marzo 16, 2012

Maldita delicia, tercera temporada. Capitulo 10

Mi Ale me sedujo... xD Yo bien victima ),: xD Ok, no... Estoy ansiosa de llegar a lo mejor de lo mejor de la historiaaaa, ¡patearemos traseros lectoras mias! ò_ó
Porque somos Girl Power! ♥
Sin más... Los dejo con este pedaaaaaazo de emocion ^^ !! Yo me emociome de escribirlo, muchote... xD
Nota del autor: "¡¡Son mis dos semanas, por fin!!" - Julien Van Gulick.
Hasta Jules esta emocionado, (no le digan que le dije Jules xD). Enjoy ^^


10. Liberado

La resaca del día de hoy era monumental, solo así podía describirla Julien. Su cabeza dolía como si mil caballos salvajes hubieran pasado sobre de él. El sol que se colaba entre los ventanales de la ex habitación de su hermano Tristan, le lastimaba los ojos, se hizo sombra con el brazo, pero el fulgor de los rayos continuo molestándolo. 

Salió de la cama con pasos tambaleantes. La noticia de que su hermano se mudaba a un loft pequeño y cómodo, cerca de su taller de motocicletas tenían que celebrarlo, no convenció a su hermano de ahogarse en alcohol como él, sin embargo  Julien celebro por ambos terminando él solo una botella de whisky. Ahora, pagaba las consecuencias.

Con la boca seca y ansiando el nulo sabor del agua, lleno un vaso del grifo en la cocina, vacio el contenido de un trago. Por un par de segundos el liquido refresco su paladar, para que después una sensación de asco lo invadiera, obligándolo a correr al cuarto de baño y vaciarse en el excusado, sudando frio y abrazando el ídolo de porcelana.

-¡Mierda! – con la poca dignidad que le quedaba, lavo sus dientes y su rostro. –Sigues siendo un tipo bien parecido – se dijo a sí mismo al espejo.

Paso la mano por su rostro húmedo. Tenía varias semanas ya, que no bebía como lo hacía ahora, quizá la razón de ahogarse en alcohol era solo una persona, y esa persona estaba en su mente noche y día. Comenzaba a volverse loco, la veía a través de sus parpados cerrados, la veía danzando con pasos delicados en su nueva habitación, incluso antes, cuando vivía en ese mugroso departamento donde una ocasión la llevo, donde por primera vez deseo tenerla solo para él.
*Click, Sintonias - Carla Morrison
No lo pensó dos veces antes de salir de su nuevo departamento, Tristan le dijo que tenía todo pagado, así que él acepto la propuesta de quedarse con el sitio con la condición de que se quedara en su lugar el piano de cola. Bajo del ascensor y salió a la calle. El fresco clima y un tanto húmedo de primavera le recordó que tenía que darse una ducha, pero la dejo para después, no tenía tiempo que perder, quizá la viera. Era sábado por la mañana.

Decidido recorrió los caminos bordeados de árboles de Central Park. Tomo aire, recargándose en una banca, no tenía tan buena condición como pensaba, mucho menos con la resaca que albergaba su sistema.

-Eres un anciano, Vince…

Esa voz. Aquel bajo tono melodioso lo hizo voltear hacia atrás. Era ella.

Su cabello atado en una coleta se removía alborotado ante los movimientos de su trote, sus pechos brincaban a la misma sintonía, comenzaba a hacerse adictivo mirarla. Esa playera verde estaba ajustada a su torso y al borde del top que resguardaba sus pechos, y esas torneadas piernas, mil veces soñó que lo rodeaban mientras lo montaba, se acercaban a él, tensándose bajo esos pantalones de lycra cortos debajo de la rodilla.

-Tranquila, Nats – aquel otro hombre con el que corría apenas logro articular palabra.

-Por favor… - se detuvo y regreso unos pasos hasta donde aquel tipo estaba tomando aire.

Julien aguardo en silencio hasta que varios minutos después Renata retomo su camino y se cruzo con la mirada lujuriosa de Julien, obligándola a detenerse.

-Julien – dijo, lejos de sofocarse como hacia su acompañante.

-Renata.

-¿Qué haces aquí? – paso los ojos curiosos, por su saco arrugado y su camisa blanca sucia con unos jeans desgastados y botas desgastadas.

