agosto 29, 2011

Maldita delicia, segunda temporada. Capitulo XV

Por la mañana estaba platicando con mi Ale, con mi Cricri. Me resulta bastante relajante poder platicar con ella, aunque fueran solo 10 o 15 minutos. Eso me hacer sentir feliz :3 Harto feliz.



Así que, como ando muy feliz. Y quiero a mi Ale de regreso al mundo blogger y al maravilloso mundo del interné, les dejo un nuevo capitulo de Maldita delicia. Sabremos un poco de los que se creían perdidos... :D


Las quiero harto... Buen inicio de semana! :)


15. Citas salvajes y su propio chocolate



-¿Qué él qué? – chillo Luna. Sus orejas se enrojecieron. Renata le había contado los días con Julien, los días en que él la ignoraba. Y Luna estaba que echaba humo por las orejas.
Le dio un puñetazo a la mesa y Renata dio un brinco del susto.
-Es un cretino de mierda, ¿Qué le pasa? – se puso de pie estallando en groserías altisonantes. –Ni crea que lo veras hoy, no, no. Sobre mi cadáver que ese mierda piensa que te tiene en sus manos. Oh no, oh no señor – decía dando vueltas por la salita. –Le daremos una cucharada de su propio chocolate. Lo ignoraras y sabrá lo que es amar a Dios en tierra de indios – gruño, finalmente con una sonrisa maligna en su rostro.
Renata se puso de pie y la abrazo.
-Sabía que me entenderías. Él me ponía loca, ya sabes cómo son los Van Gulick – decía aun con Luna entre sus brazos.
-Si… lo sé, su hermano hace lo mismo conmigo. Incluso… ya no me importa si Kenzi ve a Chuck, ya no me importa – reafirmo. –Pero odio que la perra de Monique se aparezca en mi oficina cada que Tristan me visita. No para de bambolearse como la perra que es… - gruño.
Renata soltó una risita y contagio a Luna. Ambas reían como el par de locas que eran.
Después de un par de minutos se separaron. Regresaron a la mesa y Luna termino su café –ahora frio-, Renata termino su muffin de chocolate.




-Entonces te veo a las 6 afuera de tu edificio… - repitió por milésima vez Luna. Renata asintió sonriente. El plan que habían formulado no tendría fallas. Por supuesto que no. Si algo tenia Luna, era una mente brillante para hacer sentir mal a las personas, claro, solo cuando se lo merecían. Y esta era una ocasión especial. Julien pagaría por hacer hecho papilla a su amiga. Nadie la haría sentir así, nadie.




Luna entro a su oficina. Y para sus pulgas, Monique se acercaba a ella.
-Hola, Luna… - saludo.
-Hey… - cabeceo Luna y dejo sus cosas en la silla frente a su escritorio. Así la Clon no se sentaría y no tendría oportunidad de quedarse a charlar con ella.
-Quería… preguntarte un par de cosas… - la Clon recargo las manos en el respaldo de la silla.
-¿Te tardaras mucho? Tengo algo de trabajo…
-Oh, no. Solo es una simple pregunta…
-Hazla – Luna se sentó en la silla de respaldo alto y rueditas. Recargo su barbilla sobre sus puños y sus codos sobre su escritorio. Miro a Monique con ojos cansados. Y no es que estuviera cansada, simplemente la Clon la ponía de malas, muy de malas.
-¿Sabes si Tristan planea algo? Es decir… - soltó una risita tonta. –Me invito a salir y me dijo que estuviera… preparada para una cita salvaje…
Luna dejo de escucharla después de que menciono: “Me invito a salir…”, su esencia se fue de viaje. Ella solo quería golpearla. ¡Que perra!
-Te pregunto porque… ustedes son amigos, ¿no? – sonrió encantadoramente. Pero Luna no se trago esa sonrisa de mosquita muerta.
Luna asintió sin escucharla realmente.
-No se… No sé nada – contesto como zombie a una pregunta que no había entendido.
-Ouh – hizo un puchero. Pero Luna ya veía rojo.
¿Por qué? ¿No se suponía que ella y Tristan tenían una conexión especial? ¿No se suponía que estaban más cercanos ahora?
-Bueno… gracias. Buen día, Luna – Monique salió de su oficina.
Y fue entonces cuando Luna estallo. Arrojo lejos de ella el casco rojo que Tristan le había regalado. Ese brillante casco que ella atesoraba en su oficina y que incluso tenía un lugar especial en su casa. No es que ella esperara casarse con… Bien, ¿a quién engañamos? Tristan era especial para ella. Y con la noticia de que saldría con Monique era como una patada en el estomago. O aun peor. Mucho peor, que no tenía con que compararlo.
Sin proponérselo y sin querer detener el vergonzante llanto, ella dejo que las lágrimas cubrieran su rostro. Que arrasaran con las ilusiones de su mente, con los sueños húmedos que tenia sobre Tristan.
¿Cómo podría Tristan fijarse en ella? ¡Perra! Ella, que desde el principio Tristan señalo como “una entrometida”. ¿Cómo?




