marzo 30, 2012

Maldita delicia, tercera temporada. Capitulo 11

Las deje esperando mucho tiempo, ¿ah? Ustedes tranquilas que yo nerviosa. Se que este capitulo lo amaran (: tanto o más que yo ♥
Sin más, les deseo una linda semana de descanso. Descansen harto aquellas que trabajan, estudian o ambas dos, yo que aun ando libre por el mundo, descansare de igual forma de mis vecinos escandalosos y del smog de la ciudad. No me extrañen tanto... Ya que volveré con más cartas bajo la manga (: Me cuidan el changarro y se cuidan harto también. Mi Ale... Siempre supe que serias Team Tris. Te amo mi Sol y Estrellas ♥
Enjoy ^^
Nota del autor: Preparence para gritar mucho y para comenzar sus hipótesis (:

11. Algodón egipcio



-No sabía que vivías con tu hermano ahora, Julien – Dorothea paseaba por el departamento de Manhattan con Julien detrás de ella, respondiendo sus preguntas y escupiendo improperios cuando algo que ella decía le molestaba.

-Así es madre, aunque Tris viene de vez en vez, lleva una semana entera remodelando el loft donde vivirá – anuncio.

-¿Por qué se mudo?

-Ah no sé, quizá porque está harto de vivir bajo tus faldas – levanto los hombros restándole importancia, con una pizca de burla. Dorothea lo devoro con la mirada, molesta. – ¡Madre! – se tomo el pecho, dramatizando. – ¿No sabías que se mudo porque siempre se sintió ahogado entre estas cuatro paredes?

-¿Qué es lo que intentas decir, Julien?

-Solo digo que Tristan siente que lo abandonaste aquí de nuevo, consiguiéndole este departamento, algo que él nunca deseo, pero que acepto porque tu dijiste que era lo mejor de lo mejor, como aquel internado al que lo mandaste, ¿recuerdas? Seguro que no, ya que nunca fuiste a visitarlo, y ni hablemos de la oveja negra de la familia, es decir de mí – se señalo con el pulgar. Dorothea no tuvo voz ante eso. –Apuesto a que ni te preguntaste por mi después de que me abandonaste en Francia, ¿ah?

-Es todo, adiós.

Camino veloz hasta el ascensor, Julien le pisaba los talones.

-Venga, madre. Di algo, siempre tienes gritos para tus empleados en la Editorial. Le gritas a todo mundo, grita, grita, grita – alentó.

-¡Julien, cállate!

Para su fortuna las puertas del ascensor se abrieron.

-¡Oh si! – choco las palmas. –Buen grito, algo débil, pero bueno. Que tengas un excelente día, madre. Y recuerda la cena en el loft de Tristan hoy en la noche, lleva a mi verdadero padre – le arrojo un papel dentro de la cabina, con la dirección del departamento de su hermano, antes de que se cerraran por completo las puertas.

Satisfecho ante la pérdida de control de su madre, se dejo caer ante el banco del piano de cola. Cerró los ojos y comenzó a tocar.
 
***

-Solo dijeron una semana y míralos – Jack Phellan señalaba a sus padres, quienes sonreían abochornados.

-Cierra el pico, Jackie – ordeno Luna. –Además, hoy será su último día, no deberías atormentarlos.

-Hazle caso a tu hermana, Jack, ella siempre ha sido la más cuerda de la familia – Jeffrey apretó la mano de Luna sobre la mesa y sonrió a su hija con ternura. –Además, parece que todo va en orden con sus vidas.

-Así es – la sonrisa de Luna, resplandeciente como el mismo sol de verano satisfizo a su padre, que aun sostenía su mano. –No olviden la cena hoy en casa de Tristan, lo ayude a decorar y no es porque yo lo haya ayudado, ¡quedo fenomenal!

-Ese joven y tu…

-¡Una cena de despedida! – interrumpió justo a tiempo su madre. Ese sexto sentido nunca falla. –No faltaremos, hija. ¿Irán tus amigas también?

-Si, invitamos a medio Manhattan. Mis locas amigas, sus novios, su madre incluso, aun me pienso si invitare a Kenzi…

-¡Por supuesto que invitaras a Kenzi! – jadeo Jack. –Es tu prima, torpe, es la despedida de nuestros padres que son como los padres de ella…

-Es verdad, no sé donde tengo la cabeza.