-¿Tu qué piensas?                                              

-Que dormiste en el parque – sonrió.

-Error.

-¿Qué haces aquí entonces? – repitió acercándose, tentada a acariciar ese revuelto cabello que a leguas se veía sucio.

-Vine a buscarte…

-¿Cómo? – esta vez, estuvo a nada de jadear.

-El último sábado que te vi, venias de correr, supuse que venias a correr aquí… Aunque pensé que vendrías con tu amiga la morena…

-¡Renata! – Vincent, el hermano de Renata, estuvo a punto de olvidar a su hermana en un arranque por recuperar su orgullo y rebasarla en una curva. Vincent se encontraba a unos 15 metros de ellos.

-¡Estoy bien, es un amigo! – grito para calmar a su hermano que tenía toda intención de regresar por ella.

-¡Segura!

-¡Si! ¡Es hermano del novio de Luna! – grito, ocultando una sonrisa boba.

-¿Es verdad?

-¿Qué? – Vincent se había ido.

-La morena y mi hermano son novios.

-Claro. Tristan se lo pidió a mi amiga, es tan lindo y romántico… - sus ojos soñadores lo decían todo.

-¡Uf! No me lo esperaba.

-¿Por qué no?

-Por nada, olvídalo. ¿Cómo estás?

-¿Tu hermano nunca ha tenido… novia?

-¿Fui muy obvio?

-¿Por qué?

-Vivimos hasta la mayoría de edad en internados al otro lado del mundo. Solo había hombres en esos colegios. Así que o mi hermano se enamoraba de alguno de ellos o escapábamos de ahí para poder coger a un par de lindas nenas y demostrábamos nuestra hombría entre sus muslos…

Renata formulo un gesto de asco y desaprobación.

-Es decir… Luna es la segunda chica con la que está en Nueva York – sonrió petulante. –Pero la primer parte de la respuesta es verdad, la de los Internados de varones.

-Bien. ¿Por qué luces como si hubieras dormido bajo un puente?

-Tristan y yo celebramos que se cambiara de departamento y me dejo el departamento en Manhattan, era motivo de celebración…

-Cualquiera diría que te golpearon – toco su pómulo izquierdo.

-Ah eso – atrapo su mano antes de que ella la alejara. –Intente caminar al piano y me caí antes de sentarme.

-¿Tocas el piano? – los ojos brillantes de Renata no pasaron desapercibidos para Julien. Sus propios labios hormiguearon al sentir el calor de la pequeña mano de ella entre la callosidad de sus dedos.

-Y la guitarra – agrego. –Quizá algún día toque para ti…

-¿En serio?

-Seguro, sería un placer… - el delicioso rubor que apareció por las pálidas mejillas de Renata lo calentó. – ¿Quieres almorzar conmigo? Muero de hambre y apuesto a que tu también – regreso un mechón de su cabello rebelde detrás de su oreja, el rubor en sus mejillas incremento sensualmente.

-Me encantaría, pero…

-Será otro día.

-Quede en almorzar con Luna y…

-¿Mi hermano?

-Si.

-Esos dos parecen ir en serio – rasco su mejilla.

-¿Quieres acompañarnos?

-Quisiera ir solo contigo, como amigos, ya sabes. Ponerme al día con tus asuntos. ¿Todo en orden con el rubio?

-Eso creo, si.

-¿Segura?

-Se va a Londres en un par de días – murmuro, evito la mirada de Julien.

-¿Por qué no te veo tan destrozada? – le tomo la barbilla para que lo mirara.

-No, no es eso solo… ¿Recuerdas cuando me llamaste?

-¿Cómo olvidarlo? ¿Ese día te dio la noticia?

Asintió.

-Me pregunto si me iría con él.

Julien tenso la mandíbula, y la resaca lo invadió a la milésima potencia. Tomo aire trabajosamente por la nariz. ¿Qué diría? ¿Se iría? ¿Perdería toda oportunidad de… conquistarla?

-¿Ya diste tu respuesta? – sonó a un gruñido que oculto aclarando su garganta.

-Aun no.

Un alivio por entero para Julien. Después de todo si era un cerdo arrogante y egoísta, como lo llamaba toda la gente.

