agosto 12, 2011

El placer es mio... - Capitulo 5

Tuve una epifanía... Y eso gracias a un tipo que me desaburre en mis largas 4 horas de servicio a la sucia comunidad ¬¬
Como sea... Él me alentó a hacer nuevas portadas para mis historias. La primera que hice, fue una para mi Ale. Sobre su nueva historia, que pronto, pronto ella nos dará a conocer :3 Y ésta fue mi segunda portada; El placer es mio...

A mi me ha encantado, espero que a ustedes también. Claro que también hice para "Maldita delicia", pero esa la verán cuando la historia regrese... Que sera muy muy muy pronto! ^^

Cuidence mucho y conozcan en este capitulo a Lizzeth Ocean, otra amiga de Kenzi Phellan y Marion Everett. Enjoy ^^, dejen sus comentarios o lo que quieran. Seguimos leyéndonos :D

Capitulo V


-Elizabeth… Necesito esa llamada, ahora.
La voz de mi jefa aun me helaba los huesos.
-Si, señora…
Presione el botón del teléfono. Y con rapidez busque el número que me pedía Dorothea. Mi trabajo era un empleo demasiado pesado. No vivía una vida normal después de trabajar aquí. No podía vivir una vida normal después de ver lo que veía cruzar ante mis ojos cada día.
Si, el joven Van Gulick, siempre se paseaba por aquí. Quizá no era obvio para su madre, ya que siempre que lo veía ella estaba feliz. Y se olvidaba, gracias a Dios, de gritarme… tan seguido, al menos. Claro que yo sabía la razón de las visitas de Tristan a la editorial; Luna Phellan.
-Lizzeth – quite la mirada de mi lista de contactos importantes, eran diseñadores de todo el mundo. Muy famosos y con colecciones hermosas. –Necesito que me hagas un café – Monique la nueva editora sonrió como si con eso fuera a cumplir su petición.
Le sonreí irónica.
-Un segundo, linda. Tengo que hacer un par de llamadas…
Eso pareció convencerla, se alejo bamboleando sus caderas hasta su oficina. Un café, si claro. Y yo nací ayer, ¿ah? Lo que quería esa fulana era asomarse a la oficina de Dorothea y ver si Tristan había llegado ya. La muy perra, se le estaba metiendo entre las cejas al pobre Tristan, que apenas tenía tiempo para respirar. Con ella sobre de él, no era de esperarse que Tristan ya no anduviera tan seguido por la Editorial. Claro, no después de que esa maldita fea tipa prácticamente lo orillara a una cita. Iugh.
Era la asistente de la mejor de las genias de la moda, Dorothea Van Gulick, y dentro del mundo de la moda, eso era como estar frente al mismo Diablo. Solo que claro, con más personalidad, buen gusto a la hora de vestir y con el mismo estremecimiento tan solo al decir su nombre.


-La comunico con Dorothea Van Gulick – transferí la llamada a la oficina de mi jefa. Le tomaría horas soltar el teléfono. Era un alivio, al menos para mí. Porque durante, al menos dos horas no tenía a mi jefa sobre mi cuello.


Kenzi decía: “Esa bruja solo te chupa la vida”. Quizá tuviera razón, pero era un buen empleo. Después, cuando tuviera mi oportunidad y me vieran actuar, sería una súper actriz. Si, ese era mi sueño. Ser actriz. Era raro que una chica como yo que había estudiado una Ingeniería quisiera ser una actriz. Mis amigas me decían a diario que estaba por completo loca. Y no es que no amara la química, ni todas esas cosas que aprendí en la Universidad. Pero ya saben cómo es la vida de caprichosa. Quería casarme y tener al menos dos niños. Incluso ya tenía el nombre que les pondría; Federico y Emiliana. Si. Ambos serian hermosos e inteligentes como yo. Y tendrían un par de tías que seguro los consentirían. Porque a pesar de que mis amigas dijeran que estaba por completo deschavetada, consentirían a mis hijos hasta el cansancio.


