diciembre 15, 2010

Maldita delicia. Capitulo XI*

¡Lindo miércoles!
Si, hoy no es día de Maldita delicia, pero como se acercan las Navidades y esas cosas, comida deliciosa, y ponchesitos calientes y regalitos y demás, me permito regalarles un capitulo nuevo de MD. ¡¡Si!!

Sucede también que no andaré por los rumbos cibernéticos por estas fechas, regresare hasta después de año nuevo; y como no quiero dejarlas plantadas y que no se coman las uñas, porque según mi madre "Solo los locos se comen las uñas", lo bueno es que ya deje ese feo habito XD Aun sigo loca... No hay cura para nosotros los locos X3

Espero que les guste... y espero también que las historias de todas empiecen a emparejarse, sino esto se me saldrá de las manos D: Saludos a todas y enjoy :)

11. Siempre en mi corazón



Nota: Continuación de capitulo VII



Jennifer Lamb

No cabía en mí de felicidad. Definitivamente estaba viviendo la vida que siempre soñé vivir.

Trabajaba 5 días a la semana, de diez de la mañana a las 5 de la tarde. Victoria no dejaba de elogiar mi trabajo y mis habilidades con las telas y mis gustos en la moda. Yo no dejaba de agradecer con una sonrisa tonta en mi cara y sonrojada, simplemente me sentía en las nubes.

Aunque, solo había una persona que me faltaba para ser totalmente feliz.

Y sabia que esa persona estaba perdida en la inmensidad del mundo. No sabia donde estaba mi madre o si aun seguía viva. Cuando niña siempre fui unida a ella, después se acabo la amistad que teníamos cuando entre a la preparatoria y ella desapareció. Después de todo y de hacerme la fuerte frente a mis amigas, si sentía la ausencia de mi madre.

Intentaba hacerme la fuerte y ellas evitaban los temas familiares para que las madres no tuvieran que aparecer. Mis amigas eran muy buenas conmigo. Ellas planeaban una fiesta por mi cumpleaños, y yo planeaba una sorpresa para ellas también. Eso me tenia muy ocupada, pero valdría la pena una vez que viera sus caras.

Faltaban semanas para eso, pero ellas estaban tan emocionadas con la fiesta en el en bar de Luna y Emily que no las veía tan seguido. En parte por el trabajo y esas cosas. Yo tenía mucho trabajo y a veces los fines de semana también trabajaba.

El señor Hopus pasaba por las oficinas de Victoria y me saludaba muy contento. Él se había vuelto un pilar muy importante en mi vida. Un padre podía decir. No negare que el hombre estaba como quería, pero no podía verlo de otra forma, era un padre para mí, un amigo.

Emily continuamente decía que ella no podría trabajar para alguien con ese tipo de amigos, y Renata decía que si se lo comía. Maldición, mis amigas eran unas depravadas.

Caminaba de regreso a casa. Me gustaba pasar por las tiendas de ropa y no mirarlas anhelante. Ahora podía darme el lujo de comprarme cosas de diseñador. Les digo, ahora vivía la vida que quería. Aunque… no todo era miel sobre hojuelas.

Primero, hace semanas que no veía a Rosty, desde el primer día en que conocí a Victoria. Eso me dejaba demasiado triste por las noches. Ustedes saben, una tiene necesidades. Y segundo, desde ese día sentía que alguien me seguía. O quizá me había vuelto tan paranoica como mi tía con miles de gatos. No, quizá solo era mi imaginación.

A pesar de todo, caminaba con prisa a mi departamento al salir del trabajo, no quería que la noche me atrapara. Casi todos los días, pasaba a echarle una mano al Sr. Hopus, ya que gracias a él había conocido a Victoria. Mi ex jefe, me lo agradecía, y se empeñaba en pagarme las horas que trabajaba para él, no podía ganarle la batalla, él era un más necio que yo.

Así que con dinero extra regresaba a mi casa, con un andar rápido, miraba hacia atrás continuamente. Definitivamente estaba perdiendo la cordura.

Volvía la vista al frente cuando algo se interpuso en mi camino y yo caí de espaldas.

