agosto 05, 2011

El placer es mio... - Capitulo 4

Lindo y... Si, solo lindo viernes. ¡Soy pobre, muy pobre! ): Sufro, sufro mucho lectoras mías. ¡Soy tan pobre, tan pobre! D:
Ok, basta de drama... Que el verdadero drama se lo leerán a continuación ;]

Se cuidan mucho, dejen sus comentarios, sus dudas y todo lo que deseen. Nos estamos leyendo. Las quiero ♥ Enjoy ^^


Capitulo IV


-¡Lárgate! – grite de nuevo.
Adam recogió su ropa y se vistió con rapidez.
-Y no vuelvas jamás – brame una vez que lo vi vestido y le arroje una de mis zapatillas.
Adam salió con rapidez y mi zapatilla choco con la puerta cerrada.
¿Qué significaba todo aquello?
¿Acaso, Jack si era culpable de lo que le había ocurrido a la novia de Adam? No, no podía ser. Jack no era el tipo de persona… Pero, ese tal Julien… Quizá…
Tendría que buscar a Jackson y preguntarle personalmente. Siempre había 3 versiones de una historia, la buena, la mala y la real. Así que iría en busca de la versión real.


Iba en camino al taller de Jack. Tome el tren subterráneo. Baje en la última estación y anduve a pasos apresurados hasta el taller.
-Deja de embarrarme de grasa, Lex – esa voz era de Kenzi.
Cuando me asome por la puerta vi a Kenzi salir de debajo de un auto. Su cabello corto estaba más revuelto que de lo normal. Jack, su primo, tenía la parte de arriba del overol atada a la cintura, su playera sin mangas se ceñía a su cuerpo devastadoramente. Nunca lo había notado, Jack tenia lo suyo, bien colocado.
-¡Marion! – Kenzi se acercaba a mí con una sonrisa enorme, limpiaba sus manos en un trapo muy sucio. Fruncí el puente de la nariz y ella se detuvo a un par de pasos de mí. –Ya… cuando me dé un baño podre abrazarte, entiendo.
-Yo me aseguraría de que se bañe con petróleo… - un tipo cerro el cofre del auto que Kenzi revisaba. Era guapísimo. Ahora sabía porque Kenzi adoraba estar aquí con su primo. El tipo tenía unos ojos azules tan vivarachos y cautivadores que no pude despegarle la mirada de encima. Tenía como Jack, la parte de arriba del overol atada a la cadera. Y aunque era ligeramente más delgado que Jack, no dejaba de ser atractivo.

-Cállate, Lexy – gruño Kenzi. –Él es Lex…. Alexander para todos… - sonrió.
-Hola… - salude.
-Solo Lex, por favor. Kenzi adora hacerme enojar, pero no le hagas caso, esta triste porque nunca tuvo su figura de acción de Batman.
Kenzi lo miro alzando una ceja.
-Y tú estas triste porque nunca te trajeron una Barbie…
Jack se puso en medio, justo cuando Lex iba a contestar la provocación de mi amiga.
-Venga ya, parecen niños chiquitos.
-El único bebé aquí es Lex – sonrió Kenzi.
¡Oh si! Chiquito bebé, gemí mentalmente. El ambiente del lugar era fraternal. Y no entendía como Kenzi podía estar con esos dos hombres semi desnudos casi todo el día. Bueno, uno era su primo, pero el otro. Dios. Yo no podría trabajar con un hombre así a mi lado, no podría.
-Ignóralos, Mar. ¿Qué te trae por aquí? ¿Tienes problemas con tu auto?
-Jackie, ella no tiene auto – observo Kenzi.
-Oh, no sabía… - rasco su nuca.
-Yo solo… quiero hablar contigo, Jack…
-Seguro, solo deja me cambio y limpio un poco, estaré contigo en un parpadeo.
-Asegúrate de lavar detrás de las orejas, Jackie – se mofo Lex.
-Así que vienes a raptar a mi primo y no a mí. ¿Debería sentirme celosa?
-No, Kenz… Son cosas de la tienda – mentí.
Kenzi entrecerró los ojos de inmediato. Sabía que le estaba mintiendo. Lo sabía.
-Vale… - sonrió tierna y se volvió a Lex arrojándole el trapo con el que se limpiaba las manos. -¿Tu que miras, chiquita?
-Tu corte de cabello tan masculino, ¿Qué más podría mirar? Por cierto, donde te lo cortaste, deberías demandarlos…
Kenzi le lanzo un balde de agua.
-Necesitabas un baño, Lexy.
-Estas por completo loca, Kenzi… - se sacudió como perro.
-¡Por todos los Infiernos! Lex, ¿podrías comportarte como un adulto un segundo? Dios… - Jack alzo ambas cejas – Ahora ya sabes lo que tengo que soportar cada que viene Kenzi, ¿ah? ¿Cómo la soportas, Mar?
-¡Te escuche…! - grito Kenzi mientras Jack se acercaba a la puerta conmigo. Si que era rápido.
-La costumbre supongo – alce los hombros divertida.
-¡También escuche eso! – grito de nuevo.
-¡Te amo, lo sabes! – le grite en respuesta y eso pareció conformarla porque no grito de nuevo.
-Andando… Te invito un helado…
-Si, seguro…
Anduve a su lado hasta una esquina, donde había estacionado su camioneta.
Me abrió la puerta y me ayudo a subir tomando mi mano. Por dentro no lucia tan imponente esa enorme camioneta roja de doble cabina. Incluso era acogedora.