-Yo sé donde la tienes, hija – su madre la miro. –Y tu también.

-¿Cuál, donde? – apresuro a preguntar su padre sin respuesta por ninguna de las dos Phellan presentes.

-La llamare entonces – corrió hasta su móvil y marco a su prima, que con una rápida conversación, prometió ir a la cena sin falta.
 
***

Julien estaba recargado a un costado de su auto, afuera del edificio donde Renata trabajaba, lejos estaba de permanecer paciente, esperando ansioso por intercambiar un par de frases con aquel que estaba a nada de partirle el corazón a la mujer por la que daría cualquier cosa, lo sabia ahora.

Por fin el rubio enorme salió del edificio, con esa sonrisa resplandeciente y el pulcro traje con peinado perfecto que lo caracterizaba.

-¡Hey! – llamo Julien. –Northman – grito. El rubio giro la cabeza y lo miro serio.

-¿Dime?

-Unas palabras – sonrió Julien, acercándose a él.

-No tengo tiempo niño…

-¿No? – Julien, lejos de ofenderse camino a su lado con pasos largos similares a los del rubio. –Que curioso… Siempre le digo eso a tu hijo, Ezra…

William Northman se detuvo de inmediato. Lo encaro. Julien sonreía de lado, con la victoria marcada en cada rasgo de su cínico rostro.

-¿Qué es lo que quieres? – formulo la pregunta despacio, enmarcando cada palabra con amenaza a cada silaba.

-Dime tú, ¿Qué es lo que quieres?

-¿A que te refieres?

-Sabes a lo que me refiero, Northman. La verdad es una cosa delicada, que debe tratarse con cuidado, ¿no? Como una granada sin seguro.

-Me iré pronto, es todo.

-No, sabes que no es todo. Te irás como el héroe, y ambos sabemos que no eres el héroe, mucho menos yo… Pero si es… amor – hizo un gesto de desagrado – lo que profesas a los cuatro vientos por ella, ¿Por qué ocultar la verdad?

-¿Qué vas hacer al respecto? – reto William, no quería doblegarse ante el seguro chantaje que presentaría Julien.

-Lo que hare no te gustara, Northman.

-¿Qué quieres para cerrar el pico? – William tenso la mandíbula.

-La verdad.

-Ahí la tienes – señalo con la cabeza. –La sabes, ¿es todo? – presiono.

-Lejos estoy de terminar contigo, rubio. Nos vemos más tarde y salúdame a Ezra – sonrió amigable y le dio la espalda para subir a su auto rojo, dejando a William con la palabra en la boca.

***

Renata estaba sentada en la salita del loft de Tristan, con un vestido negro de corte recto que le cubría su rodilla raspada, hermosa como siempre, a su lado estaba William con un traje gris claro sin corbata, formal, pero elegante, aun así, se le notaba nervioso; después estaba Emily, un poco bronceada pues acababa de llegar de su viaje de 3 semanas de Luna de miel con el amor de su vida: Logan, él portaba con orgullo la sonrisa que llevo todo el tiempo el día de su boda, ambos estaban cada día mas enamorados; luego teníamos a Jennifer, con la mano entrelazada a la de Rosty, mostraba en su mano izquierda su sortija de compromiso con ese pequeño y nada sutil rubí. Evan y Chuck, solos, pero con esas sonrisas cautivadoras que los caracterizaban. Todo ellos ocupaban el salón. El amplio salón que era dividido del resto de la estancia con un mueble de madera, alto casi hasta el techo, dividido en pequeños y grandes cuadros, algunos ya estaban ocupados, con libros y discos, otros vacios a la espera de que la decoradora de interiores decidiera que poner sobre ellos. De momento, el espacio más amplio estaba ocupado por un minicomponente, que ambientaba la estancia con música suave.

Luna y Tristan atendían a sus invitados, ofreciéndoles agua, vino, clericot, soda o lo que se les antojara, habían llenado la nevera de doble puerta gris con bebidas como para saciar a un ejército, pero lo que dominaba la nevera eran esas cervezas oscuras que Luna tanto amaba.

