septiembre 30, 2011

El placer es mio... - Capitulo 7

Había dejado detenida esta historia para dar paso al regreso de Maldita delicia, y ahora MD necesita un respiro antes de su GRAN FINAL DE TEMPORADA! (Me siento como si fuera una serie de TV). Así que aquí les dejo un nuevo capitulo de esta historia, que me tiene tan... Uy caray! :Q_ ♥ Espero que la disfruten como yo al escribirla, editarla y releerla antes de publicarla. Todo para que sea perfecta ante sus ojitos *.* Cuidence mucho y buen fin de semana. Pórtense mal! :D

Capitulo VII

-Marion…
Kenzi la miraba seria. Le costaba mantener ese rostro serio, inexpresivo. Ella amaba a sus amigas. Era lo más valioso que tenía en este mundo. Lo único…, se atrevía a decir.
Pero aunque ella intentara ponerse firme frente a Marion, no podía. Su amiga era tan alegre que cuando ella la viera triste, sabría que el Mundo iba a terminarse.
-Solo es una sesión. Además- la señalo – no te hará nada que tu no quieras.
Ese tono de voz tan misterioso la ponía curiosa.
-No – negó de nuevo.
Se detuvo en un semáforo y aprovecho para subir el volumen de la música.
-Ni creas que los gritos de los locos esos que cantan harán que yo quite el dedo del renglón – prometió.
Kenzi tomo aire cerrando los ojos. Bajo el volumen y la miro.
-¿Cómo para que quieres que vaya a que me den un masaje?
-¿No es obvio?
-No – alzo las cejas. –Estoy perfectamente bien, mi trabajo no es estresante.
-No me refiero a tu trabajo, boba – sonrió.
Eso no era buena señal. Cuando Marion sonreía de esa manera. De la forma en que las comisuras de su boca se curvaban solo deparaba una cosa; tramaba algo.
-¿A que entonces?
-A Chuck…
Kenzi bufo.
-Él ya es pasado.
-Si, como el tonto ese que te dijo que se la “chuparas”, ¿no?
Kenzi frunció los labios.
No, a “ese” cretino aun no lo había olvidado. No es que no quisiera, no podía. No había pasado nada con él, pero ella estuvo enamorada de ese bastardo por demasiado tiempo. Creyó poder tener una oportunidad con él, pero… Las cosas, no salieron como ella planeaba. Como ella quería. Después… enterarse que él tenía novia y que solo la quería para coger, todo se fue al carajo. Incluida Kenzi.
-¿Aun… te habla? – Marion pregunto en un murmuro, precavida.
Esta vez una sonrisa burlona apareció en el rostro de Kenzi.
-No… No desde que se fue de Nueva York. La verdad es que elimine todo lo que tuviera que ver con él.
-Menos el llavero que te regalo – acuso Marion.
-Me gusta el llavero. Además no creo que me lo haya regalado porque de verdad significase algo para él, solo quería deshacerse de él. Solo eso – contesto mordaz.
Esa era la verdad. Él solo quería tirar ese llavero. Así que, como quien dice: Le paso la papa caliente a alguien más.
-Kenz… - Marion acaricio el antebrazo de Kenzi. La morena sonrió y acelero.
-Ya… No pasa nada, Mar. En serio. Creo que… después de todo me alegro de no habérsela mamado. ¡Era el pene más feo del Universo! – grito.
Ambas estallaron en risas.
A Kenzi le divertía poder recordar “eso”. Su pene feo. Era como ver la realidad de su vida. Era feliz con sus amigas… Claro que lo era. Con sus primos y en su trabajo. Ella era feliz. Pero le faltaba algo. Siempre hacia falta algo. Creyó que lo había encontrado con “Sr. Pene feo”, y no fue así.
Y cierta parte de su ser agradecía eso. Ella no podía ser la otra. Simplemente se negaba a ser el premio de consolación de alguien. Ella era única. Como todas las demás chicas en este planeta. Y todas tienen el derecho a ser amadas y respetadas. A sentirse deseadas y necesitadas. Consoladas y abrazadas. A jamás ser el premio de consolación de nadie. Nunca. No aceptar migajas. Ser siempre el plato principal y el único.
Kenzi se negaba a ser “la segunda opción”.
-No quiero ni imaginarlo…
-No lo hagas, créeme que no tienes ni idea de lo espantoso de su… ¡Agh! Ojala que nunca se le pare y que nadie se la mame – jadeo Kenzi.
-Por eso tienes que ir a que te den un masaje. Ya verás que te sentirás mejor. Te lo aseguro.
-Mar – Kenzi la miro fugazmente – no tengo dinero, no, si, si tengo. Pero no tengo ganas ni tiempo para eso. Planeo comprar un six de cervezas en la tienda de la esquina de mi edificio y perderme en su amargo sabor. Ver películas de miedo y no contestar el teléfono a mis dos locas amigas. Eso planeo para este fin de semana.
-Chuck te llamo, ¿cierto? – pregunto mordaz, cortando la perorata de “un buen fin de semana” de Kenzi.
-Si, si lo hizo.
-¿Y…?
-Se disculpo por lo de la semana pasada. Mira, - se detuvo en otro semáforo – Chuck y yo, bueno… Ya entendí que solo me ve como amiga. Y está bien, creo. Aunque desearía que fuera gay.
-¿Por qué?
-Porque así no se me antojaría pasarle la lengua por el cuerpo – estallo en risas.
-Eres una loca – Marion también reía.
-¿Qué? Es la verdad. Si el tipo no estuviera tan delicioso. Mi mente no estaría imaginándolo desnudo todo el tiempo. Imagine y vi cosas donde no eran. Él solo ofreció su amistad y la tomare porque venga… Quizá tenga amigos guapos – finalizo esperanzada.

