octubre 07, 2011

Maldita delicia, segunda temporada. Capitulo XX

¡¡ Llovió a madres!! Oseasemasemese mucho XD
Me dormí unas dos horas, casi, en casa de mi amiga mientras veíamos "Los ojos de Julia", buena película, la recomiendo (:
Por otro lado... Déjenme decirles y recordarles que Maldita delicia se acerca a su final de temporada. Así es mis lectoras :D Harto emocionada que estoy. Pondré dedos a la obra en las otras historias y en la tercer temporada de MD x)


Se acercan los preparativos para la fiesta de Renata Cotty. Luna no sabe nada nadita y eso la tiene con los pelos de punta, pero eso si, harto feliz porque anda con el sexy Jensen para todos lados *.* Iuuu! Parece que todo se acomoda ;)


Buen fin de semana. Que disfruten el capitulo. Cambio y fuera ♥


20. Ojos verdes

Con esas sonrisas estúpidas en sus rostros, no era difícil imaginarse como habían pasado el fin de semana. Nada difícil. Renata y Luna comían juntas un lunes por la tarde. Se habían contado en resumen sus aventuras enredadas en las sabanas. Lo supieron de inmediato al irse juntas al trabajo.



“¡Dios! Fue tan lindo y tierno”, gemía Luna. “¡Creo que no pude sentarme derecha todo el día viernes!”, recordaba Renata con las mejillas coloradas. Ambas sintiendo un calor envolverlas con el simple recuerdo de los días pasados.



Caminaban juntas directo a sus empleos. Sin poder borrar esas sonrisas bobas. Ahora con más ánimos que nunca. Sabiendo con certeza que la vida les sonreía como a sus amigas. Emily no paraba de dar brinquitos contenta por los preparativos de su boda por el civil. Jennifer trabajaba duro en la sorpresa de Renata, esta vez con sigilo de no revelarle nada a Luna. Ya que sabían que la morena confesaría a la primera oportunidad de alguna promesa infinita de Renata. Conocían las debilidades de Luna, y eso era: Guardarle secretos a Renata.


-Nos vemos más tarde, no me esperes despierta – sonrió Renata.
-Perversa – chillo divertida la morena. –Suerte – le dio un fuerte abrazo y se fue a la Editorial.


Renata tarareaba contenta la melodía de una canción con la que William la había devorado el domingo por la mañana.





-All mine… - tarareaba caminando por la acera directo a su trabajo.
-Renata – bajando del averiado auto clásico, estaba Julien. -¿Dónde has estado todo este tiempo?
Renata se detuvo en seco. Lo miro. Sin duda era Julien. Su cabello largo, despeinado sensualmente, sus enigmáticos y ladinos ojos, esa sonrisa compuesta por una mueca irónica. Sin duda era él.
-Por ahí – contesto alzando los hombros, caminando de nuevo.
-Si, puedo notarlo – la siguió, muy de cerca. –Te estuve esperando ese día después del trabajo. Jamás llegaste.
-¿Y eso lo descubriste tu solito? ¡Genio! – jadeo.
Sonriendo camino a su lado y la detuvo tomándola de la muñeca. Renata apretó los dientes y lo miro alzando una ceja.
-¿Qué quieres?
-Saber qué demonios te pasa… - entrecerró los ojos.
-No pasa nada, Jules – sonrió cínica. Julien de inmediato tenso la mandíbula. Odiaba que le llamaran Jules.
Pero eso era justo lo que Luna le había dicho a Renata que hiciera cuando se encontrara frente a frente con Julien. “Muéstrate indiferente. Como si él no te importara. Al fin, él no se mostro interesado en ti. Pues que sepa el muy bastardo que no lo esperaras eternamente”, sentencio con una sonrisa días atrás.
Renata había creído que ya no lo volvería a ver, creyó que no usaría esa mirada desdeñosa que habían practicado por días ella y Luna. ¡Dios! Se sentía genial. Como si tomara al Toro por los cuernos.
-¿Cómo me dijiste?
-¿Cómo, Jules? – repitió ella sin borrar esa sonrisa victoriosa del rostro.
Julien bufo.
-Sabes que odio que me llamen, Jules – gruño. –Lo sabes, te lo dije…
-¡Oh! Supongo que lo olvide – alzo los hombros. –Bueno, Julien… Nos vemos. Tengo que irme… - zafo sus muñecas sutilmente de su agarre y camino con la barbilla en alto.
-¿Te hice algo? – Julien de nuevo la alcanzo.
-¿Cómo qué? – inquirió sin detenerse.
-Tú dímelo – urgió.
-Mmmm – frunció los labios. –No, no creo.
Aun con Julien caminando a su lado, llego al lobby del edificio donde trabajaba.
-Adiós – dijo y entro al edificio.
-¡Hermosa! – William, como habían acordado, la esperaba cada día en el lobby cuando ella iba a comer con Luna.
Julien se detuvo en la entrada.
-¿Dónde estuviste? Te extrañe – la tomo de la nuca y le dio un caliente beso.
Eso no se lo esperaba ella. Pero continúo el beso con pasión. Envolviéndolo en sus brazos.
-Cada día sabes mejor – murmuro contra sus labios. –Mejor que con chocolate y fresas…
-¡William! – jadeo, ruborizada.
-Es solo la verdad. La próxima vez te bañare en crema batida… Mmm… - mordió sus labios y beso su nariz.
Agitada lo tomo de la mano para caminar hasta el ascensor. Miro sobre su hombro. Julien aun estaba de pie ante la puerta.
El ascensor se cerró y subió. William la pego a la pared del ascensor.
-Eres tan hermosa – olfateo su cuello, estremeciéndola.