Cerca de las ocho, apareció Hunter con sus dos hermanos, Marcus y Tyson, los tres rubios enormes cada uno, poderoso a cada paso, tomaron sitio en las sillas metálicas del comedor rectangular; Marcus acompañado de su novia Kelly, una preciosa chica menuda con enorme sonrisa y cabello cortó en ondas. Tristan estrecho las manos de los invitados que mantenían conversaciones amables y se conocían poco a poco. Luna estaba nerviosa, metida en la cocina, sus padres aun no llegaban.

El primo de Tristan apareció con su novia…

-¡Kenzi!

-¡Lunática!

-Todo queda en familia – sonrió Noah, enorme en más de un sentido. –Soy Noah…

-Luna – se presento la morena estrechando su mano. –No sabía que tu…

-Y yo no sabía que tu… - imito su voz.

-Noah – lo golpeo Kenzi con el codo, a la altura de la cadera. Noah recobro la postura y presento a su hermana Ada y a su novio Patrick que…

-¡Kelly! ¿Qué demonios haces aquí?

Resulto ser hermano de Kelly, la novia de Marcus Trott.

-Te dije que tenía una cena, no sabía que tu también.

-¡Oh que maravilla! – exclamo Noah al ver a su mejor amigo con novia colgada del brazo. William y Renata también se sorprendieron al ver a Marcus, el amigo de la infancia de William, dueño del gimnasio de chicas al que un par de veces fue Renata.

Parecía que todo el mundo se conocía. Ya que Rosty, al final de la boda de Logan confeso conocer al ahora esposo de Emily cuando vivía en California con sus padres.

Luna volvió a la cocina, donde encontró a Tristan sirviendo Clericot en vasos altos.

-¿Todo en orden?

-Si, si, ¿sabias que mi prima y tu…?

-Lo sospechaba, pero tú eres la hija de Sherlock Holmes, no yo – beso sus labios antes de salir de la cocina. 

Para las 8 menos 15 de la noche, aparecieron los padres de Luna y Jack con Summer, su novia, y Lex que entro serio, con las manos en los bolsillos de su pantalón. La morena tomo aire antes de aparecer frente a sus padres, mismos que nunca se imaginaron que habría tanta gente. Y un segundo antes de que Luna presentara a Tristan como su novio, Julien entro al salón.

-¡No lloren, ya llegue!

-Ni quien quiera llorar, gusano – corrigió Noah abrazándolo con más fuerza de la normal. Tras esa masa de enorme sensualidad fue descubierta Kenzi, y el jadeo de Marla, la madre de Luna, sorprendió a Kenzi. La chica supuso que eso pasaría, empero, Noah paso la prueba de fuego ante su tío Jeffrey. Ahora todo el peso recaía en Luna y esa mirada ausente y temerosa que se leía tras sus ojos grises. La primera en notarlo fue Renata, que la llevo hasta el baño y se encerraron juntas.

-A ti te pasa algo y me lo dirás ahora – la pico con el dedo.

-Siento algo – puso la mano en su estomago. –No, no estoy embarazada.

-¿Algo bueno o algo malo?

-Muy bueno – sonrió.

-Supongo que, estas nerviosa de presentarle a tus padres a Tristan, pero si Noah paso la prueba ante tu padre, Tristan la pasara, son familia – animo.

Su boca tembló, asintió y tomo aire por la boca un par de veces antes de salir.

-Por cierto, quedo maravilloso el departamento, buen trabajo.

-Gracias.

Antes de que llegara la comida, que consistía en pizzas, una tradición entre Luna y Tristan, llego Dorothea con George Hoppus. Y cerrando la lista de invitados, Mary, la nana de los Van Gulick.

-¡A comer! – exclamo Tristan, todos los invitados tomaron un plato y un trozo de pizza, la botella de kétchup, salsa picante e inglesa pasaron de mano en mano.

-Pensé que sería una cena elaborada – susurro Marla a Luna.

-No tuvimos tiempo de cocinar nada, má. Pero la pizza esta fabulosa, cien por ciento italiana.

Jeffrey sonrió, devorando un segundo trozo de pizza.

-Queríamos conocer a tus amigos, henos aquí. Ve a comer, hija, te ves hambrienta.

Luna obedeció. Subió a un banco alto frente a la isla de mármol que estaba en la cocina.

-¿Ocultándote? – Tristan beso su hombro.