-Kenzi…
-Chuck, ¿Qué haces aquí? – Kenzi abrió la puerta de su departamento. Era una tarde de martes.
-Quisiera hablar contigo, sin que amenaces mis partes nobles – contesto Chuck cubriendo inconscientemente su entrepierna.
-Venga, lo dije porque estaba molesta, pasa – camino hasta su sala donde tenía varias cartulinas de colores, pinturas de agua y pinceles.
-¿Y eso? – Chuck dejo una bolsa de papel sobre uno de los sofás y se acerco a la mesa de centro, donde reposaban todas esas cosas.
-Mañana harán carteles mis niños en el Jardín… - explico.
Le gustaba llamar a esos demonios “sus niños”. Así le gustaban los niños. Lejos y por un par de horas cerca de ella.
-Muy bien… Traje comida china.
-Oh… que rico. Iré por los platos – camino a su cocina.
Regreso con Chuck que ya estaba sacando las cosas y las ponía en su mesa improvisada de comedor. Era pequeña, solo para cuatro personas.
-Además… - murmuro Chuck sin saber cómo comenzar.
Kenzi dejo los platos y dos vasos en la mesa. Chuck saco dos latas de Coca-Cola. Kenzi se sentó y empezó a abrir los paquetes de comida.
-Uh-hum… - asintió Kenzi olfateando esa deliciosa comida de la cual ya era adicta.
-Lo lamento…
-¿Qué lamentas?
“Como o pienso”, era el lema de Kenzi a la hora de saciar la barriga.
-Lo que paso la otra noche.
-¿Cuándo caí?
-Cuando solo venia a contarte mis penas y jamás escuchaba las tuyas – corrigió Chuck sentado frente a ella.
Sus ojos celestes la miraban fijo. En una clara disculpa. En una disculpa en regla, con todas las de la ley.
-Está bien… - alzo los hombros.
Ella estaba… Acostumbrada a escuchar las penas y las quejas de todos. De cierta forma sentía que ella no podía sentirse triste ni desdichada. Que no podía llorar ni pedir un abrazo. Era un asco sentirse así, pero ella decía que era buena escuchando y quizá dando consejos. Ella nunca pedía uno. No se sentía con la confianza de pedirlo. Siempre estaba ahí, para escuchar.
-No, no lo está.
-Chuck – lo freno. –Acepto tu disculpa. Acepta la mía cuando digo que lamento haberte amenazado con… romperte las bolas. Y con lo que dije sobre mi prima contigo. Me enferma que me comparen. Ahora lo sabes. Y bueno… Me gustas – confeso. –Entiendo que me vez como amiga, lo acepto. Solo que no vengas a decirme que merezco algo mejor que tu, porque no estoy de acuerdo. No me digas que eres un asco de persona y que tu cabeza esta echa una mierda por lo que le pasa a mi prima porque… no lo entenderé y no te creeré. Dejemos las cosas como antes. Seremos amigos o lo que quieras que seamos.
-No es solo lo que yo quiero…
-¿Entonces que es? ¿Si me gustas te veras obligado a que yo te guste también? Eso no es justo para ninguno de los dos.
-Lo lamento, Kenzi. Eres una chica…
-Estupenda, maravillosa, inteligente, linda… Conozco lo demás. Pero me quieres como una amiga – sintió un escalofrió recorrerla.
Chuck bajo la mirada.
-Si – contesto aun sin mirarla.
-Quita esa cara que aquí no ha muerto nadie.
Continúo ella. El escalofrió aun estaba recorriéndola. Le dolía oír que Chuck la vería como una amiga. De cierta forma ella también lo había decidido así. Lo asimilaría con el paso del tiempo.
-Kenzi… - suspiro. –Veras que encontraras a alguien que…
-Estoy cansada de buscar, Chuck – atajo de nuevo.
Y harta de escuchar esa parafernalia levanta moral.
-No voy a seguir buscando.
-¿Por qué dices eso?
Evito las lágrimas sirviendo un poco de tallarines con verdura en su plato. Trago su llanto como una experta. Como siempre hacia.
Alzo los hombros.
-Huele muy rico.
Chuck sonrió. Sabiendo que ella ocultaba sus verdaderas razones para ya no seguir buscando.
-Quisiera poder corresponderte.
-Y yo quisiera que cerraras el pico, vamos a comer comida china, Chuck – jadeo enterrando el tenedor en los tallarines y vertiendo un poco de salsa de soya sobre su comida.
-¿Por qué no quieres hablar de lo que pasa, Kenzi?
-Porque no tiene sentido que hablemos de algo que no tiene la mayor relevancia. Las cosas están claras. Somos amigos de nuevo. No amenazare tu legado nunca más, todo está claro. Todo – afirmo comiendo con entusiasmo.
Remojando en salsa agridulce sus bolas de pollo fritas.
-¡Mmm! Ambrosia pura. Gracias por la comida. Siempre sabes cómo levantarme el ánimo.
-¿Estabas triste?
-No, - mintió – solo algo cansada. Esos demonios me dejan muerta.
-Siempre podrás contar conmigo, Kenzi.
-Lo sé, y tu conmigo…