-¿Luna?
-Estoy muerta, déjame en paz… - contesto oculta entre sus brazos. No había ni abierto su ordenador portátil. No tenía ganas ni de hablar. Sabía que Tristan y ella no eran nada, pero sentía que podía tener algo más que amistad con el mayor de los Van Gulick.
-Te busca un tipo. Un tal… - Lizzeth, la asistente de Dorothea, removía sus notas con rapidez. –Es muy guapo…
-No estoy para nadie… Hoy no.
-Es un tal… - Lizzeth no la escucho, Luna hablaba en un tono bajo tan lastimero que era imposible escucharla. –Jensen Wyngarden.
Luna levanto la mirada de golpe. ¿Jensen? Vaya, incluso ella se había olvidado del asunto.
-¿Jensen?
-Si – sonrió Lizzeth. –Es muy guapo… - dio un par de brinquitos. -¿Le digo que pase? Está en el lobby, y luce… -jadeo- devastador.
-No, yo iré… y si Dorothea pregunta por mí, ¿podrías decirle que… me sentía mal?
-Claro, Luna, yo le digo – sonrió la rubia.
Luna tomo su bolsa estilo cartero y dejo su oficina. Cerrando de un portazo que estremeció los cristales ahumados, incluso las chicas de los ridículos cubículos alzaron los ojos para verla cruzar el pasillo hasta el lobby con pasos decididos. Con un nudo en la garganta, porque tenía unas ganas enormes de golpear a alguien, ella continúo su camino ignorándolas.
-Luna… - Jensen jadeo al verla, pero la morena solo alzo una ceja. Jensen la siguió y juntos entraron al ascensor. -¿Estás bien?
Ella negó con la cabeza.
-¿Te despidieron? – ella volvió a negar. -¿Qué pasa entonces?
-No se… - confeso.
Jensen tomo su mano. Luna miro la unión. Y por raro que le pareciera, le gusto. Le gusto volver a sentir la mano de Jensen cubriendo la suya. Se sintió protegida de nuevo.
-Se que… - Jensen rompió el silencio – he cometido errores. Errores que estoy seguro no podre reparar…
-No estés tan seguro – interrumpió Luna apretando la mano de Jensen.
Él después de todo, era su salvavidas. Y siempre tuvo un lugar especial en su corazón. Ella no podía negarlo. Quizá podía hacer como si lo hubiera olvidado, pero después de todo, Jensen la salvo del vacío que dejo Evan cuando se fue a España.
-Todos cometemos errores… Errar es humano…
-¿Qué quieres decir con todo eso Luna?
-Nada, no quiero decir nada…
Jensen la miro curioso.
-Tengo ganas de… un enorme tazón de helado… - gimió ella cuando las puertas se abrieron.
-¿Cómo dices?
-Si, helado. Como cuando íbamos a comer helado a la cafetería después de clases, ¿te acuerdas?
-Si… - frunció el ceño. -¿Qué tienes?
-Jensen… todos cometemos errores – se detuvieron en la recepción. –Y mi error fue no patearte las bolas cuando te vi después de 5 años de ausencia. El tuyo fue dejarme. Pero, todos cometemos errores. Y no quiero perder un amigo más – miro los pardos ojos de Jensen.
-¿Alguien te bateo, cierto?
Ella hizo un gesto indignado.
-Eso no es asunto tuyo… - lo empujo.
-Oh vamos, es eso, ¿verdad? Luna, te conozco mejor que nadie. Y cuando quieres helado es porque estas triste…
-Pues nadie me bateo… - camino a la salida. Jensen la siguió.
-Lo siento, ¿Qué paso entonces?
-Creí algo que no iba a existir… - ella aguanto el llanto hasta la salida, iba a cruzar la calle cuando Jensen la jalo hacia atrás y un auto se detuvo de golpe. Iba a matarla.
-¡Dios! – chillo Luna.
El conductor del auto bajo. Era Tristan.
-Luna, por Dios. Ten cuidado…
-Déjame… - se alejo de Tristan.
-¿Qué es…? – quiso preguntar el mayor de los Van Gulick. Luna solo negó con la cabeza.
-Nada, estoy bien – agrego ella. Después de todo… él y Luna no tenían nada, nada que ver. Salvo en sus sueños.
-¿Segura? Lo siento, apareciste de repente…
-Si, estoy bien. Me siento un poco mal, pero me iré a casa…
-Puedo llevarte…
-No – interrumpió ella. –Jensen me llevara… - miro a Jensen.
Jensen asintió con una sonrisa victoriosa. Tristan asintió.
-Con cuidado… -Luna apenas sonrió y camino hasta el auto de Jensen.
-¿Es él… quien te bateo? – Luna podía percibir el tono burlón de la voz de Jensen. Choco los dientes y entro al Impala de Jensen dando un portazo fuerte.
Jensen entro al lado del conductor.
-¿Qué te hace pensar que te llevare a tu casa? No soy tu chofer…
Ella lo miro con la boca abierta. Iba a bajar del auto, pero Jensen la detuvo.
-Solo bromeo – volvió a cerrar la puerta. –Solo bromeo, Lu… Te llevare a un lugar mejor, y te olvidaras de ese cretino… - arranco.




