abril 29, 2011

Maldita delicia, segunda temporada. Capitulo III

Viernes de MD2. Uuuy, espero con ansias este dia. De verdad que si. Espero que les vaya gustando la historia. Todas se estan preparando para la fiesta de Jennifer. Pero todas, tienen algo que contar antes de divertirse :)
Cuidence mucho, y nos leemos, enjoy :D
Y... mi Ale, veras que Will no ha olvidado a Renata x)
Y aquí, es cuando se cruzan los caminos.
Dios, ya no diré nada sino la defecare XD



3. Notas sobre el escritorio

Renata Cotty

-¿Por qué andas como si te hubieran metido un cohete en el trase…?
-¡¡¡Vincent!!! – chille. Mi hermano y sus palabrotas.
-¿Qué? – pregunto mirando hacia atrás como si alguien más lo estuviera observando, y no estuviéramos él y yo solos en mi departamento.
-Deja de decir groserías sobre la mesa… ¡Respeta! – grite.
Vince alzo una ceja y termino su café.
-Groserías – bufo. –Luna, dice más groserías que yo – rezongo.
-Pero Luna tiene estilo al decirlas. Cuando ella las dice no suenan a ofensa. Me dan risa cuando las dice – defendí a mi amiga. Lo haría a capa y espada, con uñas y dientes.
-Agh, ¿no tengo preferencia por ser tu hermano? Maldita sea, ya ni los genes pueden darme puntos a favor – gruño y se puso a lavar los platos y tazas del desayuno.
-Si tienes puntos a tu favor, Vince – le dije dándole un rápido abrazo por la cadera.
-Si como no – Vince volteo los ojos y beso mi cabello antes de que me separara de él.
-Si, y además te quiero mucho, mucho, mucho – grite antes de entrar a mi habitación para vestirme.


Era jueves, o como diría Luna: Juevebes. Ella acostumbraba en la Universidad, tomar una cerveza para el estrés. Y ahora, con el verdadero estrés del trabajo, apuesto a que necesitaba algo más que una sola botella de cerveza.
Termine de vestirme y salí al pasillo. Vincent ya estaba listo. Sus jeans desgastados con unas botas de motorista igual de desgastadas, una camisa negra y una chaqueta.
-¿Lista? – estiro la mano a la puerta.
-Sip – abrió la puerta y salí primero.
-¡¡Renata!!
-Lex – jadee.
Era él. Lex. Hace miles de años… Ok, exagero. Pero tenia bastante tiempo que no lo veía. Desde… desde aquel día con las fresas.



-¿Qué haces aquí? – pregunte una vez que recupere el aliento.
-Bueno, venia por ti. Tengo la intención de llevarte a tu trabajo… - sus ojos celestes se posaron por arriba de mi cabeza. Supe que miraba a mi hermano.
-¿Él es tu…?
-Vincent, vivo con Renata – mi hermano marco de inmediato su territorio, si es que podía decirse de esa forma.
Estiro su mano y ambos se saludaron con las mandíbulas tensas.
-Es mi hermano – murmure.
-Ah – Lex asintió.
-Se nos hace tarde, Nats – Vince jalo mi brazo. No pude detenerme. Lex simplemente nos miró alejarnos.
-Nos vemos después – Lex alzo la mano.
-Adiós… - alcance a decir.
Vince prácticamente me arrastro a la calle. Una parte de mi quería quedarse a charlar con Lex, pero otra parte quería alejarse de él. Aunque si, tengo que aceptar, que la parte con más fuerza en sus gritos, era la parte que quería tumbarlo sobre mi cama.
-¿Quién es él? – pregunto Vince con voz atronadora y aun con los dientes fuertemente presionados.
-Un amigo, es amigo del hermano de Luna – respondí con rapidez. Las manos me sudaban.
-Ah, vaya… Hermano de Luna, ¿eh?
-No – corregí – es amigo del hermano de Luna.
-Explícame algo… - dijo y detuvo un taxi. -¿Él y tu…? – mascullo.
-Eso es algo de mi vida que no tengo porque contarte, Vince – dije seria.




El taxista avanzaba por las calles de NY. Vince iba en silencio. Pero sabía que en su interior estaba una lucha por lanzar un sin número de preguntas. Preguntas que no respondería, porque sabía que serían acerca de mi vida personal. De mi vida sexual. Lo sabía.