-Oh, mierda – gruño una voz y estiro su mano para ayudarme a levantar.
-No… - jadee. –No me haga daño. Solo… tome – saque unos billetes de mi chaqueta de piel. Eran al menos 50 dólares.
-¿Qué? No quiero tu dinero – contesto la voz.
-Oh Dios – exclame con el cuerpo temblándome. Me eche hacia atrás, y me puse de pie mirando al tipo.

Desde el ángulo del piso no lograba ver su cara. Pero una vez que un faro de la calle lo alumbro, mi corazón dejo de latir. Era el Dios griego.

-¿Estas bien? No fue mi intención asustarte – dijo y estiro su mano una vez más. –Soy Andrew.


Temblé de nuevo.

-¿Qué quieres? – di un paso hacia atrás.
-No te haré daño – dijo y sonrío.

Yo no le creía.

-Seguro. Déjame en paz – di un paso a un lado y me aleje de ahí corriendo. No me fui a mi departamento, él podría seguirme.
-¡Hey! ¡Hey! – grito a mis espaldas.

En menos de lo que espere, me alcanzo.

-Oh, ¿Qué diablos quieres? – gruñí y lo encare.
-Se te callo esto – me devolvió un sobre. Era el dinero que me daba el Sr. Hopus.
-Si, gracias – se lo arrebate de las manos.
-De nada. Después de todo si tienes modales – observo.
-Muérete – rugí. –Seguro que tú eres el que me sigue al salir de mí trabajo, ¿ah? ¿Sabias que eso es un delito? Conozco policías, ¿sabes? -Mentí. –Así que deja de seguirme o pasaras tu vida tras las rejas.

El tipo sonrío.
-No es un delito, porque no te estoy acosando, primero. Y segundo, no te sigo por gusto.
-O sea que si me estas siguiendo – casi grite. –Deja de hacerlo o tendré una orden de restricción a tu nombre, amigo.
-Tranquila, que lo que hago es por tu bien – dijo.
-Ay, por favor. Por mi bien – bufe. –Tu y tu bien obra de samaritano, se pueden ir a la mierda.
-Ya va, solo ten más cuidado, ¿si?
-¿Cuidado? Tú me has dado un susto de muerte.
-Lo siento, pero no solo yo te seguía – advirtió.
-¿Qué? ¿Qué quieres decir?
-Detrás de ti, venia un tipo. Y por su pinta iba a hacerte algo, te vio cuando saliste de la cafetería y le pareciste el blanco perfecto, linda, con tacones, un bolso de Louis no se qué, una presa fácil – observo mi vestimenta. –Así que, por eso aparecí, él tipo dio media vuelta y desapareció. Él no iba a aceptar solo los billetes verdes.

Eso si me dio miedo.

-Yo… bueno, ya, gracias. En serio – le dije apenaba y molesta.
-Descuida. Te acompañare a tu departamento. No quiero que te pase nada.
-Puedo irme sola.
-Vamos, no te haré daño.
-¿Por qué quieres acompañarme de cualquier forma? – pregunte.

Un interés así de la nada, era sospechoso. Además. ¿Cómo sabia donde vivía?

-Eso es algo que no puedo decirte.

Hice un mohín.

-Dímelo o llamo a la policía – amenace.
-No. Mira, no puedo decirlo. Pero, estas segura conmigo, en serio.

Sus ojos oscuros me miraron. Y por algo que era muy extraño, le creí.

-Bien – gruñí.

Comencé a caminar y él a mi lado en silencio, con los bolsillos en sus jeans y mirando disimuladamente hacia atrás. Una vez que llegamos a mi edificio se despidió con la mano y antes de que yo pudiera siquiera dar las gracias él se desapareció en un parpadeo.

Esto si que era raro, muy raro.

Subí por las escaleras hasta el piso donde vivía. Entre. Deje mi bolso en el sofá más cercano y me tumbe en el sofá. ¿Qué demonios había sido eso? Encontrarme con ese tipo de nuevo… ¿Qué diablos?

-*-

Los días pasaron y no me lo tope de nuevo. Aun así, yo seguía con la sensación de ser vista desde la oscuridad, empezaba a perder la razón en serio esta vez.
-¿Jen?
-¡Rosty!

Iba saliendo de la cafetería del Sr. Hopus cuando lo vi. Estaba más que guapísimo. Aun en ropa deportiva se veía delicioso.