-Kenzi… Por favor, anda. Solo ve a una sesión. Es más, ya la pague – Marion insistía.
-Jamás te rindes, ¿cierto?
-El que persevera alcanza.
-Si… Mil años después terminaste tu carrera de Mercadotecnia. Te creo entonces.
-¡Si! – escribió con rapidez la dirección del Spa de masajes. –Les dices que ya tienes cita y que vienes de mi parte.
-Muy influyente – se mofo.
-Algo así. Me dejas en la esquina. Iré a ver a Adam.
-Oh. ¿Vas a hacer cosas sucias?
-Le voy a partir las bolas, como dices – acomodo su maquillaje mirando por el retrovisor y acomodo las ondas de su cabello castaño.
-Eso quisiera verlo.
-Créeme, no lo querrás ver. Lo dejare como tapete de Bienvenida.
Kenzi estallo en risas. Amaba a su amiga.
-Vale, entonces encenderé una vela en nombre de Adam – Marion bajo del Mini Cooper rojo. Cerró la puerta.
-Deséame suerte.
-El que necesita suerte es Adam – aseguro Kenzi y agito la mano despidiéndose de su amiga, que se encamino a la estación subterránea del tren.
-¡No te arrepentirás del masaje, Kenz! – grito Marion antes de bajar las escaleras.
Kenzi levanto un pulgar y acelero.


La cita según Marion, era para esa misma tarde. Kenzi no tenía ganas de ir, no tenía ganas de hacer nada. Ese día, en serio, los niños del Jardín la habían dejado totalmente desgastada.
Dos veces al mes, los viernes, los niños podían entrar a la pequeña piscina que tenía el Instituto donde trabajaba. Así que tenía que estar cuidando a cada uno de los diablillos. Ya que algunos querían aventarse de cabeza a la piscina. Ella debía cuidar que no se abrieran la chaveta antes de tiempo.
Sus hombros le dolían. Los pies y las rodillas también. Sin contar el tremendo dolor de cabeza que se avecinaba. Todo contando que tenía un hambre atroz y en su casa no había nada salvo pasta.


