tu día de suerte o qué? – exclamo mi jefe. –Anda Jen, guarda esa tarjeta en tu bolso antes de que venga otra y se la lleve. Vico no anda dejando tarjetas por todos lados así como así.

No reaccione. Él tomo la tarjeta y la metió en mi bolso. Sonrío como si hubiera hecho una travesura. Camino a las cajas que tenia en el suelo.

-Ayúdame a guardar esto, Jen – pidió.
-S-Sip – dije después de salir de mi ensimismamiento personal. Aun no creía lo que había pasado.


Quizá era una doble de Victoria Sparks la que me había dado su tarjeta. Todo era una mala broma, todo era un sueño, el sueño que tuve desde que veía con mi madre, Laila, las pasarelas. Mi madre…


Hacia años que no la veía. Ella en su intento de crear una fortuna me dejo a mi suerte. Sus cheques mensuales habían dejado de llegar desde que cumplí 20 años. Ahora no sabia exactamente donde se encontraba, su última postal, decía que estaba en Paris. Quizá con un quinto esposo o quizá con el sexto o séptimo. Ya no sabía.

No podía culparla. El ser humano busca su felicidad.

Ella, bueno, la buscaba en las formas más bizarras. Con millonarios con un pie en el hoyo. Siempre quiso que yo tuviera todo lo que ella nunca tuvo, pero lo único que yo quería era un padre con quien hablar de corazones rotos. Un padre que me llamara princesa al dormir. Un padre que amenazara con partirle la cara a cualquier idiota que se pasara de listo conmigo. Ella no lo veía de esa forma. Jamás quiso un hombre así en su vida, no después de que papá murió de un paro cardiaco. Yo aun era muy pequeña cuando eso sucedió. Casi no recuerdo como era mi padre.

Las deudas de mi padre, prácticamente nos dejaron en la calle. Él tenía el vicio de las apuestas, el peor de todos si me preguntan. Perdimos todo.
Mi madre es hermosa, cosa que herede de ella. Así que pronto dejo el luto por la muerte de mi padre y se dedico a lo que ella llamaba “La búsqueda de nuestra felicidad”, pero lo único que ella logro encontrar, fueron más deudas.

Pronto se canso de eso y se dedico a su verdadera profesión. Ser modelo. Como ya era mayor no logro mucho dinero. Un par de esposos con unos cuantos millones que nos sacaron de las deudas. Después ella se fue. Mandaba dinero esporádicamente y pronto se olvido de mí. Empecé a trabajar desde que tenía 16 años. Mis ahorros lograron mi supervivencia.

Y desde entonces me valgo por mi misma. Muchos años despertaba con la esperanza de ver a mi madre dormida en su cama, y con el paso del tiempo, perdí toda esperanza de volver a verla. Comprendí de la manera más dura, que solo era yo contra el mundo.

-Hey, Jen… - la voz de mi jefe me saco de mis pensamientos.
-¿Si?
-Mañana llega puntual con Vico, alrededor de las nueve de la mañana y con un café americano caliente.
-Correcto, gracias – deje mi delantal colgado detrás de la barra. Cerré la caja registradora y le di la llave a mi jefe.
-Que bueno que llegaste a la cafetería, Jen. No se que hubiese pasado si todos esos adolescentes locos me hubieran pedido un café más – sonrío.
-Gracias a usted por darme el empleo. En serio que lo necesito.
-Mañana a las nueve, recuérdalo – me señalo. –Sonríe, es lo que a ella le encanta, ¿ok?
-Si – asentí. -¿No importa si me pierdo el primer turno?
-No, descuida. Por las mañanas no hay muchos jóvenes adictos a la cafeína, eso empieza después de las tres de la tarde.
-Vale, gracias. Hasta mañana.
-Suerte, Jen. No la necesitas claro, pero nunca esta de más desearla – puso su mano en mi hombro, dándome apoyo.
Asentí y salí.

Hoy después de todo no fue un día tan pesado.

El frío nocturno empezaba y yo solo con una bufanda. Me abrace el cuerpo y camine de regreso a casa. Otro punto a favor era que no estaba muy lejos de donde vivía, unas 5 manzanas. Mi renta era cara porque vivía cerca de Manhattan. Era un pequeñísimo departamento, pero al menos no me perdía del bullicio neoyorquino.

-¿Te llevo? – mire hacia el transito.

Era Rosty. Iba en su camioneta negra Toyota, que sobra decir que lucia exquisita. Claro, como su conductor.