-¿Pero?

-No sé si quiera irme a Londres con él.

-¿Por qué?

-No lo sé.

-Ya veo… - podía leer la confusión en los deliciosos ojos verdes de Renata.  – ¿Qué dices entonces, almorzamos juntos? Apuesto que Luna ni Tristan te extrañaran tanto como yo…

Antes de que flipara, Renata cambio el tema:

-Mejor te veo para comer. No pienso almorzar toda sudada y con ropa de deportes.

-Para mi te ves preciosa, sudada, con el cabello revuelto, con la ropa pegada al cuerpo… - se acerco a ella. Su corazón se alboroto expectante. –El tipo con el que venias, ¿Quién es?

A Renata comenzó a marearla el aroma a colonia y whisky de Julien. Apenas entendió lo que pregunto. Sus sentidos estaban alertas.

-Mi hermano, Vincent…

-Comenzaba a…

-¿A qué? – Julien dio un paso más hacia ella. Sin perder detalle de sus ojos, Renata lo tomo de la camisa, temiendo caer por su cercanía.

-A ponerme celoso…

-¿Por qué?

-Porque soy un cerdo arrogante y egoísta – Renata finalmente cerró los ojos, Julien acaricio su mejilla izquierda con su nariz, su barba rasguño suavemente sus labios y su barbilla. – Entonces a la hora de la comida, ¿ah? – susurro en su oído.

-Si.

-Paso por ti a las 4, ¿está bien para ti?

-Muy bien, si – temió que su voz sonara a gemido.

-Perfecto – se separo de ella y beso su barbilla. –Nos vemos, amiga – acaricio su nariz. –Por cierto, te ves hermosa cuando te sonrojas.

Frunció el ceño molesta.

-Uhh, no te gusta que te sonrojen – comento ladino.

-Que tonto eres, Jules – cruzo los brazos sobre sus pechos.

-Golpe bajo, Nats – imito su postura a un par de metros de ella. –Saludos a tu amiga y a su estúpido novio.

-Te reto a una carrera, si gano, vas conmigo al almuerzo con Luna y Tristan…

-¿Y si yo gano? – levanto una ceja, conservando la postura.

-¿Qué es lo que quieres a cambio?

-¿Lo que yo quiera?

-Que no tenga que ver con…

-Sexo oral, lo sé – sonrió divertido.

-Yo iba a decir que nada de amenazas con dejarme caliente y húmeda en mi departamento, pero supongo que es lo mismo – bromeo.

-Bien, si yo gano… Te vas conmigo dos semanas a Francia.

-¿Q-qué?

-Dos semanas, apuesto a que a tu rubio novio no le importara que tomes tus vacaciones en primavera y no en verano. ¿Trato?

A Renata le costó carburar después de aquella condición. ¿Era en serio?

‹‹ ¡Dioses!››

¿Cómo sabría Julien que su mayor sueño era ir a Francia? No, no podía saberlo. Solo Luna lo sabía. Y sabía que Luna no le dirigía la palabra, no aun al menos.

-¿Trato? – Renata aun seguía en silencio. –El viaje no incluye sexo oral, ni tocarte bajo el vestido, menos bajo tus bragas, ni sobre tu vestido ni sobre tus bragas… ¿Qué dices?

Recobro el habla cuando Julien intentaba acercarse a ella, seguramente para volverla aun más estúpida.

-Trato – lo detuvo con una mano en su duro torso. –Yo ganare.

-No cantes victoria, Nats – beso su mano antes de colocarse al lado de ella, preparándose para correr.

La chica estiro sus piernas y sus brazos, roto sus pies sobre sus puntas. Julien solo echo hacia atrás su cabello con las manos y la miro petulante.

-Uno, dos… - contaba Renata. –Gana quien llegue al final del parque, en la salida del lago, ¿bien?

-Correcto.

-Uno, dos, ¡TRES!

Renata salió disparada por el camino, con Julien pisándole los talones. Se concentro en el camino y no en el atractivo hombre que corría a su lado. Los ojos fijos en el camino, no en ella caminando junto a Julien por las calles parisinas, con todas esas postales hermosas de la ciudad del amor.

Corrió con todas sus fuerzas, respirando por la nariz, explotando al máximo su potencial como corredora. Aparte de todo, no quería perder.