-No, solo encontré este lugar libre – defendió.

-Ven, te presento a mi madre.

-Ya la conozco.

-No tan bien como yo, vamos – estiro la mano para que ella la tomara.

Unido a la mano de Luna, cruzo la estancia, saludo a los padres de la chica en el camino y llego a su madre, que estaba sentada en el sofá de una plaza, comiendo educadamente su trozo de pizza.

-Madre…

-Dime.

-Ya conoces a Luna – comenzó.

-Es mi fotógrafa estrella, claro que la conozco.

-Hola, señora.

-Luna – bufo – te he dicho mil veces que no me llames señora. Solo Dorothea.

-Lo sé, solo… Hola, Dorothea – se apresuro a corregir ante la mirada de aquella mujer de cabellos plateados.

-¿Así que… ustedes están juntos? – inquirió, levanto su perfecta ceja.

-Correcto, madre. Es mi novia…

-Lo imagine – Tristan y Luna quedaron en silencio. –Me da mucho gusto.

Con esa última frase, Luna se sintió volar, ligera y suave como una pluma.

-Él es George, Luna, George… - presento Tristan al hombre de cabello entrecano y barba perfectamente afeitada que con ojos paternales miro a Luna.

-Quita esa cara de susto, querida – sonrió George, se puso de pie para abrazarla. –Atrapaste a un buen hombre, Luna – susurro en su oído. –Felicidades – termino amable.

-Ven, te presento a Mary – su nana estaba sentada cerca de William, que conversaban en bajos tonos, pero al ver acercarse a Tristan la mujer se puso de pie y abrazo a Luna como si la conociera de toda la vida.

-Mi niña – acaricio sus mejillas. –Tristan no mentía, eres preciosa, aunque se quedo corto en la descripción – aquellas palabras enternecieron a Luna. –Tu eres La chica – agrego antes de volver a abrazarla con fuerza.

-Es mi Luna, Mary – dijo Tristan, contento hasta la medula ósea.

-Lo imagine cuando tus ojos brillaron llenos de amor, querido – tomo la mano de Tristan y la unió a la de Luna entre las manos arrugadas de ella. –Felicidades…

Se alejaron de ella un par de pasos. Luna aun se sentía rara, nerviosa y feliz por partes iguales.

-Ahora ya conoces a toda mi familia – abrazo a Luna. –Y te amo…

-Yo te amo más – decreto Luna, con una sonrisa ladina.

-Mentira – beso su frente. –Quédate aquí, ¿si? – Luna asintió. Tristan se planto en medio del departamento, entre el salón y el comedor, repleto de invitados. – ¡Hey, hey! ¡Atención! – llamo, los invitados se giraron para verlo. –Gracias por venir, gracias señores Phellan por venir, les deseo un buen viaje, pero antes… – levanto un dedo. –Quiero que sepan, no solo ustedes, sino todos mis amigos y los amigos de Luna, que amo a su hija con toda mi alma…

La morena jadeo. Todos miraron fijo a Tristan, empero, él solo tuvo ojos para Luna.


-Te amo Luna, me enamore de ti y deseo enamorarme de ti cada día, por el resto de mi vida. Alguna vez me dijiste que no te prometiera nada, ¿recuerdas? ¿Aquella vez en el rio? – la morena se sonrojo hasta las orejas, asintió con rapidez. –Yo también lo recuerdo – sonrió cómplice. –Sin embargo, juro con mi vida, que cada día de tu existencia será mejor que el anterior. Deseo perderme en tus ojos, en tus risas, en tus caricias y en tus besos… Quiero hacerte la mujer más feliz de este planeta y de toda la galaxia – esquivo a su hermano y a Noah antes de llegar ante Luna y posar una rodilla en la duela. – ¿Te casarías conmigo?

Nadie respiro, incluso Luna perdió el aliento cuando lo vio, galante ante ella. Una pequeña sortija de oro blanco con un diamante coronando su periferia yacía en una cajita negra de terciopelo, aguardaba sobre la palma de Tristan, esperando su pronta respuesta.

Ella no se esperaba esa declaración. Pensaba que solo iba a decir que eran novios, aun así, lo amo a cada palabra más y más. Sus ojos se cristalizaron, el departamento quedo vacio, solo veía a Tristan, con esa sonrisa de oreja a oreja.