Aparco cerca de la dirección que le indicaba el papel que le había escrito Marion. El lugar no parecía muy lujoso, pero tampoco era de mala muerte. Lo cual era bueno, ya que quería decir que no era muy caro y que podían dar un buen servicio.
Entro por el par de puertas de cristal que decían con letras ahumadas: “Pomaikai” y debajo de ese extraño nombre se podía leer el eslogan del local: “Para un mejor vivir”. Frunció el ceño al leer esas palabras de “superación” según Kenzi.
“Que lugar tan raro”, pensó.
-¡Hola! Bienvenida a Pomaikai – una chica detrás de lo que parecía ser la recepción la saludo amable. -¿Tienes cita?
-Amm, hola. Yo… creo que si – se acerco a la barra. –Mi amiga Marion Everett hizo una cita…
-Oh si, Marion – la chica removió un enorme libro. Paso las hojas con rapidez. De acuerdo a como dijo el nombre de su amiga, seguro que Marion venia muy seguido. –E…Eve…Everett… ¡Marion! – señalo entusiasmada con su dedo índice la hoja.
Kenzi se inclino para ver. Si. Ahí estaba el nombre de su amiga. Así que esto comenzaba a ser realidad.
-Si, Marion… - la chica garabateo algo en un espacio en blanco al lado del nombre de su amiga. –Cruza el pasillo, es la puerta con el número 1 – índico señalando.
-Si… - Kenzi asintió lentamente y agarro con fuerza el bolso que cruzaba su pecho.
Cruzo el lobby y entro a un largo pasillo amplio.
Le entraron unas enormes ganas de salir corriendo. Nunca había hecho algo que sus amigas le pidieran que hiciera. Es decir, algo que ellas sugerían que le gustaría hacer. Algo como esto. Ir a un lugar que no conocía a dejar que un fulano la tocara. Si, a simple vista lucia como algo perverso. Más con la mente sucia y rebuscada de Kenzi.
Las puertas blancas del pasillo, tenían un número negro arriba en el centro. Eran 5 puertas. Rio de pronto. Se pregunto si podía abrir cada una de las puertas y encontrar leones peleando por quien se la comería primero. Finalmente, al final del pasillo, que era en si una T, un extremo era iluminado por la tenue luz del sol. Y otro eran los servicios sanitarios. Había una puerta más en ese pasillo que cruzaba el principal perpendicularmente. Quizá era el almacén, especulo.
Mirando el enorme número 1 en la puerta tomo aire. Giro la perilla y entro.