***


Julien no dejo de verla hasta que las puertas se cerraron.
Era de esperarse. Bufando y con los puños apretados. Realmente no sabía porque se sentía furioso, regreso a su auto y entro dando un fuerte portazo. Todas las chicas eran un gran problema. Una patada en las bolas si le preguntaban. Por una chica había pasado un mes en la cárcel. Oliendo a orines, sangre y sudor. Por una chica casi se termina su vida. ¿Por qué pensar que ella sería diferente?
Seguro apenas se enterara de su apellido correría en la dirección opuesta. O quizá, como algunas otras, se burlaría de él.
“Dorothea Van Gulick solo tiene un hijo, ese guapísimo adonis…”.
Tristan.
Joder. Así que él no existía en el mundo. Eso era lo que había querido su madre. Que él desapareciera. Lo deseo desde el momento en que Julien se había metido en problemas en la preparatoria. Lo ansió, cuando él tuvo ese problema con la chica muerta.
Y aunque Julien, juraba y perjuraba que él no había tenido nada que ver, su madre solo lo miraba alzando una ceja, con la palabra: Mentiroso, en su frente. Julien podía ser todo. Menos un asesino. Nunca eso. Nunca.
Tomo la dirección que jamás creyó que iba a tomar. Aparco su desvalijado auto frente a la entrada de uno de los más lujosos edificios en Manhattan. El portero se acerco, dispuesto a mandarlo lejos con insultos si era necesario. Pero apenas lo vio se detuvo, y se ofreció a llevar su auto al estacionamiento subterráneo del edificio.
-No es necesario, Larry.
El portero insistió y Julien le arrojo las llaves sin ganas de pelear. Subió por el ascensor hasta el penthouse de su hermano.
-¡Julien! – jadeo Tristan apenas vio salir a su hermano del ascensor.
-Hey… - sonrió sin ganas y se acerco a la salita de su hermano. - ¡Uf! Vives en una pocilga, Tris – comento observando todo el lugar.
Tristan se revolvió el cabello. Julien nunca había ido a visitarlo. Incluso, pensó que no sabía donde vivía. Y verlo ahí, en su sala, recorriendo el lugar curioso lo puso algo nervioso. No quería sonar grosero al preguntarle que hacia ahí, así que mejor callo y le ofreció una cerveza. De cualquier forma, aunque no se hablaran eran hermanos.
-Tris – comenzó Julien con la botella de cerveza medio llena entre sus manos. Había bebido en silencio, frente a frente. –No he sido el mejor hermano…
-No importa… - Tristan meneo la cabeza, restándole importancia.
-Se lo que Dorothea te dijo que hicieras…
-Yo le dije que estaba fuera de sí – interrumpió Tristan. –Ni siquiera tienes un empleo…
-¿Eso piensas, Tristan? – lo miro, ofendido, entrecerrando los ojos.
-No, es decir… - ahora balbuceaba. –Si, eso pensé – rectifico. –Hermano, nunca supe que tuvieras un empleo. Nuestro padre te ofreció atender la Galería…
Julien sonrió irónico, levantando ambas cejas.
-No quiero que George me dé un empleo porque mamá se lo haya pedido. Papá siempre hizo lo que mamá le dijo, siempre. Aun después de que se divorciaron, lo sabes, Tristan… - lo miro entre dolido y nostálgico.
Desde que tuvieron uso de razón, su padre George y su madre Dorothea estuvieron separados. Siempre. A veces el tío Keifer iba a visitarlos con Noah y Ada para poder divertirse. Pero nada más.
-¿Entonces qué quieres que piense, Julien? – Tristan se puso de pie. Seguir sentado en esa sala le hacía doler la cabeza. -¿Dónde trabajas, donde vives? Dímelo… - pidió deteniéndose al lado del piano de cola que tenía en su enorme sala. Él no lo tocaba, pero sabía que algún día Julien los deleitaría con un poco de música.
-¿Para qué? Se lo dirás a mamá y ella no hará otra cosa que burlarse de la vida que llevo. Pues no gracias.