Pero por el momento…
Pasaba casi 7 horas de mi vida tras el escritorio del lobby de la Editorial de Spotlight. Viendo como pasaban modelos, algunas llorando, otras riendo, un par más babeando, eso cuando aparecía el hijo de la Dorothea. En serio era guapo, que digo guapo, era un Dios.
Todas andaban tras sus huesos. Y aunque, confesare que por un tiempo yo babee por él, mi atracción se fue al cubo de los recuerdos, de los lindos recuerdos, cuando conocí al tipo más encantador de todo el Universo. No sabía su nombre, pero eso era lo de menos. No era el entrenador Luka, Dorian Luka de la Universidad de Nueva York. Oh no, no señor. Luka era excelente en la cama. Lindo y tierno. Pero el tipo que conocí el otro día en el tren subterráneo, hizo que me mojara las bragas. Si. Era… Dios, perfecto.
-¡Lizzy!
-¿Cómo?
-Reacciona, mujer. Llevo 10 minutos preguntándote por mi madre.
Tristan estaba frente a mis ojos.
-Yo…
-Te dormiste con los ojos abiertos – comento divertido.
-Creo – balbucee mirando mi teclado.
-Descuida. Solo dime… ¿mi madre está ocupada? – parecía nervioso.
-Si, está en una llamada importante.
Asintió.
-Volveré más tarde. Adiós.
Dio media vuelta y casi corrió al ascensor.
Y como si fuera magia, Monique llego al pie de mi escritorio jadeando. Sus mejillas estaban rojas y sus labios, lucían recién pintados. Perra. La mire levantando una ceja.
-No lo alcance. Iba a preguntarle algo…
-Lastima – alce los hombros.
Me miro, no sé si entre molesta o sorprendida. La tipa solo se la pasaba lamiéndole las botas a Tristan. Perra. No había un mejor adjetivo para llamarla. Era una perra con todas las letras. Espero que la despidan pronto.
-Elizabeth… - corrí a la oficina de Dorothea.
-Necesito un café, ya sabes cómo me gustan. Es todo…
Asentí. Salí de su oficina y tome la tarjeta con la que pagaba todo lo que me pedía mi jefa. Me puse mi abrigo y tome mi bolso.
-Y ya que estas afuera… - llamo de nuevo. –Ve a la Galería Hoppus y tráeme una caja de donas de chocolate. Es todo… - agito su mano, corriéndome.
¿Dónde diablos estaba esa cafetería?
Tome el ascensor.


Por fortuna, Luna iba llegando al edificio.
-Luna, Luna…
Después del incidente con Kenzi, cuando la tonta casi se abre la cabezota hueca que tiene, donde formalmente nos conocimos, ella me sonrió amable y se detuvo.
-Hola, Lizzy.
-Hola. ¿Sabes dónde queda la Galería Hoppus?
-Claro… - asintió. Me sentí aliviada. –Esta a un par de calles para allá – señalo en dirección a donde estaba la estación de tren subterráneo más cercano. Al menos no estaba lejos. Suspire.
-Muchas gracias, Luna.
-De nada, adiós – grito.
Yo ya estaba saliendo del edificio. Con la velocidad que mis piernas me regalaban. No tenía auto. No es que no pudiera comprarme uno, pero no lo necesitaba, al menos por ahora.
Corrí al menos 5 cuadras. Esquivando gente y tentada a montarme a los cofres de los autos que se me atravesaban en el camino. Si perdía mi empleo por eso, me mato.
Me detuve en un poste de luz a tomar aire. Levante la mirada. Si, ahí estaba la fachada de la Galería Hoppus. Sonreía atontada y acalorada. Camine lento hasta la entrada. Mi pulso ya se había normalizado. Aunque dudaba que mis mejillas no estuvieran coloradas.