-¿Vamos por un frappe? Muero por uno… -metió la llave en la ranura para encender el auto. –Un minuto… ¿soy yo o lo que dije sonó muy gay? – me miro.
-Si, sonó algo gay…
-Mierda. Aun así quiero un frappe – giro la llave y acelero. –Kenzi tiene la culpa, siempre llega los sábados por la tarde con un frappe para cada quien. Estoy sospechando que tiene una de esas maquinas en su casa y la muy canalla no me lo ha dicho…
-Si, de hecho si tiene una… - sonreí. –Pero no le digas que te dije. Yo siempre la molesto, diciéndole que me lleve un frappe al trabajo.
-Oh, muy bien, tu secreto está a salvo conmigo.
Detuvo su camioneta frente a una cafetería. Me ayudo a bajar muy caballerosamente.
-Gracias, Jack…
¿Por qué era tan amable?
-Permítame… - le abrió la puerta a un par de mujeres que tenían las manos cargadas de bolsas, ellas iban a entrar a la cafetería con nosotros. Las señoras le sonrieron agradecidas. Mantuvo la puerta abierta para que yo entrara y él me siguió.
-Eres un caballero, Jack – observe, sentándonos en la barra.

-Vaya, gracias. En estos tiempos ya nadie aprecia eso. Lo único que importa ahora es un buen polvo – dijo como dolido. La mesera se nos acerco detrás de la barra. –Un frappe de moka, ¿Qué deseas, Mar?
-Lo mismo, gracias.
La chica asintió y se alejo.
-Ahora dime, ¿de qué quieres hablar?
Lo mire detenidamente, nunca había estado tan cerca de Jack. Su labio aun estaba roto y un poco hinchado, no habían pasado más de 5 horas después de que Adam lo golpeara en mi tienda.
-Sobre Adam…
Suspiro, cansado.
-Vamos a una mesa más… intima – tomo mi mano y me llevo con cuidado a una esquina de la cafetería. Parecía que era un asunto gordo. O eso decía su cara. Sus labios estaban tensos. Esos labios gruesos y esas cejas pobladas que lo caracterizaban no me daban buena señal.
-Si no quieres hablar…
-Marion, no es que no quiera contarte lo que paso esa noche en la que perdí a un buen amigo – empezó. Subió las manos a la mesa. Luego paso su mano izquierda por su frente y froto sus ojos. Como si el asunto lo pusiera de pronto enfermo o algo por el estilo. Yo espere.
-¿Qué pasa entonces? – rompí el tenso silencio. No era tan paciente como creía.
-Perdí a un buen amigo, esa noche. Y gane un enemigo también…
-Lo… lamento – atine a decir. No quería que miráramos al pasado, pero solo así el gusanito de la curiosidad saldría de mi sistema.
-Créeme, yo también – las esquinas de su boca se curvaron en un intento de sonrisa. Eso en realidad lo atormentaba. –Te diré todo lo que paso esa noche, pero tienes que prometerme una cosa… No le dirás nada, nada a Adam. ¿Trato?
Asentí lentamente y tome una de sus manos.
Sonrió.
-Adam y yo éramos amigos desde que tengo memoria. Fuimos al mismo jardín de niños, después a la misma preparatoria y nos encontramos en la Universidad. Siempre quisimos hacer música y ser famosos – sonrió nostálgico. –Adam y Lilian era novios, ella nos ayudaba con los vestuarios y nuestra imagen ante el mundo. Era muy linda, no solo era bella, tenía un corazón puro. Adam la conoció en la preparatoria y siempre fue nuestra mejor amiga. Lex, Adam y yo teníamos la banda. Ella a veces nos ayudaba con los coros. Nuestro sueño estaba a punto de cumplirse. Entonces conocimos a un tipo que era un cazatalentos. Nos invito a una fiesta. Ella tenía que ir, pero no quería. Así que la convencí para que fuera con nosotros.