-¿Cómo dices? – frunció el ceño. –Mamá solo quiere lo mejor para ti. Solo eso. Lo mejor para los dos. ¿Julien porque no lo entiendes?
-¿Por qué? ¿Por qué? – ahora él también se había puesto de pie, algo agitado. –Porque para ella no soy más que la oveja negra, Tristan. El hijo descarriado que estuvo en el lugar y momento equivocado. Que le cargan una muerta de la cual él no tuvo la culpa. Esa chica murió en el incendio, yo no tuve nada que ver. Nada. Intente ayudarla Tristan. No sabes cómo es que me siento cada que miro a alguna chica de ojos verdes. Cada que la miro y pienso que podía ser ella, la chica del incendio. Pude ayudarla, pude dejar que ella se enredara conmigo solo para que no se muriera. Pero no… no pude – sus ojos se cristalizaron.
-Lo siento, no sabía…
-Nadie nunca se detuvo a preguntarme como fue. Solo se encargaron de cubrir lo que pudo ser… - interrumpió seco. –Cuando ese tipo… - recordó – me golpeo, deje que me golpeara. No metí ni un solo dedo para detenerlo. Fue mi culpa que su novia muriera, Tristan. Solo mía…
-¿Qué? ¡No! No fue tu culpa – jadeo Tristan. –Fue un accidente.
-Intento mantenerlo en mi mente, pero no puedo – le dio un trago largo a la cerveza. –Solo me vienen a la mente esos ojos verdes, llenos de miedo, de angustia, desesperación. ¡Dios! Mejor hubiera muerto yo – finalizo.
-¿Cómo dices? ¡No! – Tristan corto la distancia que los separaba y lo zangoloteo intentando que entrara en razón. -¿Estas loco?
-Mamá estaría más feliz de solo tener un hijo. ¿Sabias que todas en la calle me llaman loco cuando les digo que soy un Van Gulick? ¡Ja! – rio amargo. –Ellas solo dicen: Su único hijo Tristan es un adonis… - imito la voz chillona de las últimas chicas que se lo habían dicho. –Dios, Tristan. Las traes muertas…
-No digas estupideces, Julien. Tú eres mi hermano, su hijo. Solo que ella…
-¿Ella qué? – lo miro. -¿Ella es una buena madre que no quiere que sepan de su hijo no exitoso? ¿No quiere que sepan que tiene un hijo que vive en un departamento que hasta hace no menos de una semana tenia cadáveres de ratas y cucarachas por doquier? ¿Qué de no haber sido por un alma caritativa que ahora me aborrece ese asqueroso lugar seguiría siendo peor que vivir debajo de un puente o dentro de las cloacas? ¿Eso?
-Mamá tiene errores como todos…
-Si, tienes razón. Y yo fui el peor de todos – dejo la cerveza sobre el piano y camino directo al ascensor.
-No, Julien – Tristan lo alcanzo antes de que entrara. –Si, mamá es… es Dorothea. Se que puede dar miedo y todo. Pero es nuestra madre. Ella te quiere, lo hace. Créeme. No hay día que no pregunte por ti a papá.
El semblante de Julien se relajo un poco. Claro que le creía a su hermano. Él no le mentiría. Nunca. No había secretos entre ellos.
-Bien – asintió, soltando el aire contenido en sus pulmones. –Trabajo en un bar, todos los días. Es un buen lugar. Es gerente del bar es amigo de papá. Papá me dijo que él me daría empleo si le demostraba que lo merecía.
-Que bien… ¿Sabes? Necesito ayuda en el taller.
-Tu siempre necesitaste ayuda, Tris – sonrió Julien. Le dio un par de golpecitos en los hombros.
Juntos regresaron a la sala.


Las cosas ya no estaban tan espinosas entre ellos. Julien extrañaba a su hermano, y Tristan igual. Ahora todo parecía volver a la normalidad. Volvían a hablar de motocicletas, autos, chicas. Lo mejor era hablar de todo y de nada. Ponerse al día.
Tristan finalmente se animo a preguntarle los detalles de aquella noche que marco para siempre a su hermano. Julien la relato con lujo de detalle.