-Por aquí está bien, gracias – el taxista se detuvo. Lex bajo y pago al tipo.
-Nos vemos más tarde… Ah, iré con las chicas por mi disfraz para la fiesta de Jennifer, recuerda que dijiste que irías. Así que tienes que tener tu disfraz, ¿eh? – lo señale con un dedo.
-Sí, seguro – Vince hablo distante.
Siempre bajábamos del taxi frente a la Galería de arte, el Sr. Hoppus salía a saludarme. Se me había hecho costumbre decirle a Vince que bajáramos del taxi aquí, y que a partir de esta calle caminaría a mi trabajo. Claro que lo hacía para ver a Julien. Pero hasta la fecha no había tenido suerte. Sin embargo ver al jefe de mi hermano me elevaba el ritmo cardiaco. Ese hombre definitivamente me podía.
-Vince – tome la mano de mi hermano. Él me miro. –Lex y yo si tuvimos algo que ver, pero ahora no es así. ¿Bien?
-Solo estoy preocupado por ti, Nats – suspiro. –Eres mi hermana y no quiero que te lastimen… Como la última vez.
La última vez…
Ya había superado esa última vez. La vez que mi novio me había dicho que tenía un hijo y que… estaba casado. Mi corazón se partió en miles de pedazos, creí derrumbarme. Pero ahora todo estaba mejor, vivía la vida bajo mis condiciones. Y sino quería una relación nada me haría cambiar de parecer.
-Ya… Se me hace tarde. Busca tu disfraz, ¿vale?
-Sí, Nats, me ocupare de mi disfraz. No te preocupes – sonrio.
-Nos vemos en el departamento, adiós.


Camine las 7 calles que me separaban de la Galería. Eran bastante largas, pero valía la pena si es que algún dia me encontraba a Julien. Faltaban dos calles para llegar al edificio donde trabajaba, cuando los gritos de una mujer me hicieron detenerme y mirar hacia atrás.



-¡¡Rens!! – Era Luna. –Uhh – jadeo tomando sus rodillas con las manos. –Por fin…
-Respira, respira… - le dije tomando sus hombros. Ella sonrio, sus mejillas estaban rojas.
-Tengo algo… que decirte… - decía entrecortadamente.
-¿Qué es? Respira, tranquila…
-Es… sobre… tu hombre – dijo por fin. Mi corazón comenzó a latir con locura. Casi jadee como Luna. Y eso que yo seguía de pie frente a ella. Era como si de pronto hubiera corrido un maratón entero.
-¿Julien?
-Si – asintió. –El otro dia estuvo en la empresa. Estaba muy molesto, irrumpió en la oficina de Dorothea cuando yo estaba con ella. Entro gritando muy molesto.
-¿En serio?
Luna asintió de nuevo.
-He tenido mucho trabajo desde entonces. Dorothea ha estado molesta toda la semana.
-¿Por qué fue a verla su hijo? – quise saber.
-Bueno, no lo sé en realidad. Tristan no habla mucho de su hermano…
-Uy, Tristan – le hice burla.
Luna se sonrojo.
-Solo somos amigos – defendió.
-Si tú lo dices…
-Sabes que me encanta. Pero solo lo veo en la Editorial. Con el trabajo que nos ha mandado Dorothea, apenas tenemos tiempo de platicar – dijo y echo su largo cabello rizado detrás de sus orejas.
-Sí, pero al menos viste a Julien – jadee.
-Parece que tiene problemas con su madre – Luna y yo comenzamos a caminar. Luna trabajaba un par de calles después de donde yo trabajaba.
-¿Serios?
-Eso parece. Nadie en la empresa ha comentado nada desde el dia en que su hijo irrumpió en su oficina. Incluso le grito a Lizzy, la chica aún no se repone por esos gritos – comento, ahora divertida.
-Vaya…
Quien lo hubiera dicho. Julien, la oveja negra de la familia.
-Además… - nos detuvimos frente a la entrada del edificio de mi trabajo. –Menciono algo sobre Tristan… - Luna lo dijo preocupada.
-¿Qué dijo?
-Dijo que tuviera cuidado, que Tristan era solo verbo… - Los ojos de mi amiga se tornaron tristes.
-Luna… - acaricie sus brazos. –No te preocupes, fue el calor del momento, seguro que no significa nada. Solo lo dijo porque estaba molesto con su madre.
-No lo sé, Tristan se tensó y desde entonces anda raro conmigo. Digo, casi no platicamos, pero está muy raro conmigo.
-No te pongas paranoica – advertí.
-Sí, tienes razón – sonrio finalmente. –Nos vemos más tarde. Iremos por los disfraces, ¿cierto?
-Claro. Nos vemos en Central Park – Luna se despidió con la mano y se encamino a su trabajo.
Tome el ascensor para llegar a mi piso. Como siempre, la amargada secretaria de William atendía un par de llamadas. Esa mujer no era fea, pero juro por Dios que su carácter no era compatible con nadie.
-Hola – salude. La mujer ni me miro. –Hmm…
Pase de largo a mi oficina.
Sobre mi escritorio había un sobre. No tenía remitente ni nada. Lo abrí. Había una nota.
“Lamento ausentarme tanto tiempo. ¿Podemos vernos? Saludos, Jared”.
Oh, Dios mío. ¡¡Jared!!
¿Cómo es que dejaba estas notas y yo no me daba ni cuenta? Ya después le diría a Luna que investigara como es que hacia Jared este tipo de cosas.
No tenía su número de móvil. Así que deje la nota en mi cajón y lo cerré con llave.
Cerca de las 2 de la tarde, William pasó frente a mi oficina. Su traje negro con corbata a juego estaba un poco arrugado. Sospeche de una tarde salvaje. Así que curiosa me asome a su puerta. Toque con los nudillos la ventana para anunciarme.



