septiembre 16, 2011

Maldita delicia, segunda temporada. Capitulo XVIII

¡Viernes!
¡Feliz dia de la Independiencia de México!
Nunca habia dicho eso, nunca! :D Creo que seria lindo que todos los mexicanos al vernos digamos: Feliz dia de la Independencia. ¿Estaria genial, no? Digo... Si nos felicitamos el dia de San Valentin, o en Navidad, el dia del Padre, o del Abuelo, incluso el dia de la Secretaria ¬¬ ... Deberiamos de hacer lo mismo en Septiembre 16 o aun mejor, el dia de los Niños Heroes, o el dia de la Revolucion!! Ok ._. La emocion me carcome el cerebro. No doy para más. Dispensen. El punto de esta pequeña introduccion, es para desearles un buen fin de semana. Ya saben, no manejes si estas ebrio, no atropeyes gente ni todo eso. Porque es malo, muy malo :)
Otra cosa... Se que pocas lectoras se pasan por el blog a comentar, pero... Sepanse que esta temporada de Maldita delicia esta por terminar *.* ¡Harta emocion! Porque luego me la paso pensando en eso que casi me olvido de tocar el timbre para bajar del autobus que me lleva a la escuela XD En serio...
Y un punto más. TENEMOS NUEVO DISEÑO EN EL BLOG. ¿No les encanta? Aaaaw, nuestro bebé esta bien hermoso. ¡COSMICO! Como dijo mi Ale por el mensajero :3 Ahora si, cada columna es de una autora, mis historias en su lado izquierdo de la pantalla, y las de mi Ale en la otra. Simple (: Espacioso. Hermoso. Divis-divis! *.*
Y por ultimo... Amaran este capitulo. Mi Ale lo amara con toda su alma, lo se :D Yo amo el capitulo (: ♥ Pero te amo más a ti mi Ale :D ;)
Cuidence, nos estamos leyendo (:



18. La cama redonda

Que si bien Luna estaba muy segura sobre su plan de venganza hacia Julien, Renata aun tenía sus dudas.

Había empezado a morder sus uñas. El esmalte rojo quemado que adornó sus uñas bastante tiempo se había empezado a levantar debido a sus nerviosos dientes. Los lápices de su escritorio estaban mordidos. Y sus labios ya tenían las marcas de sus dientes por tantas veces que se sorprendía a si misma mordiendo su labio inferior y la parte interna de sus mejillas.

No quería ni mirar a William porque ella juraba y perjuraba que lo estaba utilizando. Su estomago permanecía revuelto, a pesar de que Luna le sonreía diciéndole que William no sería usado, que él sabía perfectamente lo que ellas tramaban y que no tenía nada porque temer.
Pero eso no le parecía a Renata. Que sabía por experiencia propia, como terminaba uno después de ser usado y aun peor, desechado.
Era horrible saberse parte de un juego que no tenía ganadores.

-¿Qué pasa, Renata?
William apretó su mano, haciendo que ella volviera a Tierra después de que estuviera divagando un buen rato, con la mirada perdida.
-No has tocado tu comida – observo el rubio. Su plato estaba intacto. Las moscas se daban un festín. Pero su copa de vino estaba vacía, y ella se aferraba a la base como si fuera un salvavidas.
-Si… - murmuro Renta aun mirando a la nada.

¿Y si todo salía mal?
Julien no la había llamado desde que lo había dejado hace un par de días.
-Ren… - William tomo su barbilla, los ojos de ella lo miraron. –Dime que es lo que pasa, o te obligare…
Ella se estremeció y sus labios formaron una sonrisita.
-Es sobre… - comenzó en voz baja.
-¿El plan? – inquirió sin dejar de mirarla. Ella asintió. –Si… Tus hombros y tus lápices me lo dicen – comento sonriendo abiertamente. –Ya te dije que estoy a tus órdenes. Nada me complacería más que demostrarte que puedes confiar en mí. ¿Bien?
Renata sonrió un poco más. Tomo sus manos y apretándolas susurro un: “gracias”.
De cualquier forma eso no la tranquilizaba.
-Conozco la sensación de ser usado, Will. Y no quiero que tú te sientas así. No quiero. No quiero perderte, eres una estupenda persona. Y que terminemos mal me rompería…
-No me siento usado… - corrigió él. –Aun… - le guiño el ojo.
Las mejillas de ella enrojecieron y su cuerpo ardió.
¿Cómo es que con un simple guiño su cuerpo podía arder y sentirse necesitado justo como ahora?
-Además – agrego dándole un sorbo a su vaso de whisky. –Adoro cuando muerdes tus labios estando nerviosa. Si, justo así… -la señalo.
Renata bajo la mirada, el cuerpo le ardía aun más.
-No tengo hambre…
-Que curioso. Yo si… - levanto una mano y un mesero se acerco. –La cuenta por favor…