Entre.
Detrás de la barra estaba… ¡Monique!
No, esperen. No era ella. Pero joder que eran igualitas. Parpadee un par de veces mirándola fijamente, hasta que mi mirada sobre esa chica la incomodo un poco.
-¿Se te perdió algo?
-Yo… No, lo siento, lo siento. Eres… muy parecida a alguien que conozco – le dije avergonzada. –Lo siento. No suelo mirar así a las personas.
-Oh, bueno. ¿Qué te ofrezco?
-Una caja de donas de chocolate…
-Seguro.
Se volvió dándome la espalda. Tome asiento sobre uno de los largos bancos de la barra. Inspeccione el lugar. Era una cafetería muy linda. Con mesas redondas e íntimas. La decoración era básicamente cuadros de arte. No reconocí a ninguno, pero todas las pinturas eran lindas. Se podía respirar un dulce y embriagador aroma a café de grano entero, vainilla, azúcar. Era precioso el lugar.
La chica, que era parecidísima a Monique, coloco sobre la barra una caja blanca a rebosar de donas de chocolate. Por lo que pude apreciar, que no solo olía maravillosamente, sino que los postres serian deliciosos. No podía esperar a tomar café.
-Me das una café americano para llevar, por favor.
-Sip – sonrió y tomando un vaso y una tapa me sirvió mi café. –Listo. El azúcar esta ahí – señalo hacia una esquina.
Me cobro las donas con la tarjeta y pague el café en efectivo.
-Oh… - frunció el ceño. –Creo que te recuerdo… Eres la asistente de Dorothea Van Gulick – me miro.
-Sip, si soy.
-Nos vimos fugazmente cuando mi amiga Luna, la fotógrafa – explicaba – fue ascendida al puesto que ahora tiene en la Editorial de Spotlight.
-Oh, creo que si te he visto… - ambas sonreímos. –Soy Lizzeth.
-¡Claro! Pensé que te llamabas Elizabeth – rasco su barbilla.
-No, así me dice la señora Van Gulick, pero no me llamo así – ambas reímos divertidas.
-A Luna antes la llamaba Sol…
-Lo sé, pero ahora es Luna Phellan.
-Si… - suspiro. –Es una chica muy linda, Luna.
-Si, es muy atenta y trabajadora…
No sé en qué momento dejamos de hablar de Luna y pasamos a una charla más banal. Acerca de los empleos de en sueño. De los hombres, de nuestros perfectos hombres. Ella ya tenía a uno, y sus ojos celestes le brillaban cada que lo mencionaba. Lucia muy emocionada y mucho muy feliz.
Yo quería estar igual de feliz y emocionada como ella. Qué lindo seria estar enamorada. No solo de un zoquete, sino de un tipo estupendo. Uno que me quisiera. ¡Aaaay!
Mi móvil sonó interrumpiendo nuestra charla.
-Diablos, es mi jefa.
-Uuy… - jadeo Jennifer. Nos habíamos presentado entre plática y plática.
Respire hondo y conteste.
-Ya voy para allá…
-Pensándolo mejor, quiero un café de la Galería – colgó interrumpiendo mi disculpa.
Suspire.
-¿Qué te dijo?
-Quiere un café negro, súper caliente sin azúcar ni nada de nada.
-Al menos no te regaño… - comento llenando un enorme vaso de café. –Supongo que las mentes brillantes del mundo de la moda aman el café. Mi jefa, Victoria Sparks, fue conquistada por un café negro con mucha azúcar – puso el vaso en la barra.
Pague de nuevo con la tarjeta.
-Si, solo que Dorothea es más difícil de conquistar… Un momento – jadee mirándola. -¿Victoria Sparks? ¿La Victoria Sparks de Sparks C.O.?
-Si, si – asintió.
-¡Por todos los Dioses de la moda! ¿Trabajas para ella?
-Sip – dio un brinquito.
-¡Oh que excelente! Ha de ser un sueño.
-Si, mi mayor sueño…
-¡Que envidia!
-Oh bueno…. ¿Y tu… trabajas para Dorothea porque…?
-Quiero ser actriz – dije algo avergonzada.
-¿De verdad? – abrió grandes los ojos. Espere a que se carcajeara, como hacia la mayoría, pero no sucedió. Puso una mano sobre su pecho y jadeo. -¡Que lindo! ¿Has actuado en alguna obra o algo?
-No, solo cuando estaba en la secundaria y un poco en la Universidad, ya sabes, esos talleres extra clases. Solo eso.
-Oh – asintió. –Así que en lo que te llega la oportunidad trabajas para la bruja ésa – confirmo.
-Si, he ido a audiciones, pero no hay suerte. Ya estoy pensando en darme por vencida.
-¿Qué? ¡NO! – chillo. –Nunca, nunca, nunca hagas ni digas algo así. Ya verás. Un día llegara un cazatalentos y ¡puf! – Choco las palmas – serás súper buena actriz.
Me sonroje ante su entusiasmo.
-Si, espero que así pase. Bueno, además me gusta la moda y todo eso. Quisiera que Dorothea me diera una columna en su revista, pero…
-¿Ya has hablado con Luna sobre eso? He oído que es su favorita – murmuro. –Quizá ella…
-No, no – negué con la cabeza. –Luna y yo apenas nos conocemos. No podría colgarme de ella de esa forma. No.
-Luna no lo vería de esa forma, ella es muy linda, aunque luzca como una perra roñosa – complemento divertido. –Seguro que si le pides su opinión sobre algo que escribas ella podrá ayudarte…
Quizá tuviera razón. No perdía nada de cualquier forma.
-Si, pueden correr así a la perra de Monique – gruñí por instinto.
-¿Monique? ¿Quién es ella?
-Una fulanita que es la nueva Editora de Spotlight, es una golfa, ojala la despidan… - dije llena de malicia y esperanza.
Un segundo después, Jennifer estallo en risas y la secunde.
-Mejor me voy… Dorothea me matara y luego hará que recoja el desorden – tome los dos cafés y la caja de donas.
-Suerte con la bruja de la moda – se despidió cruzando los dedos.
-Gracias, suerte con Victoria – me despedí con la mano y salí de la Galería.