-¿Cómo estas? Hace siglos que no te veo – se acerco y sonrío.
-Bien, yo… si, bien. ¿Cómo estas tu?
-Bien, muy bien. ¿Qué tienes, pasa algo? – se acerco aun más y tomo mi barbilla. –Luces nerviosa.
-No, yo… Bueno si… Es raro, tengo la sensación de que alguien me sigue.

Y a pesar de saber que era Andrew me agradaba tanto la idea como una patada en el culo.

-¿Quieres que te lleve a tu casa?
-No, no quiero ir a casa – le dije y me abrace a su cuerpo con una necesidad que ni yo misma creí tener de él.
-Tranquila. No dejare que te pase nada – acaricio mi espalda.
-Perdón, es que… - me separe de él avergonzada por mi comportamiento infantil, después de todo él y yo no éramos nada.
-Ya, no pasa nada, ¿si? – Asentí. –Venga, vamos a mi casa.

Recordaba su casa y cada rincón por el que nos besamos. Era extraño estar ahí sin unas copas de más y sin la lujuria recorriendo nuestro sistema. Rosty me ofreció un té y eso me tranquilizo un poco. Me acaricio el cabello y se sentó a mi lado en el sofá de 3 plazas frente a su enorme pantalla.

-¿Cómo has estado? Hace mucho que no se nada de ti.
-Bien, mucho trabajo. Ahora estoy trabajando con Victoria.
-Oh, si… escuche algo de eso – murmuro.
Lo mire extrañada.
-¿Y tu?
-El gimnasio va bien. Prospera – sonrío.
-Si quieres puedo pedir un taxi… - lo notaba incomodo.
-¿Qué? ¡No!
-Si, estas no se, diferente – me puse de pie. –Gracias por el té. Conozco la salida.
-Jennifer, espera – jalo mi muñeca antes de que me encaminara a la salida.
-Esta claro que no quieres que este contigo. Por eso desapareciste tanto tiempo, y esta bien, ¿sabes? Esta claro, muy claro.

Putas lágrimas.

-No, no entiendes.
-Si, si entiendo. Entiendo que solo fue un rico polvo lo que tuvimos y… - respire profundo antes de seguir – y… esta bien.
-No, para mí no solo fue un rico polvo, en serio me gustas. En serio. Y no desaparecí, te dije que fui a visitar a mi hermano en California. Pero resulto que el bastardo esta de vuelta y yo no tenia ni puta idea.
-Oh.
-Si, Oh, también fue lo que le dije. Ahora lo veo… más tirado a la basura, pero espero que mejore.
-Lo siento…
-Si, bueno, él se busco esa vida. No fue culpa de nadie más que de él, y parece que eso es lo que lo destruye más. Hace unos días fui a visitarlo, ahora vive en Manhattan y no recordaba nada de lo que había pasado la noche anterior, aunque mencionaba un nombre, ahora no recuerdo cual, pero lo repetía mucho. En fin, solo espero que se mejore. Tener un hermano, bueno, no somos hermanos-hermanos. Lo conozco desde que éramos pequeños. Y lo quiero como si fuera un hermano.
-Si, me pasa lo mismo con mis amigas – sonreí.
-Me gusta cuando sonríes – acaricio mi cabello. –Y me gusta más cuando posas esos ojos eléctricos en mi – dio un paso y me beso.

Cerré los ojos instantáneamente. Primero beso despacio, llenándome de pequeños besos, mis labios, mis mejillas, mi cuello. Sus manos bajaron a mi cadera. Me acercaron más a su cuerpo, que ya estaba listo para deleitarme de placer.

Esta vez no chocamos con las paredes. Subimos a su habitación entre besos y caricias, pero él estaba más concentrado en palmear mi trasero para oírme jadear. Y eso me encantaba.

-¿Jen? – susurro contra mi espalda desnuda. Me estremecí al sentir su calido aliento en mi piel.
-Uh-hum – tenía los ojos cerrados. Envuelta en sus sabanas blancas. Él paso los dedos por mis piernas desnudas. –Me haces cosquillas – le dije retorciéndome.
-Lo se – contesto con voz de suficiencia.
-Basta – jadee.
-Eso no decías ayer – comento y sus labios pasaron por mis piernas.
-Estaba borracha – le dije sonriendo.
-Con té de manzanilla, seguro que si – continuo subiendo hasta llegar a la unión de mis piernas.
-No, borracha de ti – jadee cuando sus manos abrieron mis piernas.
-Yo quiero vivir ebrio… - beso mi ombligo. Lamió mi vientre y…
-¡Oh Rosty! – grite.

