octubre 01, 2010

Maldita delicia. Capitulo I - Jennifer Lamb -

1. Amigas

Jennifer Lamb

Esas dos chiquillas eran mi cruda realidad. Me mandaban de golpe y sin aviso a la realidad. Tener que vivir de algo estable. No era que yo no quisiera… Bien, la verdad no quería atarme a nada, aun me dolía mi ultima relación. Dolía como los mil demonios, como cuando los vi revolcándose en MI cama. Él era el amor de mi vida y yo el de él, o eso creía hasta que lo vi con esa perra: Vanesa. Hasta nombre de puta tenía.

Trabajaba en un bar los fines de semana, como mesera; mientras que entre semana atendía una sexshop. “¿Me harás descuentos de cliente frecuente, Jen?”, preguntaba Emily cada que iba a la tienda a surtirse de una gran variedad de artículos para usarlos con sus conquistas. No era un trabajo como el de ellas, Luna fotógrafa en una revista; Renata de contadora en un bufete de arquitectos y Emily profesora. Aun así, me sentía feliz de ser lo que era.

Emily se despidió de mi unas calles después de la cafetería, ella tenia que hacer no se que cosas en la Universidad, donde impartía clases de sexualidad. Que como dije antes, era profesora. Háganme el favor. Ella, clases de sexualidad, en una Universidad. Por favor, ¿a quien querían engañar? Ella jamás les podría decir a los chicos que se abstengan, ya que ella misma aceptaba ser una pervertida en potencia. Sonreí ante la imagen de una Emily sonriendo maliciosa con un traje de látex y un látigo, dando clases así a sus alumnos, que seguro babearían por esa pelirroja de tez blanca y mirada seductora.

-¿Jenny? – Esa voz la reconocería hasta en el Infierno. Era Carter, mi ex novio.
-No me gusta que me digan Jenny – reclame con un inesperado nudo en la garganta. Aun no podía recuperarme de su traición.
-Oh, antes te encan…
-Antes – interrumpí. –Tú lo has dicho. ¿Qué quieres? Llevo prisa.
-Oh, solo quería saludarte. Hace mucho que no nos vemos…
-Sucede que tú y yo ya no somos ni amigos, ¿recuerdas?
No nos veíamos y evitaba a toda costa su cercanía, desde aquella noche.
-Lamento…
-Si como sea. Adiós – alce la mano y camine rápido. ¿Cómo podía decir que lo sentía? Si yo misma lo escuche decirle a esa perra que la amaba, en mi propia casa, en mi propia cama. Intente correr, pero mis zapatos de tacón de aguja no me lo permitían.
-Hey, yo solo intento remediar las cosas – Carter jalo de mi codo y me hizo voltear a verlo. Mis mejillas estaban húmedas, ¿en que momento empecé a llorar?
-No lo intentes, esta más que claro que siempre la amaste a ella. Déjame.
-No seas necia, yo ya no estoy con ella, quiero volver contigo…

Me quede muda. Cínico, desvergonzado, patán. O sea que como ahora estaba solo, se daba cuenta que quería estar conmigo. Ja, pero dos veces no se burlan de Jennifer Lamb, no señor.
-Ja. Por favor. No me hagas reír. ¿Creíste que correría a tus brazos después de engañarme, ahora que me dices que ya no estas con esa perra?
-Como si tú no quisieras estar conmigo – respondió alzando la ceja.

No, no quería estar con él. Eso lo sabia, solo quería recuperar mi corazón. Un corazón que le había regalado a él sin preguntas ni condiciones.

-Estas equivocado – alce la barbilla.
-Vamos Jenny, sabes que aun me deseas, que…
-No – lo detuve – puede que aun te desee, pero ya no te amo. Ya no.
-No seas orgullosa – jalo de mi pegándome más a su cuerpo.
-Déjame, me lastimas – apretó más mi brazo y sostuvo mi cadera pegándome a su cuerpo.
-Esto te gusta, ¿recuerdas como me pedías que te cojiera?
-Cállate, eso es mentira…

Sus manos lastimaban mi cuerpo. Su mirada era fría sin un halo de sentimientos, que me daba a conocer sus verdaderas intenciones. Él solo quería estar con alguien ahora que la perra de Vanesa se había cansado de él. Yo no estaba dispuesta a jugármela por un tipo que no tenia ni amor para si mismo. Había escuchado el rumor de que estaba bebiendo y empezaba por el camino de las drogas. No quería alguien así en mi vida.