Dentro, no había leones o bestias salvajes deseando un pedazo de su carne. Había una mesa de masajes de lo más moderna. Incluso le pareció cómoda. Debajo de la estructura de madera que sostenía un colchón blanco, había cuencos con flores silvestres y velas. Las paredes estaban pintadas de un tono claro y relajante. Era como amarillo, pero no chillón, más bien era como color crema. Sus hombros se relajaron de inmediato. La estancia era iluminada por unas lámparas altas, dos colocadas en dos esquinas, que iluminaban hacia el techo. Logrando un ambiente cálido, confortante.
Paso una mano por el colchón de la mesa de masajes. La tela era suave, quizá algodón. Estuvo tentada a sacar su encendedor y quemar un extremo de la tela y verificar que sus sospechas eran ciertas. Pero se contuvo.
Continúo observando el lugar. Parecía pequeño pero no lo era. A la mitad de la habitación, había una estructura de madera con huecos. No podía ver nada a través de los huecos, a pesar de que lo intento. Había una cortina de cuentas finas en lo que parecía ser una improvisada puerta. Se acerco, tentada a asomar la cabeza.
-En un minuto estoy contigo…
Dio un brinco.
-Desvístete detrás del biombo - ordeno una voz masculina.
Asintió y sin atreverse a hablar miro detrás de ella.
En una esquina estaba, si, el biombo que decía aquella voz. Combinaba perfecto con la decoración relajada del lugar. Tomando valor dejo su bolso en una silla cercana y comenzó a desnudarse con rapidez. Dejo sus ropas en un perchero y tomo una toalla para envolver su cuerpo, totalmente desnudo. Su corazón latía desenfrenado.
-Recuéstate boca abajo en la mesa. En un minuto estoy contigo – repitió aquella voz atreves de la cortina de cuentas.
Salió detrás del biombo y con las manos y las piernas temblándole como gelatina se subió a la mesa. Primero se sentó, espero un segundo hasta que esa voz masculina profunda y gruesa la hizo dar un brinco de nuevo.
-Acostada boca abajo – repitió.
Su lengua iba a soltar una maldición. O una queja por ser tan mandón. Pero de alguna extraña forma, no logro articular ninguna maldición ni improperio. Y vaya que pensó demasiados.
Se acomodo de tal forma que su cuerpo desnudo tocara la fina tela del colchón y su espalda, glúteos y parte de sus piernas quedaran cubiertos por la toalla. Recargo su cara en una almohada larga de tela de toalla. No se había dado cuenta, o quizá estaba tan nerviosa que no percibió el aroma a canela del lugar. Sobre la almohada reposaba su cuello sin torcerse. Mirando la duela de madera cerró los ojos.
No se atrevió a abrirlos cuando escucho las cuentas chocar unas con otras.
-Así que… Estas algo tensa… - unas manos tomaron sus muñecas. Las manos eran enormes. Tenso los dedos de sus pies cuando esas manos, obligaron a sus brazos a posarse a cada lado de su cuerpo. –Relájate…
Y lo hizo. Casi de inmediato. Los dedos de sus pies se colocaron en su posición natural. Su frente toco el colchón, sin lastimar su cuello. Cada parte de su cuerpo estaba relajada. Su corazón, incluso, latía con su bum-bum normal. Como si estuviera por dormir.
-Eso es… Respira profundamente por la nariz. Todo tiene solución.
“Ja. Si, como no”, su lado irónico despertó.
-En serio… - esa voz parecía que había escuchado su pensamiento. –El cuerpo y la mente están conectados. Lo que pienses tu cuerpo me lo dirá… - explico antes de que ella formulara la pregunta.
De nuevo se relajo.
-Eso es…
Sintió como la toalla descubría su espalda y era colocada a la altura de la curva donde la espalda pierde el nombre.
-No te hare daño. Es tu primera vez… - comento de lo más tranquilo. –Soy tu masajista por esta tarde. ¿Cómo estás?
-Quisiera estar muerta – respondió un segundo después.
Él rió.
-¿Por qué? La vida es divertida como para morir…
-La tuya es divertida, la mía es aburrida… - gimió.
Se estremeció cuando un líquido frio cayó por su espalda alta.
-Lo siento, esta frio – esparció el líquido por su espalda con suaves movimientos. -¿Y porque no es divertida? – pregunto al tiempo que pasaba las manos por sus omóplatos y de nuevo la cabeza de ella caía relajada.
-A veces lo es… Después la realidad me da una bofetada.
-Quizá sea necesario que tú también le des un par de bofetadas a esa perra desalmada, ¿no crees?
Kenzi sonrió.
-Si… - suspiro. –Desearía poder cortarle las bolas – confeso.
-Chica ruda… - comento la voz.
-Intento serlo – afirmo Kenzi.
Las manos bajaron a su cadera y acariciaron con un poco de fuerza los extremos, dando pequeñas presiones con los pulgares, subiendo por su columna y situándose en su nuca.
-Lindo tatuaje…
-Gracias…
-Yo tengo uno en el brazo.
-Oh – atino a decir ella. Reprimiendo los gemidos que las caricias de esas manos le provocaban.
-Las chicas que vienen aquí por primera vez sueltan maldiciones cuando comienza el masaje. ¿Por qué no haces lo mismo? – pregunto curioso. Mirando la piel morena de esa espalda tersa y suave. Pasando de nuevo la mirada por el tatuaje que reposaba en su nuca.
-No se… Me da vergüenza.
-Bien…

El masaje continuo, y esas manos no dejaron de atormentarla.
Cuando termino con su espalda, ella se agito a la espera de que acariciara sus glúteos, pero no fue así. La toalla descubrió sus piernas y fue turno a sus piernas para estremecerse. Cerrando con más fuerza los parpados y cerrando los puños, gimió esta vez cuando esas manos masajearon la planta de sus pies. Provocándole calor.
Él rió.
-¿Te hice cosquillas?
-No… - y era la verdad. Lo que había provocado era calor. Mucho calor.
-Perfecto…
Relajo cada musculo de sus piernas y sus muslos. Tomo sus manos una vez que termino con sus piernas y también la relajo. Para finalizar, volvió de nuevo a sus hombros.
-Mmm… - gimió por primera vez.
-¿Dónde trabajas?
-Soy maestra de un Jardín de niños…
-Carajo. Mujer, parece que cargas el mundo en tus hombros…
-Lo sé – bufo ella.
-Solo pelea tus batallas…
-¿Cómo?
-Se egoísta un poco. Solo un poco.
Estuvo a punto de contestar. Trago con dificultad.