Jensen tarareaba un par de canciones de AC/DC. Golpeaba el volante simulando tener una batería. Ella iba con una risa contenida en los labios.
-Me da gusto poder divertirte… - comento.
-Lamento… usarte – murmuro ella. La sonrisa se borro de su rostro. La culpa invadía su ser.
-Supongo que lo merezco – alzo los hombros. –Después de todo… es mi culpa.
-¿Tu culpa? –frunció el ceño.
-Si, que te fijaras en ese cretino. Si no me hubiera ido… estarías conmigo…Todo sería diferente – suspiro.
Ella solo asintió y miro por la ventana. El pasado. Aun después de 5 años, le dolía recordarlo. Se sentía tan reciente no saber porque se había ido.
Jensen se detuvo en un mirador. Desde ahí podía verse toda la isla. Era hermoso. Luna salió del auto. Jensen la imito. La ayudo a subir al cofre del Impala.
-¿No temes que se abolle tu precioso Impala?
-Con tu trasero todo es gloria – contesto con una sonrisa picara.
-Que tonto eres… - le dio un golpe en el brazo.
-Hey, solo soy un tipo sincero…
-No del todo – agrego acida.
-Bueno, fui a buscarte para confesarme.
-Mil años después…
-Es mejor que nunca – defendió pícaro.
Ella no podía negar que Jensen siempre fue un tipo que se salía con la suya. Con esa carita tan tierna y a la vez picara. Siempre estuvo enamorada de él desde que era una adolescente. Claro que después se hicieron amigos, y ella descarto toda posibilidad, hasta que Evan se fue… El resto es historia.
-Entonces dime… ¿cual es tu excusa? – cruzo los brazos bajo sus pechos y lo miro alzando una ceja.
-Te amo…




***




Renata se derrumbo en su silla de rueditas. Le encantaba la silla y siempre se sentaba ahí, cuando quería pensar las cosas. Salvo que ahora no tenia que pensar nada. Porque todo estaba planeado. Planeado sigilosamente por su mejor amiga.
Luna tenía razón. Julien era un cretino que pagaría cada momento que la hizo sentir como una maldita mucama fantasma. Ella le enseñaría como se pelea en su territorio. Era como decir: Cachetada con guante blanco.
-¿Rens? – William se asomo por su puerta. Ella sonrió, recordando su primera vez con él. Y tenía demasiadas ganas de hacer “trabajo de escritorio” con William. Con ese rubio de sonrisa angelical y cuerpo de infarto.
-Hola…
William entro y se sentó frente a su escritorio.
-¿Quieres ir a comer después del trabajo conmigo?
-Seguro…
El plan con Luna rendía frutos. Parecía que Luna tenía ojos en la nuca. Ella sabía que iba a pasar. ¡Wow!
-Perfecto… Hay un restaurante, dicen que la comida es deliciosa…
-Si, si, donde tú quieras…
-Vamos – suspiro. –Me haces sonrojar – cubrió sus mejillas teatralmente.
-Al contrario… - rió ella. –Soy yo la sonrojada.
-¿Te hago sentir calor? – pregunto inclinándose sobre el escritorio.
-Mucho… - ronroneo ella, inclinándose también y lo beso ligeramente. William la atrajo a su boca tomando su barbilla. Se puso de pie, obligando a Renata a levantarse un poco de su silla.
Sin despegarse de los labios adictivos de Renata, William rodeo su escritorio, esta vez, provocando que Renata se pusiera por completo de pie. William la tomo de la cadera y subió su falda hasta que descubrió sus muslos. ¡Que delicia!
Intercambio lugar con Renata. Ahora él se sentó en su silla de rueditas, invitando a Renata a sentarse a horcajadas sobre él. Y ella lo hizo.
“Lleva liguero… Nunca falla”, recordó Renata a su amiga, cuando estaban organizando su Plan infalible. Titulado por ambas: Delicia deliciosa.
William acaricio sus muslos, tanto por fuera como en las caras internas. Mientras Renata jadeaba en su boca. Enloquecida y enfebrecida por el delicioso tacto de las manos de William sobre ella.
-Mmm, amo los ligueros… - William abrió los broches que sostenían las medias de ella al liguero que estaba sobre su cadera, y deslizo hasta la mitad de sus muslos, las delicadas bragas negras de encaje –húmedas por cierto – de Renata. –Quítatelas… - sonó a orden.
Ella recargo las manos en su escritorio y se sentó en el borde. Logrando así, sacarse las braguitas. William las olfateo.
-Que rico hueles… - la tomo de nuevo de la cadera y la puso en la posición de antes. Siguió acariciándola, esta vez sus manos subían hasta el centro de sus muslos. Esparciendo la humedad de su cálido centro por sus piernas. –Dios, que delicia… - se llevo los dedos a la boca, impregnados por la excitación de Renata.
Ella se lanzo a besarlo. Ansiando saborear sus labios. Mientras que una de sus manos, ataco el bulto duro y palpitante de William, que soltó un gemido cuando ella lo froto sobre la tela de sus pantalones.




