mayo 06, 2011

Maldita delicia, segunda temporada. Capitulo IV

Hola chicas :) Es viernes, ¿cierto? Porque de pronto me sentí en un sábado por la noche... XD
¿Como estuvo su viernes? Él mio bastante productivo, muy chistoso y lleno de Juertes -si JUERTES- declaraciones con mis amigas de la prepa... Aaaay, que buenos tiempos :3
Ahora vamos a lo bueno... Este capitulo es de Jennifer. Pobre chica... ):
Enjoy y buen fin de semana :)








4. Una patada en las bolas duele menos

Jennifer Lamb




-Jenn – Rosty me llamaba desde la salita. Yo aún seguía en la habitación. Le daba los últimos retoques a los disfraces de mis amigas. Quería que quedaran más que perfectos.
-Un minuto…
-Ya te di 10 minutos – acuso desde el marco de la puerta.
-Lo sé, - le regale la mejor de mis miradas inocentes – solo uno más y estaré contigo en la sala.
-Mmmh – Torció la boca y se acercó. –Tus amigas me mataran cuando sepan que fui yo el soplón. ¿Saben lo que les pasa a los soplones?
-Según las leyes, les cortaban la lengua – comente despreocupadamente.
-Exacto. Y apuesto que tus amigas estarán felices de cortarme la mía por soplón.
-No lo harán… - corte.
-¿Por qué estás tan segura? – quiso saber cruzando sus brazos.
-Porque esa lengua que tienes me da mucho, mucho placer y no me quitaran algo que saben que me hace muy feliz – solté sin más.
Rosty rio. –Tienes razón, ellas no harían nada para hacerte daño. Estoy más tranquilo – beso mi cabeza. –No tardes, ¿sí?
-No lo hare…






Entre a la salita donde Rosty tenía una caja blanca. Se puso de pie apenas me vio. Sonriendo me tendió una rosa roja y me dio un beso rápido en los labios.