“Había una banda. ¿Recuerdas a ese tipo que era un caza talentos? Pues él me invito. La banda era buena, mucho. El cantante de la banda era… - carraspeo –Novio de la chica que murió. Ella era hermosa Julien. Tenía unos ojos verdes que te hipnotizaban. Hacia los coros en la banda. Y cuando terminaron de tocar se acerco a mí, pidiendo un cigarrillo. Le ofrecí fuego después de que otro tipo le dio con mucha emoción su pedido. Platicamos un rato y ella desapareció un momento. Yo estaba en el piso de arriba y lo único que supe fue que ella salió del baño, la habían empujado y había caído frente a mí. Se notaba a leguas que había tomado de más. Lo cual no era raro, ya que el caza talentos, según escuche, prácticamente los tenía con un disco bajo el brazo y un contrato millonario. Una promesa. Ella estaba emocionada y me beso. Intente detenerla… era hermosa y todo, pero esa noche no buscaba un revolcón. Terminamos platicando en el pasillo. Balbuceando cosas sobre su novio y un viaje que ella planeaba a Londres. Temía que decirle eso a su novio, él terminara odiándola. Y de pronto la gente gritaba por la policía. Bajamos… el alboroto se hizo más grande. La gente corría y gritaba. Después, fuego. Ella quedo atrapada con un mueble que cayó. Todos habían salido y el piso de arriba estaba cubierto por las llamas. Regrese a salvarla, y una pared le cayó encima. El resto es historia…”.


Para cuando Julien termino su historia. Su secreto, ese que le carcomía el alma, se sitio liberado. Tristan lo miro atento sin interrumpirlo.
Así que eso era lo que había pasado realmente. Julien no había tenido nada que ver. Nada de culpa. Como él había dicho: Lugar y momento equivocados. Solo eso.
Apretó su brazo con solidaridad. Julien le regreso una pequeña sonrisa.
-Lo lamento, hermano.
-Gracias. Pero es pasado ahora. Lamentar su muerte no hará que ella vuelva. Solo que no puedo sacarme de la mente esos enormes ojos verdes… - se revolvió el cabello, angustiado. –Y menos ahora…
-¿Menos ahora? ¿A qué te refieres?
-Hay una chica… - volvió sus ojos azules a su hermano que lo miraba atento.
-¿Una chica? – sonrió pícaro. –Siempre hay una chica…
-Si, casi siempre hay una mujer que arruina tu miserable vida – soltó una sonora carcajada.
-¿Qué tiene esa chica? – presiono Tristan, aliviado por el cambio de tema.
-Ojos verdes – contesto, abrumado. –Unos hermosos ojos verdes…


***


La vida de Julien no era perfecta. El estigma de su pasado lo perseguía. Pero haberse sincerado con su hermano lo había liberado. Casi podían decir que habían comenzado de nuevo. Habían empezado la amistad que habían dejado casi por 5 años, después del terrible accidente que su madre se había encargado de encubrir.



Esa tarde, cuando visito a su hermano de nuevo, no supo que lo movió a ir a verlo. Quizá, después de todo, la sangre llama. Y agradecía de corazón que su hermano no lo hubiese corrido de ahí apenas había tocado su pulcro piso de mármol. Después de haber intentado conspirar en su contra, intentando sacar sus trapos sucios y sus secretos. Tristan no tenía secretos, era más claro que un vaso de agua.



Volver a ser los mismos de antes. A contarse sus vidas, sus aventuras y demás los tenia contentos, con sonrisas permanentes en sus rostros. Ser los de antes, como siempre debió ser.

1 comentario:

Ale de Moesia dijo...

Awwwwwwwww Ame el capi!!!! <3<3<3<3<3 Dioses!!! Envuelveme a Jules con moñito o sin el!!! Lo amooo!!! pobrecitooo yo te consuelo!! xD Asi que esa es la verdad!!! Awww Lo amooo el intento salvarla!! Y aww ya hizo las paces con su hermano!!! Aunque Trish osea con Monique!!! ¬¬ Aun no supero aquello xD (Yo toda indignada xD) Esa Rens Girl power si señor!!! Se lucio!!! Ahora quier pensar que siente celos Julien??? Awww Ojos verdes!!!! jajaja xD awww no puedo dejar de decir awww xD Pero es que este capi lo ami archirrecontra hiper mega super duper!! Quiero mas!!!!!!!! No me dejes asi!!! Plis!!! Necesito mi droga!!! :D
Te amooo!!!
Besos!!!
Mas Plis!!! *O*!!
Oh La cancion la amo!!!!!! <3<3<3 Oh Willl!!! quiero crema batida *¬* jajajaja
Mira lo que has creado!!! Una Fanfromhell!!! xD

Las chicas del Té de Lemmon

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