-Además… hablo… francés…

Y todo se fue al carajo. Miro a Julien que la rebaso por un segundo y no vio la protuberancia que la raíz de un árbol provocaba. Cayó al suelo.

-¡Renata! – Julien corrió hasta ella cuando estuvo tendida en el suelo, con las rodillas sobre el asfalto del camino y las palmas de las manos evitando que chocara de bruces.

-¡Diablos! ¿Estas bien?

La chica se sentó  y observo su rodilla derecha, las palmas de sus manos también estaban raspadas y sangraban.

-Mierda, te llevare al hospital… - ignoro a Renata y sus “No hace falta, estoy bien”, la tomo entre sus brazos y la levanto del suelo. –Estas sangrando, claro que no estas bien.

-Solo necesito agua, una tira adhesiva, algodón, y estaré mejor.

-No te creó una palabra.

-Estoy bien, de verdad – la tela de lycra de sus pantalones evito que se raspara más su rodilla, solo era un raspón ligero, sus manos tenían el mayor daño. –No seas exagerado, estoy mejor.

-No soy exagerado. Llama a Luna y dile que no iras a almorzar…

-Si tú eres exagerado, ¿sabes cómo estará Luna cuando le diga que no iré porque me caí? Pensara que me enterré un tubo en la frente como Paris Hilton en House of wax, o peor, que estoy encerrada con una cierra manual y una pierna esposada a una cadena en un lugar alejado del mundo mientras un tipo con las mejillas pintadas me dice que tengo que cortarme el pie para liberarme.

Julien le regreso la mirada divertido.

-¿Todo eso pensara Luna?

-Quizá cosas peores – levanto los hombros. Uno de sus brazos rodeaba a Julien el cuello, mientras la otra mano se aferraba a su camisa entreabierta. –Bájame, estoy bien.

-No, y no hablare más del asunto. Te llevare a tu casa entonces – sentencio.



La llevo a su departamento en el Porche turbo rojo brillante. La subió en brazos hasta el primer piso y entro de la misma forma hasta llevarla a su cama.

-¿Mejor?

-Si, pero no debiste – frunció los labios.

-No fue molestia. Supongo que gane…

-¡No! Hiciste trampa.

-¿Yo? ¿Me acusas de hacer trampa? No entiendo.

-Me distrajiste, es un empate. Vas a ir al almuerzo conmigo y Luna.

-Si es un empate, entonces también vas a ir conmigo a Francia y te olvidas de Londres.

Renata contuvo el aliento.

No la dejo hablar pues comenzó a limpiar su rodilla con una toalla húmeda que encontró en su cuartito de baño. Entre siseos y manotazos intentando evitar el ardor de su rodilla, fue curada parcialmente.

-¿A qué hora es el almuerzo con los novios? – pregunto en tono burlón, mientras soplaba sobre la piel herida de su rodilla.

-A las… once… ¡Auh! – sollozo. –Necesito darme un baño y buscar que ponerme que no se vea mi rodilla…

-Te veo diez treinta en el lobby, ¿bien?

-Si – se rindió y se puso de pie para caminar al baño que tenia dentro de su habitación.

-¿Necesitas ayuda? – con un tono sugerente, la observaba desde el marco de la puerta.

-Yo… no, no es tan grave… Estoy bien – el balbuceo y el rubor de sus mejillas fue suficiente para que Julien sobreviviera hasta la hora del almuerzo.

-Con cuidado, nos vemos – salió de la habitación.



Renata soltó el aire y entro al cuarto de baño. Comenzó a desnudarse, teniendo cuidado de no rozar la rodilla, sabía que eso dolería. Regreso a su habitación, sobre su cama estaba su bata de baño y una toalla.

Cuando iba a tomar la bata alcanzo a ver la silueta de Julien dándole la espalda.

-¡DIOS! – grito arrojándose a la cama para envolverse con la toalla y resbalo sobre la cama hasta caer de nalgas en el otro extremo de la cama. – ¡¡¿Que haces?!! – grito alterada, sobando su trasero.

-Olvide mi móvil en tu cama – contesto aun de espaldas a ella.

-¡¡Debiste tocar!! – vocifero molesta sin ponerse de pie, cubierta aun por su cama.