William pago, rechazando el dinero que Renata intentaba poner en la mesa. La miro severamente en su último intento de compartir la cuenta de una comida que ella ni toco.
Salieron del restaurante, Renata camino en dirección al edificio donde trabajaban, pero William la detuvo jalándola de la muñeca.
-¿A dónde vas? – pregunto mirándola con el ceño fruncido.
-Al… trabajo – contesto dudosa.
Negando con la cabeza, la llevo a donde estacionaba su auto.
-Hoy conocerás mi casa… - dijo levantando la puerta de su auto rojo, y extendió la mano para ayudarle a entrar a la cabina.
Renata abrió la boca. ¿Era en serio?
Bueno, su rostro no parecía mentir. Entro.

William rodeo la parte de enfrente del auto y entro al lado del conductor. El auto ronroneo cuando él lo encendió y acelero dirigiéndose al tráfico de las 3 de una tarde de jueves.
Cruzaron las calles en silencio. Renata tenía el estomago vacio y justo ahora moría de hambre.
William le rozo la rodilla cuando hizo un cambio de velocidades. Ella lo miro sorprendida y le regalo una radiante sonrisa.
-Lo siento… - murmuro el rubio.
Doblo una esquina y un par de metros más adelante, se erguía un edificio imponente. Era una zona muy elegante y adinerada. Se podían apreciar autos alucinantes, limosinas.
-Llegamos– declaro William deteniéndose para que el Vallet Parking se llevara su auto al estacionamiento subterráneo del edificio.

Ayudo a bajar a Renata que seguía sorprendida. Nunca en su vida había visto un edificio tan grande y a la vez tan lindo. Salvo en los programas de TV.
William, caballeroso mantuvo la puerta abierta para que ella pasara, el portero le sonrió al entrar.
-Sr. Northman – el recepcionista lo llamo a la barra, William jalo de la mano a Renata para que no se separara de él.
-Dime, Stuart… - sonrió amable.
-Su pedido ya está en su departamento. Todo está listo.
-Perfecto Stu – el rubio asintió. Sonrió a Renata que lo miraba entrecerrando los ojos.
La guio al ascensor.


Era raro, ella no podía articular palabra. Sus manos estaban frías y sus dedos temblorosos. Sus piernas apenas actuaban conforme a las órdenes de su cerebro. Mismo que estaba en una lucha por revelar que diablos tramaba William.
El ascensor se detuvo en el último piso.
Las puertas se abrieron y dejaron ver el piso de mármol color crema que estaba en perfecta sincronía con los muebles oscuros y modernos. No había paredes que hicieran que el lugar se sintiera cerrado. Al contrario. Enormes ventanales se erguían dándole al lugar una mayor amplitud. Sin paredes el sitio se veía espectacular.
Renata contuvo un jadeo cuando él la llevo a la sala. Tenía una vista fabulosa de los demás edificios y gran parte de la ciudad, además, la elegancia de los muebles y la decoración. Todo en perfecta sincronía.
Los sofás eran café oscuros, de piel y se veían tan cómodos que ella se imagino arrojándose a uno. Había 3 sofás, uno de 3 plazas que seguro que más de 3 personas podrían sentarse cómodamente; y otros dos de dos plazas. La mesa de centro era de madera y un Jardín Zen enorme estaba en el centro de ésta. El sofá de 3 plazas quedaba de frente a una enorme pantalla de plasma.
Renata soltó la mano de William, se dirigió directo al Jardín Zen. La arena estaba removida, formando pequeños montecitos con los granos. Ella le miro sonriendo divertida.
-Esa mierda no me sirve - bufo con una sonrisa en los labios. -Siéntate, en un segundo regreso - anuncio.
Renata asintió y se arrodillo frente a la mesita de centro, tomo el rastrillo y empezó a darle forma a la arena. Se imagino de pronto a su gato Cartón y el nuevo gatito color humo y ojos verdes que había llamado: Mermelada; revolcándose en la arena gustosos.
¿La razón del nombre? Simple. Luna se había destornillado de risa cuando escucho decir a Renata que quería que la cucharita de Julien entrara en su tarrito de mermelada. Ambas se habían partido de risa, a tal punto que las lágrimas habían escapado de sus ojos.