Hizo una pausa cuando los frappes llegaron. Sonrió a la mesera. Soltó mi mano y tomo su vaso. Miraba con mucha intensidad su vaso.
-Lilian era adicta a los frappes. Siempre podías verla con uno entre sus manos. Nunca había puesto atención a esos detalles hasta que…
-Jack, lo…
-Nunca le he contado a nadie esta historia, ni mi hermana Luna lo sabe – me miro. Sus ojos oscuros se veían aun más oscuros que la noche.
-No le diré nada a nadie. Lo juro, Jack.
-Lo sé, eres una buena amiga. Kenzi tiene suerte de tener una amiga como tú y Lizzy –dejo su vaso y revolvió su cabello. –Lilian tuvo un mal presentimiento ese día – continuo con su relato. -Decía que no teníamos que ir, que no era buena idea, pero no la escuche. Era nuestra oportunidad. Así que le rogué que fuera, que esa noche cambiaria nuestras vidas – sonrió amargo. –Y vaya que tuve razón.
Bebió por el popote de su frappe y continúo:
-Había mucha gente en esa fiesta. Mucha. El cazatalentos se sorprendió de inmediato ante la respuesta del público con nuestra música. Íbamos a ser una bomba, dijo. Éramos una mina de oro y él se sentía el Rey Midas. Pero entonces todo se fue a la mierda. Alguien dio aviso a la policía de que en esa casa se vendía droga o algo por el estilo, el punto es que llego la policía y todos salimos corriendo de ahí. No sé realmente como fue, pero Lilian no estaba a nuestro lado cuando salimos del lugar y corrimos a la Van de Adam. Adam gritaba colérico que ella estaba con un tipo, un tal Julien. Yo no me di cuenta cuando ella después de tocar se había escapado con el tipo. Todo había sido tan rápido. Y en un abrir y cerrar de ojos la casa se prendió en fuego.
Jadee. Jack me miro. Su rostro alegre y bromista se había desvanecido. Solo dolor y angustia se podía leer a través de su vacía mirada.
-Adam encontró al tipo, y lo molió a golpes. Julien aseguraba que solo había estado unos minutos con Lilian, que no la había tocado y mucho menos que la había lastimado. El pobre tipo estaba lleno de ceniza. Quizá había regresado a sacar a un par que estaban en las habitaciones, quien sabe. Pero no supimos de nuevo de Lilian. Todos huimos de ahí en cuanto el fuego comenzó a consumir el lugar. Pero el tal Julien no lo hizo. Y el cargo con la culpa sobre sus hombros, desde la venta de las drogas hasta la muerte de Lilian.
-¿Dónde está… enterrada? – pregunte después de que terminara la historia y estrujara con sus manos la servilleta.
-No pudimos enterrarla. Lilian nunca fue encontrada. Así que como no había cuerpo, limpiaron el nombre de Julien…
-¿El nombre de Julien? ¿Qué quieres decir con el ‘nombre’ de Julien?
-Es un Van Gulick –explico. -Julien Van Gulick, el hijo de Dorothea Van Gulick… donde trabaja mi hermana y Lizzy.
Abrí la boca sin poder detenerme. ¿Era en serio todo aquello? Pero nadie tenía la culpa. Nadie. Ni el tal Julien. Todo había sido un accidente. Todo.
-¿Qué provoco el incendio?
-Alguien fumaba hierba en la casa y cuando todos salimos corriendo el alcohol cayo y el cigarro, una chispa…
-Lo lamento, Jack. En serio lamento que me hayas que…