-Pensé que ya no saldrías del baño.

Renata hizo un mohín de disgusto.

-¿Estas visible?

-Si – se envolvió bien con la toalla y se puso de pie. –Ahora vete – ordeno.

Se giro y levanto la ceja, con media sonrisa bailando en su rostro, la miro con petulancia y…  hambre.

-Eres preciosa, Renata.

-¡Vete! – chillo al borde de la histeria.

-Está bien, está bien – levanto las manos. –Nos vemos pronto… - tomo su móvil de la cama y dio media vuelta directo a la salida.

En esta ocasión, Renata lo escolto hasta la salida, asegurándose de que no olvidara nada esta vez.

Volvió a la ducha envuelta en un delicioso calor que se apoderaba de sus muslos cuando recordó la mirada de Julien sobre ella.

El agua no logro mitigar los sucios y calientes pensamientos que estuvieron rondándole la cabeza. Tenía que aceptarlo, Julien era un tipo tan jodidamente atractivo que se atrevía a decir: Dolían las partes íntimas solo de verlo. Intento calmar las lenguas calientes de su deseo con agua fría, pero eso solo hizo que sus pezones se tensaran y ella abrazara su cuerpo, saliendo de la ducha titiritando de frio y deseando aun más el calor descarado de Julien.

Estuvo lista a la hora acordada con Julien y bajo al lobby. Él la esperaba recargado en su Porche rojo, con una chaqueta de piel color vino y unos jeans oscuros, al tono de su camisa que dejaba a la vista el comienzo de su firme torso. Se acerco a él, ocultando con una leve sonrisa un ronroneo. Ayudada por Julien subió a su auto.

-¿Cómo va tu rodilla? – Julien arranco el auto.

-Bien, gracias.

Despreocupado paso la mano arreglando esa melena salvaje, Renata lo observo de refilón a punto de perder la noción del tiempo. ¿Qué demonios le pasaba con ese hombre?

-¿Dónde almorzaremos?

-Es un restaurante donde venden pizza y vino, creo.

-Creo que ya sé donde es – tamborileo los dedos sobre la palanca  de velocidades antes de doblar en una esquina y tomar calles con menos tráfico.

-Espera, quede de llamar a Luna para que me diera la dirección.

-Tristan y yo siempre íbamos a comer a ese lugar cuando salimos del internado y las pocas veces que George nos sacaba de ese lugar para pasar las vacaciones con él, se donde queda, no llames a Luna – le tomo la mano sin despegar los ojos del camino.

Renata despego los labios, intentando decir algo. De nuevo el calor la invadió.

-Bien.

Agradeció que en una curva Julien alejara su mano, ella estaba a nada de volverse loca, más loca de lo que estaba.

-¿Cómo estuvo el baño?

-Reparador. ¿El tuyo?

-Olvide encender el calentador del agua y me duche con agua fría.

‹‹Él también necesito agua fría… ››

Julien estaciono su auto en los lotes bajo un pequeño lugar. Renata bajo del auto aun con sus dudas. Mismas que fueron disipadas cuando recibió una llamada de su amiga.

-¿Rens? ¿Dónde estas? – la voz de Luna sonaba preocupada. Tenía que haberla llamado hace 20 minutos.

-Estoy en el restaurante, me trajo Julien – agrego temerosa. –Lo invite.

-¿D-de-de verdad?

-Sip.

-No me lo esperaba. ¿Estas bien?

-Muy bien.

-Perfecto, ya casi llego, llegamos – corrigió con velocidad.

-Vale, te amo, adiós.

-Yo más, adiós – colgaron al mismo tiempo.

-¿Era la morena?

Asintiendo camino a la avenida para esperar a Luna.

Julien tenía toda intención de pasar un brazo sobre los hombros de ella para acercarla a él, entonces el Mitsubishi Eclipse gris humo de Tristan pasó frente a ellos y se estaciono al lado del auto rojo de Julien. Luna fue la primera en bajar y corrió a los brazos de su amiga. Julien dio un paso al lado y oculto las manos en los bolsillos de su chaqueta.

-¿Qué te paso? – con el ceño fruncido, Luna tomo las manos de su amiga.

-Una pequeña caída cuando fui a correr.