William regreso a la sala unos minutos después.
La ayudo a ponerse de pie tomándola del codo.
-No tocaste tu comida…
-No tenía hambre – su interior la traiciono y rugió. –Pero ahora si tengo… - agrego.
-Lo sé – William la llevo a su improvisado comedor. Era una mesa blanca redonda con sillas de metal y asientos blancos.
Sobre la mesa había una botella de vino, jugo de naranja y dos copas. En el centro un candelabro de 3 velas, ahora apagadas. Pero lo que llamo la atención de Renata fue esa fuente de chocolate. Había varios tazones de cristal a rebosar de frutas exóticas. Kiwi, fresas, moras, cerezas. Se le hizo agua la boca de inmediato.
-La pasta aun no esta lista – informo jalando una silla hacia atrás para que ella se sentara.
Renata le agradeció con un susurro apenas perceptible para él. William le beso la mejilla y tomo su lugar justo frente a ella. Destapo la botella de vino rosado y burbujeante, lleno las dos copas.
-Brindemos… - levanto su copa. Renata lo imito. –Por ti… - choco su copa y la miro a los ojos. –Porque cada día sea el mejor en tu vida…
Renata se sonrojo. Bebió casi hasta terminar el líquido rosado.
-Mmmm – relamió sus labios, -esta delicioso.
-No tanto como tu – levanto una ceja. La muchacha se sonrojo tanto como las fresas que le llamaban a gritos por ser probadas.
William tomo un palillo largo y delgado y ensarto un par de frutillas para bañarlas en el chocolate. Una vez que las tuvo completamente bañadas y que el chocolate se endureció. Miro a Renata con una sonrisa. La chica contuvo el aliento.
-Sabes… Siempre me pregunte a que sabrías con chocolate – una sonrisa ladina se formo en su rostro. Poniéndose de pie se acerco a ella para tomar su rostro. Renata tenia la boca abierta, no se lo podía creer.
El hombre estuvo frente a ella, tomo una fresa entre sus dedos y se la acerco a Renata. Ella sonrió antes morder la fresa. Era lo más erótico que jamás hubiera hecho. Se mojo de inmediato. Anticipando lo que podía suceder ahí. En el departamento de este hombre encarnando el sexo.
William tomo una silla y se sentó frente a ella. Le acerco una fresa más, pero esta vez la alejo antes de que ella la atrapara entre sus dientes. Un gemido molesto salió de la garganta de Renata. William sonreía triunfante. Recargo su espalda en la silla. Mirando fijamente a Renata, dijo:
-Ven aquí…
Renata relamió sus labios y monto a William con un ágil movimiento. La sorpresa del acto le provoco al rubio un jadeo de júbilo.
-Eso… - acaricio las piernas de ella. Descubiertas por el vestido que portaba esa tarde. Las manos viajaron sobre ella concentradas en sacarle suspiros.
Había olvidado por completo las fresas y el chocolate.
-Pensé que querías conocer a que sabia con chocolate… - ronroneo Renata.
-¡Oh! Es verdad… - Renata iba a bajarse de sus piernas, pero él la detuvo. –No iras a ningún lado… - aseguro, se puso de pie y le tomo del trasero para transportarla hasta la sala.
Una vez ahí, él regreso a la mesa y tomo la fuente y la fruta.
Ella lo miraba divertida ante las caras y los malabares de él para que no cayeran las cosas al suelo. Aparto de un manotazo el Jardín Zen y coloco la fuente y las frutas en la mesa de centro.
-Listo…
Renata sonrió emocionada.
Esta vez, William la tomo de la cadera y la recostó sobre la alfombra.
-¿Qué haces? – pregunto ella acomodándose sobre su espalda.
-Ya verás – subió a ella. Se inclino a besarla, lamiendo la carne de su cuello. Despojándole poco a poco la ropa.