-¡SI! ¡Si! ¡Si quiero, me encantaría! – grito extasiada de felicidad, se arrojo a los brazos de Tristan que estuvo a punto de caer de espaldas ante el entusiasmo de Luna. – ¡Te amo!

-También te amo, mi Luna, siempre – se separo lo suficiente para colocarle la sortija en su lugar y besarla como Dios manda.

-¡Oh por Dios! – susurro Renata cubrió su boca, y sus demás amigas tomaron las manos de sus novios con fuerza.

Los padres de Luna se quedaron tan quietos que parecían estatuas, ninguno se esperaba una declaración así. Marla, presentía algo, pero no de esta magnitud. Dorothea y George, los padres de Tristan, miraban a la feliz pareja como hipnotizados, los amigos de Tristan sin podérselo creer tampoco, permanecieron en silencio hasta que Luna grito que amaba a Tristan, una vez más.

-¡Y yo que pensé que eras gay, Tris! – grito Noah, rompiendo el silencio. Un segundo después, los demás comenzaron a felicitar a la pareja que continuaba besándose sin querer siquiera detenerse. – ¡Venga, Tris! ¡Detente, que aun están tus padres y los de la novia aquí! – bromeo. Todos rieron, algunos se desbarataron en risas, la mayoría de los hombres, las chicas los miraban embobados, con ojos de cordero a medio morir.

Entonces Tristan detuvo el beso caluroso, la miro fijo y acaricio sus mejillas.

-Te amo, para siempre – beso su nariz.

-Yo mucho más – lo abrazo rodeándolo de la cadera.

Los primeros en abordarlos con preguntas fueron sus padres. Jeffrey tomo el hombro de Tristan, llamando su atención.

-Por lo que veo no eran solo amigos – comenzó serio.

-Jeff – codeo Marla –, felicítalos – se arrojo a los brazos de su hija y después a Tristan. –No me lo esperaba, en serio que no.

-Ah, cierto, cierto. Felicidades, se que amaras a mi hija porque tengo una sierra eléctrica en casa – señalo Jeffrey, su tono amenazador logro intimidar a Tristan.

-Papá – gruño Luna. –Basta de amenazas – obedeció y la abrazo con fuerza.

-Pierda cuidado señor Phellan, Tristan es un caballero, y le aseguro que amo a su hija desde el primer momento en que la vio – intervino George Hoppus.

-No ibas a verme a mí a la Editorial, ¿ah? – hablo Dorothea.

-Madre, pues no – intento disculparse con la mirada, pasando una mano por su nuca.

-Lo supuse, nunca nos llevamos tan bien – sonrió amarga. –Te deseo lo mejor, hijo. Lo mereces. Felicidades, Luna.

-Gracias, seño… Dorothea.

-Lastima que tengo que volar a Suiza, sino tendría un par de palabras con… Tristan.

-¡Oh, Jeff! – Marla volteo los ojos y le dio un suave golpe en el pecho a su esposo. –Siempre tan amigable – sonrió. –Tranquilo, Tristan, solo es un padre con su hija…

-Lo entiendo, señor Phellan. Estaré esperándolo para hablar el tiempo que usted quiera – dijo Tristan con diplomacia, calmando su voz nerviosa.

-Tenlo por seguro que volveré, jovencito – declaro. Luna volteo los ojos al mismo tiempo que su madre. –Por lo pronto, espero que cuides de mi hija… Recuerda que tengo una sierra eléctrica en casa.

-No sabes usarla, papá – susurro Luna.

-No requerirá del uso de ese… artefacto, señor Phellan, mi hijo es un caballero y le doy mi palabra, él es un buen hombre… - interrumpió firme, Dorothea Van Gulick.

-Muy bien, entonces. En hora buena – sonrió a su hija, para abrazarla con fuerza.

Su pequeña estaba creciendo, y eso, sin duda, lo llenaba de orgullo.
 