Cuando el masaje termino casi lloriqueo porque las manos masculinas de aquella voz dejaron de tocarla.
-Termine. Ahora puedes vestirte…
Escucho como la puerta se abrió y se cerró.
Se incorporo de inmediato. Ahora estaba sola en la habitación. Soltó el aire contenido en sus pulmones.
Se vistió con rapidez. No sabía si dejar propina o no. Mejor no lo hizo. Tomo su bolso y salió de la estancia. El pasillo ahora no le parecía tan largo.
Camino al lobby. Varias voces de mujeres, bastante emocionadas, provenían del lobby.
-Lo lamento chicas. Su última cita fue… ¡Hola! Ella, ella fue la última cita. Lo lamento chicas.
Varias la miraron furibundas.
Kenzi le regreso la mirada confundida.
-Hey… - intento saludar a la recepcionista, que atendía a un par de chicas, que cambiaban su sesión de masaje para otro día.
-Solo lo queremos a él. A ningún otro… - decían.
-Si, lo sé. Pero mañana no tiene disponibles. Hasta la próxima semana.
-Aaaaaw – una de las chicas que era alta frunció el ceño como niño regañado. –Bien, anótame en la próxima semana. Gracias… - se fue con los hombros caídos con su amiga.
-Hola. ¿Qué te pareció la sesión? – pregunto la recepcionista.
-Bien, supongo.
-¿Supones? – inquirió una chica.
Kenzi la miro. La chica tenía los brazos cruzados sobre su pecho. La miraba con desaprobación. Como cuando sales de un examen y no quieres aceptar que te fue bien, incluso que fue fácil, ante los chicos que salen cabizbajos porque el examen les resulto difícil.
-Si… ¿Qué tiene? Solo es un masaje – contesto irónica.
-¿Estas loca?
-A veces, pero ¿eso que tiene que ver con la Navidad…? - siempre decía eso cuando no le veía ni pies ni cabeza a una situación.
-¿Quién es ella? – pregunto la chica, refiriéndose a Kenzi, mirando a la recepcionista.
-Ya les dije, es la última sesión de masaje que tendrá…
-¿Cómo que la ultima? – pregunto la chica, al borde de la histeria.
-La ultima por hoy, ¿bien? Lo siento…
Las chicas salieron cabizbajas.
-Arman mucho revuelo solo por un masaje – comento Kenzi a la recepcionista.
-Lo sé – sonrió la chica. –Soy Ada – estiro la mano para saludarla.
-Kenzi… - la estrecho con una sonrisa.
-Entonces, Kenzi, ¿te veremos mañana por aquí, cierto?
-¿Mañana?
-Si, Marion hizo una cita para mañana, sábado y… si, el domingo – verifico sus hojas.
Kenzi no supo que decir.
-Ya todo está pagado. Las chicas que estaban aquí, te odian…
-¿A mí, por qué? – jadeo.
-Marion no dijo a que hora vendrías, así que le dijo a mi hermano que estuviera disponible todo el día. Son muy amigos, él lo hizo con gusto.
-Oh… Entonces mañana estaré por aquí.
-Perfecto. No importa la hora. Mi hermano estará aquí todo el día.
-¿Tu hermano?
-Si, Noah…

2 comentarios:

Ale de Moesia dijo...

Marion!! La amoo!!!!! De verdad!!! (Esque se llama como mi Marion Cotillard xD :3) Ademas uff io quiero una amiga como ella!!! Y un masaje como ese!!! Es decir son ricos la piel te arde a mi no me lo ha dado un masajista como Noah pero si una vez oh si lo recuerdo.... La piel quema vibra, es una experiencia extrasensorial!!! Es como si las terminaciones nerviosas de tu cuerpo estuvieran alertas y relajadas teniendo consciencia de cada una de ellas ;D Y Esa Kenzi no deberia star triste tiene a mucha gente que la quiere!!! Y creo que despues de leer el capi de hoy debo decir que me senti mal por muchas cosas... Creo que ya descubri que es como luns o nini... es decir bueno tu entiendes y siento que ya no debo dar mas lata a las amigas con mis dramas prometo evitarlo jajaja xD Una aprende cosas nuevas lo juro!!! Ese chuck me podria matar... despues de ver videos de el me enamore jajaja xD Y pobre Adam Auch.... :S

Ada Parthenopaeus dijo...

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!! joder morita gritoooooo Ada... ahi Dios sere cuñis de una mente loca como al de Kenziiii Jodeeeer me matass! estas mujers son lo que nosotras queremos ser de grandes verdad, ya quieor ver como le va a cada una con esos pedazos de carne buenorros..... me encantoo

Las chicas del Té de Lemmon

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