La puerta se abrió hacia afuera justo cuando iba a salir… ¡Dios!
Abrí la boca sorprendida. Era, era… Mi hombre perfecto.
No sé como salí a la calle, pero lo hice. Él sostuvo la puerta hasta que estuve sobre la acera. Sonrió de lado y entro a la Galería. Yo lo miraba embobada, como si viera el mismo Sol deslumbrándome.
Era perfecto.
Mis ojos lagrimearon, creo que ni parpadeaba. No quería perderme ni un detalle de él.
Mi castillo de derrumbo cuando lo vi abrazar a Jennifer…

2 comentarios:

Ale de Moesia dijo...

Awwwwwwwwwwwww!!!!!! que lindo y genialosoooo capi!!!! lo ame!!! Dorothea ¬¬ maltrata a mi julien asi que la odio y la amo xD ese Trish!!! por q andaba a las carreras?? y esa lizeth! aun recuerdo cuando luna y rens se reia por que parecia frigida xD jajajajaja Awww mi Jen!! extraño maldita delicia deliciosa!!!! ToT Y a quien se encontro?? a Rosty??? (yo se a quien o lo intuyo xD) quiero mas!!!! mas chisme plis??? *_*!!! te amooo mi BEu!!! se me antojo un cafe de vainilla :D

Ada Parthenopaeus dijo...

Ahiii que pequeñooo es el mundoooooooo! y como me reiii en la ultima parte qu ahra cuadnos epa que la fulainta era la prima ajjajajajaaj

Las chicas del Té de Lemmon

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