-Feliz cumpleaños adelantado – dijo.
-Gracias. ¿Es para mí? – mire la caja.
-Bueno, no veo ninguna otra mujer candente y hermosa por aquí.
-Supongo que si es para mí – le di un beso más.
La caja contenía un vestido negro de noche, de tela vaporosa.
-Pruébatelo, por favor.
-Ok – antes de correr a la habitación, le di un beso. –Gracias.
El vestido era hermoso. Se sostenía de mis hombros, y se ceñía adecuadamente a mi busto y estómago. Pero de atrás era justo otra cosa. Mi espalda estaba totalmente descubierta. Y un largo corte descubría una de mis piernas. Me mire de cuerpo completo en el espejo de la puerta de mi armario.
Regrese a la sala. Rosty silbo.
-Wow, estas preciosa.
Me di una vuelta completa. Rosty contuvo el aliento.
-Es muy lindo el vestido, gracias… - Rosty abrió los brazos y me acuño con fuerza acariciando mi espalda baja.
-Te mereces esto y más. Mucho más.
No supe que decir, así que me limite a besar su cuello.
Rosty me hacía sentir muy feliz. Pero temía… que en cualquier momento este sueño se terminara.
-Te amo.
Mire inmediatamente a Rosty cuando de su boca salieron esas palabras. Mi corazón se detuvo unos segundos. Y percibí el momento exacto en el que comenzó a latir de nuevo, ahora bombeando con fuerza en mis oídos, presionando mis costillas, amenazando con salir, y si, huir.
-Ros…
-Jennifer, nena, no tienes por qué decir nada… - Rosty no podía ocultar el dolor que lo hacía pasar. –Sé que no me amas – dejo mi cuerpo, dando unos pasos hacia atrás.
-Rosty…
-Ya, estoy bien – tomo su chaqueta y se dirigió a la puerta con grandes zancadas. –Feliz cumpleaños.
-¡Rost…! – tome el vestido entre mis dedos, levantándolo para correr a alcanzarlo. Demasiado tarde, cuando llegue a la puerta Rosty ya no estaba en el pasillo. Baje descalza las escaleras. Llegue a la calle pero él no estaba por ningún lado.
¡Mierda!
Regrese a mi departamento. Bonito feliz cumpleaños. Pude haber mentido. Pude haberle dicho “Yo también…”, pero ¿a quién diablos quería engañar? Sabia como es que Rosty se sentía. Como un tremendo imbécil. Como el idiota que primero cae en la red, y el último en salir de ella. Carter se burló de mí. Y me sentí una mierda cuando al decirle ‘te amo’, solo sonrió y beso mi frente. Yo no podía engañar así a Rosty, era demasiado importante para mí. No mentí cuando le dije que me hacía feliz.
Ahora no tenía a nadie.
Bueno, eso estaba mal, porque tenía a mis 3 amigas, a mis tres mejores amigas.
Si me apresuraba podía regresar el vestido de Rosty a la tienda, así él recuperaría el dinero que estúpidamente gasto en mí. Sí, eso haría.
Guarde el vestido en la caja, me puse mis jeans y una blusa de manga larga. Pronto el otoño dejaría Nueva York.
Tome un taxi en la esquina. ¿Dónde compro Rosty el vestido? Mire la caja, dentro había una nota.
“Eres la mujer más hermosa que he conocido. Tanto por dentro como por fuera. Te amo, Rosty”.
Era su puño y letra. Trague el llanto. Había arruinado la mejor relación que jamás hubiera deseado.
-Por aquí está bien – el taxista gruño por detenerlo tan de repente. Sin darme cuenta estaba en la Galería del Sr. Hoppus. Pague al taxista y entre a la cafetería. Mi ex jefe estaba atendiendo en la barra.
-Jennifer – saludo entregándole un café a su nueva mesera.
-Hola, ¿Cómo está?
-Muy bien… tu… - su voz se fue apagando, salió de la barra. -¿Qué te sucede, linda? – tomo mi rostro entre sus grandes manos. Fue entonces cuando me derrumbe.
El Sr. Hoppus era el padre que siempre desee tener. Me quito la caja de las manos y la puso en uno de los bancos largos, me tomo entre sus brazos y meció mi cuerpo con ternura. Como un padre haría con su hija.
-Shh, shh – repetía y acariciaba mi espalda. Mi llanto se hizo más fuerte.
Siempre me jacte en decir que no necesitaba una figura paterna para ser feliz, pero ahora me daba cuenta que era mentira. No lo necesite en mi adolescencia porque siempre fui una mujer valiente. Rosty… Rosty… él me hacía sentir de nuevo valiente. Me apoyo con la noticia de la muerte de mi madre. Y ahora, él se había ido para siempre. Por mi culpa.
Sorbí por mi nariz y limpie mi rostro con la manga de mi suéter.
-Lo siento… - los ojos celestes del Sr. Hoppus me miraban con cautela.
-No tienes por qué disculparte. ¿Quieres hablar de lo que te pasa?
-No lo sé – acepte.
-Ok… - Me llevo a una mesa cerca de la barra. –Espera aquí, ¿bien? Te traeré un té… Mi madre siempre dijo que un té de canela y un shoot de tequila lo cura todo. Haremos la prueba – sonrió.
El Sr. Hoppus se perdió por una de las puertas que llevaban al almacén. Limpie mis lágrimas con una servilleta de papel y arregle mi maquillaje. Suspire.
-¿Jennifer?
-¿Te conozco? – un tipo guapísimo con ojos claros se paró frente a mi mesa. Me miraba concienzudamente.