-No, ya casi llego a casa – mentí.
-Oh, vamos, Jen. Lamento no haberte llamado, fui a visitar a mi hermano a California.
-No te estoy reclamando nada – defendí. Lo cual era cierto. Seguí caminando y él a mi lado.
-Lo se, pero quería explicarte. Anda sube, hace frío.
-Estoy bien, gracias – apreté con más fuerza mis brazos.
-Bien… - detuvo la camioneta y bajo de ella. –Si se la lleva la policía será tu culpa.

Se quito su chaqueta y me la puso sobre los hombros. El calor de su cuerpo aun impregnado en la prenda me devolvió el calor a los brazos.

-¿Estas mejor? – Susurro abrazándome.

Nos detuvimos en la acera. Acaricio mi cabello que ondulaba rebelde sobre mi cabeza.
-Te extrañe por raro que parezca, Jen.
-Ajá.
-Oh ok, no me crees – entrecerró los ojos.
-Lo siento, pero no – conteste frunciendo los labios.

Una cosa que había aprendido de las relaciones esporádicas era que no extrañabas a la persona, sino el placer que te daba estar entre sus brazos. Solo eso. Y con Rosty… yo… en realidad si extrañaba a la persona, lo extrañaba a él. Pero no podía luchar contra lo que Rosty sentía en verdad. Solo extrañaba mi cuerpo, mi sabor y mi sudor. Solo eso, placer y nada más.

-No peleare contra lo que piensas, no hoy. Anda, ven a conocer mi Gimnasio.
-No puedo, mañana tengo una entrevista en Sparks CO.
-Oh… con la bruja esa – bufo.
-No es una bruja, es una gran diseñadora – defendí.
-Ok, solo decía – alzo las manos.
-Tengo que irme, gracias – le devolví la chaqueta y camine apresurada por la acera.

¿Por qué llamaba bruja a Victoria Sparks? Lo decía como si ya la conociera. Maldito, juzgaba a las personas antes de conocerlas. Como todos. Idiota.

-Anda, Jen. Lo siento… solo que… anda sube – pedía, su camioneta caminaba paralelo a mis pasos.
-Ya te dije que no, Rosty.
-Bien, siento molestarte. Buenas noches y suerte con Vico – Dijo.

¿Vico?

Gire para verlo pero solo alcance a ver las luces traseras de la camioneta. Suspire y camine aun más aprisa. El frío empezaba en su punto más alto. Me congelaría.


_*_

Desperté cerca de las 6 de la mañana, estaba tan nerviosa que soñé que llegaba a la empresa de Victoria en ropa interior, para después darme cuenta que iba desnuda. ¡Dios! Malditos sueños ansiosos.

Me di un rápido baño tibio. Tenia la mala costumbre de llegar tarde a todos lados, pero no esta vez. Me vestí con mis mejores ropas. Quería lucir profesional y original, todo en el mismo conjunto.


Unos jeans serian los apropiados, una playera y un chaleco que me venia como anillo al dedo. Esta vez si peine mi cabello. Estaba lista para una entrevista con Victoria. Maquille mis ojos como de costumbre, haciendo resaltar el azul de mis pupilas.

Tome mi bolso, con algunos de mis diseños. Mi sueño estaba a punto de cumplirse. Estaría completo si mi madre estuviera aquí. Como sea, mi vida daría un giro, lo podía sentir. Podía sentirlo correr por mis venas.

De una extraña forma me sentía contenta, excitada. Por la noche llame a mis amigas. Todas gritaron como locas al escuchar la noticia. Omití la parte del despido de los empleos. Solo les dije que la encontré en una galería. Cuando ya estuviera segura de tener algo con Sparks CO, soltaría la bomba de mi falta de dinero para la renta.

Busque en mi bolso la tarjeta con la dirección de Victoria. Encontré un papel doblado. Un cheque de 2 mil dólares a mi nombre, con la firma de George Hopus.

Mi jefe había intentado darme dinero a escondidas, ¿ah? Lo siento, pero no iba a aceptarlo, después se lo devolvería con sigilo, así como él hizo. Mientras solo podía preocuparme por mi entrevista. Me mire nerviosa en el espejo de la entrada, antes de salir de mi departamento.





Mi casero se acercaba con pasos torpes.
-Señor Laurie, ya le dije que solo me de una semana, hoy conseguiré un nuevo empleo, tendré dos y le pagare, lo juro – le dije antes de que empezara con su letanía de la responsabilidad.
-¿Quién dijo algo de dinero? Solo le vengo a entregar el recibo de pago – me tendió un papel con los 3 meses pagados de renta y 3 más adelantados.
-P-pero…

El señor Laurie ya daba media vuelta y se encaminaba a su departamento.