-Querías la verdad sobre Adam y yo, ahí la tienes. No juzgues a Adam, él… solo era un tipo enamorado. Iba a casarse con Lilian después de firmar el contrato. Pero yo lo arruine. Arruine su vida y mate al amor de su vida. Sé que son novios y en serio siento tener que decirte esto a ti. Eres una chica estupenda. Aunque aún hay fantasmas del pasado rondando a Adam.
-No es tu culpa, Jack. Son…
-¿Cosas que pasan? – inquirió entrecerrando los ojos. –Lo sé, solo quisiera que nunca hubieran pasado. Pero así tenía que ser. ¿Y sabes? No me quejo, tengo aun a mi mejor amigo, aunque sea lejos, y al idiota de Lex.
Sonreí. Era bueno saber que él seguía adelante, después de la culpa que reposaba sobre sus hombros.
-¿Qué paso con Julien?
-No lo sé. Su madre lo desheredo, tal vez. Ella cubrió toda la noticia. Nadie supo que el Julien de la fiesta era un Van Gulick, excepto Adam, y yo. Lex no sabe nada, él se desmayo, el humo lo sofoco cuando estábamos saliendo. Y el muy bastardo con suerte no recuerda nada.
-¿Sabe sobre Li…?
-Si, si lo sabe, pero no recuerda nada sobre Julien. Incluso sabe que Adam y yo no nos hablamos a menos que sea para que Adam me insulte.
-¿Dorothea Van Gulick les dio dinero para que cerraran la boca?
-Yo no acepte ni un solo billete de esa señora. Y casi me da una apoplejía cuando me entere que mi hermana trabajaba para ella. Quise matarla cuando mi hermana fue a parar al hospital por su culpa. Dios, la hubiera matado de no ser por su hijo – cerro los puños. Suspiro y se relajo de nuevo. –Necesito una cerveza, creo que si tomo más azúcar me pondré peor. ¿Vamos?
-Jack – tome su mano. –Gracias por decirme todo. No tenias que hacerlo…
-Querías la verdad, y si quiero ver a mi mejor amigo feliz, tenía que decirte todo. Ahora sabes porque el bastardo esta tan loco como una maldita cabra. No puedes culparlo.
-Si, ahora puedo entenderlo un poco más.
Jack pago los frappes y salimos de la cafetería.
Subimos a la camioneta de nuevo.
-¿Conoces el bar León?
-Mmm, creo que no.
-Es el bar de mi hermana y una amiga de ella que trabaja en la Universidad de Nueva York. Es un buen lugar para beber.
-¿Qué hora es?
-Ocho treinta, ¿por?
-¡Mierda! Tenía que ir a mi cita con el masajista. Permíteme…
Marque a Noah. Mientras Jack entro con fluidez entre el trafico de un sábado por la noche.
-Supongo que ya no vendrás, Mar…
-Lo lamento, Noah, surgió algo.
-Descuida. Que te diviertas…
-Igual tu. Adiós, cuídate.
-Adiós, linda – colgó.
Era un tipo muy comprensivo ese Noah, o quizá estaba ocupado con otras cosas que no tuvo tiempo de regañarme.
Así que me fui al bar con Jack, después de saber la verdad que atormentaba a Adam. Solo había algo que me perturbaba. ¿Era yo el nuevo amor de su vida? ¿Dónde estaba Lilian esa noche? ¿Ese tal Julien si era un asesino?

1 comentario:

Ada Parthenopaeus dijo...

Ooooooommmmmmmgggg!!!!!!!!!!!!!!!! no se que decir heavy peor no creo qeu Jullien le haya asesinado... no creo que ella este muerta.... mmmm aqui hay gato encerrado

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