Primero el abrigo. Dejando al descubierto su vestido gris rata. Era una pieza exquisita, de la cual Renata se enamoro de inmediato. Las mangas eran cortas, el escote era recto, a la cintura con una simulación de cinturón que le daba una deliciosa forma, eso según halagos de William. Que apenas la había visto cruzar frente a su oficina, por la mañana, su entrepierna dio un brinco.


Las deliciosas y suaves piernas de ella se dejaban ver largas bajo el vestido, que le llegaba a medio muslo. William se pregunto de inmediato si esa mañana ella portaba liguero. Mientras que los stilletos negros de 10 centímetros de alto hacían estragos con la concentración del rubio. Desde que la vio se había imaginado a Renata solo con ellos puestos al tiempo que la embestía, haciendo rebotar sus pechos.
No había tenido la oportunidad de verla completamente desnuda, solo para él. Seguramente sus más duras fantasías no le harían justicia a la mujer que yacía bajo su cuerpo, a la espera de que siguiera desnudándola y tocándola como solo él sabía hacer.
El rubio comenzó a besar su cuello, buscando disimuladamente el zíper de su vestido. Una vez que lo encontró la miro a los ojos. Renata sonrió y se colgó de su cuello.
La señal que él esperaba llego cuando ella le acaricio el cabello, revolviéndoselo.
Bajo el zíper poco a poco, descubriendo lo que sus más oscuros y bajos deseos esperaban. El comienzo de un liguero de encaje negro. Se contuvo para no gritar de alegría. A simple vista lucia como un vestido recatado, pero a la vez sexy. Era como alimentar las más sucias fantasías de oficina. Y vaya que él tenía muchas sucias fantasías con ella.
Bajo el vestido comenzando por sus hombros, dejando a la vista los tirantes de un sostén a juego con el liguero. Deslizo el vestido hacia abajo mientras su pulso se aceleraba, amenazando su corazón con salir de su pecho.
Cuando la tuvo desnuda y a su merced, se hinco entre sus piernas. Paso la lengua por sus labios. Admirando cada rincón de esa pálida piel.
Tomándola de la cadera, hizo que ella se pusiera de pie, y él de rodillas podía admirar aun mejor cada curva endemoniada de ella. Las manos de ella estaban nerviosas, haciendo añicos su esmalte rojo.
-Eres hermosa… - dijo William con la voz ronca. El deseo le provocaba un nudo en la garganta.
Ella sonrió aun más sonrojada.
No hacía falta que dijera nada. Por el momento.
Acercándose a ella, William abrió los broches que sostenían sus medias con su liguero, ella intento ayudarle pero él la detuvo.
-Quiero hacerlo yo…
Asintió de nuevo, con el corazón latiéndole en la garganta. Sintiendo como golpeaba con fuerza contra sus costillas.
Lo vio pasando la punta de su nariz por su monte de Venus. Lo tomo de los hombros, temiendo desplomarse al suelo. Él subió la mirada, jalando con un dedo el contorno de sus bragas negras de algodón. Poco a poco las deslizo por sus piernas, aun cubiertas por el nylon de sus medias.
Una vez en sus tobillos, William la insto a que levantara sus pies para que finalmente estuvieran fuera de ella.
La mirada celeste de William la derritió, en todos los sentidos.
Sabía que iba a devorarla, pero no sabía que su lengua iba a derrumbarla como lo hizo. Cayó al sofá más cercano y sus piernas volaron sobre los hombros de él, dándole mayor acceso a su cuerpo ardiente y húmedo.
-¡William! – gritaba ella. Abrazando el orgasmo con fuerza. Mientras su cuerpo temblaba y su corazón palpitaba a gran velocidad.
La lengua de William nunca se detuvo, sentía como el botón húmedo de ella se endurecía pidiendo por más, su lengua lujuriosa y su dedo índice se habían apoderado de la razón de Renata.
-¡No te detengas! –pedía ella a viva voz. Apretando los hombros de él. Ciñéndolo contra su centro. -¡No te detengas! – jadeaba.
Y el rubio no se detuvo hasta que sintió el último espasmo de su cuerpo. Así, sin invadir su cuerpo, solo tocando su clítoris y hablándole en susurros contra sus húmedos muslos. Invadiendo cada sentido de ella y completando sus más sucias fantasías.