¿Tengo que describir que paso cuando su lengua entro en mi cuerpo? ¿Tengo que decir que hizo su textura en mis sentidos? ¿Tengo que decir cuantas veces grite su nombre? ¿O peor aun, cuantas veces me tomo por la mañana?

-¿Cómo es que haces eso? – pregunte saliendo de la ducha.
-¿Qué? – pregunto abrochando sus jeans.
-Eso. Hacerme gritar… hacerme desear más de ti – le dije.
-No soy yo, créeme. Eres tu Jen, me vuelves loco – dio unos pasos hasta mi. Sin camisa y con el cabello húmedo.
-Ni un paso más Robert – lo señale. –Un paso más y no respondo.
-Uh, ¿es una amenaza?
-No, solo una advertencia. Si sigues tomándome de esa manera, caminare con las piernas arqueadas – le dije divertida.
-Bien. Me controlare. Pero entonces tu deja de mirarme con esos ojos tan sexys y de mover tu cuerpo así sobre mi – se giro para ponerse una playera blanca que me dejaba ver el tatuaje en sus brazo. -¡Ah! ¿Y cuando piensas decirles a tus amigas lo del tatuaje de tu cadera?
-¿Qué? – grite.

Hace unos días me hice un tatuaje en el torso, por encima de mi cadera. Eran un par de estrellas.

-Si, ese mismo que devore anoche no se cuantas veces – comento y me miro alzando la ceja.
-No se, algún día – quería darle la vuelta al tema.
-¿Algún día? – alzo la ceja.
-Si, ahora, guárdame el secreto. ¿Si?
-¿Cómo negarle algo a esa mirada? – pregunto y beso fugazmente mis labios.









No se como estábamos Rosty y yo ahora. Lo que sabía era que él estaba en mi vida y eso ya era mucho pedir. Y en serio que ahora estaba muy, muy feliz.

Rosty me llevo a mi departamento por la tarde, ya que era sábado. Se quedo a comer y después vimos un poco de televisión. Vimos la primer película de Saw, a él tambien le gustaban esas películas. A mis amigas no tanto, decían que yo estaba loca, bueno, Emily y Luna, Renata disfrutaba de ellas tanto como yo.

-Tengo que irme, no he abierto el gimnasio desde ayer por la noche – Rosty tomo su chaqueta y yo lo jale de la muñeca hasta que él me aplasto con su cuerpo en el sofá.
-No te vayas…
-Sabes que no puedo negarme cuando me hablas con esa voz – dijo y acaricio mis pechos sobre la tela de mi blusa.
-Entonces no te vayas – lo abrace con mis piernas.
-Oh, vamos Jen. Tengo qué, no es de querer o no. El gimnasio es lo único que me mantiene cuerdo.
-¿Cuerdo? ¿Por qué?
-Por nada, volveré más tarde, lo juro.
-Bien – deje de envolverlo con mis piernas y él dio un beso pasional en mis labios, me dejo sin aliento y deseando más de él como siempre.

Observe su trasero desaparecer por la puerta y después un portazo.

Mi departamento ahora me hacia sentir más sola. La salita olía a su colonia. A su piel. Sus ojos azules no dejaban de mirarme cuando cerraba los ojos.


-¡Señorita Lamb! – un grito me sobresalto y di un brinco en el sofá. Mire el reloj de una de las mesillas de la sala, eran las 9 de la noche. Me había quedado dormida.

Camine a la puerta y abrí.

-Oh, que bueno que esta. Un joven vino a tocar a mi puerta y pregunto por usted.
-¿Un joven?
-Si, un tipo bien parecido. Dijo que esto era para usted – me entrego una carta.
-Gracias… Sr. Laurie.
-Si, como sea. Dijo que no podía dejarla en el buzón, porque era urgente que se la diera. Dijo que no podía perder el tiempo en cosas intermediarias.
-¿No dijo quien era?
-No, solo era alto y de cabello negro.
-Bueno, gracias.