Después de esas tensas felicitaciones, apareció Jack Phellan con su novia Summer, Luna miro curiosa a su hermano mientras estrechaba la mano de Tristan con fuerza, con una advertencia grabada en la mirada, tenso, y Luna casi podía apostar que incluso estaba molesto, pero sus hipótesis se disiparon cuando Lex apareció y la abrazo levantándola del suelo con una sonrisa enorme, que casi iluminaba sus celestes ojos; Evan – que seguía sin creérselo – abrazo a Luna y beso su mejilla, Chuck le alboroto el cabello y estrecho la mano de Tristan, prometió botellas de vino para el día de la boda. Los amigos de Tristan, los hermanos Trott, abrazaron a Luna con fuerza, el ultimo fue Hunter, que la miro sin creérselo. “Esta es tu cereza del pastel”, le dijo. Noah y su hermana le dieron la bienvenida a la familia. Las amigas de Luna al borde del llanto, más Renata que no paraba de decir que se fueran a Francia a casarse, le dieron un abrazo grupal que Luna temió que le sacaran el aire. Emily limpiaba sus mejillas, entre sollozos decía: “Mi linda Luna ya creció”, Jennifer con esa mirada picara le decía que seguro ya habían adelantado la Luna de Miel en el nido de amor. Su prima le sonrió con los ojos cristalinos, y sin decirle nada se arrojo a abrazarla. Luna derramo un par de lágrimas que apuro en limpiar antes de que todos se asustaran. “Felicidades, Lunática”. Mary abrazo una vez más a Luna con fuerza maternal y se despidió pues tenía un largo camino por recorrer o eso fue lo que dijo cuando abandono el departamento. El último fue Julien, primero abrazo a su hermano, después miro a Luna con esos ojos cargados de suficiencia. “Cuñada”, dijo, no hizo por abrazarla, porque aun temía que Luna le rompiera las bolas como alguna vez prometió. Y si no la escucho decirlo, seguro lo soñó, no quería arriesgarse de cualquier forma a hacer el ridículo frente a Renata, que no paraba de gritar: “¡¡Cásense en Francia y llévenme en sus maletas!!”, “¡Siempre fui Team Tris!”, Luna no dejo de sonreír en todo momento y de dar saltos mientras abrazaba a su mejor amiga, con los ojos cristalinos y deseando gritar tanto o más que ella.
 

El departamento quedo solo y en silencio, claro, después de que Luna le prometiera a sus amigos una detallada historia de cómo había surgido la idea de vivir juntos o mejor aún, de pedir su mano frente a todos. Jack, su hermano, llevo a sus padres al aeropuerto, y después de muchos abrazos y promesas de cartas, se despidieron de la pareja.  

Luna prometió, si, pero ni ella sabía nada de la idea maravillosa de Tristan, aun seguía sentada en uno de los sofás de tela de algodón color marrón, con las rodillas juntas, temiendo que temblaran sus piernas, y con los dedos entrecruzados, para no tronarlos y admirando embobada el diamante que estaba en su dedo anular izquierdo, sintiendo que vivía en uno de sus sueños.

Tristan termino de recoger la mesa y le acerco una copa de vino, la botella la llevaba en una mano.

-¿Estas bien? – se arrodillo ante ella. Busco su mirada. Ella le regreso la mirada. –No me digas que te arrepientes de gritar que si aceptabas…

-¡NO! – chillo, hablando de nuevo. Su voz sonó ronca. Tomo la copa de vino terminándolo de un sorbo. –Te amo, Tristan – sin más que decir, porque seguro terminaría llorando, se arrojo a los brazos de Tristan. –Te amo…

Tristan suspiro aliviado.

-Yo te amo más, futura señora de Van Gulick.

Luna rio bobamente ante la idea de su nuevo nombre, tomo la botella de vino y le dio otro largo trago.

-Parece que aun tienes espíritu de celebración – comento Tristan, Luna se empino la botella por segunda ocasión, y esta vez un hilo de líquido rojo rodo por su mentón hasta su cuello, ni tardo ni perezoso, Tristan lamio el camino desigual hasta encontrar su boca, que hambrienta como la de él, lo recibió.

-¿Por qué? – gimió Luna, tomando toda la concentración que podía para formular esa pregunta.

-¿Por que qué? – Tristan dejo de besar sus hombros, haciendo a un lado la tela de su blusa color coral, detuvo las caricias que concentraba en sus muslos. La miro.

-¿Por qué pedir que me case contigo?