-No, no me conoces… - sonrió encantadoramente. –Soy Vincent… – completo estirando su mano para saludarme. Mire su mano un par de segundos y después decidí tomarla. Su piel era suave. Cálida.
-Ya sabes mi nombre – dije y solté su mano. Parecía que quería quedarse con ella.
-Sí, mi hermana me lo dijo. Siento como si ya te conociera – se sentó en la silla vacía de la mesa.
-¿Tu hermana? – alce la ceja.
-Si… Renata…
-¿Renata es tu hermana? – pregunte ahora conteniendo el aliento. ¿Cómo es que un adonis como él tenía por hermana una cabra loca como Renata? Reí internamente por mi estúpida pregunta.
-Claro… - dijo como si fuera lo obvio.
-No lo sabía – defendí. –No he hablado con Renata…
-Ah, eso lo explica. Lo siento. Tengo que parecerte un loco, y sí, creo que es de familia parecer un psicótico por las calles…
-No me pareces uno.
-Gracias. ¿Quieres un café? – hizo ademan de ponerse de pie pero lo detuve con una mano en su muñeca. –No, el Sr. Hoppus dijo que me traería un té.
-Ah, conoces a mi jefe…
-¿Trabajas aquí?
-Sí, pero no te asustes, no soy mesero. Soy un torpe en eso del equilibrio… Me encargo de la zona de la Galería. E imparto un taller de pintura y escultura – informo.
-Oh, un artista…
-O como mi hermana dice: un vago.
-No luces como uno… - ahora lo escanee con la mirada.
Ojos azules, claros. Tiernos y profundos. De esos que pueden verte hasta el alma. Barba de días, que basta decir le quedaba perfectamente. Cejas pobladas. Labios…
-No, no luces como uno.
-Gracias… - se meció el cabello y se puso de pie. –Y dime… ¿Cómo iras disfrazada a tu fiesta? ¡¡Mierda!! No me digas que no sabías nada de tu fiesta y yo ya metí la pata hasta el fondo…
-No, ya sabía. Era un secreto a voces – sonreí.
-¡¡Uff!! – puso una mano en su pecho. –Le quitaste una tarea más a mi hermana. Ahora solo tendrá que matarme por romper la taza de Luna le regalo – suspiro.
-Bueno, preocúpate más. Luna y ella son muy unidas – advertí. –Así que cuanto antes, consigue el reemplazo de esa taza.
Vincent asintió y mordió sus labios. Me caía bien.
-Sí, supongo que eso tendré que hacer. Aunque no sé dónde conseguir tazas con animales. Tenía dos gatos, uno negro y otro color humo… Sin duda Luna es una chica muy curiosa y con mucho tiempo libre para andar buscando tazas con gatos y del mismo color que el gato de mi hermana.
-Luna ama a Renta, fin de la discusión – dije divertida.
-Es una buena razón… - rasco su barbilla. –Aun así, no sé dónde…
-Bueno, ellas frecuentan un par de tiendas en el centro. Puedo llevarte si quieres.
-Sí, estaría genial – volvió a sentarse. –Gracias.
-De nada…
-Y dime… ¿a qué te dedicas?
-Soy diseñadora. Bueno, casi…
-Vaya… - paso los ojos rápidamente por mi vestimenta. Me avergoncé y mis mejillas se colorearon. -¿Dónde trabajas? ¿Eres independiente?
-Trabajo en Sparks CO. Una tienda de ropa por Manhattan.
-Muy bien… ¿Estudiaste o es nato…?
-Son muchas preguntas… - me queje.
-Lo siento, es que soy un tipo muy curioso – alzo los hombros. –Bueno, tengo que regresar al trabajo – volvió a levantarse y se alejó.
Mire su trasero hasta que se perdió de mi vista. Vaya… Que cosas tenia guardadas Renata.
-Conociste a mi nuevo mejor empleado – el Sr. Hoppus volvió a la mesa con una botella de tequila y dos tazas humeantes de té.
-Si… no sabía que era hermano de una de mis amigas.
-No me digas que la chica que se desmayo es tu amiga – alzo las cejas sorprendido.
-¿Se desmayó Renata?
-Sí, pero descuida, eso ya tiene días. Fue cuando Vince empezó a trabajar aquí.
-Oh… - me calme.
-Sí, ella se puso pálida…
Sonreí. –Renata es pálida de por si – dije divertida. El Sr. Hoppus rio un poco.
-Quizá tener de regreso a su hermano la tenía muy contenta y puf, se desmayó sin más.
-Si, tal vez…
Aunque Renata jamás, en el tiempo que llevo de conocerla, se había desmayado. Así como Luna. Esas chicas sin duda andaban raras. Luna no podía estar embarazada. Ya me habría dado cuenta. Y Renata… No, no estaba lista para cuidar niñitos, ella misma lo decía. Pero eso no quería decir que las dos no estuvieran esperando niño. No, venga, Jennifer, déjate de tonterías.
-¿Qué llevas en la caja? – pregunto el Sr. Hoppus sacándome de mis absurdos pensamientos.
-Un vestido… - murmure.
-¿Lo compraste? ¿O lo diseñaste? – de nuevo de curioso.
-Fue un regalo…
-¿Fue un regalo? – repitió.
-Sí, voy a devolverlo.
-No te agrado…
-No, si, me encanta… Solo que no lo merezco.
-Jenn, ¿ya empezamos de nuevo a decir que no mereces lo que tienes? – torció la boca.
-No, yo… Bueno, si… Mire, es una larga historia.
-Es temprano – se acomodó en la silla.
-Vera… - suspire. Le di un sorbo al té. Aunque necesitaba algo más fuerte. Tome uno de los caballitos que había llevado y lo llene de tequila. Lo bebí de un trago. –Whoa…
El Sr. Hoppus sonrió. Esperando pacientemente.
-Si… Rosty…
-El sobrino de Vico… - comento.
-El mismo…
-¡Ah! Eres tú la chica de la que siempre habla. La mujer perfecta, la de los ojos perforadores, la de los labios y sonrisa de ensueño. Mujer, lo tienes encantado – sonrió. –Ah, perdón, continua…
Ahora me sentía más basura que nada. ¿Rosty hablando de mi con el Sr. Hoppus? Dios…
-¿Sucede algo? – tomo mi mano.
-No, solo… Creo que Rosty ya no querrá verme nunca más – lamente.
-¿Pero porque dices eso? Rosty te ama.
¿También el Sr. Hoppus sabía que Rosty me amaba? ¿En qué mundo vivo…?
-Por eso, yo no lo amo…
-Hmm… - asintió. Rasco su barbilla. –Jenn, las cosas importantes toman tiempo.
-No entiendo…
-Ya lo harás… - dijo sin más y se puso de pie. -¿Qué piensas hacer con el vestido?
-Devolverlo.
-Mejor dale una patada en las bolas, duele menos – soltó. Y se fue.
Me quede paralizada en mi lugar. No supe cuánto tiempo estuve así, en shock.