-Debe haber un error… yo aun no le pago – intente alcanzarlo, pero ya estaba en su puerta.
-Claro que lo hizo. Su padre o algún familiar de usted me pago. Así que, que tenga un buen día señorita Lamb – dicho esto entro.
-Yo… ¡Señor Laurie!
-No grite, esta durmiendo Rapuncel – gruño dentro de su casa.

Rapuncel. Estúpida perra bulldog. Esa perra y yo nos odiábamos a muerte.

No le reclame más al señor Laurie, un viejo regordete con acento ingles. Su cabello canoso y bigote de morsa me causaba risa y otras un poco de miedo, eso era cuando me atrasaba en la renta, pero al parecer mi ángel salvador anónimo me había liberado de vivir en la calle. Ya después le pediría a Luna que investigara al misterioso héroe.


Con una hora de sobra, subí a un taxi. Me di el lujo de pagarlo, ya que el señor Hopus me adelanto mi primer semana de sueldo. Además de que no podía llegar tarde a mi entrevista. Antes claro de llegar al edificio pase por el café que el señor Hopus me recomendó.

La empresa de Victoria Sparks también era la tienda donde vendía sus diseños. Entre a la tienda, que mostraba la ropa mas linda, la de esta temporada Otoño-invierno.

-Hola, la señora Sparks me dio esto – se la mostré a una dependienta.
-Claro, al fondo y subes las escaleras – dijo sonriente.

Hice lo que me indico y al subir. Era un mundo de ropa, telas, maniquís, cintas de medir, modelos caminando por la duela.

Pregunte por la señora Sparks, me indicaron que al fondo estaba su oficina. La puerta estaba abierta así que toque antes de entrar. Victoria levanto la mirada.

-Jennifer, ¿cierto? Pasa – me indico con la mano.
-Hola, le traje un café – lo puse en la mesa y después me senté frente a ella.
-Chica lista, gracias – lo olfateo y le dio un sorbo. –Hmm, americano y sin azúcar. Recuérdalo.

Le dio un sorbo y me miro. Sonreír, a ella le gusta eso. Lo hice.
-¿Traes algo que me puedas mostrar?
-Claro – saque de mi bolso mi cuaderno de diseños. Lo coloque sobre la mesa y ella en silencio empezó a hojearlo. Sus expresiones cambiaban conforme le daba la vuelta a la hoja. Murmuraba cosas ininteligibles para mis oídos. Esperaba que le gustaran.

-Tienes chispa – dijo a la mitad de mi cuaderno. –Me gustan tus ideas – termino de ver el cuaderno. –Solo necesitas un empujoncito. Tienes talento, Jennifer. Puedo ofrecerte trabajo. Me ayudaras con las costuras, empezaras desde cero…
-Gracias, si, me encantaría.
-Será algo así como un trabajo de practicante, ¿bien? Te pagare claro. Bienvenida.

Se puso de pie y me estrecho la mano.

Me dio un tour por las oficinas. Ya tenía mi lugar de trabajo asignado. Mi material sobre la mesa. Empezaría ya mismo.

-Si tienes dudas, no temas preguntar – dicho esto me dejo.

Mi compañera de trabajo me explico que tenía que hacer. Sabia manejar la maquina de coser a la perfección. Trazar y realizar plantillas como una experta. Mi mente trabajaba a mil y para nada me sentía presionada o cansada. Estaba a rebozar de felicidad. Me encontraba en el camino indicado. Lo sabía. Lo sentía.

3 comentarios:

Karla Medina dijo...

woooo estubo genial el capi
y wooo Rosty es demaciado guapo
que bien escribes, ya quiero leer el siguiente capitulo ;P

Ada Parthenopaeus dijo...

OmG!! tambien pienso lo mismo Rsoty cosita rica... quien pago.... seria Rosty ... seria....Dioos quero saber ams que chido que haya conseguido trabajo...Sensiie excveletne capitulo maravilloso atenta para el proximo

VioletaHerondale dijo...

Ya dije que ella es mi favorita? bueno si no Love Jenn xD tss es que es la más luchona aunque me joden sus conquistas Rosty no va con ella mujer! xD
ya pónganle un adonis digno!

Quiero unos jefes tan así como los de ella mendiga suertuda!!! pero me encantó su chispa

Las chicas del Té de Lemmon

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