-Pasa y cierra la puerta por favor.
-Claro – hice lo que me pidió y camine a su escritorio. -¿Qué sucede?
William no hablo, paso a mi lado y cerro las persianas de sus ventanas. Su oficina quedo en la penumbra. Encendió las lámparas del techo y lo sentí caminar hasta mí.
-Pasa… - murmuro cerca de mi oído. –Que te extraño como un maldito loco.
-Ah… - no logre evitarlo, jadee.
-Sí, no puedo seguir siendo tu amigo. No puedo seguir siendo el idiota que deja que tu amigo venga de incognito y te deje notas sobre el escritorio. Muero por saber que dicen…
-¿Tu eres el que deja pasar a Jared? – pregunte, casi al borde de la histeria.
-Si – gruño. Sus manos se recargaron en los brazos de la silla. Sentía su respiración en mi cuello. Aun así, no me quite de la silla, no podía, mi cuerpo no me respondía.
-¿Por qué?
-Porque soy un idiota – respondió sin más y soltó una amarga carcajada.
-Pero… - balbucee.
-Renata. Sé que hace semanas te dije que… que te contaba cosas, cosas personales porque éramos amigos. Pero lo cierto, y la pura verdad es que me encantas. Y verte ahí, sentada en tu escritorio me pone a cien – las manos que tenían posadas en los lados de la silla fueron a mis piernas.
Bonito dia para usar falda.
Con todo mi autocontrol mantuve las piernas cerradas. Y un gemido en mi garganta.
Sabía que William me podía, pero no sabía hasta que nivel. Y menos ahora que parecía que me ignoraba.
Quito el cabello de mis hombros, e inclinando mi cabeza hacia mi lado izquierdo, comenzó a murmurar en mi cuello.
-Renata… - mi corazón me palpitaba en la garganta. -¿Sabes que me pones loco?
-No…
-Pero si sabes que me encantas, ¿no?
-No…
-Venga, eres una hermosa e inteligente mujer. Sabes que cuando evito que me mires de pie es por la sangre que se acumula en mi cuerpo.
Jadee.
-Si… - beso mi cuello. –Sabes que me pones tan…
-Duro – complete con un hilo de voz.
-Muy, muy duro – agrego con voz ronca.
Sus manos subieron a mi estómago. Después a mis costillas. William continuaba con el rostro pegado a mi cuello, su respiración enchinaba mi piel.
-Nena… - Beso mi cuello, sus manos subieron hasta los botones de mi blusa, y uno a uno los abrió. Cerré los ojos y eche la cabeza hacia atrás, mientras que mis manos se aferraban en puños a los lados de mis piernas. –Extrañe tu piel – dijo posándose frente a mí. Dispuesto a besar cada pulgada de la piel expuesta de mis pechos.
¡¡¡Dioooooos!!!
-Señor Northman, lo buscan – su secretaria toco la puerta.
William soltó un gruñido de frustración y el fuego de sus ojos celestes quemo mi piel. Se incorporó, pero antes de ponerse detrás de su escritorio beso mis labios como si de eso dependiera su vida.
-Sigo muy, muy duro – dijo contra mis labios. Jalo mi labio inferior entre sus dientes y rió complacido de mi reacción.
-¿Señor Northman? – su secretaria, desesperada toco de nuevo la puerta.
-Un momento – respondió con voz atronadora. –Esa mujer me pone de malas – explico mirándome. –Pero tú, hermosa, me pones… me pones a cien – repitió el beso cargado de pasión.
-¡¡William!! – la voz de una mujer, que no era la de su secretaria, aporreo la puerta. -¿Qué sucede? ¿Estas ocupado? – pregunto ahora con voz chillona y melosa.
Ahora era mi turno de estar molesta.
-Un momento – gruño en respuesta, se separó de mí y me dio espacio para abotonar mi blusa con rapidez. Me acomode en la silla y él camino a la puerta. –Así están las cosas señorita Cotty, - abrió la puerta – si su reporte vuelve a tener errores como los anteriores, me veré en la penosa necesidad de despedirla. ¡Serena! – grito.