-Simple, porque te amo y espere a una chica como tú, toda mi vida, Luna. Que tuviera sus propias ideas, que compartiera las mías, que me hiciera rabiar y hervir al mismo tiempo, tu eres la chica de mis sueños, Luna, la mujer de mi vida…

Luna mordió su labio inferior.

-Casi me desmayo cuando pusiste una rodilla en la duela – confeso. –Iba a gritar Si, antes de que preguntaras.

Tristan sonrió con suficiencia.

-Al contrario, yo pensé que la voz se me iría antes de preguntarte… O que tus padres y tu hermano me matarían antes, o Renata.

Ella negó lento con la cabeza, divertida.  

-Por lo tanto me engatusaste para decorar tu departamento…

-Nuestro departamento – corrigió serio.

-¿Nuestro? – jadeo. Más sorpresas prometía la noche.

-Si tú quieres, claro – su voz esta vez sonó nerviosa, tanteando el terreno.

-¿Qué si quiero? – acomodo su cuerpo sobre el sofá, presionado por la poderosa forma de Tristan y esa mirada cautivadora que ahora formulaba. –¿Pasar las noches con un atractivo y sexy hombre que promete más que solo placer entre las sabanas nuevas de 400 hilos de algodón egipcio y que además me llevaría el desayuno a la cama antes de ir al trabajo? – la sonrisa del hombre entre sus piernas no podía ser más grande. –Suena muy tentador, ¿no cree señor Van Gulick?

-Casi – levanto un dedo. –Casi tan tentador como recorrer la piel de la morena más hermosa e inteligente de todo el Universo y que podría hacerme perder el piso con una mirada, y que además – levanto ambas cejas – me vuelve loco cuando grita mi nombre.

Luna se calentó a cada palabra.

-Seria maravilloso tenerla solo para mi, tendida en la cama, revuelta en las sabanas de… ¿Cuántos hilos egipcios? – entrecerró los ojos.

-Cuatrocientos.

-Ya. Revuelta en las sabanas de 400 hilos de algodón egipcio, dormir entre sus brazos y despertar sobre su pecho, escuchando su corazón, sintiéndome el infeliz más afortunado del planeta, solo por el simple hecho de que amo a es preciosa mujer.

 -¿Qué incluye este departamento, joven Van Gulick?

Tristan frunció el ceño, hacia una lista mental de todo lo mejor de ese sitio.

-Incluye, primero que nada, al hombre más atractivo y sexy de Nueva York…

-Del planeta entero y sus galaxias próximas – corrigió Luna. –Continua – ordeno ante la ceja levantada de Tristan.

-Gracias. Bueno, al hombre más atractivo y sexy del planeta entero y sus galaxias próximas, ¿mejor?

-Mucho.

-Ese hombre, envuelto, cada mañana en una diminuta toalla blanca, que sin pudor recorrerá el departamento dejando un camino de gotas de agua hasta la habitación que compartirá con la más deliciosa pieza de chocolate que Dios haya puesto en el planeta tierra y sus galaxias próximas, esa preciosa mujer, estará tendida en la cama con nada más que un liguero y las medias negras que harán agua la boca a ese magnífico hombre. Él se asegurara de hacerla polvo cada mañana, cada tarde y noche.

-¡Oh Tristan! – Luna lo tomo del rostro y lo abrazo con las piernas. –Demuéstrame que tan bueno es ese hombre…

-Lo hare mi Luna, siempre – unió su boca a la de ella en un hambriento beso que terminaría en su cama, sobre la sabana de 400 hilos de algodón egipcio.

2 comentarios:

Violet dijo...

Luna se casaaaaa???!!!!! wow!!! esa si que no me la esperaba!! bueno ni ella!! que onda fuesubita la sorpresa!! ufff ya nadmas falta Natita ... aunque su futuro se ve algo incierto.. y luego Julien no se bien que le quiso decir a Bill, pero entendi que no se va a rendir a Nats...
Mi B ahora si te volaste la barda, bueno siempre!! jiji!

Ada Parthenopaeus dijo...

Ohhhhhhh! Siiiii... Siiiii.. siiiii.. siiiiiiiii
Por Diooooos suspire y grite como loca me enantooo pero quiero saber que sabe Jullien de Willi querido aaaahhh que capitulo mas lindo mi Beu

Las chicas del Té de Lemmon

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