El hermano de Renata regreso y se sentó de nuevo frente a mí.




-¿Estas bien?
-Creo – acepte.
-¿Puedo ayudarte en algo?
-Tu… ¿devolverías algo que significa algo muy importante para la persona que lo regalo?
-Mmmh… No, no lo sé. ¿Te refieres a que ese algo es importante, no solo para ti, sino que es importante que lo tengas?
-Algo así…
-No lo sé, realmente.
-¿Y si al devolver ese algo… lastimaras a la otra persona?
-Jennifer, lo que tienes que plantearte es: Al devolver ese algo, es como si terminaras definitivamente con la otra persona. Si la lastimas, si es importante para ti y para la otra persona. No solo ese algo es algo material. Es algo que esa persona desea que tengas, que significa algo para ti, para él. Necesitas saber que sientes por la otra persona. Si te importa o si le das mucha importancia a ese algo que te regalo. Quizá solo sea un objeto, algo material. Pero tiene gran valor sentimental. Quizá por eso la gente regala cosas. Por el valor que le das, no por lo que te costó.
-Que profundo – jadee.
-A veces me salen de las mangas – le restó importancia. –Pero venga, que no es de mi de quien hablamos.
-Sí, supongo que tienes razón. El Sr. Hoppus dijo que mejor le diera una patada en las bolas…
-Sí, es una mejor opción. Cuando alguien regala algo, lo hace de corazón. Al menos puedo decir que yo lo hago por esa razón. Porque me nace hacerlo. No porque quiera demostrar algo. Me refiero al poder adquisitivo. Mi punto es, que regalas algo por el valor… por lo que representa alguien en tu vida. Ya sea tu amigo, tu hermano, tu madre, tu amante.
-Tienes razón.
-Ahora, ¿tú quieres regresar ese algo porque no representa nada para ti?
-Solo no quiero que él desperdicie su dinero en mi…
-Créeme, nadie podría desperdiciar su dinero en ti, nadie.
-Ajá – baje la mirada.
-Créeme – Tomo mi barbilla para que lo mirara.
-Si… - musite avergonzada.
-Tengo que irme, me queda un largo día. Aun no tengo mi disfraz…
-Suerte – logre decir.
-Gracias. Un placer conocerte, Jennifer.
Se fue.
Mi cuerpo ardía. Mis mejillas ardían.
-Vince también es un buen chico – comento el Sr. Hoppus detrás de la barra. –Las cosas que más disfrutas en la vida son las que te cuestan trabajo. No hay placer sin esfuerzo – finalizo.
-Gracias por sus consejos. Tengo que volver a casa, tengo mucho que hacer.
-Suerte linda, y feliz cumpleaños – estiro sus brazos. Sonreí y sintiéndome de nuevo como una niña, lo envolví con mis brazos. Beso mi cabeza. –Mereces ser feliz… muy feliz.
-Gracias…
Volví a casa. En el camino, llame a Emily. Esperaba que ellas no hubieran comprado sus disfraces. Pero conociéndolas, seguro que ni los tenían. Luna y Renata decían que trabajaban mejor a presión, Emily, conociendo la memoria de teflón que tiene, seguro que no recordaba que tenía que comprar disfraz.
Mis amigas confirmaron mis sospechas sobre sus disfraces. Así que las cite en mi casa. Morirían de emoción apenas vieran sus regalos. Volví a casa emocionada. Con buenos consejos y con la mirada profunda de Vincent en mi mente.

3 comentarios:

Valle dijo...

Está muy bien... (: Tengo el capítulo 14, espero que lo leass

Ada Parthenopaeus dijo...

Solo digo Por favor Que Jenn quede con Rsoty me encantaa como se llevan y Dios a que es un dulce bombom el niño me gusta me gustaa a ah por Diooos Por Diooos !!!!!!! quede con gansa de vr la famosa fiesta

VioletaHerondale dijo...

Vince, Vince, Vince!!! lo siento por tus pelotas Rosty, yo si le devolvía el vestido xD y luego yo decía Vince, Vince, Vince!!!

Las chicas del Té de Lemmon

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