-¿Quién es ella? – la chica entro a la oficina. La luz natural que entraba por las ventanas regreso a la oficina.
-Es la encargada de la contabilidad… Señorita Cotty, ella es…
-Hola – me puse de pie para saludarla. Quizá era su hermana. Pero por la cara que tenía William todo indicaba lo contrario. Sus cejas estaban en una línea y su mandíbula estaba tensa.
-Soy su novia – dijo la chica y alzo una ceja. Era de cabello marrón en ondas, largo debajo de los hombros, sus ojos marrones también era la clara muestra de una mujer que se sentía dueña del mundo pero no lo era. Me arriesgaría a decir que ella no era dueña ni de sí misma. Y marcar su territorio de esa manera, solo quería decir una cosa, ella era la chica de la que William quería deshacerse.
Hora de entrar en acción.
-Mucho gusto – sonreí. –Con permiso – mire a William antes de salir de su oficina y me lo comí prácticamente con los ojos.
William carraspeo cuando roce su entrepierna, claro, deliberadamente, al salir.
Pobre William. Estar solo con esa chica que nunca llegaría a ningún lugar con él.
La chica no estuvo ni 5 minutos en la oficina de William. Se escucharon gritos y después algo que se rompía. Me puse de pie y salí al pasillo.
-¡¡¡Quiero que te alejes de esa perra!!! – gritaba Serena en el pasillo. Que déjenme decirles, de serena no tiene nada.
-Serena, entiende. Ella es la encargada de la Contabilidad de mi empresa, pero no es de tu incumbencia si estoy o no estoy cerca de ella. Tú y yo, terminamos, ¿entiendes?
-¡No! Yo te dije que te amaba… Por favor.
-Serena. No quiero lastimarte, pero no siento nada por ti. Nada. Adoro tanto que andes tras de mi como una maldita sombra como una patada en el culo – dijo sin nada de tacto.
Evite soltar una carcajada.
La chica empezó a sollozar.
-Vete, Serena, vete. Entre tú y yo no hay nada. Nada. Espero que encuentres alguien que te comprenda. Por favor… - William abrió de repente la puerta y la chica me lanzo una mirada asesina.
Se perdió de mi vista al cruzar una esquina en el pasillo y después se escuchó el timbre del ascensor bajando.
-Dios… - soltó un largo suspiro. –Es insoportable, no sé cómo es que me metí con ella. Lucia tan tierna y linda ese dia en el bar…
-Las manzanas a veces están podridas por dentro – comente.
-Eres tan sabia – William cruzo el pasillo hasta mi puerta.
Me tomo de la cadera y entro a mi oficina.
-Tan inteligente y sexy como una Diosa griega – cerro la puerta con una patada y me subió a mi escritorio, tirando al suelo un par de reportes que revisaba.
-¿Soy sexy? – pregunte con inocencia.
-Muy sexy – Desabotono mi blusa, y retomo sus besos sobre mi piel. –Que bien sabes…
-Gracias – recargue las manos en el escritorio, mientras que las manos de William subían mi falda. Acaricio mis piernas desnudas, y llego a mis bragas.
-Oh, Renata… - Deslizo mis bragas hasta mis rodillas y su mano acaricio mis muslos, tan lentamente que el tiempo que tardó en llegar a la unión de mis piernas mi cuerpo ardió como si en lugar de sangre, gasolina corriera por mis venas.
Mi cuerpo ardió y solté, finalmente, el gemido que tanto había reprimido en mi garganta.
Grite su nombre cuando con sus dedos me hizo llegar.
-Shhh… - callo mis gemidos con sus labios. –Nos escucharan…
Abrí su pantalón negro, necesitaba sentirlo unirse a mi cuerpo por primera vez. Solo habíamos estado juntos tocándonos. Nunca habíamos intimado. Pero ahora, necesitaba tenerlo en mí, sentirlo.
Libere su erección, él soltó un jadeo de alivio. Su sexo estaba caliente y vibrante. Mire sus ojos celestes dilatados de placer. Frote un poco, devolviéndole un poco del placer que me brindo.
-Renata, no aguanto más… Quiero sentirme en ti… Por favor…