-Te dije que no fueras sola – regaño.

-Fui con Vince. Ahí me encontré a Jules y me caí, fue un descuido – levanto los hombros restándole importancia.

-¿Qué demonios haces aquí, Jules? – Luna comenzaba a mirar con desaprobación a Julien cuando Tristan apareció y estrecho con fuerza la mano de su hermano. La dura mirada de Luna se evaporo.

-No me digan que iban a dejar que Renata fuera el mal tercio.

-No… - Luna se sintió ofendida.

-Yo vine al rescate – levanto la barbilla, Renata le dio un codazo. – ¡Ouh! Bien, ella me invito…

-Mejor – sonrió Renata, tomo la mano de Luna y juntas desfilaron a la entrada del restaurante.

-¿Por qué la trajiste aquí, Tris?

-Es de los pocos lugares donde tengo buenos recuerdos, Jules – respondió en un bajo murmuro.

-Buen punto. Así que… ¿Las cosas van en serio con ella?

-Siempre han ido en serio – corrigió Tristan.

Con una sonrisa que reflejaba a través de sus ojos azules, Julien entendió que Luna era importante ahora, y que ningún chiste estúpido que hiciera, podía menguar la felicidad que los pardos ojos de su hermano expresaban.

Una extraña emoción lo recorrió cuando observo a Renata sentada frente a Luna. Deseo entonces, con todas sus fuerzas y ese podrido corazón que latía bajo su pecho, sentir algo, aunque fuera solo una pizca de lo que su hermano sentía por Luna. Deseo que cada momento no fuera como respirar brazas del infierno, recordando solo, en la enorme habitación de su hermano, la desesperanza que lo embargaba al acordarse su oscuro pasado. Deseo que alguien con ojos brillantes lo mirara y abrazara para consolarlo. Con suaves susurros terminara durmiendo entre sus brazos, respirando su dulce aroma, sintiendo la calidez de su cuerpo envolverlo, ansiando el cariño que le había sido negado por toda su vida.

Y como una epifanía, Renata giro el rostro para verlo.

Se perdió en el esmeralda de sus ojos. En sus mejillas sonrojadas. La suave sonrisa que bailaba en sus labios llenos. No perdió de talle de los nervios que reflejaban sus dedos al moverse ansiosos sobre la mesa cubierta por un mantel a cuadros blancos y rojos. La sintonía de su corazón solo latía al ritmo frenético que Renata le provocaba. Solo ella podía ser su salvación. Solo ella podía liberarlo de la oscuridad del pasado, sabia en el fondo, que ella lo entendería. Por fin recuperaría la luz en el oscuro túnel en el que vivía, seria libre por fin…

10. Liberado

3 comentarios:

Violet dijo...

Ayyyyyy Julien!!!! me matoooo..... fue increible, tan desampaado, dulce y aww! esa Nata tiene que pensar que hara.... mmmh... desiciones, desiciones...
Graciaa B eres genial!

Ada Parthenopaeus dijo...

Ohhhhhhh my godnes!!! por favor quede en suspensee muy suspoensee que mala eres mi Beuuuuu perio que pueo decirte esta muuy muy intenrrsante nos tienes todas pegadotas del techoooo ya uiero saber que sucedesa en frabcia y si el tonto de jense podra ahcer algo para que Jason no ataque a Luna Dios quiero ver a luna Haapyyy happy... gracias Beu ers lo mas de lo mas

Ale de Moesia dijo...

BEU!!! Me quede deseando mas!!! Dioses mi Jules!! T_T Lo amoooo lo amoooo lo amooooooo *¬* Yo puedo viajar a francia y habla frances no culpo a la rens yo ademas de la caida hubiera tenido un super orgasmo ahi mismo xD de hecho desde el piano y la guitarra, despues los celos dioses Que lo amoooooooooooooooooo y awwww es dulce nose te lo juro que lo leo y tengo una sonrisa boba en mi boca!!! deseo mas soy una maldita egoista tambien xD Beu tienes un talento, un don!!! admiro y amo la forma en la que escribes!! te amooo gracias por compartir el talento con nosotras!!! Jules Jules Jules ven a aliviar el dolor en mis partes bajas xD
Te amooo bEsos

Las chicas del Té de Lemmon

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...