El Sr. Laurie asintió y lo vi regresar a su departamento con un chistoso caminar.


Después cerré mi puerta y mire el sobre. Era de un color crema, sin sellos, sin remitente, sin nada excepto mi nombre con una letra estilizada. La mire frunciendo el ceño.

Suspire y rompí el sobre de un lado. De ahí salio una hoja doblada, misma que desdoble para leerla. De pronto sentí una presión en el pecho que no lograba aliviar a pesar de que respiraba profundamente.


Empecé a leer y un vacío se formo en mi pecho.



“Jennifer. Si estas leyendo esto, es porque no le gane la batalla a mi enfermedad. Te preguntaras quien te envía esto. Pues tu madre lo hace. Me duele el alma pensar que deje a mi hija en manos de la salvaje vida. Fui una egoísta lo se y lo siento, no sabes como lo siento. No sabes lo arrepentida que estoy.

Cuando quise regresar, me entere de la enfermedad que carcomía mi cuerpo. Los doctores dijeron que no había esperanza. Que lo mejor era que acomodara las cosas y me despidiera de quienes tenía que despedirme.

Hija, lamento no haber estado contigo cuando me necesitaste.

¿Sabes? Me case de nuevo. En Londres, con un hombre fabuloso, que miles de veces me dijo que te buscara, que te encontraríamos y que así él podría conocerte. A pesar de no saber nada de ti, él ya te quería. Es un hombre genial. Ojala que lo conozcas pronto.





-Las lágrimas desenfocaron las letras, las palabras y los trazos de mi madre. Así que esto era una despedida.





Te busque como desesperada. Te busque tantos años con la esperanza de que no dejaras Texas, pero no fue así. Ahora haces tu vida en la ajetreada vida de Manhattan y me alegra que hayas cumplido tus sueños. Lamento que te sintieras perseguida. Andy es un buen chico y muy apuesto. Es amigo de la familia y es un buen detective cuando es necesario.

Hija, ahora estoy en un lugar, quisiera decir que mejor. No fui la madre que necesitaste, ni la amiga que deseaste. Quise que tuvieras una mejor vida de la que yo tuve. Ahora lo logras por ti misma y eso me llena de orgullo. Tus amigas son muy buenas contigo, no las pierdas.

Solo quería que supieras que siempre estuviste en mi mente, cada año, cada mes, cada semana, cada día, hora y minuto de mi ausencia a tu lado. Lamento que tuvieras que enfrentar la vida tu sola, pero créeme, lo hiciste muy bien. Muy bien, mi niña. Eres una mujer ahora, una mujer que cumple sus sueños sin importar nada. Después de todo, eres una guerrera.

En serio que lamento todo el daño que te cause. Se que no podré repararlo. Pero espero de corazón que me perdones. Te amo más que a mi propia vida, Jennifer.

Siempre en mi corazón, Laila Lamb”.





Cuando termine la carta las lágrimas corrían como ríos por mis mejillas.
Me derrumbe en el piso y llore como nunca antes. Ahora mi madre no podía regresar.

Releí la carta una vez más y derrame más lagrimas que pronto estaría seca.

El sobre no contenía más nada. Salvo la firma de mi madre. Ella pensó en mí todo el tiempo. Así como yo, y después de todo si me amaba.

Con el cuerpo tembloroso por las lágrimas y el dolor de perder a mi madre, de la noche a la mañana y de que una carta me lo informara, me puse de pie y llame a Emily.

Espere un tono, dos…

-¿Jen, que pasa nena?
-Mi madre murió… - le dije en un murmuro.

Sentía que las paredes podían escuchar y que todo el edificio sabría mi pena. No quería que nadie me mirara con compasión. No era una niña, pero maldición que me sentía como una.

-¿Qué dices? No, ¿estas bromeando? – Mi amiga sonaba aterrada.
-No… me envío una carta. Ella murió y me entregaron la carta – le conté la historia, pero no la carta, no podría leerla en voz alta.
-Tranquila, voy para allá. ¿Quieres que llame a las chicas?
-Preferiría que no, aun no. Por favor.
-Vale, no tardo. Tranquila.

Emily colgó el teléfono y como posesa pase los ojos por los trazos de mi madre. Su letra era con trazos entrelazados, algo confusa a veces para leer, pero esta vez era como si la letra se leyera sola en mi mente.