-Déjame… - susurre. Tampoco quería un espectáculo en medio de las calles ajetreadas de Nueva York.
-Por fin te encontré, disculpa se me hizo tarde… - una voz masculina llego desde mi lado izquierdo.
-Oh. Mucho gusto, Rosty, su novio – un tipo rubio y alto, estiro la mano, de inmediato Carter dejo de tocarme. Lo miro confundido e intente no hacerlo yo.
-¿Él es tu novio Jennifer? – Carter pregunto con notorio miedo en la voz.
-Si, es Rosty, ¿no oíste? ¿Acaso aparte de infiel eres sordo y estúpido?
-No, solo que no sabia que salieras con nadie. Soy Carter.
-No me interesa, solo quiero que quites tus asquerosas manos de mi novia –sonrío el rubio.
-Soy un viejo am…
-No eres nadie. Vete, no quiero volver a verte, ¿entendido? – lo encare.
-Ya escuchaste a Jennifer, vete… si no quieres que yo mismo te rompa la cara. Amigo – alzo la ceja y tomo mi mano.

¿Quién era este individuo?

-Bien, bien… adiós –alzo las manos rendido y se fue. Camino a paso veloz hasta que por fin lo perdí de vista. Solté la mano del rubio.
-Gracias…
-Descuida, me enferma que traten mal a las mujeres y más sin son hermosas como tu. Soy Rosty.
-Jennifer. Bueno, él es un idiota…
-Se ve. ¿Puedo acompañarte? No quiero que ese bastardo regrese y pueda intentar pasarse de listo contigo.
-Que va, lo asustaste de por vida.

Rosty camino a mi lado hasta que llegue a la parada del autobús. Tenía un gimnasio. Era un tipo muy gracioso y sincero. Su mirada azul era tierna a pesar de que él tenía un aspecto rudo a primera vista. Si yo fuera lo suficientemente inteligente me enamoraría de él. Pero como no lo soy, solo lo tendría en mi cama por un par de noches. Placer al cuerpo, recuerden.

-Un placer conocerte, Jen – estiro la mano.
-Igualmente Ros – lo llame en diminutivo como él había hecho con mi nombre.
-Talvez podamos vernos después, ¿ah?
-Bueno, tienes suerte, hoy saldré de fiesta con mis amigas, estas invitado.
-Genial. Me encantaría.
-Iremos al Centro. Te veo ahí a las nueve, ¿ok?
-Ahí estaré… - se acerco a besar mi mejilla.

El camino a casa no fue tan pesado después de conocer a Rosty, mi salvador. No se que hubiese pasado de no haber llegado él. Seguro ahora estaría llorando o peor… No quería ni imaginarlo. Carter nunca había sido agresivo conmigo. Aunque… ahora que lo pensaba, nuestra relación fue una farsa.

Llegue a mi pequeño departamento. En cuanto deje mis llaves en un bowl en la entrada, arroje mi bolsa y abrigo a mi sofá, mi teléfono celular vibro. Anunciando un mensaje. Por el tono supe que era Emily.

“J. No podré llegar a las 9. Las veo a las 10.” Fin del mensaje de texto.
Seguro algo se le atravesó de Emily, algo entre las piernas. Sonreí.

Emily y yo teníamos solo un lema: “Darle placer al cuerpo”, ¿para que Dios nos dio todo sino lo utilizamos como es debido?




Continuara...

4 comentarios:

Ada Parthenopaeus dijo...

OOOh sensenuiii morita t u si te la yu nou me late la forma en que escrbes y mas Rostyy!!!! wow guapo ven ami me llam Jenn maria catalina o como desees

Teles dijo...

Ahhhh! Carter, capullo! ¿Cómo engañaste a Jenn?
Zasssssssss! Rosty!!!!! Si Si Si!
Oh Beu, te escribo el comment mientras leo, qué grande nena, cómo me gusta esta historia!
Darle placer al cuerpo, sí señora!
Voy a conocer a Emily!
Un beso
T.

VioletaHerondale dijo...

Placer al cuerpo! oh DENME UN LEX AHORA!

Violet dijo...

uuufff!! que cabron el carter y Rosty mmmmhhh...

Las chicas del Té de Lemmon

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...