***



Renata no quería abrir los ojos. Sabía que era de noche, no conocía la hora exacta, pero poco le importaba. La habitación de William no tenía muros, como supuso. Así que el cielo nocturno, en conjunto con las estrellas y la luna se podía apreciar con facilidad.

Su cuerpo dolía de una forma tan deliciosa que sonrió. William estaba acostado a su lado, con esa sonrisa picara bailando en sus labios. Su cabello rubio estaba revuelto y el de ella, ni se diga. Ambos estaban desnudos. Desnudos y satisfechos. William era un buen amante. Le hizo el amor en la sala, después paso a la barra de la cocina, para ir a trompicones hasta su recamara, pero antes, la tomo en las escaleras, él tenía ganas de llevarla a la pequeña piscina que estaba en el improvisado jardín, pero se contuvo, ya que el agua estaría congelada debido al clima, así que se saltaron ese lugar para pasar a gritar blasfemias en la comodidad de su habitación. No sin antes, tomarla contra una ventana.

William tenía ideas ilimitadas. Todas y cada una de ellas satisficieron a Renata.
El rubio la ciño más contra su pecho. Renata no opuso resistencia. El calor de la cama de William la llamaba seductoramente, y ese hombre, como siempre decía, encarnaba el sexo. Eran tan sensual, que incluso cuando fruncía el ceño porque algo le molestaba no dejaba de verse exquisito.
-Will… - susurro despejando su frente de su rubio cabello.
-¿Mmmhum? – gesticulo aun con los ojos cerrados.
-Creo que tengo que irme – continuo Renata.
-¿Tienes que irte, o quieres irte? – abrió los ojos y sus celeste mirada la perforo.
La había atrapado. Ella no quería irse. Se sentía tan bien pasar el tiempo a su lado. Riendo. Sonriendo. Besándose. Tocándose. Amand…
-Si, - sonrió poquito cuando el último hilo de sus pensamientos se sintió como un balde de agua fría – tengo que irme.
-No, no quieres irte – acuso. –Ya te hubieras deslizado de la cama hasta tomar tu ropa y te hubieras ido, si quisieras.
Ella mordió su labio inferior.
-Yo… William, es tarde – se aparto de la prisión de los brazos de William y comenzó a buscar su ropa.
William la miraba recargado en la cabecera de la cama. Un segundo después Renata lo miro boquiabierta. No era porque el tipo se veía exquisito medio tapado por la sabana. No. Bien, si, si era por eso. Pero otra cosa, bastante curiosa –y no fue su erección, esta vez no – lo que le hizo mirarlo con los ojos muy abiertos.
-¿Qué pasa? – inquirió William, lentamente doblo la rodilla, tratando de ocultar su erección. Verla gateando en busca de su ropa interior había despertado su animal interno.
-Tu cama… es…
-Redonda, si… ¿Qué tiene?
Ella cerró la boca y negó con la cabeza. Dando la espalda para sonreír como boba y colocarse en su lugar sus bragas y su sostén.
William se puso los calzoncillos y corrió a la sala para alcanzarle el vestido, las pantimedias y el liguero. No quería perder detalle de ella mientras se vistiera. Si, era un pervertido y estaba loco por ella.
Renata termino de vestirse, el cuerpo aun le dolía y esa pequeña mordida de William sobre su cadera aun la tenia rojiza.
-Lamento lo de…
-No importa – sonrió ampliamente. –Me encanto – soltó, atándose el largo cabello en una coleta sobre su nuca.
-¿Quieres darte un baño? – William quería mantenerla lo más posible en sus terrenos. Jamás dejarla escapar.