Sonreí ante sus palabras.
Mordí mis labios, gritaría sino lo hacía. William se unió a mi cuerpo lentamente, hundiendo su rostro en el hueco de mi cuello y mi hombro izquierdo. Jadeo cuando por completo estuvo en mi cuerpo.
-Eres perfecta – gruño cuando mis caderas, casi como magia, empezaron a moverse con cadencia contra él.
-William… - tome con fuerza su cuello.
El vaivén de su cuerpo se incrementó, y eso amenazo que la pantalla plana de mi ordenador cayera al piso. Cosa que no le importó y arremetió con fuerza. Se detenía cuando mi cuerpo se acercaba al borde del placer, prolongando mi orgasmo; sus labios se perdieron en cada curva de mi cuerpo, mientras que sus manos tomaban mis nalgas, apretándolas a veces con fuerza, otras con ternura.
Su boca no dejo de quitarme el aliento, y de ahogar los gritos que dejarían al descubierto el placer que estaba por explotar en mi cuerpo.
-¡Más! – grite cuando estaba en el borde del éxtasis. Mi cuerpo temblaba.
Rió roncamente y movió su cuerpo un par de veces más. Mordió el lóbulo de mi oreja, y lamio mi cuello.
Perdí la razón. Grite con tanta fuerza que no reconocí ni mi voz. Sentí cuando se unió a mi cuerpo con un par de embistes más. Cayó sobre mi cuerpo semivestido.
-Mierda… - jadeo. –Eres preciosa…
-Shh – puse dos dedos sobre sus labios. –No hables… no te esfuerces – bromee.
William rió encantadoramente. Tomo mi cuerpo y se sentó conmigo encima sobre una de las sillas. Acaricio mi espalda y beso mi barbilla.
-Me haces muy feliz.
No supe que decir. Así que mejor lo bese.
Mi teléfono fijo sonó. Me estire a contestar.
-¿Hola?
-¿Dónde demonios estas, Renata? – Era Emily.
-En mi trabajo, ¿por? – William abotonaba en silencio mi blusa, aprovechando para rozar mi piel.
-Son más de las 5, quedamos de vernos a las 5, ¿recuerdas?
-¡Mierda! Lo olvide por completo, lo siento, ya mismo voy para allá. ¿Ya llego Luna?
-Dijo que tenía un poco de trabajo, pero que ya venía… No tardes, ¿vale?
-No, ya mismo salgo… Adiós – colgué.
-Tienes que irte – sonó desilusionado.
-Sí, mañana cumple años Jennifer y no hemos terminado los preparativos.
-Oh, bien – William me sentó sobre mi escritorio y me tendió mis bragas. –Nos vemos después. Diviértete – sonrio mientras se vestía.
-Seguro – puse las bragas en su lugar y termine con los botones. Tome mi bolso y apague el ordenador. Que afortunadamente no se cayó. –Nos vemos después… Cuídate, - William salió al pasillo. Peino su cabello rubio hacia atrás. Me pare de puntitas para besarlo rápidamente –estuvo delicioso.
Me aleje de él y anduve a toda prisa para encontrarme con Luna. Ella trabajaba más cerca de Central Park que yo.
La secretaria de William bufo con desaprobación apenas me cruce con ella en el lobby.
-Renata…
William jalo mi brazo justo antes de que saliera del edificio.
-Olvide darte algo.
-¿Qué?
William sonrio de lado y me estampo un beso que me robo el aliento.
-Cuídate… - dijo y relamió sus labios.
-Si… - suspire.
Con una despedida así, ¿Cómo podría llegar sin caer y caminando derecho hasta el edificio de la Editorial?



2 comentarios:

Ada Parthenopaeus dijo...

OOOOOH Rens!!!!!!!! mujerrr ..... que coooosaa que cosas que coooosaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!! baba... SERENA MORENA ES MENOS SERENA... POR DIOS QUE PASARA EN LA DICHOSA FIESTA Y QUE SE TIENE QUE DECIR QUE SE GUARDA TRISTAN Y POR DIOS REN S AQUINE QUIERE S OMG!!

VioletaHerondale dijo...

Tenías que poner a Leighton! tss Serena, Serena .... ya dije que la Nata me cae mal?
xD

Las chicas del Té de Lemmon

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