-Oh… si… así – gruño.
Renata lo torturo sobre la ropa, hasta que después de un rato, no fue mucho tiempo realmente. Pero a razón de William fueron minutos largos, torturantes y deliciosos. Fue él mismo quien libero su duro miembro que salió implorando las manos tiernas, pequeñas y cálidas de Renata.
Se sintió en el cielo cuando ella lo froto con suavidad. Aumentando la dureza y la necesidad de su sexo por ella. Por su caliente cavidad, apretándolo. Por la voz jadeante de ella rogando y gimiendo de placer.
-Te necesito… ahora – logro decir con la voz cargada de deseo.
-Yo también… - confeso.
Fue entonces cuando las fuertes manos de William la tomaron de la cadera y de un solo movimiento entro en ella. Logrando un grito ensordecedor proveniente de su garganta. Ella movía su cuerpo sobre él con ritmo, cadencia, volviéndolo loco. Ella tenía el control, y eso le encantaba a él.
Renata dejo que William la subiera y bajara a lo largo de su tieso miembro, húmedo y caliente. Mientras ella lo tomaba de los hombros y chillaba de placer. Aumentando el ritmo cardíaco de ambos y orillándolos al máximo placer del ser humano.




Una vez que culminaron, William la abrazo con una necesidad que le provoco miedo. Renata era una mujer hermosa, inteligente, divertida, carismática… y libre. Sobre todo libre. Ella podía elegir lo que quisiera y deseara, lo que necesitara. Y esperaba que él fuera lo que necesitara ella.
Pero eso estaba muy lejos de saberse. Renata aun estaba enamorada de Julien, y eso, por más que le doliera que él la ignorara, era la verdad. Las cosas estaban lejos de ponerse en su lugar. Por lo pronto Luna y Renata podían disfrutar de las delicias de Manhattan. Claro… Al fin eran libres de darle placer al cuerpo.

2 comentarios:

Ale de Moesia dijo...

OMFG!!!! Mi beu regrese!!! uff gracias por la dedicatoria!!! sabes que amo hablar contigo y aunque nos vimos limitadas o mejr dicho yo estaba limitada del internet sabes que te extrañe horrores!!! y gracias por este recibimientooo mi droga!!! Mi MD!!! AMo esta historia!!! Mi Rens y Mi Luna!!! awww las amooo y amo que conspiren!!! y Odio hoy a Trish y Julien!! ¬¬ Malditos xD y tambien a Monique!!! Perra!!! ¬_¬ me la madreo!! Dx jajajaja Y Jensen awww con su "Te amo" OMFG!!! quedate luna con el!!! aaaa y Esa rens perver!!! que rico trabajo de oficina!!! :D Y WIlll uff nunca superare a Eric lo juro xD Y ese endemoniadamente rico trabajo de oficina!!! Quiero mas!!! Te amo mi Beu a la distancia !!! <3
Besos!!!
XAu!!!
PD: Nose por que tengo la ligera sospecha que JAred tambien aparecera pronto xD

Ada Parthenopaeus dijo...

Que puedo decir auuuuuu!!!!!!!!!!!! quein sera Jensen o Tristan... que dificil eleccion y Willi o Willi quieres pasear conmigo mi sensei super dupoer me encantoooooo!

Las chicas del Té de Lemmon

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