Cuando Emily entro, ya que tenía una llave de emergencia, me encontró sentada en el sofá. Corrió hasta donde me encontraba y me abrazo.

-Nena, lo siento, lo siento…
-Yo, yo también.
-Dime cómo te enteraste – le estire la mano con la carta.

Ahora ya estaba un poco arrugada, la había leído otro par de veces y las lágrimas siempre caían sobre la tinta. Afortunadamente no se corrió la tinta.

Emily leyó con rapidez la carta. Al término la metió en el sobre y me la regreso.

-No tiene timbres, ni dirección, ni nada. ¿Quién es ese tal Andy?, ¿Lo conoces? – pregunto dándome un pañuelo para secar mis lagrimas.
-Si, hace un par de días me ayudo con un ladrón. Nada grave – agregue al ver que Emily palidecía… más.
-Oh – dijo y se puso de pie. –Sabes que tenemos que llamar a las demás, ¿cierto? A Luna, a ella le encanta jugar a ser Sherlock Holmes. Descubrió quien se robaba la comida de Renata.

Ese comentario me hizo sonreír. Luna tenia un sexto sentido para descubrir las cosas. Era como Google o una cosa así.

-Bien. Pero que sea mañana, ¿si? No tengo fuerzas más para llorar.
-Entiendo – se acerco a mi asiento en el sofá y me abrazo pasando un brazo sobre mis hombros. –No se que se sienta perder una madre…
-No es lindo. Bueno, la mía no estuvo conmigo por no se cuantos años, pero mantenía la esperanza que volver a verla algún día. Ahora la veré en un féretro, eso no es lindo – Imagine como seria ver a mi madre acostada, con las manos sobre su pecho. Seria raro. Y horrible.

Aunque en el fondo sabia que mi madre siempre me amo, era una gran sorpresa enterarse así de su deceso. ¿Ella vivió feliz?, ¿Quién era su nuevo esposo?, ¿La amo? Solo esperaba que ella hubiera vivido feliz, que hubiera encontrado su felicidad después de todo. Todos merecemos un poquito de felicidad y yo, aunque fuese con una noticia terrible, había recibido un poco de felicidad. Saber algo de mi madre me quitaba un peso de encima. Saber que ella pensó en mí todo el tiempo, así como yo me aligeraba los hombros. Saber que estaba orgullosa de mí por alcanzar mis objetivos, inundaba mis ojos de lágrimas. Esta vez de felicidad, no de tristeza. Sabia que ella estaba en un lugar mejor, quizá el Cielo como la gente suele pensar. Después de todo, fue mi madre, y por más que yo quisiera odiarla, nunca fue ni será así.

2 comentarios:

Ale de Moesia dijo...

Jenifer!!! pobre!!! u.u que puedo decir que capi tan cardiaco v.v Primero haces que diga "Oh!! sr Hopus xD" y luego oh si andrew!!! y luego oh por dios Rosty!!! y de pronto zaz todo cambia!! u.u me tienes al filo del suspenso porfa tienes que darme otro capi!!! al menos otro par por fa!!! he hecho mis cuentas y nos deberias otros 2 capis mas mi navidad xD jajajaja amore que capi tan buenoooooooo lo ameeeee me encantoo!! y El hermano de Rosty es un enigma, nose por que pero ceo que lo conozco mmm jajaja ia me siento holmes xD jajaja io tambien tengo a mi amiga gooogle vdd? te amooo mi beu por faaaa dame mas!!!
Ai lob iu!!

suerte!!!

Ada Parthenopaeus dijo...

OOOOOOOO MOOORIIIIIS QUE CAPITULLOOOOOOOOOOO PO R DIOOOOOOS ENSERIO POBRE JENN ... PEOR YO DIGO ANDY ME LATE QUE ERES ALGO PAR A JENN Y ROSRY QUE SE TRAE ROSTY EN MANOS ME INTRIGAAA ME INTRIGA COMO NO IMAFGIANAS..... HEY APARECERA MI DORIAN DE NUEVO???? LO EXTRAÑOOOOOOOOO AHI BEUUU GRACIAS POR ESTE CAP ME LLENO LO AMOOOOO

Las chicas del Té de Lemmon

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