Era, sin duda, lo mejor que le había pasado. Que había pasado delante de él. Y que, sumado a que era una asombrosa mujer: inteligente, hermosa, fuerte, segura; ella no lo quería por su dinero. En ningún momento ella abrió la boca al escuchar su apellido ni cuando supo que era el dueño de la empresa donde ella trabajaba. Cualquier otra hubiera intentado por cualquier medio meterse en su cama, pero ella, ella parecía querer estar fuera de su cama a como diera lugar.
Adoraba la forma en que Renata se sonrojaba cuando él coqueteaba con ella. Mejor aún, cuando él sin querer – ¡Y yo me chupo el dedo! – le tocaba la pierna o perdía los ojos en su escote. William tenía que aceptar que su amiga Luna lo había dejado sorprendido. Pero después de tratar a Renata, se percato de que no tenía igual. Podían ser muy parecidas en su fortaleza. Pero a la vez tan diferentes que era imposible describirlas.
-No. No quiero darte más molestias, Will.
-¿Molestias? – cruzo los brazos aun sobre su desnudo torso. -¿Por qué piensas esa estupidez? ¿Tu molestar? Ok, si, si molestas. Cuando estas vestida. Solo así me molestas, me pones enfermo…
Renata se sonrojo hasta las orejas.
-Will – gimió como advertencia. Sabía que volvería a caer en sus brazos y mejor aun, en sus sabanas.
-¿Qué? – él se acerco a ella y la apretó contra su cuerpo. Renata jadeo cuando sintió la dureza del sexo de Will chocando con su vientre. –Estoy loco por ti, ¿no te das cuenta?
Temblando ella desvió la mirada, parte avergonzada y parte petrificada por no saber qué demonios contestar.
-No sé qué decir… Me gustas William. Mucho – comenzó a balbucear. –No quiero lastimarte…
-Shh, shh – la obligo a mirarla. –No digas nada, Rens. Eres una mujer libre, adoro eso de ti. No soy una jaula de brazos y piernas. Solo quiero que lo sepas. Que sepas que puedes contar conmigo en lo que sea, así sean locuras, más locuras y si, locuras.
-Gracias – atino a decir ella. –En serio…
Pero William silencio su torpe agradecimiento con un tórrido beso. La levanto del suelo, masajeando sus nalgas, embelesado con los gemidos que ella dejaba escapar contra su boca.
-Ahora vete antes de que te devore de nuevo… - gruño regresándola al suelo.
-¿Y si quiero quedarme? – inquirió ella alzando una ceja.
-¿Quién soy yo para impedírtelo?

1 comentario:

Ale de Moesia dijo...

Que puedo decir ame el capi!!!! William lo amoo y eso es una declaracion!!! Gracias por todo lo que escribes!!! esa mente tuya es unica y la amo!!! :3 Yo me sorprendi del rumbo de los pensamientos de esa pobre Rens!!! Y esque amarlo es muy sencillo!!! El es tan jodidamente seductor y ufff!!!! Quiero que se quede con el!!! Es el unico que le ofrece un futuro, un mañana y no la aleja!! Ella solita va en la busqueda y el encuentro de Will!!! Y esque tuve mi epifania lo juro. Las cosas que estan frente a nosotros no las vemos con claridad!! Aunque no lo creas algo de esto me pasa... por que diantres no escogemos al puerto seguro, que nos ama, que nos hace sentir especiales y unicas en el jodido mundo??? Yo creo que es por que buscamos probar y reconocer todas las opciones!! Pero en verdad amo a William!! me haces sonreir, pensar y amar cada linea, sentimiento, hecho y uff que te digo que cada personaje lo amo con locura!!!! Ufff Maldita delicia deliciosa es mi adiccion!!! Osea segunda temporada!!! quierooo!! y tambien que a Julien le den su merecido por que quiero saber que hara cuando vea a Renata tan feliz con Will y el perdio tanto con ella ¿Se dara por vencido?
Te amooo mi Beu RIbe!!! Espero el proximo capitulo frenetica y ansiosamente!!!
Saludos!!!

Las chicas del Té de Lemmon

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